Baile privado - Parte única
"Decir que JungKook estaba enfadado sería quedarse corto. Estaba furioso. Pero, más que nada, estaba terriblemente celoso"
Aquella noche JungKook iba un poco nervioso. Era la despedida de soltero de uno de sus mejores amigos y éste se había empeñado en ir a un club de stripteas. JungKook no estaba muy contento con esa decisión. Para convencerle de que les acompañara, su amigo le había asegurado que en el club que había elegido no sólo había mujeres trabajando, sino también hombres. Eso, a JungKook, sólo le hacía más desdichado. Sí, JungKook era gay, le gustaban los hombres, pero ya tenía novio. Un novio al que quería con locura. Un novio perfecto, adorable, bueno, precioso. Un verdadero ángel. Y de ahí el motivo de que no quisiera ir a un club de streepteas, no quería tener que mentir a su dulce angelito. Durante una semana había querido contarle la verdad, decirle que sólo iba por compromiso, pero no sabía si JiMin lo entendería y no quería preocuparle. Así que, con todo el dolor de su corazón, decidió ocultarle la verdad.
El Red Dawn era un lugar bastante conocido en la zona, pero JungKook nunca creyó que entraría allí. Le resultaba bastante asqueroso. Sin embargo, cuando entró, le sorprendió lo cuidado, limpio y bien organizado que estaba el lugar. Desde la recepción, les condujeron por un pasillo largo y oscuro, sólo unas luces de neón en el suelo alumbraban el camino. Una música sensual iba sonando más y más fuerte a medida que avanzaban. Era una buena estrategia para hacer que los clientes se contagiaran del ambiente del club. Cuando llegaron, comprobaron que el ligar era gigantesco. Había al menos tres escenarios redondos pequeños con barras de pole dance en el centro. Sobre ellos, había dos chicas y un chico medio desnudos. Había también un escenario principal de forma alargada que atravesaba medio club en forma de pasarela. Al otro lado del club, había una barra para las bebidas.
- Este lugar es genial. Lo vamos a pasar en grande. - Dijo el futuro recién casado.
- ¿Por qué venir aquí si vas a casarte en unos días? - Quiso saber JungKook. - ¿No se supone que sólo deberías tener ojos para la mujer con la que vas a casarte?
- Quiero mucho a mi prometida y por eso voy a casarme con ella. - Empezó explicando. - Pero es justamente por eso que sé que jamás voy a ver a ninguna otra mujer desnuda que no sea ella, así que hoy es la última noche en la que puedo disfrutar de mi libertad. - Anunció emocionado.
- Sigo sin comprenderlo. - Aseguró JungKook.
- Lo entenderás cuando te cases con JiMin. - Le dijo otro de los amigos que les acompañaban. - Por cierto, ¿cuando vas a presentárnoslo?
- ¿A vosotros? Nunca. Sois un grupo de pervertidos. No dejaré que corrompáis a mi ángel. Jamás. - Sentenció haciendo reír a sus amigos. En realidad, quizá ya era hora de que les presentase. Llevaba casi un año con JiMin y por locos que estuvieran sus amigos, en realidad no eran malas personas.
- Debiste haberle traído aquí y haber disfrutado del espectáculo en pareja.
- ¿Traer a JiMin aquí? Ni hablar. - Afirmó con rotundidad. - A mi JiMin no le gustan nada estas cosas. Él no es de esa clase de gente.
Se sentaron junto al escenario que parecía una pasarela y allí vieron desfilar a varios bailarines. JungKook reconocía que, como bailarines, no eran del todo malos, pero cuando empezaban a quitarse la ropa, ya fueran chicos o chicas, él apartaba la mirada.
Desfilaban con ajustados y llamativos trajes de cuero, con lentejuelas o encajes desfilaban uno tras otro. Más de uno llevaba disfraces varios. En solitario o en grupo hacían bailes exóticos y sensuales mientras la gente les vitoreaba, les silbaba, y les aplaudían, aunque lo más normal era que se limitaran a babosear por ellos. Los amigos de JungKook parecían muy emocionados bebiendo y llamando la atención de las bailarinas. Incluso si eran heterosexuales, también se divertían cuando salían bailarines varones y daban codazos a JungKook para que disfrutara del espectáculo. Pero JungKook sólo podía mantener la cabeza baja pensando en qué diría su hermoso JiMin si le viera en un lugar así. Además, JiMin seguro que bailaba mejor que cualquiera de ellos. Desde antes de conocerse, JiMin ya iba a una de las mejores escuelas de baile. Incluso ahora que trabajaba hasta altas horas de la madrugada como camarero en un bar, seguía ensayando y, de vez en cuando, le salían algunas actuaciones con las que se sacaba un dinero extra. Suspiró. Él no quería estar allí. Esa noche JiMin trabajaba, así que estaría solo en la casa, pero, aún así, prefería eso a seguir allí y seguir sintiendo que estaba haciendo algo malo.
- ¡Wow! - Exclamó un de sus amigos. - Ese chico es fantástico. - Expresó. JungKook no hizo caso, lo mismo habían dicho de todos los anteriores. - Mira, JungKook. Mira como se mueve. - Le codeó su amigo con fuerza.
- No me interesa. - Aseguró.
- Pero este tipo es genial. Mucho mejor que los anteriores. - Siguió insistiendo. - Seguro que baila incluso mejor que tu chico. - Sus amigos sabían, porque él se lo había contado, que JiMin era bailarín. Pero eso era imposible. Nadie bailaba mejor que JiMin. Levantó la cabeza lentamente.
El chico iba descalzo y llevaba un pantalón de cuero negro ajustado que marcaba sus gemelos. Subió la mirada por sus muslos. Claramente eran los muslos de un bailarín. JiMin era igual de musculoso. Intentó que su vista no se detuviera en el paquete del chico, pero, por lo poco que pudo ver, no estaba mal. Aunque seguro que usaba relleno. Su cintura era estrecha, casi tanto como la de JiMin. Quizá igual. Llevaba una camiseta ligera brillante, que reflejaba las luces de neón rojas, y ya había tirado al suelo una chaqueta de lentejuelas. Para su gusto, la camiseta llevaba mucho escote. Demasiado. Mecido por la oscuridad y la música del local, JungKook tenía que reconocer que movía bien, la verdad. Su cuerpo danzaba suavemente por el escenario. Antes de que pudiera verle la cara, el chico se puso de espaldas y les mostró como movía el trasero. Entonces JungKook se dio cuenta de algo. Él ya había visto ese trasero antes. Un instante. Él conocía muy bien ese trasero. Alzó la mirada del todo. No podía ser, ese pelo teñido de rubio angelical. Imposible. El muchacho se dio la vuelta para seguir contoneándose y entonces mostró su cara. JiMin. ¿Cómo podía ser? Se quedó helado. Muy quieto. ¿Qué hacía JiMin, su adorado ángel en un lugar como ese? ¿Por qué no estaba trabajando como camarero? ¿Por qué? Pensó que pudiera estar metido en algún lío, pero pronto entendió que no era la primera vez que se subía a ese escenario y que lo hacía libremente. Todo el tiempo que le había dicho que estaba trabajando como camarero no había sido verdad. Al principio, se sintió dolido y enfadado. Decir que JungKook estaba enfadado sería quedarse corto. Estaba furioso. Pero, más que nada, estaba terriblemente celoso. Miró a su alrededor. Todos esos hombres le miraban como si quisieran comérselo. Babeaban por él. JungKook empuñó sus manos. Quería matar a todos los que miraban como su chico se quitaba la camiseta que llevaba. JiMin aún no le había visto debido a la multitud y a la oscuridad del local. No estaba seguro que querer que le viera, pero no se marchó. Estaba profundamente decepcionado. Las manos de JiMin bajaron sensualmente acariciando su torso ahora desnudo y luego hasta el botón del pantalón. JungKook tuvo que ver como se lo desabrochaba y se lo quitaba delante de toda esa gente, quienes le vitoreaban cada vez más. Con alevosía y desbordante de delirante sensualidad bajó la prenda para quedar en calzoncillos. Bueno, si es que podían llamarse calzoncillos. Eran de un color rojo metálico feísimo e innecesariamente extravagante. Vale, no iba a decir que no le parecía excitante ver a JiMin así, aunque fuera ridículo, pero ese sentimiento se opacaba de lejos por la situación en la que estaban. Por delante a penas le cubría y por detrás no le tapaba nada. JungKook iba a estallar en cualquier momento. Entonces JiMin se puso en cuatro y empezó a bailar de forma aún más provocativa, si era posible. JungKook tenía muy claro que más de un cliente tenía que estar erecto sólo por verle. Él lo estaría, por supuesto, de no estar tan furioso. Fue durante esa parte del baile, en la que estaba prácticamente a la altura del público para poder interactuar con los clientes, que JiMin finalmente cruzó la morada con JungKook. Durante unos instantes se quedaron quietos mirándose. JiMin se mostraba sorprendido de la peor manera, casi aterrorizado. Y JungKook se estaba impasible, mostrando así su absoluta decepción.
- Jung... - Ni siquiera terminó la susurrada palabra. Antes de apartar la mirada, JungKook pudo ver como los ojos se le cristalizaban. Se levantó y prácticamente huyó despavorido del escenario. Disimuló cuanto pudo y luego corrió tras bastidores dejando que uno de sus compañeros le relevara.
JungKook por su parte, no quería hablar. Se levantó del lugar en el que estaba.
- ¿Qué ocurre? - Le preguntó su amigo. - ¿Le conocías? - JungKook se espantó.
- ¡No! Claro que no. - Acababa de renegar de JiMin. De su amado JiMin. Se sentía como el apóstol Pedro renegando del mesías. - Me tengo que ir. - Anunció alterado.
- Pero si la noche apenas comienza.
- Ya he visto suficiente. - Aseguró. Con paso decidido se fue del lugar. En realidad, lo que quería era ir tras bastidores, encontrar a JiMin, cubrirle con una gran manta para que nadie pudiera seguir mirándole con lascivia y sacarle de allí cargándolo en su hombro. No quería que JiMin siguiera allí. Toda esa gente le estaba dando asco. Quería llevárselo y encerrarlo en casa castigado para que ninguno de esos babosos le contemplara nunca más. Sin duda es lo que quería hacer, pero no iba a montar una escena. Su orgullo tampoco se lo permitiría, así que dejaría que le comieran los nervios hasta que JiMin, avergonzado y arrepentido, volviera a casa, a estar entre sus brazos y los de nadie más. A saber la de cosas que JiMin había hecho en ese inmundo lugar. No quería ni pensarlo, pero no podía quitárselo de la cabeza. Al entrar, había visto en la puerta un cartel que decía: "se hacen bailes privados". Apretó los puños mientras salía del oscuro local y se enfrentaba al frío de la noche. "Bailes privados". Esas dos palabras no dejaban de repetirse en su cabeza. Le hervía la sangre. ¿Qué haría JiMin con los clientes en esos "bailes privados".
Cogió un taxi para volver a casa y, al entrar, no pudo contener su rabia por más tiempo y arremetió con todo lo que pudo. Golpeó todos los cojines del sofá desparramándolos por el suelo, tiró todos los papeles y cosas que había sobre la mesa del salón y rompió un jarrón dejando el suelo empapado y abandonando a su suerte las flores que le había regalado a JiMin por su última actuación como bailarín en el teatro. ¿Por qué alguien con su talento trabajaría en un lugar así? No lo entendía y eso le enfurecía aún más. Luego se metió en la cama, pero no durmió nada, sólo continuó dejando que su mente pensara en las peores situaciones. ¿Y si ofrecían algo más que bailes? ¿Y si JiMin...? No importaba cuanto lo intentara, no podía quitárselo de la cabeza.
Pasadas unas horas, desde la cama, en la oscuridad de la noche pudo oír con facilidad el sonido del ascensor. Miró su despertador. Esa era la hora a la que JiMin siempre solía llegar, aunque JungKook ya estaba demasiado dormido en ese momento como para oírle entrar. Por lo general, sólo le sentía cuando JiMin entraba en la cama y le frotaba la espalda a JungKook para que le abrazase. Y siempre, casi completamente dormido, JungKook se daba la vuelta y le rodeaba la cintura apretándolo contra su pecho.
Sin moverse, escuchó como JiMin recogía en silencio todo lo que él había tirado y roto. Oyó los pedazos rotos del jarrón ser recogidos con escoba y ser tirados a la basura. Escuchó como entraba en el baño. Ahora entendía por qué JiMin se duchaba siempre al venir de trabajar. A JungKook le decía que estaba sudado porque en el lugar siempre había mucha gente. Ahora descubría que era para quitarse el olor de sus clientes. Luego le oyó entrar a la habitación y fingió estar dormido. Finalmente se metió en la cama y, por unos largos momentos, no se movió. Luego, JungKook sintió la mano de su novio en la espalda, pidiéndole que se diera la vuelta y le abrazara, pero JungKook hizo lo contrario. Se encogió y se movió un poco más hacia el borde de la cama, demostrándole que no estaba dormido y que no iba a abrazarle hoy.
- JungKook. - Le oyó murmurar de forma ahogada. Tenía un nudo en la garganta y muchas ganas de llorar. - JungKook... - Sollozó. Pero eso no ablandó su corazón y JiMin tuvo que tragarse las ganas de llorar para no molestarle.
Cuando sonó el despertador de JungKook, ninguno de los dos había dormido nada. De haber sido así, JungKook probablemente habría abrazado a JiMin inconscientemente, pero no había sido así. Se levantó bostezando. Ese sería un día de trabajo terrible por no haber dormido nada y porque su cabeza seguiría pensando en las cosas asquerosas que JiMin hacía en ese lugar.
- JungKook... - Empezó pronunciando JiMin, quien tampoco había podido dormir nada. - ¿Tienes un momento? - Preguntó con timidez.
- Tú y yo necesitamos más que un momento para hablar. - Opinó JungKook secamente.
- Sí, ya lo sé. Pero, JungKook, puedo explicártelo. - Intentó no sacar de quicio la conversación. JungKook no es alguien a quien apetezca ver enfadado. Claro que, JiMin, el dulce angelito, también sacaba su caracter si la situación lo requería.
- ¿Explicarme qué exactamente? - Preguntó con fiereza. - ¿Por qué trabajas en ese antro dejando que todos esos babosos te vean contonearte desnudo o el motivo por el que no me dijiste una cosa así?
- Nunca me desnudo del todo. - Se excusó porque fue lo único que se le ocurrió decir. - Siempre llevo un...
- Ya vi ayer lo que llevabas. - Aseguró molesto. - Llevar eso e ir desnudo es prácticamente lo mismo.
- No lo es. - Se quejó como un niño al que acababan de regañar. - Y no te lo dije porque sabía que te enfadarías.
- ¿Y acaso piensas que no tengo motivos para ponerme furioso?
- Pues...sí... y no... - Tampoco había cometido un delito, ¿no? JiMin era streeper, ese era su trabajo. Nada más.
- Tengo que ir a trabajar. - Quería decirle muchas cosas por esa dubitativa respuesta, pero no tenía tiempo. Se preparó sin que JiMin se atreviera a decir nada más. Luego fue a la entrada del modesto apartamento que compartían y cogió las dos llaves, no sólo las suyas. Salió y cerró la puerta, como hacía siempre.
Tal y como había imaginado, fue una mañana larga y tediosa. Al menos en el trabajo estaba un poco entretenido. JungKook trabajaba en un gimnasio como entrenador personal. En los cortos ratos que tenía libre, se preguntaba si alguno de sus compañeros o clientes habían visto a JiMin. ¿Pudiera ser que incluso hubiera recibido un "baile privado" de él? ¡Qué asco sentía por esa idea!
De repente, su móvil sonó. Era JiMin.
- JungKook... - Parecía no querer molestarle pero no había tenido otra opción que llamarle. - ¿Has visto mis llaves? Estaba seguro de que las había dejado aquí. - Incluso si había abierto la puerta con esas mismas llaves la noche anterior, JiMin había llamado al club antes que a JungKook por si se las había olvidado allí. Y todo porque no era el momento para preguntarle a JungKook por esas cosas banales cuando estaba tan enfadado con él. - No las encuentro por ningún sitio.
- Sí, las tengo yo. - Aseguró con normalidad.
- ¿Te has confundido? - Dijo sin esperar respuesta. - Entonces, ¿dónde están tus llaves?
- También las tengo yo. - Anunció JungKook.
- ¿Te has llevado las dos llaves sin querer? - ¿En qué estaba pensando? Claro, JungKook tenía motivos para haberse equivocado al coger las llaves. Estaba dormido y enfadado.
- Lo he hecho aposta. - Le informó con voz neutra sorprendiéndole.
- ¿Y eso por qué?
- Porque, de ese modo, al menos sé dónde estás y así no vuelves a ir a ese asqueroso lugar.
- ¿Cómo dices? - Pronunció JiMin molesto. - ¡Me has encerrado en la casa! - Comprendió al fin.
- ¿A dónde querías ir, JiMin? - Le preguntó ignorando su exaltación. JiMin sólo quería ir a comprar, por eso se había dado cuenta de que faltaban sus llaves y, por tanto, estaba encerrado, pero eso no era relevante.
- ¿Y eso que importa? ¿Quién te has creído que eres para encerrarme aquí?
- Importa desde que me has estado mintiendo estos últimos meses y ya no me fío de ti. Y, por si lo has olvidado, JiMin, soy tu novio. Quizá has estado follándote a tantos clientes que has olvidado quién es el que te abraza por las noches. - Eso enfureció a JiMin. Él no era un prostituto, era bailarín. De acuerdo, era bailarín exótico y eso podía no gustarle a JungKook, lo entendía y lo aceptaba. Pero nunca le había engañado, y no había sido por falta de oportunidades, ni dentro ni fuera del trabajo.
- Jeon JungKook. Más te vale sacarme de aquí y devolverme mis llaves en tu hora de la comida o salto por el balcón y no vuelves a verme.
- No vas a hacer eso. - Dijo JungKook con obviedad.
- Pruébame. - Le respondió JiMin desafiente, y los dos colgaron la llamada enfurecidos.
Por supuesto, JungKook no llevó las llaves en su hora de la comida, por supuesto, JiMin no le llamó otra vez para insistirle y, por supuestísimo, JiMin no saltó por el balcón. Vivían en un sexto piso. No estaba loco ni quería morir.
Así que cuando JungKook llegó a casa, JiMin, obviamente, estaba allí, esperándole sentado en el sofá con los brazos cruzados. Se levantó en cuanto le vio entrar y extendió su mano.
- Mis llaves. - Exigió.
- Primero vamos a hablar. - Propuso JungKook.
- Mis llaves. - Repitió molesto. JungKook las sacó del bolsillo y se las entregó. Tampoco quería enfadarle demasiado antes de empezar a hablar.
- Y ahora explícame. - Dijo JungKook. - ¿Qué diablos haces trabajando allí? - JiMin no respondió. Con sus llaves recuperadas entró en la habitación y sacó de ella una maleta. - ¿Qué haces con eso?
- ¿No es obvio? Me voy. Me vuelvo a casa de mis padres.
- No puedes hacer eso. - Le dijo impidiéndole el paso.
- Te advertí de que si no me traías las llaves antes no ibas a volver a verme. ¿Creías que bromeaba?
- ¿Esta es tu forma de arreglar los problemas, JiMin? ¿Huyendo? - Le preguntó.
- Yo no tengo ningún problema, JungKook. El problema lo tienes tú. Primero, porque no vas a poder pagar el alquiler sin mi suelo de prostituto. - JiMin no tenía relaciones sexuales con los clientes, pero lo había dicho porque eso era lo que JungKook le había reprochado antes. - Segundo, porque eres un idiota celoso cerrado de mente que en vez de tratar las cosas como un adulto me has encerrado en casa como si fuera de tu propiedad. Y eso sí que no te lo consiento. Bajo ningún concepto. Y tres, porque, sin saber por qué, te acabas de quedar solo. - Le dio un codazo empujándole para apartarle de su camino. JungKook estaba tan aturdido por sus palabras que no hizo nada para impedírselo y, durante tres semanas, no volvió a ver a JiMin.
Le echaba de menos y tenía un plan. Había tenido tres semanas para pensar en lo que había hecho y recapacitar. No sabía aún por qué JiMin había entrado a trabajar en un lugar así, pero sí sabía por qué no se lo había contado. JiMin sabía que, si se lo contaba, habrían acabado, tal y como había ocurrido. Había sido un idiota. JiMin, al fin y al cabo, era libre para hacer lo que quisiera. No era de su propiedad, no debió dejarle encerrado en casa. Había tardado una semana entera en comprenderlo y dos más para encontrar las fuerzas y la manera de pedir perdón. Pero ahora estaba preparado.
JiMin llegó como de costumbre a su trabajo.
- Buenos días. - Saludó al compañero que iba a relevar.
- Buenos serán para ti. - Le dijo. - Acabo de tener que hacer un baile privado y el tío era un asqueroso.
- ¿Ha intentado algo? - Le preguntó JiMin.
- ¿Algo? Lo ha intentado todo. Me ha metido mano y he tenido que llamar a seguridad.
- ¡Qué tipo más asqueroso! - Pronunció JiMin. - Siempre hay algún idiota que cree que "baile privado" significa sexo.
- ¡JiMin! - Le llamó su jefa. - Cámbiate de ropa, tienes programado un baile privado en 10 minutos.
- ¿Alguna especificación? - Preguntó. A algunos les gustaba que fuera disfrazado o cualquier otra cosa rara que se les ocurriera.
- No. El tipo tiene pinta de ser la primera vez que viene. Asegurate de marcarle bien los límites. - Le dijo. Pero no tenía que recordárselo. JiMin no se dejaba tocar por nadie. Si tenía que propinarle algún puñetazo a alguien no dudaba en hacerlo. El angelito también podía sacar las uñas.
- De acuerdo. Ya voy. - Resopló en cuanto su jefa se fue. Los bailes privados estaban bien pagados, pero a JiMin no le gustaban porque de vez en cuando intentaban sobrepasarse. Además, no le gustaba bailar para una sola persona.
Miró en su vestuario. Pantalón ajustado, camisa medio abierta y... un arnés. A los clientes solían gustarles los arneses de cuero. JiMin abrió la puesta y la habitación estaba tan oscura como siempre y sólo unos neones violetas alumbraban un poco. Sin embargo, no necesitó más que unos pocos segundos para reconocerle.
- ¿Qué diablos haces aquí? - Le espetó. - ¿Intentas humillarme viniendo aquí y pidiéndome un baile?
- Claro que no. Es que te echo de menos
- Deja de burlarte de mí y lárgate. - Le señaló la puerta.
- JiMin, espera. Lo digo de verdad. Fui un estúpido. No debí comportarme así.
- En eso te doy la razón. Fuiste un completo estúpido.
- Perdóname. - Pidió acercándose a él, pero JiMin se apartó.
- ¿Y luego qué, JungKook? - Quiso saber. - Seguirás siendo un idiota celoso y me pedirás que deje mi trabajo para tú poder dormir tranquilo. No, gracias.
- No lo haré. - Aseguró. - Aunque me gustaría saber el porqué. - Añadió sincero. - ¿Por qué este trabajo?
- ¿Crees que ganaría tanto dinero trabajando de camarero? - Preguntó. - Cuando decidimos empezar a vivir juntos tú aún estabas estudiando el curso para ser entrenador personal, así que yo trabajaba por los dos, ¿recuerdas?
- Claro que lo recuerdo. Vivíamos en algo similar a un desván. - Rememoró.
- ¿Y cuántas empresas crees que contratarían a alguien con una formación de bailarín? - Le preguntó.
- Se que encontrar trabajo en tu sector no es fácil pero yo acabé el curso en sólo un año para poder trabajar también lo antes posible. - Era cierto. Mientras JiMin trabajaba, JungKook estudió en un año lo que la gente normal estudiaba en dos. Y no porque JungKook fuera un excelente estudiante, sino porque se esforzó muchísimo hasta lograrlo para poder seguir viviendo con JiMin. - ¿Por qué no lo dejaste después de ese año? Podrías haber encontrado un trabajo distinto. Aunque no ganaras tanto, con el suelo de los dos habría dado para vivir. Además, cada vez te llaman más de la compañía de baile. Pronto estarás en la plantilla. - Había una razón por la que no lo había dejado por otro trabajo y no era el dinero.
- Me gusta. - Confesó finalmente. - Soy un bailarín, JungKook. Me gusta bailar, me gusta que me vean, me aplaudan y me deseen. - Reconoció.
- Pero la gente que viene aquí no vienen por tu baile. Vienen para verte desnudo.
- Cualquiera puede desnudarse, JungKook, pero no todos pueden hacerlo como lo hago yo. - Aseguró. - Más de una vez he amenazado con marcharme porque no soportaba seguir mientiéndote y cada vez que lo digo me suben el sueldo para que no me vaya. Vengan a lo que vengan los clientes, lo único que obtienen de mí es mi baile.
- Y una vista perfecta de tu cuerpo untado en aceite para bebés. - Se quejó JungKook.
- JungKook, te quiero. Lo sabes. Pero no puedes comportarte como lo hiciste. No vas a tenerme encerrado para sólo verme tú. No es así como funciona mi vida. - Explicó con cariño. - He nacido para bailar, JungKook. Siempre lo he sabido. No me importa el tipo de baile. Todos son especiales para mí.
- Así que no tienes intención de dejarlo. - Quiso comprender JungKook
- No hasta que de verdad me hagan fijo en la compañía de baile. - Aseguró con firmeza. JungKook se dejó caer en el sofá y bebió un trago de la bebida que le habían servido antes de que JiMin llegara.
- Entonces quiero mi baile privado. - Sentenció.
- ¿Cómo dices? - Preguntó JiMin confundido.
- Si trabajas aquí debes atender a los clientes. Yo he pagado por un baile privado tuyo. - Anunció. - Puedes empezar cuando quieras.
- No seas tonto. No voy a bailar para ti. Eres mi novio. - Le recordó. - ¡Qué vergüenza! - Eso era el colmo. No tenía vergüenza de desnudarse y bailar delante de todo el mundo, pero cuando se trataba de JungKook...
- No sería muy bueno para ti si llamo a tu responsable y le digo que no quieres bailar para mí.
- Entonces le diré que has intentado meterme mano y te echarán del local. - Le advirtió JiMin. Era divertido ver que tenía algo más que una carita de ángel.
- No lo harás. He sido un buen chico y he recapacitado y venido a hacer las pace, JiMin. ¿No vas a recompensarme?
- Lo que debería hacer es castigarte por tu estupidez. ¿Cómo pudiste pensar que me acostaba con otros?
- Me asusté. - Reconoció. - Me pudieron los celos. Pero estas tres semanas sin ti... ¿no crees que han sido suficiente castigo?
- No es como si hubieran sido fáciles para mí tampoco.
- Justamente por eso deberías bailar para mí. - Aseguró a pesar de si JiMin sabía que sólo lo decía por lujuria. - Es una buena forma de reconciliarnos. Se me ocurrió a mi solo. - Sonrió estúpidamente. Sabía que JiMin no se podía resistir a su expresión de niño bueno.
JiMin suspiró y rodó los ojos fingiendo estar haciendo un gran sacrificio.
- Vale. Pero ahí sentadito y quieto. Y tienes prohibidos los comentarios y los ruiditos raros.
- Pero todos te silban y te dicen cosas. ¿Por qué yo no? - Se quejó de vicio.
- Porque lo digo yo. - Sentenció JiMin. JungKook obedeció y se limitó a mirar. JiMin encendió la música y comenzó a bailar. Su mente perdida en el ritmo y su cuerpo moviéndose de forma sensual. Su cadera ondulaba marcando fuertemente su entrepierna bajo el pantalón. JungKook se relamió. Él ya sabía muy bien qué había debajo de la tela y, sin embargo, aún babeaba por ello. Cuando la camiseta cayó encima de JungKook este la apretó entre sus manos. Sí que le había echado de menos. Ese torso, ahora desnudo, estaba tan bien marcado y delineado que quitaba el sentido sólo por mirarlo. Se acariciaba el cuerpo mientras se movía sinuosamente. Bajaba hasta ponerse de cuclillas con las piernas abiertas y subía de nuevo. Pasaba la mano por su pelo echándolo hacia atrás, eso era lo único que le hacía ver al JiMin que él conocía, pues siempre hacía ese gesto y él solía burlarse de él por eso. Luego fue hasta la barra de streeper que había en el centro de la sala privada y se apoyó en ella dándole la espalda. Se inclinó para darle una perfecta vista de su trasero. Adoraba ese culo firme y prieto que se escondía apretado bajo la tela de ese provocativo pantalón. Era su delirio, su pecado, y ahora tenía una increíble vista de él. Quería follarlo. Se acomodó y recolocó el tiro de su pantalón porque empezaba a estar incómodo y apretado. A pesar de todo, aún se contuvo y JiMin continuó bailando sin saber lo duro que JungKook ya estaba. JiMin intentaba no hacer contacto visual para no morir de vergüenza o echarse a reír. Rodeaba la barra y se frotaba contra ella de forma muy erótica. Si seguía así, JungKook no iba a tardar mucho en perder contra su instinto. Entonces JiMin dirigió la mano a su pantalón y empezó a bajarlo. JungKook tragó con fuerza. Mientras más se deslizaba la prenda por sus piernas, más calor sentía JungKook. Llevaba un tanga negro que apenas le cubría. JungKook casi no podía mirar mientras JiMin se contoneaba frente a él. El bailarín se acercó a él y danzó más cerca. Tanto que JungKook podía alargarla mano y agarrarle. Prácticamente, JungKook podía ver la entrepierna de JiMin bailar frente a su cara. ¿Bailaba así a todo el mundo? Apartó ese pensamiento de su cabeza. "No seas un celoso patético, JungKook", se dijo a sí mismo mentalmente. "Es su trabajo y no tiene nada de malo". Ya se había repetido esas mismas palabras durante esas tres semanas un a y otra vez, y tendría que repetírselas de nuevo de vez en cuando, pero su cerebro iba entendiendo al fin que en realidad, lo único que importaba era a quien amaba JiMin realmente. Y a los brazos de quien iba cada noche a acurrucarse.
Mientras JungKook pensaba en esto, JiMin seguía bailando. Se giró y, a la misma distancia que antes había tenido su entrepierna ahora podía ver su culo desnudo meciéndose de una lado a otro. El tanga que llevaba dejaba ver sus nalgas al completo y JungKook no aguantó más. Alargó su mano, acarició una de las nalgas y terminó con la mano en su cadera, atrayéndole. JiMin se escabulló de su agarre y le dio un manotazo en la mano.
- Los clientes no tienen permitido tocar a los bailarines. - Le dijo.
- ¿Y no se hacen excepciones? - Dijo JungKook con una sonrisa pícara.
- Nunca, señor. Yo tengo novio. - Aseguró JiMin siguiendo el juego.
- Pues debe ser un novio muy comprensivo. - Se atrevió a decir.
- No crea. - Comentó JiMin riendo.
Esta vez, JungKook simplemente le tendió la mano, dejando que fuera JiMin quien se acercara si quería. JiMin la cogió y se acercó a él lentamente hasta sentarse a horcajadas sobre sus piernas. JungKook puso las manos en sus cadera y las acarició con cariño.
- Perdóname, mi angelito. - Acarició también sus muslos. - No me comporté bien.
- Puedo entender los celos, sino no habría tenido reparo en contártelo. Pero lo que hiciste no estuvo bien.
- Lo sé. Te quiero, JiMin. - El bailarín empezó a frotarse contra las piernas de JungKook moviendo su cadera. - ¿Eso significa que me perdonas?
- Eso significa que te he echado de menos. - Se aferró a sus hombros y se inclinó para besarle. - Y que también te quiero. - Aseguró finalmente.
JungKook le agarró las nalgas y le apretó más contra sí.
- Eres perfecto. - Le susurró. - Tu cuerpo es un delirio de los dioses. No me extraña que haya tanta gente que quiera verlo.
- Pero sólo tú puedes tocarlo. - Eso había sonado como una promesa, pero JungKook rió dulce y agradablemente.
- ¿Tocarlo? Mi dulce ángel. Voy a hacerte mucho más que eso. - Se besaron con fuerza, pero JungKook no sólo quería sus labios, quería dar un placer absoluto a su trabajador y sexy novio. Atacó su cuello y JiMin echó la cabeza hacia atrás.
- No dejes marcas. - Dijo no sonando muy convincente. - Los clientes las verán. No les gustará.
- Pues yo creo que les encantará ver tu cuerpo marcado tan posesivamente. Así todos sabrán lo mucho que disfrutas con el sexo. Imaginarán que son ellos los que te marcaron. - Susurró JungKook en su oído al tiempo que mordisqueaba y lamía su oreja. - ¿No crees que suena excitante?
- Sí. - Reconoció finalmente. - Puede ser. Mmng... - Gimió por un mordisco en el cuello. - Está bien. Deja marcas. Muchas. - Parecía haber cambiado de opinión. - JungKook siempre eres delicado conmigo. Házmelo duro hoy.
- ¿Sabes el tiempo que llevo esperando escuchar eso? - JungKook tenía la energía y la fuerza necesaria como para penetrar a JiMin con dureza, pero sentía que se iba a romper y que JiMin disfrutaba más con algo más suave y nunca había querido influirle o forzarle a eso.
JiMin se retiró un poco para que JungKook pudiera desvestirse. Entre los dos, tardaron poco en conseguir su completa desnudez. JiMin iba también a quitarse el tanga que llevaba pero JungKook le detuvo.
- No te lo quites. Me encanta. Voy a comprarte unos cuantos mañana mismo. - Aseguró.
- Eres un pervertido, Jeon JungKook. - Dijo mientras empujaba a JungKook de nuevo al sofá y otra vez se le sentaba encima.
- Sólo contigo, mi amor. - Le abrazó de nuevo y volvió a atacar su cuello. Ahora, piel contra piel, todo era mucho más caliente y bueno. - Muévete como tu sabes. - JiMin empezó a mecer su cintura haciendo fricción entre la tela de su tanga y el miembro de JungKook. Cuando estuvo satisfecho con las marcas que había dejado en su cuello, bajó a su pecho. Dejó allí otra marca mientras JiMin gemía mirando al techo dejándose hacer mientras no paraba de mover su cadera. JungKook atrapó uno de los pezones entre sus labios y lo chupó y lamió. Luego entre sus dientes y tiró de él con delicadeza.
- Más fuerte. - Presionó un poco más pero no lo suficiente como para hacerle daño. Lo lamió con la intención de aliviarle, pero sólo conseguía enviar calambres más intensos a JiMin, que iban directos a su entrepierna. Luego hizo lo mismo con el otro mientras seguía masajeando el primero con sus dedos y JiMin se retorcía de placer. JungKook empezó a sentir humedad en su pene. Sabía que era el líquido preseminal de JiMin que estaba atravesando su pequeña ropa interior.
- Tienes los pezones muy erectos y estás mojando tu tanga, precioso. Alguien podría decir que te está gustando como te lo hago. - Mencionó JungKook.
- No te burles. Ah... - Jadeó. JungKook apretó sus nalgas, las masajeó sin piedad y las abrió colocándole justo encima de su miembro. - Mmngg... - Tiró de la tira del tanga apartándola y frotó la entrada de JiMin con su glande.
- ¿Este agujero también me ha echado de menos?
- Casi tanto como mi boca. - Aseguró JiMin. - Mételo ya. No hace falta que me dilates. - Dijo. JiMin estaba acostumbrado al tamaño de JungKook, aunque sin lubricante dolería un poco al principio, pero en cuanto JungKook empezara a sacar líquido preseminal se haría fácil. Sin embargo, JiMin vio como JungKook cogió de su bolsillo un sobrecito. Era lubricante. - Así que ya sabías a lo que venías, pervertido.
- Sólo esperaba que fuera así. - Confesó.
- Trae. - Le cogió el sobre y lo abrió echando un poco en su mano. La llevó hasta el miembro de JungKook y le masturbó.
- Uff... había olvidado lo buenas que eras tus pequeñas manos. - Luego vertió el resto del contenido en la mano de su pareja y se irguió un poco. JungKook repartió la lubricación por la entrada de JiMin y metió dos dedos dentro para lubricar también el interior. Alineó su erecto miembro con su anillo muscular y JiMin no necesitó que dijera nada, empezó a bajar autopenetrándose poco a poco. - Ah... - Gimió suavemente. - Hasta abajo, angelito.
- Estás muy grueso. Es tan bueno sentir como me abres. ¡Ah! - Dio un gritito de alivio al sentir toda la longitud de JungKook dentro de él. Se besaron con fuerza. JungKook empezó a mecerse un poco, sólo entraba y salía unos centímetros pero JiMin ya jadeaba con fuerza. JungKook le sostuvo de la cadera y le hizo levantarse un poco sacando casi todo su miembro de él y acompañando su movimiento de nuevo hacia abajo. Lo hicieron un par de veces más lentamente. Después cogieron un ritmo más fluido. Más rápido.
- ¡Ah! ¡Así! ¡Más! ¡No pares! - Gemía JiMin descontrolado.
- Te van a oír tus compañeros. Van a pensar que te estás beneficiando a un cliente. - Rió.
- Deja de provocarme. ¡Ah! JungKookie... - Gimoteó. JungKook salió de él y le recostó en el sofá con cuidado. Desesperado, quitó finalmente su tanga y volvió a colocarle para penetrarle. Puso las piernas del flexible JiMin en sus hombros y entró con cuidado. Seguía siendo fuerte, pero sus acciones tenían menos agresividad y más amor. Se besaron se forma ansiosa y necesitada hasta que juntos alcanzaron el orgasmo.
- Creo que ha sido el mejor baile privado que me han hecho. - Comentó JungKook después de un momento de caricias y besos dulces.
- ¿Qué quieres decir? ¿Quién te ha hecho a ti un baile privado? - Quiso saber JiMin ofendido. JungKook rió con fuerza. Él jamás había ido a un lugar así, pero hacer de rabiar a JiMin era su mayor divertimento.
- ¿Quién es el celoso ahora, mi ángel?
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Este es el micro-fanfic personalizado que le he hecho a @JaquelaKim11422. Espero que os haya gustado mucho!!! Ella eligió toda la trama de la historia y fue muy fácil hacer su idea realidad. Muchas gracias, JaquelaKim11422 y a todas las personitas que participáis respondiendo a mis preguntas para ganar estos micro-fanfic. Para los que aún no tenéis vuestro micro-fanfic no os preocupéis, próximamente habrá más sorteos!!!!
Podéis seguirme en mi twitter (K_MIN_OH) para enteraros de las cosas que voy publicando al instante y para compartir más cositas.
Un besazo enorme!!!!
Os dejo aquí la imagen de la portada en grande para que la disfrutéis mejor!!! ;D
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