Ni siquiera sabe lo que ha pasado, ni dónde se encuentra. No recuerda nada. No tiene claro tampoco donde estaba la última vez, ni lo que estaba haciendo. No recuerda su nombre, ni su vida, nada. La cabeza le duele demasiado, todo el cuerpo le duele demasiado. No sabe nada de su amiga, donde se encuentra.

A unos metros de allí, en el mismo hospital, el cantante parece que poco a poco se está estabilizando, los médicos preparan un informe para entregar a la policía donde hablan de un doble apuñalamiento al artista porque eso fue lo que ocurrió aunque solo parezca haber una incisión.

Lejos de allí, el grupo de supremacistas blancos se complace al escuchar y ver una noticia por televisión

—El cantante negro Michael Jackson, ha sido apuñalado hace unas horas a su salida de una entrevista radiofónica —dice un presentador de noticia dando la noticia.

Aunque la mayor parte de la gente no se ha dado cuenta, el periodista ha esbozado una pequeña sonrisa al dar la noticia. Ha tratado de disimularla porque no puede mostrar quien es tan abiertamente.

—En estos momentos se encuentra en muy mal estado y los médicos tratan de salvar su vida. —continúa el locutor de cabello castaño y ojos claros que en ese momento al decir "los médicos tratan de salvar su vida", intenta esconder una expresión de odio de sus facciones.

Cuando los racistas blancos se enteran que el artista está muy malherido y que los médicos tratan de salvar su vida, todos tienen el mismo deseo.

—¡Ojalá ese negro se muera para luego ir a escupir sobre su tumba! —dice uno de los supremacistas blancos mientras sus compañeros se ríen.

En otro punto de la ciudad, el grupo Poder Negro, ve la misma noticia por televisión y ellos pueden percatarse de algo raro en el individuo que da la noticia. O tal vez sea solo su imaginación.

Todos ellos enfurecen por lo sucedido al cantante. Si por casualidad llega a ser lo que todos sospechan hay personas que van a pagar por ello. Un grupo de personas en especial.

Si se confirma, que se preparen. No confían en lo que la mayoría de los periodistas les cuentan. Los huelen a Kilómetros.

Lejos de allí, el empresario falsamente acusado por algo que no ha hecho, comunica a sus vástagos lo sucedido con su madre y todos lloran. Sus vástagos saben que su progenitora estaba mintiendo al acusar a su padre, que estaba celosa y herida, pero nunca imaginaron que eso la llevaría a la muerte.

Horas más tarde, la policía se persona en el domicilio de un rico y poderoso hombre blanco. El líder, en apariencia, del grupo de supremacistas blancos que están enfrentados con el de ciudadanos afroamericanos Poder Negro ha sido asesinado en su propia casa. De inmediato los agentes comienzan a sospechar de la esposa del individuo que no aparece por ningún lado. Se ha ido de viaje "coincidiendo" con el crimen de su marido. También centran sus sospechas en el grupo de hombres que conforman Poder Negro, pues para nadie es un secreto el enfrentamiento y odio que ambos grupos se tienen. En varias ocasiones han tenido que acudir a algunos lugares para detener peleas, en esos momentos callejeras, entre ambos bandos, aunque los líderes de ambos grupos prefieren el ataque planeado, por la espalda y de improviso. Los agentes toman huellas y hacen fotografías de todo lo que les pueda servir de la escena del crimen.

Lejos de allí, los cuerpos de los asesinos que trataron de acabar con la vida de los bailarinas son llevados al depósito de cadáveres después de examinar todo lo que había que examinar de sus restos mortales. Ninguno llevaba encima nada que los pudiera identificar, aunque de haberlo llevado, es posible que no fuera sus identidades reales. Los delincuentes como ellos, contratado para acabar con las vidas ajenas, siempre andan escondiéndose o portando una identificación falsa, a buen seguro robada de alguna víctima para que nadie pueda capturarlos. Las huellas dactilares les fueron tomadas, así como unas muestras de ADN para hacer una identificación positiva y creíble. Lo más probable es que hayan arrebatado varias vidas y su currículo criminal sea bastante extenso y cruento. Probablemente eran asesinos fríos y sin escrúpulos habituados a quitar una vida de cualquier forma, sin ningún tipo de escrúpulo. Tipos sin miedo a nada.

—¿Qué pudo haber pasado para que decidieran acabar así con sus vidas? —comenta un agente con otro. —¿Cómo es posible que tuvieran en su poder esos frascos de veneno? Se supone que los habían registrado. —comenta uno de los policías que revisa el lugar w de el los delincuentes acabaron con sus propias vidas a un compañero.

—¿Quién sabe? Eran delincuentes y acabaron como tenían que acabar ; muertos. Han hecho bien en acabar mismos con sus propias vidas antes que morir a manos de otras personas en prisión que les destrozarían. Si fueron unos inútiles que no supieron cumplir con el encargo que se les hizo, bien han hecho en matarse para pagar por su incompetencia. —responde su compañero, un hombre de cabello y ojos claros.

El compañero del policía que acaba de hablar sigue buscando pistas sobre el autoenvenamiento de los dos sicarios mientras escucha hablar a su colega y graba en su mente lo que ha escuchado. El hombre analiza sus palabras, su tono y también su intencionalidad aunque no pone sobreaviso a su compañero. Le está analizando desde hace tiempo.

En otro punto de la ciudad, la nueva abogada de Derek recibe un extraño sobre en su casa sin remitente. Cuando lo abre descubre una jugosa oferta económica a cambio de conseguir una condena para su cliente sea condenado. Si accede a la petición no solo ganará una buena suma de dinero, sino que además le prometen promocionar su carrera que recién está empezando.

En el hospital, el estado de salud de una de las bailarinas empieza a empeorar y los médicos comienzan a temer seriamente por su vida.

Lejos de allí, media hora más tarde, se celebra una reunión de los supremacistas blancos. Todos están muy cabreados por el asesinato de uno de los suyos, del supuesto líder de la organización. Cuando el individuo se encarga de financiar el grupo presenta al nuevo líder de la secta todos se sorprenden al reconocer el rostro de la persona que a partir de esos momentos les guiará en su guerra contra "los monos", que es así como llaman a los ciudadanos negros.