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SEI

Pedri conduce tranquilamente por las calles ya oscuras de Barcelona. La competición terminó hace dos horas aunque el canario me propuso de tomar algo en un bar a lo que yo no pude decirle que no.

— Dentro de dos días tengo un partido muy importante, un clásico.

— Es el primero de Ferran en el Barça ¿no?

— Exacto, lo que te quiero decir es que me gustaría que vinieses.

— El fútbol no es que me apasione.

— Pero, sé que a Sergio le encanta, es lo justo.

— ¿Lo justo?

— Tú me has dejado verte bailando, es lo justo que tú me veas a mi de la manera que más me hace sentir vulnerable, y eso es cuándo juego al fútbol.

Sonrió, una de las cosas que más me gustan de él es que recuerde lo que digo, que me de a entender que me escucha  y que se interesa por mi.

— Está bien, iremos.

— Perfecto, cuando te deje en tu casa coge una bolsa que hay en mi maletero para ti y para el pequeñajo.

Pedri está sonriendo, esa de las primeras veces que le veo sonreír y es algo...diferente, es de esas sonrisas que son poco comunes, creo que hay muy pocas, pero la suya es sin duda una de las sonrisas más bonitas que he visto en mi vida.

Y lo mejor es que es una de las sonrisas buenas, de las de verdad.

— Llegamos.

— Gracias por traerme. - digo abriendo la puerta del coche.

Él sale del coche también y camina hacia el maletero, de él saca una bolsa negra de Nike.

— No lo abras ahora, me da vergüenza. - admite el canario rascándose la nuca.

Río. Me despido de él con un abrazo y un beso en la mejilla aunque creo que lo último lo ha sorprendido.

Abro la puerta, Andrés está sentado en el sofá leyendo un libro.

— ¿Ganaste?

— Si ya lo sabes para que preguntas.

Me paro en medio del salón, mierda, me he dejado el premio en el coche de Pedri. Corro hasta la puerta y la abro, pero, no queda rastro del canario.

— Me he dejado el premio en el coche. - lamento mientras vuelvo al salón.

— Pues cógelo, es tu coche.

— En el coche de Pedri, idiota.

— ¡Te ha traído a casa! - Andrés levanta levemente la voz a lo que yo le tapo la boca.

— Ha ido a verme, si.

Andrés no dice nada, pero, su sonrisa lo delata, está tramando cosas que prefiero no saber.

— ¿Qué lees?

— Un top ventas, mira que yo no soy de los que lee de estas cosas porque nunca me dan confianza, pero, este está genial.

— Dime cual es, a lo mejor le doy una oportunidad.

— "Ojos Marrones" de Amaia M.P, dicen que es triste, pero seguro que son bobadas.

Asiento y abro la bolsa negra, es de las que son bastante caras, dentro de ella hay bastante cosas, una equipacion para Sergio con el número diez, unas botas de fútbol para mí hermano también, una chaqueta y una camiseta.

No se porque me acerco la camiseta para olerlo, efectivamente son suyas, la chaqueta también, ninguna de esas dos prendas son compradas.

Sonrió como una estúpida, por eso no queria que lo abriese en frente suyo, porque sabía que reconocería que la camiseta y la chaqueta no son compradas.

— Estás cayendo, pareces la típica quinceañera de las películas.

— No empieces.

— No voy a seguir repitiendo lo que sabes perfectamente, pero, ese chico ha llegado para quedarse aquí. - dice señalando mi corazón.

— Pedri es oro y yo solo soy un simple trozo de carbón.

— Si de algo me sirvió estudiar ciencia es que el carbón con un poco de calor se convierte en un diamante, y el calor que tu necesitas es el amor que tus padres te han negado, pero, que estoy seguro de que Pedri está dispuesto a darte.

Mis ojos empiezan a arder, todo lo que he vivido, todo por lo que he pasado ha sido culpa de mis padres, ha sido culpa de su egoísmo, por su culpa mi hermano a crecido sin sus padres y yo he tenido que madurar más rápido que cualquiera.

Andrés me mira y en sus ojos veo lo que necesito para echarme a llorar.

— Tranquila, tranquila, estoy aquí.

— ¿Tan mal lo estoy haciendo como para merecerme esto?

— Tú no estas haciendo nada mal, Irene.

Lo miro a los ojos, admitiendo con la mirada que estoy cansada, muy cansada y que ya no quiero más.

La primera vez que intenté acabar con esto solo tenía quince años, pero, Andrés me encontró y me ayudo, hemos sido nosotros dos desde entonces.

— Escúchame, nada de lo que te ha pasado es tu culpa, estás luchando y estás consiguiendo criar a un niño maravilloso, porque de verdad es el niño, mas bueno y más educado del mundo, no estás sola, me tienes a mi, tienes al canario y lo más importante, tienes a Ferrán que mataría solo por verte la chica más feliz del mundo, nos tienes aquí y siempre podrás buscar una salida, pero nunca lo intentes de la misma manera que ese día, porque yo no estoy preparado para perderte.

Abrazo a mi amigo y nos quedamos así por más del tiempo necesario aunque no me importa, lo necesitaba más que nada en el mundo, una mano, un brazo o quizás solo un dedo para poder seguir adelante.

— Por eso te pido que le des una oportunidad, le conozco, el y Ferran lleva siendo amigos desde hace bastante tiempo y te aseguro que Pedri podrá ser un despistado, podrá olvidarse de una cita con el médico, pero es de los que quieren de verdad.

— ¿De los que quieren bonito?

— De los que quieren bonito.

Le digo que lo pensaré, me despido de él ya que estoy cansada, paso por la habitación de Sergio y le doy un beso antes de irme a la cama.

Lo que nunca sabría es que esa misma noche unos ojos de color marrón y con un brillo incalculable lloraban conmigo mientras miraban a través de la ventana con un premio de baile entre los brazos.



















¡Por aquí les dejo un nuevo capiulo! Este en concreto va dedicado a todas aquellas personas que luchan cada día con la tristeza (me incluyo)

También va dedicado para el Pedri de mi Eric, Irene si estás leyendo esto, gracias por todo te quiero más que a nada. ❤️‍🩹

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