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Bailarina particular

Se acercaba una fecha especial para Camus, esto mismo lo traía de muy mal humor y se sentía deprimido...

Esa noche tenía una fiesta, en un hotel importante en una suite privada.

No tenía ningún tipo de ganas de ir pero el contrato ya se había firmado y además había venido de uno de los lugares en que Milo le había hecho publicidad...

No dejaría que Milo quedara mal con sus amigos y conocidos, así que se duchó, relajó sus músculos y se preparó para salir.

En su mochila llevaba maquillajes como siempre, trajes diversos y pelucas, le habían pedido que llevase una peluca de cabello corto oscuro y que no tenía que quitársela por nada del mundo, y debía usar lentes de contacto y máscara...

El cliente era un fetichista... debería bailar a la tenue luz de una vela y ser muy sensual... su cliente no esperaría menos de eso...

No le gustaba la idea de danzar para un fetichista; y si era un sexópata que buscaba algo más que un simple bailarín?

Camus desde la violación, nunca había estado con nadie... la idea de que alguien quisiera tener sexo con él le causaba pánico...

-Permiso... buenas noches...

Saludó mientras abría la puerta de la habitación con la tarjeta magnética que le habían entregado.

-Adelante...

Una voz grave le respondió desde un oscuro lugar del salón

Debes cambiarte o ya vienes preparado?

-Ya... ya estoy listo señor...

No sabía por qué, pero estaba muy nervioso y no se sentía a gusto en ese lugar.

-Entonces, danza para mí... hazlo suave, con la música que yo te elija... 

El tema no era conocido por Camus, era un tema bastante viejo pero su melodía era perfecta para el baile que se le había pedido...

De a poco se fue dejando llevar por la letra de la canción que hablaba de una bailarina que danzaba por dinero con el único fin de llegar a su meta deseada...

Seguía bailando, se acariciaba, sonreía... seducía...

-Acércate un poco a la luz... quiero verte mejor...

La voz sonaba grave pero sin vida, tal vez se estaba aburriendo? no era lo que había pedido de Camus? o tal vez buscaba algo más?

Ante este pensamiento Camus se puso nervioso pero obedeció y se acercó a una mesa de noche que tenía una tenue luz amarillenta.

-¿No le ha gustado el show, señor? puedo decirle a la agencia que le devuelva su dinero y...-

-Calla...- Camus se petrificó. -¿Cuál es tu nombre?

-Ca...Camus... señor...

Un suspiro ahogado se escuchó en la habitación y luego una respiración agitada...

Camus no pudo con su manera de ser y se acercó inmediatamente al hombre para asistirle; estaba sentado y respiraba con dificultad.

-Levante la cabeza señor, le daré agua y espacio para que respire mej...

Su rostro palideció cuando al enderezar al cliente y verlo directamente al rostro, se encontró con los ojos verdes que lo habían tenido loco desde la adolescencia.

-Kanon?

Kanon no podía respirar, literalmente sus pulmones estaban colapsando... la impresión al oír el nombre del chico le habían provocado que todo su cuerpo se desestabilizara...

-Déjame... vete!

-Qué dices? Kanon... yo... no entiendo... tú...

Las palabras de Camus no salían en el orden debido, toda su cabeza era un completo desorden... 

-No me mires... por favor... vete...

La respiración de Kanon se tranquilizó un poco para dar paso a las lágrimas de impotencia; jamás hubiera querido que esto pasara, que su amigo lo viera en esas condiciones...

Camus miró la silla de ruedas y cayó postrado a su lado, llorando...

-No... Kanon... yo no lo sabía... perdón... lo siento... 

-Sólo vete y déjame solo... fue un error venir aquí, no debí dejar que Saga me convenciera...

Kanon comenzaba a respirar con dificultad otra vez; Camus hizo oídos sordos a lo que el mayor le había dicho y buscó en los cajones de la mesita cerca de Kanon, por algún  inhalador que de seguro habría llevado consigo... lo encontró y lo acercó a Kanon.

Con todo cuidado y delicadeza tomó la cabeza del mayor, la inclinó y cuando Kanon aspiró lo más que pudo en sus condiciones, Camus soltó el contenido del inhalador llenando sus pulmones con el aire que necesitaba...

-Vamos, respira... tranquilízate... vamos amor...

Kanon escuchó esas palabras pero las tomó como las de alguien desesperado por ayudar a un amigo.

-Ya estoy mejor... vete... déjame solo y olvídate de mi y lo que viste...

Camus acercó una silla y se sentó a su lado...

Kanon evitaba mirarlo, tenía la vista perdida en la alfombra de la habitación.

-Entiende que no me iré... no me sacarás de tu vida nuevamente... quiero... quiero saber qué pasó... por qué no me quieres ver más? me echas la culpa por ésto?

Camus señaló la silla de ruedas, su voz entrecortada por el llanto

¿Crees que yo no sé que todo fue mi culpa? que debí ceder a los deseos de Aioria así no las tomaba contra ti? crees que no me he maldecido mil veces por ser como soy?

Camus lloraba y sus puños estaban cerrados y blancos por la presión ejercida...

-Yo... yo no te echo la culpa de nada... yo... sólo quiero que me dejes solo y te olvides de mi...

-Por qué? dime una razón, tan sólo una de por qué me alejas de tu vida...

Sabes que te adoro, que estos meses, más de un año, han sido de sentimientos encontrados...

Mientras por un lado me llenaba de felicidad la recuperación de Hyoga, gracias a ti por cierto, por otro lado mi vida ha estado incompleta sin ti...

Kanon lo oía en silencio, sabía que todo lo que el menor le decía estaba cargado de sinceridad pero él no podía atarlo para siempre a una vida de sacrificio...

-sólo vete... por favor...

Las palabras ahogadas en llanto y de pronto esos brazos que tanto había extrañado, lo fundían contra el cuerpo de su pequeño amor.

-No lo haré... me echarás mil veces y mil veces te abrazaré con fuerza para que permitas que esté a tu lado...

Camus se separó un momento del mayor y lo miró fijamente a los ojos...

Se quitó el antifaz que aún llevaba puesto y los lentes de contacto... luego se sacó la peluca y su largo cabello bicolor ondeó en el aire al ser liberado...

-éste soy yo, sólo yo, Camus, tu amigo, tu Camie... y...

Levantó la barbilla de Kanon para que le sostuviese la mirada

-y yo ya no puedo vivir sin ti... yo te amo más que a mi vida...

Kanon abrió sus hermosos ojos aún más y se lo quedó mirando, mudo, desconcertado tal vez...

-Yo... yo entiendo que cometo la traición más grande a nuestra hermosa amistad... yo sé que debí decírtelo antes... pero yo...

-Yo también te amo, Camie...

Kanon miró tímidamente al menor, se lo había dicho finalmente y no habría reproches porque el sentimiento era mutuo, pero... ¿por qué era tan cruel el destino que los ponía frente a la felicidad plena cuando no la podrían disfrutar?

Camus sonrió entre lágrimas de felicidad y volvió a abrazar al mayor con todo su amor; Kanon lo acercó hacia sí mismo y lo sentó en su regazo, aunque no tenía sensibilidad en sus piernas...         

-Cami, mírame...

Camus lo tenía abrazado, sentía su respiración en su cuello así como sentía las lágrimas caer sobre su camisa; suspiró hondo y lo separó del abrazo

-Cami por favor... no podemos... entiende... nunca podré darte nada de lo que necesites... yo no puedo...

-Yo no necesito nada... sólo tenerte a mi lado... no me alejes, te lo ruego...

Kanon miró fijamente a Camus, había determinación en sus ojos y él lo conocía lo suficiente como para saber que tarde o temprano perdería la batalla... y bueno, mejor temprano que tarde!

Mientras que con una mano lo tomaba de la cintura, con la otra le acariciaba el cabello y suavemente, se acercaba a su rostro...

Apenas se rozaron sus labios, una electricidad corrió por el cuerpo de ambos y Camus profundizó el beso, abrazándose de su cuello con un brazo y con el otro le acariciaba la espalda.

Kanon había tenido encuentros amorosos en la adolescencia, había compartido besos con chicas y chicos, pero nada se parecía a este beso.

Era el beso que había soñado desde hacía tiempo, el que se había imaginado tantas veces en la fría habitación del hospital cuando extrañaba a su amigo y lloraba en silencio por lo que nunca sería...

Ahora lo tenía allí, en sus brazos, besándolo con pasión, acariciándolo como lo haría un amante, no un amigo... y era exquisito...

Los labios de Camus eran suaves, dulces y hasta podría jurar que tenían rico sabor... se perdió en ese primer beso, se perdió en el amor que le estaban entregando... y quería más... pero no podía... 

-Camie... Camie, por favor...

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