Llegó cansada y jadeante al jardín nuevamente. Había corrido velozmente por todo el bosque, atravesandolo sin retraso. Se había tropezado y algunas ramas le habían chocado el rostro. Claro, era de noche y no veía mucho. Estaba cegada en cuanto a sentimientos, así que eso no le había importado.

Para su suerte, al llegar, comprobó que los guardias seguían en la misma posición. Suspiró aliviada, debido a que eso, era lo que más le preocupaba. Aquellos hombres si que podían dormir profundamente.

Sacó un reloj de oro, que tenía en el bolsillo de su vestido. Las agujas marcaban las cuatro de la mañana. Tenía pocas horas de descanso, tal vez solo unas tres, debido a que el verano seguía con ellos. Caminó lentamente sin hacer ruido, hasta adentro de la casa, para evitar despertarlos y que realizaran un interrogatorio.

Kiara dormía profundamente. El gato Pelusa, se hallaba en sus pies y parecía emitir pequeños ronquidos debido a su gordura. La chica, se acostó aún preocupada, pero el sueño la invadía.

-Es sólo una historia-susurró para si.

...

-Cat, Cat-dijo su prima tocando repetitivamente su hombro-Cat.

-¿Hum?-Catherine sentía arder sus ojos con el contacto del sol, la ventana ya estaba abierta, y la rubia peinada y cambiada.

-Tia Juliet me dijo que se van hoy. Ya es tarde, así que según ella, deben salir puntuales-se notaba en el cambio de su voz, la tristeza, no quería que se fueran, eran como hermanas.

-Oh...-suspiró.

Evan ya se había encargado de la maleta que tenía la chica. Era tan prolijo y organizado, pero a la vez muy veloz, que los vestidos siempre cabían sin problema en el pequeño espacio.

-¿Por qué tienen que irse? Quédense un rato más-decía Kiara tironeando del brazo de la reina.

-Oh, querida-Juliet quería mucho a su revoltosa y joven sobrina-No podemos, pero nos veremos pronto, pueden ir ustedes también a visitarnos.

Las chicas se miraron con desilusión al saber que eso no ocurriría. La rutina atrapaba a todos, haciendo esos encuentros, muy espaciados. Y cada vez que había uno, se extendían por tan solo, dos días.

-¡Ven!

A Catherine se le había ocurrido una idea que iluminó su mente. Tomó a su prima del brazo y la arrastró apartada de los adultos, que las miraban extrañados.

-Puedes venir con nosotros-murmuró emocionada.

Los ojos de Kiara se iluminaron por unos minutos. Se imaginó a un apuesto príncipe cortejandola, miles de hermosos vestidos, un jardín repleto de rosas rojas y blancas, comida deliciosa...¡Un castillo!

-¡Es estupendo!-gritó dando saltitos.

-¿Qué es tan estupendo?-preguntó Joseph viendo que su hija saltaba como conejo.

-¿Puedo ir con ellos, papá?-la cara de su padre fue de sorpresa total.

La reina Juliet frunció el ceño, pensando, pero luego asintió sonriendo. ¿Para qué se negaría? Ellas ya no eran niñas y el castillo tenía espacio de sobra, siempre y cuando, prometieran seguir responsables.

-Tendremos que poner condiciones-dijo la reina-Cada una tendrá su cuarto, así no se duermen tarde-ellas suspiraron-No dejaran sus clases, y contrataremos profesores para Kiara.

-Está bien-no les quedaba otra que aceptar, de todas formas, las cosas buenas eran mas que las malas.

Sus padres tardaron en dar respuesta, pero luego dijeron que si. Obviamente, sin faltar la típica "Pórtate bien". Las chicas corrieron escaleras arriba para buscar la maleta que ahora faltaba subir al carruaje.

-¡Chicas! No pierdan tiempo en eso, tenemos las cosas allá, vamos que llegaremos tarde y su padre nos espera.

Kiara saltó feliz al saber que usaría esos hermosos vestidos que su prima usaba siempre. Ambas corrieron al carruaje, mientras los guardias solo estaban quietos mirándolas pasar.

Tiempo después, estaban llegando. Tim se quejaba de no tener un primo varón, para que jugara con él. Solía aburrirse mucho en sus ratos libres. Casi siempre, se iba solo al jardín para jugar con Rufus o algunos de sus juguetes. No se llevaba bien con los niños de la realeza, ya que según él, eran unos "estúpidos malcriados".

Kiara sacaba su cabeza por la ventana del carruaje, aplastando al pobre niño. Tim la empujaba de mala gana, sin lograr quitársela de encima.

-Esperate, Tim-decía la rubia-Quiero ver.

-¿Hace falta que me hagas puré? No eres muy liviana que digamos.

-Niños, no peleen-la reina Juliet insistía en que debía de terminar ese libro que tenía en dos semanas. El movimiento del vehículo hacia que las letras se movieran, dándole más necesidad de concentración

Catherine sólo estaba preocupada. No sabía bien por qué. Se suponía que debía estar feliz por que su prima estuviera con ella por más tiempo. Pero al recordar lo del bosque, la historia que le había contado aquel hombre, se tensó y comenzó a imaginarse miles de cosas. Estaba convencida de que había algo en ella, o en su pasado. Demasiadas cosas no eran limpias. Y nadie sabía contestarselas.

Miró a su prima correr dando vueltas al tocar suelo, mirando hacia el cielo.

-¡Es hermoso!

Seguramente, se refería a los rosales que estaban al costado del amplio camino principal. Los habían acomodado perfectamente, y los iban recortando a medida que crecían, para que no perdieran la forma y armonía. La reina las había querido rojas, pero el rey blancas, así que las combinaron.

Todos se dirigieron hacia adentro, siendo recibidos por las sirvientas. El rey también estaba esperándolos, y al ver a Kiara, se sorprendió demasiado por ver cuan grande estaba. ¡Era sólo una niña la última vez que la había visto! Ahora tenía ya diecisiete.

Cat seguía revolviendo su cabeza en busca de pistas. ¡Necesitaba algo que apuntara hacia cualquier parte! No podía seguir llenándose de informacion, que la confundía cada vez más. Había revisado todos los dos pisos superiores del castillo. Los otros dos, ya que eran cuatro en total, formaban habitaciones de huéspedes deshabitadas, bibliotecas antiguas sin uso y almacenajes de comida.

-Llevenlos al sótano-dijo una de las estilistas con lo que parecían ser dos vestidos viejos que ya no usaban.

Claro, ¿cómo no lo había pensado antes? ¡El sótano!

Nunca había bajado allí. Sus padres la asustaban diciéndole que un monstruo verde la esperaba para comérsela. Aunque ahora, ella ya no era una niñita credula de todo lo que le decían ellos. Sabía que tenía que quitarse las miles de dudas que tenía, para lograr definir y convencerse bien de donde venía, y que el árbol genealógico que colgaba de su pared con pequeñas fotos, si le pertenecía.

Se apresuró para seguir unos metros atrás a la mujer que llevaba eso, hacia allí abajo. Aprovechó la distracción de su prima, con unos bocadillos de pescado que le habían traído. No quiso levantar las sospechas de la sirvienta, así que, volteaba a ver para otro lado cuando ella la miraba de reojo.

Comenzaron a adentrarse cada vez más en una zona menos transitada del castillo. Habitaciones vacías y oscuras, que hacían resonar el eco de los zapatos. Así, llegaron a una habitación con suelo de piedra que, poseía una escalera también de este material, que descendía para abajo. No era una escalerilla pequeña como ella se la imaginaba. No, de hecho, demostraba lo grande, mas bien gigante que era aquel sótano.

La chica se escondió por unos minutos, hasta esperar que la mujer se fuera. Cuando lo hizo, se apresuró a descender, tomando una pequeña lámpara. Para encederla, utilizando una antorcha que colgaba en la húmeda pared.

El lugar no era muy agradable para visitar. Pero ella estaba decidida a encontrar algo que la ayudara. Muchos cajones de madera, llenos de vestidos rotos. Había baúles y cofres, cubiertos de polvo. Caminó por allí, revisando cada uno, abriéndolos para ver su contenido. Muñecas, joyas, papeles, mapas, una manta rota junto a un diario con óxido en su tapa...

La princesa se detuvo y tomó las últimas cosas entre sus temblorosas manos, dejando la lampara en el suelo.

-¿Qué es esto?-murmuró.

...

Me dan miedo los sótanos u.u jaja

No quiero arruinar el suspenso con mis pavadas xD jaja asi que los dejo hasta el próximo capitulo 7.7 jiji

Gracias people :3