15. Nereida
El pescado se asa tranquilamente en el fuego convertido en brasas candentes. Sobre una parrilla improvisada de palos, se van cocinando en sus jugos. No hay nada mejor que el pescado recién sacado del mar y asado. Es mi comida favorita desde que tengo memoria. Cuando están listos los pongo sobre dos hojas grandes de platanero, y empezamos a comer.
—¡Auch! Quema.
Sonrío, agarrando un trozo del pescado y llevándomelo a la boca.
—Pellízcalo, suave, o muerde directamente. Y así lo separas de la raspa —le indico a Jake.
Termina siendo divertido enseñarle tantas cosas a alguien así, que al parecer nunca se ha comido un pescado con las manos y a lo salvaje. Consigue hacerse de la situación, y al poco no queda ni pizca de pez. Yo me como hasta las cabezas y colas, cosa que produce comentarios extrañados por su parte.
—Ew, ¿te comes la cabeza? —Hace una mueca de asco.
—Está buena y es parte del pescado —respondo, cuando he terminado de devorar la última—. ¿Te ha gustado?
—Sí, estaban muy ricos.
—Es de las mejores comidas del mundo.
Terminada la comida, nos recostamos con la espalda contra unos árboles, quedando contemplativos.
—«Nereida» —lee en voz alta mi nombre, inscrito sobre el tronco de una palmera enfrente nuestro—. ¿De qué es el nombre?
—Viene de la mitología griega. Las nereidas son las hijas del titán marino Nereo y la oceánide Doris, y se consideran unas ninfas del mar, del Mediterráneo; como sirenas. Literalmente significa «mujer del mar», o que vive en el mar. Puede tener muchos matices y profundidades. Representan todo lo hermoso del mar.
—Wow —dice—. Creo que no podrías tener un nombre más perfecto. Me gusta.
Lo miro y sonrío, con alegría casi infantil. Es cierto que es un gran nombre, perfecto para mí, y mi madre siempre me contaba cosas respecto a él, las nereidas y las leyendas de la mitología. Haber nacido en un velero junto a las costas griegas hizo que el nombre viniera solo. Estoy ligada al mar en todos los sentidos. Y ahora me agrada poder tener a alguien con quien hablar de todo esto, y que él lo aprecie.
—¿Echas algo de menos del mundo exterior? —pregunta tras un silencio.
Pienso, y respondo:
—Libros. Los libros y la música. Si hay algo que eche de menos creo que es eso; leer incansablemente cada libro que llegara a mis manos, y acaso escuchar música. Aunque aquí tengo el precioso canto de cada ave exótica.
—Y si pudieras volver a leer un libro, o escuchar una música, ¿cuál sería?
—El libro de la selva, de Rudyard Kipling. Y el vals número dos de Shostakovich. Eran de mis favoritos...
Hace que me ponga a rememorar, cosas que casi no recuerdo. Que, aunque relegadas a un rincón de mi mente, casi olvidadas y sepultadas, aún vienen a mí produciéndome una extraña mezcla de sentimientos, de calidez y añoranza, tristeza y lejanía. Porque pertenecen a algo que dejé hace mucho tiempo.
—¿Y tú?
—¿Yo? La verdad... no suelo leer mucho —Fija su mirada en el tronco de enfrente—. Me gustaría poder decir que he leído ese libro, o escuchado esa pieza de música, pero ni lo uno ni lo otro.
—Había más libros que me gustaban. El viejo y el mar siempre fue especial, igual que La isla del tesoro, por ese vínculo con el mar que tenían. También La Odisea. Aún los recuerdo bien.
—Me hubiera gustado traerlos en la maleta —dice, volviendo a mirarme—. Para dártelos.
Una sonrisa tierna me inunda la cara, sin proponérmelo.
—Habría estado bien —digo a media voz. Luego, como pensando para mis adentros, añado—. Apenas recordaba todo eso; pero ahí están en mi cabeza todavía. Y creo que siempre lo estarán. Incluso la música la recuerdo bien...
—¿El vals de Shostakovich?
—Me lo ponía mi padre cuando era pequeña; de bebé me dormía en sus brazos. Y cuando era mayor bailábamos juntos mientras sonaba en el tocadiscos... Muchas noches hacíamos eso.
Los recuerdos vienen a mí. Me levanto, cerrando los ojos, y dejo que me inunden. Empiezo a bailar, moviéndome con una música que suena solo en mi cabeza. Que me llena entera, y la vivo como si fuera la primera vez; como si estuviera sonando en el tocadiscos ahora mismo, escuchando cada instrumento, en una melodía que me acuna, que me lleva. Me hace sentir una calidez en el pecho, una sensación de hogar. Sonrío, bailando con los ojos cerrados, descalza y en medio de la selva.
Jake está mirándome de una forma casi encantada, cuando vuelvo a abrir los ojos y me doy cuenta de que están húmedos.
Oyyyys, ese final de capítulo...
Nota: es OBLIGADO que escuchéis el segundo vals de Shostakovich. Ya está, eso es todo lo que tenía que decir. Es más, escuchar el vals leyendo esa parte del capítulo, oh gosh yes.
Los favoritos de Nereida >>>
Va, ¿habéis leído El libro de la selva, El viejo y el mar, La isla del tesoro, La odisea...? (Si no me decís que sí, me voy).
También tenemos que hablar del nombre y de la mitología griega. ¿Conocíais el significado de Nereida? ¿No os parece que es un nombre perfecto para ella? Mujer del mar, diosa griega, ninfa.
¿He estado investigando de mitología, nereidas, ninfas, oceánides, dioses, sirenas y náyades solo para mencionar eso? Sí.
PD: en cualquier momento se abre un club de simps de Nereida.
Gracias por leer, votar, comentar, sobretodo comentar, recomendar este libro a quien os caiga mal, digo, bien, y todo eso.
Love u, nos vemos (¿en mi cumpleaños?) <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro