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13. Nereida


Mientras él sigue durmiendo, lo cual le hacía falta, me levanto y voy a la playa. Libre, dejo que las olas sacudan mi cuerpo, que gotas de espuma salada jueguen a alcanzar mi cara, que el océano quiera arrastrarme a su interior. Y yo me dejo llevar. Me dejo mecer, bailando con las olas al mismo compás. Sumergiéndome bajo ellas y haciéndome sirena, siendo una nereida. Sintiendo el agua a través de cada poro de mi piel, queriendo empaparme más de ella, fundirme.

Amo el mar, amo el océano. Es mi vida y lo es todo para mí, mi única patria, cuna y hogar. Mi elemento. Y sé que no podría vivir lejos de él, que me moriría como los animales que arrancan de su hábitat para encerrarlos.

Juego y disfruto, río sola, me impregno todo lo posible del mar. Floto, dejándome arrastrar. Con él. Mi océano. Tras una interminable eternidad, o quizá solo un rato, pues para mí la medida del tiempo no tiene apenas sentido, vuelvo a la orilla. Me quedo tumbada en la arena blanca, con el sol secando las gotas de agua por todo mi cuerpo. Cierro los ojos, entierro los dedos en la arena.

Entonces pienso en vestirme y volver. Cuando regreso, Jake ya está despierto y esperándome.

—¿Dónde estabas?

—En el mar. ¿Cómo te encuentras?

—Creo que bastante mejor.

Voy hacia donde está la maleta, la saco, y digo:

—Algo hay que hacer con todo esto.

Me mira confundido.

—¿Qué, pensabas tener la maleta ahí guardada? Aquí todo se aprovecha.

—Pero la ropa la voy a necesitar.

—Sí, pero no como tú te piensas. Mírate.

De lo bien vestido que debió de estar en su día, ahora se encuentra con una pierna del pantalón rota, la camisa remangada, abierta y sucia.

—Créeme, aquí se termina cada vez con menos ropa.

—¿De dónde la consigues tú?

—Llevo aprovechando las mismas prendas y cachos de tela toda la vida que he pasado en la isla. No es difícil. Las pocas cosas que conservo, las conservo por algo.

Empiezo a sacar sus prendas guardadas, que aún están mojadas por el mar. Las evalúo; estará bien tener más ropa, para guardar y aprovechar.

—Vas a tener que compartir algo conmigo —comento—. La única camiseta que tengo ya ha dejado de serlo. Y no tengo pantalones.

Me echa una mirada de arriba abajo. Soy consciente de que el pareo que llevo no es vestimenta nada rigurosa, sino de lo más precario. Aunque para ser yo y vivir como vivo, ya es mucho vestido.

—Bueno —dice al fin—. Si algún día consigo salir de aquí, lo de menos será la ropa.

Pasamos el rato organizando cosas, guardándolas en mi cabaña, hablando de todo ello y de esta vida. A la que terminamos, el sol ya concluye su viaje hacia poniente, y le insto a que me siga hasta la playa. Donde vemos el sol, rojo ardiente, caer hacia la línea de horizonte en la que se confunden cielo y mar.

—Vale —admite—. Esto es hermoso.

Y sonrío. Porque por una vez, tengo alguien con quien compartir esto. Con quien disfrutar el paraíso, haciendo que él lo vea por primera vez.

Nos demoramos en la playa, paseando sobre la arena, siguiendo la línea de la orilla, jugando con las olas que nos lamen los pies. El cielo va apagándose, y esos intensos naranjas de fuego se tornan violetas, los cuales a su vez dejan paso a un gris pálido. Y pronto, se hace la noche. Para entonces ya estamos de vuelta en la choza, donde organizo algo para cenar rápido. Me apetecen cocos, y además preparo otras frutas más de «comida» para él.

Cuando terminamos la cena, quedamos quietos y en silencio, rodeados por la quietud de la selva. Y termino por aceptarlo totalmente. Aceptar a este humano en mi vida, con quien ahora compartiré este pequeño paraíso perdido, con quien tendré que vivir y nos haremos compañía mutua.

Jake va a acostarse a la cabaña, en mi catre; yo duermo al raso.

Otra noche tranquila, cargada de aromas, igual que de nuevas sensaciones. 



Pido perdón, mis amores. Este capítulo tendría que haber estado publicado la semana pasada y haber publicado los dos siguientes este finde (viernes y sábado), pero aquí estamos, a domingo, publicando lo atrasado. 

Lo dicho, es peligroso cogerle gustillo a estar desconectada de todo. Y seguimo' trabajando como se puede. Mi plan es terminar este libro este mes o el que viene, si los hados del cielo me ayudan y me insuflan el demonio de la escritura. De momento estoy en un punto ... plano, pero creo que cuando lo supere escribiré más (?

Anyways, espero vuestros comentarios, opiniones, loquesea, aunque se para contarme vuestra vida, todo sirve. 

(Esa es otra, tengo comentarios pendientes de responder por todas partes, oush).

Beban agüita, nos vemos en el siguiente capítulo.

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