11. Nereida
He conseguido cazar un lagarto grande, que asado y combinado con algunos frutos será una buena comida. Rápidamente he armado un fuego, con leña de alrededor, logrando encender gracias a la piedra de pedernal que hay en mi machete, que cuido como si fuera mi vida. Porque lo es. De paso, he intentado enseñarle a Jake, el cual espero que termine por acostumbrarse a esta vida.
Por un lado, me alegro de tener esta repentina compañía, cosa que me sorprende a mí misma. Vivía bastante bien sola, pero tener a otro humano no deja de ser curioso. Aunque tendré que enseñarle a vivir aquí. Ante la asqueada mirada del chico, abro en canal al lagarto y lo despellejo con mi único y preciado cuchillo de caza. Al cabo de un rato está asándose sobre el fuego. También tenemos fruta de pan, agua en cocos, y plátano macho asado.
—Vamos, come —le instigo, una vez tiene un trozo de lagarto asado delante, el cual ha mirado fijamente durante un minuto.
—¿Se parece al pollo? —pregunta, y casi me dan ganas de reír.
—Sabe a lagarto; no sé cómo sabe el pollo. Cómetelo. Es carne y necesitas alimentarte. No ha dado la vida para que lo desprecies ahora.
Mis palabras parecen surtir efecto, porque hace un esfuerzo y se come un primer bocado. Masticando lentamente. Se nota que no está acostumbrado a comer así, en el suelo, con hojas como platos y las manos por cubiertos. Mientras tanto yo devoro tranquilamente y sin preocuparme lo más mínimo mi ración de carne, con la fruta de pan y el plátano asado, todo lo cual se me antoja un manjar de reyes.
—Te he preparado una de las mejores comidas que se pueden ofrecer aquí.
Me doy cuenta de que no entiendo, realmente, a los humanos; que apenas puedo saber qué pasa por su cabeza o cómo funciona. Tanto tiempo he estado aislada, tan poco me he relacionado con seres de mi misma especie, que casi me parece algo extraño. Extraño porque no son como yo. Que vivo en la pura sencillez y naturalidad; y eso, precisamente, le sorprende a él a su vez.
A pesar de todo, de las diferencias abismales que nos separan, de la mezcla de emociones extraña, de lo chocante de la situación, de todo, sé que vamos a tener que habituarnos el uno al otro y convivir. Porque no queda otra. Esta es mi isla, mi territorio, y él es un náufrago. Y juntos tendremos que crear una simbiosis.
En cuanto al futuro, no pienso en él. No pienso en qué pasará, ni me importa ni preocupa; solo importa el ahora. Aunque él parezca vivir atropellado entre lo pasado y lo futuro.
—¿Te gusta? —pregunto, viendo que se anima a comer más lagarto.
—Sí; no está mal, para lo que me esperaba.
—Me alegro.
—¿Esto es lo que comes siempre?
—No, a veces cazo lagartos y animales así, pero no a menudo. Pesco mucho más y sobretodo recolecto frutas. Tendrás que adaptarte a la dieta.
—Ya veo, ya.
Nos sumimos en un silencio. Ni cómodo, ni incómodo, simplemente un silencio que pasa. Terminamos de comer, cuando ya no quedan restos de nada, y yo me tumbo tranquilamente en la tierra. Tras dudar un momento, él acaba por imitarme. Lo escucho suspirar.
—No me quiero ni imaginar cómo estarán, viendo que no doy señales de vida —comenta—. Desesperarán buscándome. No veo la forma de salir de aquí, dios. Es tan... agh, estoy tan impotente.
—Oye —le digo, y parece sorprenderle lo directo que me dirijo a él—. Mira, prueba a olvidarte de eso. Prueba lo que te digo, ¿vale? Respira. Respira hondo y siente el aire, todas las partículas de oxígeno llenándote, haciendo que tu cuerpo funcione. Siente la tierra debajo de ti. ¿La sientes? No es solo un suelo; lo es todo. Estás encima del globo terráqueo, siéntelo debajo de ti. Nos estamos moviendo en la inmensidad del universo. Siente todo eso. Aprecia el aire, todos los olores silvestres que trae, todos los sonidos, los miles de pájaros que están cantando en la selva. Despeja tu mente y solo percibe todo eso, relaja tu cuerpo, vive el momento, olvídalo todo, apaga el cerebro.
Lo hace. Respira y cierra los ojos, y yo lo miro de reojo. De alguna forma, me alegra que me haga caso, que intente lo que le digo.
—Simplemente fluye —susurro.
Y hago lo mismo, lo que siempre hago. Ahí tumbada, sintiendo la tierra bajo mi cuerpo, apoyando la palma de mi mano en su firmeza, apreciando todo mi alrededor. Cuando abro los ojos de vuelta, él me está mirando; una mirada color avellanas. Me mira como si estuviera viendo algo nuevo y fascinante.
¡Here we are!
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¡Actualización doble, no olvidéis pasar por los dos capítulos votando y comentando!
¿Creéis que Jake se adaptará a la vida en la isla? ¿Cuántos mangos va a costar que deje su neurosis urbanita?
Hoy me he levantado tarde (#mañanalibre yay), so, me he puesto con esto para dejaros la comida servida. Ahora mismo me encuentro escuchando Friday I'm in love y sintiendo ganas de no hacer nada.
Anyways, el plan es que esta semana estaré ¿ocupada? O eso espero, porque si no significa que no estaré haciendo todo lo que tengo que hacer... so, hasta el próximo viernes, chikibabys.
Nos vemoos.
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