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Parte 4


Ya era viernes por la tarde, Kageyama se encontraba en su oficina, claramente estaba preocupado, sin Shoyo la casa estaba demasiado silenciosa. 

La reunión con el directorio de su compañía farmacéutica fue un éxito, muchos emprendedores querían invertir en desarrollos nuevos, pero él no pensaba en eso. Su cabeza estaba lejos de ahí, recordaba escucharlo cantar en la ducha....

-Shoyo, acá te traigo una muda de ropa, Suga estaba cocinando así que decidí traértela yo.

-Gracias señor Kageyama

-Tobio, eres mi esposo, así que no uses tantos formalismos.

-Gracias...Tobio, la, la la la la.....-(seguía cantando Shoyo)

-¿Qué eres? ¿Cenicienta?

-Esposo mío ¿prefiere oír el opening de algún anime mientras me baño?

-Ja, ja, ja, mejor no, cámbiate tranquilo, te esperaré para cenar.

-¿más comida?, ¿es que soy un pavo para rellenar o qué?

-¡O que!, te espero en el comedor


Decidió ir a buscarlo a la casa de su suegra, estaba seguro que allí se encontraría,

después podrían ir a casa a enfrentar la situación con un poco más de calma. 

Recibió un llamado de Tsukishima, le dijo que lo esperaría en la mansión, ya estaban los resultados del laboratorio. Le pareció raro que se los entregara personalmente, él pensaba mandar a Noya a retirarlos.

Atsumu golpeó la puerta de la oficina y lo sacó de sus pensamientos.

-Nuestros contactos avisaron que un cargamento nuevo 

de "carne cruda" llegará a Japón la próxima semana, la subasta se realizará el viernes en el lugar de siempre- le informó a su jefe.

-Estaremos preparados, en esta oportunidad viajará Daichi.- Él necesitaba tener en paz su mente, confiaba ciegamente en su gente y no podía atender ese asunto con la cabeza fría.

- Gracias por la información.

-de nada Tobio, espero que todo se solucione con Shoyo.

Mientras tanto en el aeropuerto de Heathrow un joven omega abordaba un avión a Brasil con una mochila.

Apenas tenía equipaje, solo los documentos que Kenma le consiguió y un lugar donde quedarse en Río de Janeiro. 

Dejando atrás lo que él creyó fueron los mejores años de su vida a pesar de cómo comenzaron, decidió darse una oportunidad de ser feliz. 

Así el mes de agosto llegaba a su fin.

-Señor, ¿pollo o pasta?- preguntó la azafata, -pasta.- respondió cortésmente, mientras miraba por la ventana. Sus pensamientos estaban muy lejos.

Se obligaría a comer aunque no quisiera, él era un sobreviviente, un resiliente nato y no caería, no lo hizo en el pasado y no lo haría ahora.

Luego de almorzar volvió a dormir, eran 11horas 59 minutos de viaje desde Londres a Río de Janeiro, un tal Pedro lo esperaría en el Galeao Antonio Carlos Jobim (pavada de nombrecito tenía el aeropuerto) la diferencia horaria de 4 horas por delante de la de Río de Janeiro noera lo que más lo incomodaba, el problema principal era el idioma, ni la menor idea tenía del portugués. 

Pero dadas las prisas con que todo se resolvió estaba agradecido.

Profundamente dormido recordó como lo conoció a Tobio y la primera vez que lo vio. 

Desde esa celda espantosa solo sintió un olor que lo incomodó pero no pudo ignorar, ese olor molesto se metió por su nariz. En la subasta lo miró de frente, alto, ojos azul mar, cabello oscuro y piel pálida, vestido ¿elegante? Como no entendía de moda no sabía decirlo, imponente sin ninguna duda. Cuando estuvo en sus brazos no procesaba lo que sucedía, pensó que lo tratarían como un juguete o una yegua de crianza, pero no fue así.

-Llegamos, omega esta es tu casa.- lo dejó en el suelo sin la menor delicadeza y siguió caminando para entrar a la mansión.

-¿qué? ¡Eres un bruto! Le respondió, mientras Noya reía a su lado y él se paraba y sacudía su ropa

.- Sí, lo es, pero no es una mala persona. Será un buen esposo.- respondió Noya

-¿ESPOSO?- Exclamó Shoyo desconcertado.

-Sí, vamos señor, yo le mostraré la casa. -¿SEÑOR?-. ¿Esto será cámara oculta? Pensó.


Ahí sí quedó mudo el pelirrojo, con sus 17 años, ni pensó jamás en casarse y menos ¡con un hombre! que ya le había dejado afuera como un perro recogido de la calle por caridad.

Siguió a Noya hasta la cocina, ahí Suga ya tenía comida lista, trató de no parecer un desesperado pero estaba tan muerto de hambre que no lo logró. 

Se sentía metido en una película.

La verdad esperaba que marcaran el corte y poder volver a su casa con su madre y con su hermana. ¿Dónde estarían? 

Luego de verla desmayada en el suelo de aquella habitación donde estuvo al comenzar su celo no supo más nada, no tenía noción del tiempo y no registraba que ya no estaba en Japón.

Sugawara sonreía, al rato entró un hombre morocho de muy buen ver que se presentó como Daichi Sawamura y atrás de él su supuesto esposo, ambos vestidos con una remera y pantalones negros, quienes se sentaron junto a él y tomaron café.

-Ahora dime.- dijo Tobio

-¿Qué diga qué?- Shoyo respondió

-¿Cómo te llamas? ¿Qué edad tienes? ¿Dónde vivías? O algo así,- respondió Tobio.

-¿Para qué quieres saber eso?- expresó Shoyo con recelo.

-Se supone que somos esposos, pero luego de buscar un lugar seguro para ti, te podrás ir, es peligroso que estés solo siendo un omega sin marcar.

Ya a esas alturas Shoyo no entendía nada. 

El pelinegro que estaba hablando frente a él no parecía para nada un señor estirado, es más, estaba sentado junto a él en la mesa de la cocina con otros sirvientes, sin tantos formalismos ni nada por el estilo, compartiendo comida que no sabía si era merienda, almuerzo o qué.

-Me llamo Shoyo Hinata, tengo 17 años, juego al vóley y voy en 2° año de preparatoria. Mis calificaciones no son brillantes, me gustan las matemáticas, nací el 21 de Junio de 1996, vivo en Miyagi con mi madre y mi hermana.

-Bien, las contactaremos, por ahora te quedarás aquí. Suga te mostrará tu habitación y te dará ropa, puedes bañarte y descansar. 


Dicho esto Kageyama se levantó de la silla y se retiró sin decir más nada. Daichi lo siguió.

-¿Escuchaste todo?.- Dijo Tobio

- sí.

-perfecto, ubica a su familia, veremos cómo poder reunirlos lejos de la trata.

-¿Estás seguro? Legalmente es tu esposo, pagaste una fortuna por él, pensé que te darías una oportunidad.- expresó el moreno.

-No lo creo.- dijo sonriendo.- ya sabes cómo y para qué es esto.

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Trata: forma de nombrar a la trata de personas según la ley 26.842 (en Argentina), la trata se refiere al ofrecimiento, captación, traslado, recepción o acogida de personas con fines de explotación, ya sea dentro o fuera del territorio nacional o hacia otros países.

carne cruda: expresión que se utiliza en la jerga callejera para referirse a jóvenes vírgenes.

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