Parte 2
-- ¡¡¡No te quiero ni a vos ni a tu hijo!!! Para mi están todos muertos.
Esas fueron sus últimas palabras, se dio media vuelta y esperó que su esposo se fuera.
Esas palabras fueron una daga para su corazón.
Mientras trataba de no derrumbarse delante del alfa insensible, salió de ahí hecho pedazos.
La marca de su nuca comenzó a arder, su corazón dolía, su vientre se tensionó, corrió a lo que hasta hace momentos fue su habitación, guardó su documentación y pertenencias en un bolso, bajó las escaleras y abandonó esa casa para siempre.
Con tremendo portazo la servidumbre comenzó a murmurar, ya no eran peleas de enamorados, esto fue más grave. El mayordomo de confianza se acercó al señor de esa casa. Tobio estaba sentado en su estudio con la cabeza entre las manos, francamente arrepentido por las duras palabras que lanzó sin pensar.
Se sentía herido, dudaba de todo. Recuerdos de su pasado lo atormentaban y hacían aparecer sus más profundas inseguridades.
Era imposible, ese niño no era suyo, él era estéril, esa rata traicionera lo engañó y quiso engatusarlo convenciéndolo de un embarazo.
Lo peor es que lo amaba, era su sueño formar junto a él una familia, lágrimas amargas comenzaron a caer por su rostro.
Golpearon suavemente la puerta.
-- Pasa Suga .-- dijo Tobio.
-- Señor.-- dijo el amo de llaves -- ¿necesita algo?
-- ¿Esa rata ya se marchó?.-- preguntó dolido Tobio.
-- Si se refiere al señor, salió hace un momento.
-- Seguro volverá en un par de días con la cola entre las patas, no tiene a donde ir.-- manifestó sacando todo su veneno con su sirviente de confianza y disponiéndose a trabajar.
La hora de la cena llegó y nadie sabía si servir o no la comida.
Suga volvió a la oficina y consultó al señor si bajaría a cenar, este respondió que sí.
Una vez en el comedor no consultó porqué había un solo cubierto, la mucama que servía los alimentos le dijo que el señor Hinata no estaba en la casa, así que comió solo.
Cuando fue a la habitación encontró que no faltaba nada. Así que pensó que volvería, trajes, joyas, tarjetas y su nuevo celular, todo estaba ahí.
Siendo las dos de la mañana comenzó a preocuparse, daba vueltas en la cama y estaba intranquilo, bajó a la cocina, tocó en la habitación y llamó a Suga.
-- Señor, -- dijo diligentemente el amo de llaves.
-- Busca a la rata, no debe estar muy lejos, esa alimaña se fue con lo puesto.-
En ese momento sintió un dolor tremendo en su pecho, al punto de asustar a su sirviente quien lo asistió inmediatamente. Su nuca dolía, nunca había sentido tal dolor en su vínculo. Ese idiota está haciendo de las suyas, seguro está con su amante -- ¡tráelo aquí!-- ordenó.
Luego de acercarle una silla a su señor, Suga llamó a Noya para ir tras de Hinata.
Tobio seguía intranquilo pero volvió a su cama, ya no tiraba el vínculo y eso le extrañó.
A las seis de la mañana fue a la cocina, prefirió desayunar ahí con Suga y Daichi. Vio entrar por la puerta de servicio a Noya con la cabeza gacha.
-- Habla.-- ordenó, pero en su interior seguía preocupado aunque nunca lo admitiría.
-- El señor Hinata está internado en el hospital San Bartolomé, en Smithfield, tuvo una hemorragia y lo atendieron de urgencia ayer al medio día, su madre está con él.-- respondió Noya.
-- Está bien, pásame la dirección, iré después.
Salió de la cocina dirigiéndose a su habitación, le era imposible descansar. Por un momento se calmó al saber que su esposo estaba atendido y con su suegra.
Pronto iré a verlo, así entenderá quien manda. Nunca pensó con lo que se encontraría.
Al llegar al hospital ese viernes por la mañana se acercó a la recepción, al ver un empresario tan reconocido la secretaria de informes trató de mantener la compostura. Un alfa tan renombrado no era común de ver en un sitio como ese.
-- Buenos días, en que puedo ayudarle.-- le dijo con voz amable la administrativa.
-- Buenos días, busco a mi esposo, Shoyo Hin... Kageyama, Shoyo Kageyama, entró a urgencias hace tres días.-- respondió él.-- le parecía increíble la pregunta. Ahí cayó en la cuenta que fuera de su círculo íntimo nadie sabía cómo erani que estaba casado. Al ser un empresario conocido mantenía su vida privada así, privada. No era muy sociable, no acudía a eventos con su omega y lo mantenía al margen de sus negocios, al menos de los más conocidos.
Mientras la empleada revisaba en la computadora donde se hallaba el paciente, Tobio ojeaba el lugar; limpio, simple, nada ostentoso, claramente diferente de las clínicas que le pertenecían.
-- El señor Kageyama fue dado de alta ayer en la tarde, fue atendido por el doctor Okawa.
-- Deseo ver a ese doctor.-- expresó con cara de pocos amigos.
-- Terminó su guardia a las ocho de la mañana, ya salió.
-- Entonces deme una cita para hablar con él, dudo que tenga una agenda tan ocupada.-- manifestó con un tono poco conciliador.
-- Eso no se va a poder, el doctor es residente y no atiende en consultorio, puede hablar con su superior el doctor.....
No la dejó terminar,
-- Ya avísele al director de este nosocomio que voy a hablar con él.-- Tobio no usó su voz alfa, pero ya estaba claramente irritado.
-- Es la oficina del fondo por el pasillo del primer piso, tiene el cartel de director en la puerta, si no está en cirugía lo atenderá enseguida.-- le respondió la empleada, mientras tomaba el teléfono para avisarle a la secretaria del director.
Tobio se dio la vuelta y se dirigió al ascensor, el cual tenía un cartel de estar en reparaciones, vio hacia los lados y miró a la gente que estaba ahí, semblantes cansados, bolsas en el piso, niños en los brazos envueltos con mantas y camperas.
Un lugar digno de ti.- pensó altanero.
Decidió ir por las escaleras.
La oficina que buscaba estaba a su derecha, vio el cartel de dirección cuando subió la escalera, tocó la puerta y lo hicieron pasar.
La secretaria del director lo recibió con una sonrisa, le ofreció una silla y un café dado que el director estaba en quirófano supervisando una cirugía.
Al cabo de media hora entró el susodicho. Tobio había resuelto varias cosas desde su teléfono y cancelado las reuniones de esa mañana al comunicarse con su secretario. Así que cuando los presentaron estrechó la mano del doctor en cuestión.
-- Buen día, Soy el doctor Sato, en que puedo ayudarlo.-- se presentó y extendió su mano derecha.
-- Buenos días, soy Tobio Kageyama y deseo información sobre mi esposo, la señorita de recepción no me dio informes y el doctor que lo atendió hace tres días no se encuentra.-- le respondió mientras estrechaba su mano. Era realmente increíble que él siguiera ahí. En otra oportunidad hubiera enviado a otra persona, pero el tirón en su vínculo y los dolores de ayer lo hicieron alarmarse de verdad, aunque jamás lo admitiría.
-- Pase a mi oficina.
Ambos pasaron, Tobio tomó asiento y el doctor cerró la puerta tras de sí.
Por sistema buscó la historia clínica del paciente en cuestión, no sin antes recordarle que esta era una salvedad que realizaba por tratarse de él, que la información era confidencial.
Tobio en verdad quería escuchar, los término médicos no eran su especialidad, pero firmo la solicitud se resumen de historia clínica y se la dieron por escrito.
Al leerla tomó la precaución de solicitar algo, tenía sus certezas, era una ínfima posibilidad, pero aun así la duda lo carcomía por dentro.
-- Explíqueme lo sucedido.-- le solicitó al médico que tenía frente a él.
-- Eso debería preguntárselo yo.-- respondió el doctor.-- si usted convive con su pareja debería preguntárselo a él.
Ahí se vio obligado a decir que tuvieron una pequeña discusión y que su esposo se fue de la casa, y seguro se cruzaron cuando él lo fue a buscar al hospital.
-- Verá, su esposo ingresó el día martes a las 12 hs. Hubo una llamada a emergencias, se descompuso en la vía pública y alguien llamó al verlo sangrar. Ingresó a urgencias, donde fue atendido por la guardia, al estar solo se revisó su bolso en busca de documentación, se ingresó su número de seguro social y se llamó al número que figuraba ahí para contactar en caso de emergencia.
-- ¿Qué clase de sangrado? ¿Sufrió un accidente? ¿Cómo no me llamaron a mí?. -- preguntó bastante alarmado.
-- Según este informe el paciente Kageyama Shoyo, de 22 años de edad, de clase omega, ingresó por un profuso sangrado uterino y mucho dolor en la parte inferior de la espalda, producto de un aborto espontáneo. El tejido eliminado fue a anatomía patológica para su análisis. Tendrá sus resultados dentro de 4 a 6 semanas. Se presentó a acompañarlo la señora Hinata Mio. Al estar estable clínicamente se le dio de alta el día jueves por la tarde con un compromiso de seguimiento por consultorios externos y un turno con psicología para continuar una terapia.
-- ¿En tanto tiempo? quiero un análisis de ADN de ese tejido, le solicito la mayor discreción.-- dijo Tobio. De verdad vino su madre, que raro, pensó.
-- ¿Usted desea saber la filiación de ese infante?.-- preguntó el doctor.
-- Exactamente.-- asintió Kageyama
-- Se necesitará una muestra de su sangre para realizar el estudio. Puede pasar por el laboratorio. Por la discreción que solicita la muestra se puede tomar aquí mismo.
-- ¿Ahora?
-- Si
-- Entonces hágalo.-- dijo Tobio, no pensaba esperar el tiempo que le había dicho el doctor anteriormente. Seguro en sus laboratorios podrían realizar el estudio con más rapidez, así que lo convenció de enviar las muestras de tejido y sangre al centro de investigaciones Kegeyama.
-- Llamaré a la enfermera. El doctor Sato abrió la puerta y habló con su secretaria. Al cabo de 15 minutos y habiendo hecho un importante donativo a ese hospital, Tobio salió con un comprobante para retirar las muestras y poder realizar los estudios que quería. Ya mandaría a Noya por ellos y tendría lo que deseaba saber en las próximas 24 horas.
Seguro de que Shoyo ya estaba en su casa, se fue a la oficina, no pensaba doblegar su orgullo. Esperaba que luego de ese incidente su esposo volviera arrepentido pidiendo perdón.
En un tiempo prudente pensaba perdonarlo, total el producto de su infidelidad ya había desaparecido.
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