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Unos ojos bonitos

—Bien, Kageyama, ¿Ahora lo comprendes?

Vale, me he dado cuenta que Kageyama no sabe absolutamente nada sobre lo que está bailando, así que he decidido darle una clase teórica.

—Más o menos, ¿Pero porque tengo que aprender esto?

Ay por Dios,que hombre más tonto.

—Porque no puede ser que estés haciendo una cosa sin saber exactamente lo que haces.

Ya lo sé, me explico para la mierda, pero no es algo que pueda controlar.

—Aja—está asintiendo pero no entiende nada, se parece a mí en la superior.

Suspiro y me tumbo en el sofá.

Ah, si, creo que lo había olvidado, como no puedo hacer una clase aparte cuando enseño a los demás, lo hago cuando puedo en mi piso, aún que aveces es en el suyo.

—No sé que se me da mejor, el inglés, o bailar, ¡No sabía que podía haber tanta teoría!

Suelto una ligera risa, otro que pensaba que las cosas eran más fáciles de lo que en verdad son.

—Pensaba que cuando terminara la superior pararía de estudiar.

—Bueno, pero estudiando siempre se aprende algo nuevo— le sonrío.

No soy de intentar verle la cosa positiva a estudiar, pero siento que si no lo hago terminaremos por deprimirnos los dos, y acabaremos viendo alguna película cutre mientras Kageyama se acaba mi comida.

Que por cierto, tengo que ir a comprar, quedan cuatro cosas, literalmente.

—Haber, sigamos, que haces que me despiste muy fácil—el pone cara de indignación pero no se niega.

Le estuve explicando los diferentes tipos de samba que hay, porque en verdad existen bastantes, pero no quiero centrarme en eso, no quiero meteros el sermón del siglo.

—Ya veo—masculla para luego callarse, este chico es muy raro.

Dejo que piense en lo que está pensando por un momento y observo con que distraerme.

En una de esa miradas rápidas me fijo en el reloj.

¡Pero si ya son las ocho y cincuenta!

Será mejor que Kageyama se ponga en camino, no quiero que se le haga muy tarde y pueda llegar a pasar algo.

—Oye, Kageyama—él me mira—es mejor que te vayas llendo, se está haciendo tarde y podría ser peligroso.

Él asiente y se levanta.

—Un momento que recojo mis cosas y voy— Espero pacientemente a que termine de guardar todo en su mochila, la que trae para todo.

Es una mochila vieja, negra, y desgastada, con el dibujo casi borrado de la marca que la diseñó, la verdad es que el exterior no está muy allá, pero por dentro parece ser espaciosa, porque que le cabe todo. Siempre la asocié al bolso de Mary Poppins, o quizá el bolsillo de Doraemon, no sé, cuando me aburro asocio cosas reales con las de ficción, deberían probarlo, es divertido.

En fin, cuando termina de recoger sus cosas lo acompaño hasta la puerta.

—Gracias por, ¿Darme clases?— yo niego con una sonrisa.

—No es nada, ven cuando quieras, la escuela Hinata siempre estará abierta para ti— le guiño el ojo y él los rueda burlonamente.

—Nos vemos—él se despide, yo le devuelvo la despedida con la mano y cierro la puerta.

Me voy a la cama y sin cambiarme me tiro en ella.

Mis tripas rugen, diciéndome que es hora que comer algo, y lo haría, sino fuera por qué la única comida que tengo la reservo para una emergencia, o más bien, para mañana cuando desayune.Aún que podría cenar ahora y mañana de la que voy a desayunar a culaquier sitio hago la compra, ¿Pero me dará tiempo a todo?

Da igual, respetemos el plan inicial.

El plan inicial se ha ido a la mierda.

Puede, y solo puede, que no me aguantara más el hambre, y que quizás me esté comiendo el que iba a ser mi desayuno.

Y no, no debería estar comiendo los Brigadeiros que Kageyama me regaló hace unos días a las dos de la mañana, porque se que luego no voy a dormir, pero eso se lo voy a dejar al Shoyo del futuro.

Así que retomamos plan B, mañana saldré más pronto de casa e iré a algún supermercado veinticuatro horas, después de todo los supermercados normales no están abiertos a la hora que me levanto.

Antes de que me dé cuenta  me he acabado los dulces, y eso no está bien, pero lo que está peor es que sigo con hambre.

Me dejo caer en la mesa más fuerte de lo que hubiera querido, ocasionando que me un buen cabezazo contra ella.

Me maldigo y lloriqueo en bajo.

Después de unos minutos llego a la conclusión que lo mejor es irme a dormir, después de todo no es que tenga más opciones.

Me tumbo y me acomodo.

Cierro los ojos esperando a caer dormido, y espero, y espero, y que creo que será un noche muy larga.

Demasiado larga.

—Oye, ¿Éstas bien?, te ves horrible, de nuevo.

—La verdad es que no hace falta que me lo recuerdes, Kageyama.

—Haber, hoy y siempre, ¿No?, pero yo ahí no me meto.

Le pego una colleja para que se calle.

—No estoy de humor, te aviso.

Kageyama levanta las manos.

—Perdón, perdón.

Suspiro y me apoyo en la pared, después me deslizo hasta quedar en el suelo.

Os voy a contar lo que ha pasado esta mañana:

Para empezar quería despertame pronto, pero hice todo lo contrario, y no pude ir a comprar, llegué justo a la clase con los niños pequeños, después de eso fuí a comer a mi restaurante favorito, que resultó estar cerrado, así que tuve que comer de comida rápida, que por cierto me sentó mal.

Luego de todo  vine a dar clase aquí, y lo único que no me hace falta es que me digan lo mal que me veo por no haber dormido nada.

Suspiro y miro a Kageyama, quién también me mira.

—Dime, ¿Te acuerdas de lo que dimos ayer?

—Si, de algo si—sonrío y extiendo mi mano para que me ayude a levantarme, el me ayuda y nos ponemos camino a la clase.

Le hago una señal a Kageyama para que se quede ahí mientras les explico y enseño un poco cómo hacer el baile, de todas formas estaré atento si es que veo algún error.

Les digo que si tiene alguna duda no duden en preguntarme, que estaré en una de las esquinas, con Kageyama.

Ellos lógicamente saben quién es, le han visto antes e incluso alguno le a pedido una foto o un autógrafo, eso sí, cuando lo hicieron Kageyama les pidió que no las publicaran, y si lo hacían, que no desvelaran el lugar en el que se lo encontraron.

Aún que no entiendo porqué, es publicidad para mis clases, o en su defecto, para la academia.

Pero Kageyama insistió—y que como fue con él con quien se hicieron la foto—no puedo reprochar.

—Bien, sigamos por dónde lo dejamos ayer—él asiente.

Parece que se acuerda de lo que tenía que hacer porque pasa por su brazo por detrás de mi espalda y reposa su mano en ella, yo apoyo mi brazo en su suyo y nos damos la mano.

—Me alegro de que te acuerdes, así no te lo tengo que explicar otra vez-—sonrío y el aparta la mirada—¿Te acuerdas de lo que había que hacer?

Su expresión cambia: frunce el ceño. Supongo que lo estará intentado recordar.

Aprieta un poco el agarre y a mi me empiezan a sudar las manos.

Cuando relaja la expresión también relaja el agarre.

—No.

—No pasa nada, es normal.

Espero un poco y me rectifico la postura para que sea totalmente correcta.

—Primero la pierna izquierda va hacía atrás,¿Recuerdas?— el asiente algo desconfiado.—Ahora da un paso cruzado hacia un lado—Él parece seguir el ritmo—¡Muy bien!, hoy te levantaste con buen pie, ¿Eh?

Él no contesta.

—Ok, volvemos a la posición inicial, y te inclinas lentamente— me sorprende con la facilidad que lo hace, parece que lo hubiera estado practicando, me haría ilusión que fuera así— Vale, y ahora pasos-

—Cruzados, ¿No?

Esto ya me gusta más.

—Si, no vayas muy rápido o te podrás caer.

El asiente.

Yo también tengo que ir con cuidado, soy yo el que está caminando del revés.

—Perfecto, ¿Lo estuviste practicando?

—Algo si, cuando tenía algo de tiempo— Él se encoje de hombros y yo sonrío, me alegra que tome parte de su tiempo para esto.

—Muy bien, ¿Crees que puedas hacerlo sin mirar?

El arquea una ceja.

—¿Sin-?, ¿Sin mirar?

—Si, una de las cosas más importantes al bailar es el contacto visual, ¿Así que crees que podrás hacerlo?

—No sé,no quiero hacerte daño si es que te llego a pisar.

—No te preocupes, me han pisado muchas veces— sonrío, de hecho, yo también pisaba mucho cuando empecé.

El se ve inseguro, pero no entiendo porqué, tampoco es nada grave.

—Vamos, no seas cobarde.

El frunce el ceño.

—No lo soy.

—Pues vamos, demuéstralo.

-¡Esta bien!— el levanta nuestras manos, sujeta la mía con fuerza, y me mira a los ojos con una expresión decidida.

Me encanta que se pique tan fácilmente.

—Está bien— yo le correspondo la mirada.

El da un paso atrás, yo lo doy hacía delante.

Al dar el paso cruzado él se tropieza,yo me encargo de intentar sostenerle.

—Lo siento— yo niego.

—No pasa nada, no se puede aprender si no se cometen errores.

Él suspira y vuelve a mirarme, yo le vuelvo a devolver la mirada.

En verdad tiene unos ojos muy bonitos.

Desde pequeño siempre me gustaron los ojos azules, deseaba tenerlos y envidiaba a quien los poseyera.

Pero aún que eso ya pasó me sigue dando algo de envidia. Kageyama tiene unos ojos de un color azul oscuro que le quedan perfectamente, son como el mar, o quizás el océano, cosas que, por cierto, amo.

Le combinan perfectamente con el pelo, que es lacio y brillante, cosa que aún que también envidio siento que no me pegaría.

De cara tampoco está mal, es apuesto, lo admito, y quien no lo haga es que es ciego.

Sumado con su físico es el hombre que toda mujer quisiera poseer, bueno, hasta que conocieran su personalidad exterior de gruñón y cascarrabias, si se enteraran todas se correrían de su lado.

Y lo mejor que es que puedo presumir de que es mi amigo.

Río para mí mismo y vuelvo a centrarme en sus ojos, creo que me he desviado un poco del tema, ¿Pero como no?, tienen un encanto bastante hipnotizante.

—¿Es que pasa algo?— parpadeo una par de veces.

—No, nada, es que, no si te lo habrán dicho ya, pero tienes unos ojos muy bonitos.

HOLAAAAA

¿Que tal?,espero que bien.

Hay que admitirlo,lo ojos de Kageyama son h-e-r-m-o-s-o-s, ¿O no?

Espero que les haya gustado, les prometo que se pondrá Interesante, pero de a poquito, ustedes confíen.

Espero que les haya gustado.

Les mando un:

Recordad que se os quiere ♡

Chaooo

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