¿Cita?
Kageyama se sonroja, y eso me causa algo de gracia.
—¿Pero tú estás tonto?— reprocha y suelta nuestras manos.
Yo arqueo una ceja y frunzo el ceño cuando siento un golpe repentino en mi cabeza.
—¡Oye!— me quejo, aprovecho que ha soltado nuestras manos para revisar que todo está en orden, que no me ha hecho nada.
—Exagerado— Kageyama rueda los ojos y yo le saco la lengua.
—¿Seguimos o que?— digo irritado, ¿Que parte de: no estoy de humor, no entiende?
El asiente y hago un movimiento con la mano para insinuarle que me la de.
Nos quedamos unos segundos en silencio hasta que corresponda el gesto, cuando lo hace retomamos el contacto visual.
Espero un poco hasta que decida dar el primer paso, pero no pasa, ahora es el quién está embobado en la verdad no sé que.
—Ejem— toso un poco y el parece salir de sus pensamientos.
—Perdón— le resto importancia y él da un paso atrás, yo le sigo el juego.
Me enorgullece que el paso haya salido bien.
—Perfecto, Kageyama— el aparta la mirada y suspira.
Yo también la aparto, no tiene caso seguir sosteniendola.
En un intento de distraerme me fijo en que su mano— que por cierto sige dada a la mía— tiembla.
Sonrío burlonamente.
—¿Estabas nervioso, Kageyama?— el frunce el ceño.
—Por su puesto que no— él separa nuestras manos.
Suelto una pequeña risa.
—Está bien, puedes descansar si es que lo necesitas, yo tengo que atender a mis alumnos.
Me despido y me dispongo a ayudar a las personas que veo que tienen más prolemas para ejecutar los pasos, después de todo yo en su momento fui ellos.
—Siento no haberte prestado demasiada atención hoy, Kageyama.
Y es cierto, me he entretenido tanto con los otros alumnos que he dejado a Kageyama un poco de lado.
—No es nada, después de todo no soy el único a quien le das clases.
Eso también es verdad.
—Hinata, ¿Hoy puedes quedar?
Asiento.
—Es que los chicos se van a quedar ésta tarde en el piso y-
—Sin prolema— le Interrumpo, no hace falta que me cuente su vida.
—¿Seguro?— asiento.
—Ten cuidado al salir, no vaya ser que una fan loca te secuestre— bromeo, pero parece que no le hace gracia.
Trago duro, el mal sabor de boca que deja el hacer una broma y que no haga gracia es horrible, ¿Verdad?
Por fin he llegado.
Kageyama y yo decidimos que quedaríamos donde el otro día, es un lugar medianamente pacífico y que tiene buen comercio, quizás podamos comer algo juntos, sería buen plan, aún que no se si él estará bien con eso.
Suspiro y mi mirada viaja rápidamente buscando a Kageyama.
No me gusta esperar, soy muy impaciente.
En un intento de tranquilizarme observo mi alrededor, y me doy cuenta que las farolas ya están encendidas, ¿Tan tarde es?
Y tampoco tanto, son las nueve, pero lo que pasa es que en El Salvador anochece muy pronto— enserio, no llega a las seis y ya es de noche.
De las farolas mi mirada se deriva al cielo, que está despejado, debido a la poca iluminación no se ven bien las estrellas, apenas puedo divisar algunas, pero cuando puedo me gusta observarlas, de hecho, cuando era pequeño—gracias a que vivía en el campo— podía ver las estrellas con bastante claridad. Salia de mi cara y me alejaba unos metros— lo suficiente como para que las luces del hogar no llegaran a molestar— y me tumbaba en la hierba, me quedaba viendo las estrellas hasta que empezaba a hacer mucho frío o mi madre me llamaba.
Siempre me parecieron curiosas, en realidad, mi madre me solía decir que buscara una estrella que brillara mucho, cuando le decía que ya estaba, me contaba una historia sobre que algunos muertos se convertían en estrellas y cuidaban de sus seres queridos desde arriba, entonces, me decía que siempre intentara localizar aquella estrella, y si algún día ella no estaba y yo la necesitaba, mirara al cielo, cuando mirara aquella estrella sabría que ella estaba allí.
Una historia muy bonita, pero en verdad una tontería.
Durante muchos años me lo creí, le hablaba a las estrellas pensando que mi madre me estaba escuchando, eso me hacía feliz.
Pero un día, en el instituto, tuvimos que hacer un trabajo sobre las estrellas, yo puse lo que me decía mi madre, lógicamente se rieron de mi al exponerlo y la profesora me echó de clase porque creía que estaba haciendo el tonto.
Fue un duro golpe de realidad para un niño que la única esperanza que tenía y lo único que le hacía ilusion era eso, creer que su madre lo escuchaba y que estaba con el.
Cuando vuelvo a la realidad noto que estoy llorando.
Me seco las lágrimas rápidamente y recuperó la compostura.
Fueron tiempos malos, muy malos, pero simplemente es eso "fueron" nada más.
Suspiro entrecortadamente y me tapo la cara, ¿Porque tengo ganas de llorar?, si ahora se supone que todo está bien.
La mano de alguien en mi hombro me hace levantar la vista.
—Llegué, siento la tardanza.
Lógicamente ya sé quién es, Kageyama.
Intento tragar el nudo repentino en la garganta y sonrío.
—No te preocupes por eso— digo mejor de lo que esperaba.
—¿Estás bien?
—Si, si, no te preocupes, solo estaba mirando las estrellas, o al menos intentándolo— río nerviosamente.
—¿Con la cara tapada?
Mira que le gusta ser tiquismiquis.
—Es me tomé un descanso porque la luz de la farola me hacía daño en los ojos.
—Ajá.
—¿Y si vamos a comer algo?— ofrezco.
—Si, está bien— le resta importancia y empieza a andar hacía no sé muy bien donde.
—¡Espera!
Caminamos en silencio, no tengo ganas de hablar, la verdad es que no tengo ganas de nada, solo de llega a casa y quizá ver alguna película triste que me termine de hacer llorar, es mejor eso que guardartelo para ti.
—¿Estás seguro que no te pasa nada?
—Si, tranquilo, solo estoy cansado— finjo un bostezo.
—Si quieres podemos quedar otro día— niego.
No quiero hacerlo venir hasta aquí, con el riesgo que supone, para no hacer nada.
—No te preocupes, ya se me pasará— aún que le resto importancia es obvio que no, no se me va a pasar de la noche a la mañana.
El me mira con el ceño fruncido y yo aparto la mirada.
—Te acompaño al piso— suelta derrepente.
—¿Que?, no, si has venido hasta aquí es por algo, así que pidamos algo, y demos un paseo o lo que sea— me vuelve a mirar, pero esta vez indeciso— Vamos, o se nos hará demasiado tarde.
El suspira y acepta.
Estuvo mirándome toda la quedada, no sé si analizandome o que, pero no ha apartado su mirada de mi.
Cuando nos despedimos tomamos rutas diferentes, él fue por...no se, y yo por autobús, que no es lo que más me apetecía exactamente.
Después de media hora de autobús, y veinte minutos caminando, llego a mi piso.
Abro la puerta sin interés y tiro las llaves a algún sitio, cierro la puerta con el pie y cuando llego a mi habitación me tiro a la cama.
Miro el armario, tengo que cambiarme y ducharme, mejor al revés, tengo que ducharme y cambiarme.
Así que con demasiada pereza eso hago.
Me ducho y dejo que algunas lágrimas caigan, después de todo solo es un adelanto de todo.
Gimoteo un poco mientras me cambio, y cuando está todo preparado busco en la televisión por si acaso hay algo interesante.
Spoiler: No
¿Porque nunca hay nada?
En fin, busco en Netflix, ahí seguro que hay.
Y si, si que había.
La pongo y dejo el mando de la televisión a un lado.
Realmente no me acuerdo de lo que iba la película, solo que me quedé dormido mientas lloraba.
Han pasado unos días desde el bajón que tuve, y debo admitir que no lo llevo nada mal.
Mis bajones suelen durar más tiempo del normal, así que no he salido mucho de casa, solo lo justo: dar clase e ir a comprar.
Por fin tengo la bendita nevera llena.
Apropósito hoy es uno de agosto, eso significa mes nuevo, y con ello, nuevos propósitos.
¿Cuáles?
Pues no lo sé, ¡Pero se me ocurrirán!
Todavía son las siete de la mañana, me da tiempo a pensar.
El sonido de una notificación en mi móvil.
Kageyama ♡
—Oye, ¿Te parece que desayunemos juntos?
Si, claro, ¿Pero porque tan derrepente?—
Simplemente curiosidad.
—Me aburro.
Ah, que buen motivo.
Está bien, ¿En la cafetería de siempre?
—Si.
Os explico:
No es que queremos muy a menudo por las mañanas, más porque me da pereza, pero siempre vamos al mismo sitio.
Me preparo con mucha lentitud.
Quizás ya tenga un propósito: Ser menos bago.
Camino rápidamente, tengo que recuperar el tiempo perdido.
Cuando llego Kageyama está allí, con una capucha y esos estúpidos lentes de sol que lo hacen ver ridículo, pero por mucho que le diga no me va hacer caso.
—¡Kage- él se acerca a mi y me tapa la boca.
—Callate, ¿Quieres que me descubran?
Niego y quita su mano lentamente.
—¿Pedimos algo?— él asiente y entramos.
Pedimos y pagamos, rápido y sencillo.
Nos sentamos en una mesa algo alejada.
—Que aproveche— decimos a la vez.
Levanto la mirada y veo que se le van cayendo las gafas cuando baja la cabeza.
Van a terminar en su café.
Río por mi propio pensamiento, pero la situación no me hace gracia.
—Oh por Dios, Kageyama, quítate esas benditas gafas— le quito las gafas, dejando al descubierto sus ojos.
—¡Que haces!, ¿Tu quieres que nos descubran?
—No seas exagerado, Kageyama, no estamos haciendo nada indebido— ruedo los ojos y meto más gafas en mi mochila, el intenta taparse la cara con la capucha.
Chasqueo la lengua.
—Ya basta— le agarro de las manos y se las alejo de la capucha— deja a la capucha en paz.
—Para, te vas arrepentir de esto como sigas así.
—¿Es que acaso no lo ves?, no puedes no desayunar tranquilo, tomate un descanso.
—No me des lecciones.
—No lo hago, solo lo digo que deberías relajarte, en el Salvador existen más famosos aparte de ti, no tienen porque estar todo el rato encima tuyo.
Él remueve su café y yo revuelvo el mío, el ambiente se a vuelto tenso.
Mi mirada, aburrida, se fija en Kageyama.
Sus finos y lacios cabellos oscuros se mueven ligeramente por el viento fresco de la mañana, sus ojos, aburridos también, siguen la cucharilla que revuelve su café, su rostro en si es una mezcla de aburriendo y seriedad, expresión que no le queda mal, parece que es la común, sus uñas rasgan el vaso que le han dado con el café impacientemente y su-
Él levanta la mirada, encontrándose con la mía
Mierda, me ha pillado.
Noto como me pongo rojo, que vergüenza.
Espero a que quite la mirada, pero no lo hace, el también me está mirando fijamente, y no sé si eso es bueno o malo.
—¿E-Es que tengo algo en la cara?— digo con nerviosismo.
—¿Tenía yo algo en la mía?
¿Por cuanto tiempo se dió cuando de que lo miraba?, Tierra tragame.
—Creo que es hora de que me ponga en camino a la academia—Rápidamente me termino de beber el café, me levanto, y lo tiro a papelera.
El hace lo mismo.
Me despido y me voy a mis clases.
Aún que no pasa nada interesante hasta la tarde noche, que una compañera me llama y me dice que estoy en la televisión.
Arqueo una ceja, ¿Yo?, ¿En la televisión?
Enciendo la televisión y busco en los canales.
Y tiro el mando al suelo de la sorpresa al ver que así es.
¡Estoy en la televisión!
Pero no de forma en la que quiero.
Os leo el titular.
"Kageyama Tobio pillado en Brasil en una posible cita"
Me atraganto con mi propia saliva.
¡¿Cita?!
HOLAAAAA
¿Que tal?, espero que bien.
Este capítulo a tenido ochenta direcciones xD
Pero buenoooo
Espero que les haya gustado.
Les mando un :
Recordad que se os quiere ♡
Chaoooo
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