Capítulo 63: Nunca más
El enorme salón estaba casi lleno y todos se quedaron en silencio cuando Lena entró. Axel pudo acceder por una puerta lateral que daba a los asientos más alejados del escenario y se sentó en la única silla libre que encontró, al lado de unos jóvenes estudiantes.
Vio a aquella pequeña muchacha elegantemente vestida plantarse con decisión frente al tribunal y el resto del público y un inmenso sentimiento de orgullo lo atrapó desprevenido. No entendió casi nada de lo que ella explicó con maestría sobre su tesis, pero los estudiantes a su lado estaban bastante impresionados y no dejaron de tomar notas con rapidez. Verla tan desenvuelta mientras hablaba de aquellos temas complicados usando enrevesadas gráficas que explicaba al detalle, le hizo darse aun más cuenta de lo especial que era y de que, haberla convencido para que volviese, había sido lo correcto.
El tiempo pasó muy rápido para él, aunque seguramente llevaban allí más de una hora y sintió que apenas había parpadeado en todo ese tiempo pues sus ojos estaban completamente secos. Cuando ella terminó de contestar las preguntas del tribunal y les dio las gracias por acudir, se escuchó un fuerte aplauso que habían comenzado los jóvenes a su lado y que parecían haberse convertido en fans de Lena.
Ella sonrió agradecida y fue en ese momento el único en que se la vio nerviosa. Axel permaneció sentado viendo como el resto iban a saludar y darle su enhorabuena a Lena, que cada pocos minutos lo miraba, del mismo modo que había hecho durante toda su intervención.
Lo había estado buscando con la mirada todo el rato y gracias a su estatura y color de pelo, no le había costado mucho dar con él a cada vistazo. Parecía brillar entre la multitud.
La presidenta del tribunal se acercó a Lena y con sigilo de dio una cajita. Ella la miró sorprendida y después lo que le había dado.
–Lo has hecho muy bien, Helena, es normal sentir nervios, por eso siempre traigo esto conmigo. Espero que te sirva para... bueno, tu problemilla...– le dijo la mujer y, tras guiñarle un ojo con complicidad, se alejó.
Lena miró la caja en la que ponía "Fortasec" y después a Clara que, en la lejanía, se estaba muriendo de la risa. Le lanzó una mirada asesina y ella señaló a Raúl que hizo un gesto con las manos, dando a entender que no había encontrado otra excusa para su retraso.
–No me puedo creer que les hayas dicho que se estaba cagando a chorros, jajaja– siguió riendo Clara.
–Esperaba que diciéndoles eso no harían más preguntas y lo comprenderían. No creí que ella lo fuese a descubrir...– dijo alzando las cejas arrepentido.
–Lo has hecho genial, cariño, estoy muy orgullosa de ti– siguió bromeando encantada por verse vengada después de todo lo que había corrido tras su amiga esa mañana.
–¿Entonces ya se han arreglado las cosas entre ellos? –le preguntó señalando a Axel que continuaba sentado al fondo mirando a Lena con devoción.
–Pues no lo sé... y la verdad es que ya no me importa. Estoy harta de ser su celestina, que se apañen solos a partir de ahora...– murmuró haciendo un puchero y sujetando del brazo a Raúl. –Ha partir de ahora solo me ocuparé de un romance, el nuestro –añadió sonriéndole con picardía.
Raúl se rio y la miró con cariño.
–No te lo crees ni tú, te encanta el melodrama, jajaja– le dijo tocándole la punta de la nariz.
–Joder, que bien me conoces... pero vámonos, que por hoy ya he tenido bastante.
Se disponían a salir del salón cuando vieron que Axel se levantaba e iba hacia la puerta. Había decidido esperarla fuera y buscar una oportunidad para hablar con ella. Clara miró rápidamente a Lena que lo observaba preocupada. ¿Se iba? No podía llegar hasta él con tanta gente en medio y sintió miedo de no encontrarlo después; un miedo que se convirtió rápidamente en desazón revolviéndole el estómago. Velozmente se acercó al micrófono que había a su lado, el mismo que había usado para dar la charla hacia unos minutos y que seguía encendido.
–Axel– dijo en voz alta retumbando el sonido por los altavoces y haciendo que todos los que estaban hablando animadamente se quedasen en silencio y la mirasen.
Él se giró y la observó sorprendido. En ese momento, Clara sacó su móvil y comenzó a grabar, sabiendo que algo estaba a punto de ocurrir.
–Axel...–volvió a decir nerviosa en voz más baja, dándose cuenta en ese momento de lo que estaba haciendo.
–¡¿Qué?! –le preguntó él sonriente desde el otro lado y los sorprendidos asistentes se giraron ahora a mirarle a él.
–Que... te quiero– dijo ella también esgrimiendo una sonrisa mientras los ojos se le enrojecían.
Clara ahogó un grito de emoción mientras le daba codazos a Raúl que no salía de su asombro.
–Esto sí que es una escena de comedia romántica...– le dijo en voz baja y él asintió.
Axel no pudo evitar reírse, todos le estaban mirando sin saber qué estaba pasando. Pero eso, que en otro momento lo hubiera avergonzado, en ese instante le daba completamente igual, solo podía verla a ella. Cruzó la sala con rapidez mientras la gente le abría paso, expectantes por el sorpréndete giro de los acontecimientos. Él llegó hasta el escenario y la miró desde abajo.
–Yo te quiero más– le dijo con sinceridad.
–Eso es imposible...– respondió ella mientras corría para saltar a sus brazos.
No se dieron cuenta de que la gente comenzó de nuevo a aplaudir incluso con más entusiasmo que antes. Tampoco les preocupó que los padres de Lena estuvieran presentes, ni se dieron cuenta de que el tribunal seguía allí. Eso les daba igual, porque lo que más deseaban era estar juntos.
–¿Estás llorando? –le preguntó Raúl a Clara, estupefacto.
–No, joder...– dijo ella secándose las lágrimas con la mano que le quedaba libre, ya que no había dejado de grabar en ningún momento.
–Ni siquiera lloraste en nuestra boda...– murmuró ofendido.
–Ya lo hiciste tú por los dos– contestó ella con sarcasmo y una sonrisa de medio lado.
El aplauso se fue apagando y la gente fue saliendo, mientras que los enamorados no se despegaron el uno del otro. Clara salió la última y apagó la luz, cosa que hizo que al fin se dieran cuenta de lo que acababa de pasar.
En la penumbra del enorme lugar se miraron el uno al otro.
–Eso no me lo esperaba...– le dijo él mientras le peinaba el pelo tras la oreja con cuidado.
–Me daba miedo que te fueras... no quería volver a arrepentirme de no decírtelo –dijo avergonzada y embelesada por la forma en la que él la estaba mirando. Pero después fue consciente de lo que acababa de hacer y sus mejillas se enrojecieron como el fuego. –Madre mía... que vergüenza...
–No pienses en eso ahora...
–¿Cómo no voy a pensarlo? –preguntó comenzando a agobiarse y separándose de él.
–Te digo que no lo pienses...– le dijo divertido mientras volvía a atraerla hacia él y la besaba.
Aquello funcionó, Lena dejó de pensar en ese momento. Simplemente se derritió con la suavidad de aquel beso que tantas veces había deseado volver a darle. Pasó sus manos por sus brazos hasta llegar a su cuello y se aferró a él, deseando que ese momento no se acabase. Axel también la abrazó, atrayendo su cintura hasta pegarla contra su cuerpo. Ese beso se convirtió en muchos más, mientras se acariciaban sobre la ropa, confesando, esta vez en silencio, sus sentimientos más profundos. Separaron un segundo sus labios para recuperar el aliento y se miraron con deseo, mientras el ritmo de los latidos de esos dos corazones se desbocaba.
Axel se acercó a su oído y aspiró el aroma de su cabello, antes de susurrarle.
–Deberíamos irnos de aquí...
–¿A dónde? –preguntó ella extasiada.
–¿No tienes... una comida o algo así...– le preguntó deseando que le dijese que no. Pero Lena se apartó rápidamente.
–¡Es verdad! Con el tribunal y con... dios mío, mis padres... ellos estaban aquí...– balbuceó mirándolo preocupada.
–Jajaja.
–No te rías, Axel... que vergüenza. ¿Cómo voy a ir allí...?– preguntó agobiada mientras se mordía las uñas.
–Iré contigo– le dijo pasando sus brazos sobre los hombros de ella. –Pasaremos vergüenza juntos.
–¿En serio vas a venir conmigo? –le preguntó entre esperanzada y sorprendida.
–Sí, no me pienso separar de ti nunca más.
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