Capítulo 52: El puente
Axel llegó a su casa derrotado, estaba totalmente exhausto, pero pese al cansancio no lograba conciliar el sueño. Tenía demasiadas preocupaciones y, el recuerdo de las marcas rojas en el cuello de Lena, lo atormentaba. Sabía que no había sido él, pero fueron sus manos las que apretaron su fino cuello y eso lo hacía sentir nauseas.
Suspiró angustiado y miró el techo de su habitación. Estaba enamorado de ella, eso no lo podía negar, le había confesado sus sentimientos y eso tampoco lo podía cambiar, pero lo que más lo preocupaba era que ella se marcharía.
¿Qué debía hacer? La idea de no volverla a ver más le era insoportable, sin embargo, no sabía qué sentía ella por él. No había contestado a su inesperado "te quiero" y era muy probable que no sintiera lo mismo.
Dio vueltas en la cama tratando de espantar esos pensamientos, intentando mantener la mente en blanco para poder dormir, pero no lo logró. De pronto, recordó que le había dicho algo, algo que debía ser significativo a juzgar por la expresión de sus ojos, pero no pudo oírlo debido al inoportuno sonido de la bocina de su barco.
¿Qué podría ser? ¿Quizás ella le había dicho que también le quería o era otra cosa? Pensar que sentía lo mismo que él solo era algo que ansiaba que fuera cierto. Suspiró fuertemente y tubo la sensación de que en uno de esos suspiros se le saldría el alma del cuerpo.
Debía aclararlo con ella, pero no encontraba el valor de hacerlo.
...
Lena durmió poco, sus ojos no se mantenían cerrados y por mucho que fingiera continuar dormida de nada le sirvió. Se levantó a medio día y llamó a su padre, el cual estaba ya saliendo hacia allí.
–No vengas...–le dijo angustiada.
–¿Qué ha pasado? Dímelo, por favor. Sé que ha estallado un volcán en esa maldita isla... ¡Voy para allá! –concluyó ante el silencio de su hija.
–¡No! Espera, por favor, voy a volver pronto...
–¡¿Cuándo?! Hija, tu madre está muy preocupada, no duerme y apenas come... y yo también estoy preocupado por ti. Te escucho hablar y suenas apagada, como si hubieras perdido algo...
Lena contuvo las lágrimas y se tragó su angustia antes de contestar.
–Volveré mañana... te lo prometo.
Tras colgar la llamada, sintió que era muy poco tiempo el que le quedaba y notó los nervios en su estómago. Volvió a coger su móvil y le escribió a Axel, diciéndole que iría en ese momento a ver a Clara. No podía desperdiciar el tiempo y estaba preocupada por ella.
...
Cuando entró en la habitación del hospital, se sorprendió al ver el aspecto de la joven. La última vez que la vio estaba pálida, pero ahora le sonreía con un brillo en los ojos que la sobrecogió.
–¿Cómo estás? –le preguntó Lena mientras se sentaba en una silla a su lado.
Clara la miró y torció el gesto.
–Mejor que tú, nena, parece que te hayan disparado a ti en vez de a mí. –Le contestó y después soltó una fuerte carcajada. –¿Se puede saber porque estás tan mustia?
–Ha sido un error preocuparme por ti...– bufó Lena molesta, mirando hacia otro lado.
–Tía, estoy de puta madre, me dan el alta esta tarde y nos iremos mañana a casa.
–¿Os iréis? –le preguntó Lena ahora divertida volviéndola a mirar mientras alzaba una ceja.
Clara se atragantó un poco con el zumo que estaba bebiendo y tosió varias veces. Luego lo dejó sobre la mesita y suspiró.
–Supongo que las experiencias cercanas a la muerte, te hacen ver las cosas de otra manera...– murmuró pensativa. –¿Sabes lo que es el efecto puente colgante? –le preguntó cambiando el gesto y sonriéndole con expectación.
–Claro que lo sé, lo acabas de explicar. La teoría de Dutton y Aron, postula que las personas confunden la adrenalina que siente en un momento de tensión o riego, atribuyéndola a una emoción, y normalmente la malinterpretan como enamorarse.
–Joder, me pensaba que te iba a contar algo que no sabías... cerebrito...–murmuró Clara mientras cruzaba los brazos.
Lena la miró unos segundos y se dio cuenta de algo; quizás Axel le había dicho que la quería llevado por el momento, era posible que ni él fuera consciente de lo que decía pues en ese instante su mente estaba perturbada. Se tocó el cuello de forma nerviosa y después alzó la vista topándose con los ojos de Clara que la observaban con curiosidad.
–Estás pensado en él, ¿no? –le preguntó con una sonrisa de medio lado.
–¿Do-dónde está el chico que te acompañaba? –preguntó ella tratando de desviar el tema.
–Ha ido a tomar el aire, dios, no se despega de mí ni un segundo... –bufó ella tratando de sonar molesta sin lograrlo. –¡Maldita sea, me muero por fumarme un cigarrillo! –exclamó de pronto haciendo que Lena se sorprendiera.
–No deberías fumar– le dijo con seriedad y Clara se rio.
–Ostía, tía, no me imaginaba que te preocupases tanto por mí, que mona eres...– le dijo con retintín y Lena no lo soportó más tiempo, se levantó y fue hacia la puerta.
–Como veo que estás tan bien, me marcho– le dijo enfadada mientras abría la puerta.
–¡Espera! ¡Seamos amigas!, las que tengo no se preocupan una mierda por mí, necesito una amiga-madre como tú –exclamó divertida.
Lena la miró ahora con hartazgo.
–Paso –dijo cortantemente y salió de la habitación, pero a mitad de camino su enfado se convirtió en una sonrisa. –¿Qué le pasa a esa loca? –murmuró y después resopló pero sin dejar de sonreír.
Raúl pasó a su lado en ese momento, iba tan rápido que ni la miró, pero ella se percató de su gesto de preocupación. << ¿Síndrome del puente colgante? No se lo cree ni ella >>, pensó para sí misma, mientras observaba como entraba en la habitación. Hasta ella era capaz de notar que se querían y que ese amor no venía de ahora.
Su móvil sonó en ese momento sacándola de sus pensamientos, miró la pantalla y vio que era Axel. Contuvo un segundo la respiración antes de descolgar, tratando de preparase y supo que nunca estaría lista para hablar de esas cosas con él.
–Lena, ¿dónde estás?
–Salía ya del hospital...– musitó ella.
–¿Cómo se encuentra esa perturbada?
–Demasiado bien, no te preocupes.
Hubo un silencio y le pareció escuchar un suspiro al otro lado del teléfono.
–¿Podemos vernos esta noche? –le preguntó él con voz profunda y a Lena le recorrió un escalofrío por la espalda.
–Sí.
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