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✧༄❱ capítulo final

PARTE XX
Bae, muéstrame las tetas.
FINAL

2017.

Creo que nunca antes había sentido tanta presión, especialmente al ver a mi exnovia caminando directamente hacia nuestra mesa. Sin embargo, parecía que hay un Dios allá arriba que siempre estaba dispuesto a salvarme en situaciones difíciles. Porque ella pasó de largo. Se sentó en una de las mesas del fondo, mientras que su mellizo saludaba a la mayoría de sus fanáticos y a algunos de sus amigos. En cuanto me vio, comenzamos a charlar. Empero, Bae Min Sun se levantó de nuestra mesa tan rápido que no tuve tiempo de decirle nada.

—Espero verte pronto en mi casa, Min Ho.—me dijo Sung Chan.

—Habrá una fiesta, ¿vendrás, no?

—Apenas llegan, ¿y ya están hablando de hacer una fiesta?—interrumpió Chan, llegando con el resto de nuestros amigos.

—¡Hyung!—la voz de Sung Chan resonó alrededor, rompiendo el silencio que nos envolvía.

Nunca imaginé cuánto disfrutaría estos momentos con mis amigos de siempre, pero el tiempo que teníamos era escaso. Esta vez, los mellizos han sido enviados a otro salón, lejos de nosotros. Por eso nos distanciamos. Ahora, nos encontrábamos en un camino solitario hacia el salón que nos fue asignado.

Quería hacerle una pregunta a Bang Chan, pero su mirada parecía perdida en algún lugar lejano y sus palabras eran escasas.

—Channie.—le llamé.

—¿Qué sucede?—me devolvió la mirada.

—Tengo una pregunta—dije, doblando a la izquierda—. Esta mañana, parecía que querías decirme algo, pero no terminaste de hacerlo. Solo quiero que sepas que, pase lo que pase, estaré a tu lado.

Chan se detuvo, lo que me obligó a hacer lo mismo. Miré a mi amigo, quien había bajado la cabeza. Cuando la levantó, sus ojos brillaban con una intensidad que rara vez he visto. Bang realmente me preocupaba, y no sabía cómo abordar el tema.

—Min Ho, eres como un hermano para mí.—dijo finalmente.

—Lo sé, tú también lo eres para mí.

—Y es precisamente por eso que necesito que sepas algo. Aunque te lo diga, es posible que no me creas.

—¿De qué estás hablando?—ajusté mi mochila sobre el hombro, sintiendo como un nudo se formaba en mi estómago.

—Min Sun te está engañando.—me soltó sin más.

—¿Qué?—reí, más por incredulidad que por diversión.

—No solo te está siendo infiel, también te está tomando el pelo desde hace bastante tiempo.

Fruncí el ceño, desconcertado. Reí, pero esta vez fue una risa nerviosa. Pensé que él estaba pasando por un mal momento y está desvariando.

—Vaya... Ya veo—dije, mirando al suelo—. Realmente pensé que eras mi amigo. Entiendo que Min Sun no sea de tu agrado, pero no había ninguna necesidad de que me vinieras con esa mentira.

—Hola, chicos. ¿Vamos a entrar o qué?

La voz del profesor interrumpió nuestra conversación. No pude responder, no quería hablar con él, no después de que me hubiera mentido de esa manera. Sabía que Min Sun me quería, lo sentía en el alma. No seríamos novios si no fuera así. Cuando entré al aula, noté que ella no estaba.

Eso sí que me preocupó.

ESCUELA GANG SEUL
Corea del Sur, Seúl
13:30 p.m

—Hazlo.

Insistió ella. Y yo rodé los ojos, empezando a cansarme de estas conversaciones. Se suponía que todo tenía un tiempo y un lugar determinado, pero parecía que ella quería arruinar todo lo que estuve planeando durante meses. Me ha llevado mucho tiempo y esfuerzo, y no iba a dejar que todo se viniera abajo por un capricho suyo.

No era justo.

No para nadie, y mucho menos para mí.

—¿Quieres arruinarlo todo o qué?

—¡No me gusta esto, Min Sun!—explotó.

Resoplé, fastidiada.

Me levanté de las cajas en las que me había apoyado. Nos habíamos reunido aquí para que nadie nos viera ni escuchara esta tediosa conversación.

—Eso no es mi problema, es asunto tuyo.

—No puedo soportar que la chica que me gusta esté saliendo con ese imbécil.—explotó.

Arqueé las cejas, sorprendida. Nunca antes había admitido en voz alta que le gustaba. Supongo que esa fue una de las principales razones por las que nunca nos pusimos de novias.

—¿Ya terminaste? ¿O vas a seguir?

—Tú puedes seguir jugando con él, porque sé que no sientes nada. Pero, ¿qué vas a hacer con Jung Min Ki? ¿Eh? Sabes muy bien que ella es su novia y que te hará la vida imposible.

Solté una risa.

Sabía muy bien que iba a sacar a relucir la repentina aparición de los mellizos Jung. Nunca fue parte de mi plan decirle la verdad a Min Ho este año. Se suponía que todo debía suceder el año pasado, justo cuando hicimos esa apuesta que nos mantenía unidos.

—No lo hará.—aseguré.

—Es verdad...—suspiró, apoyando la cabeza contra la pared.—Ella nunca sería capaz de hacerle eso a la persona que fue su mejor amiga en la infancia, ¿verdad?

«Maldición.»

Esta mujer solo quería sacarme de quicio.

—¿Algo más?—pregunté, impaciente.

—Es que, Sunnie, no te estás dando cuenta de la gravedad de la situación. Está bien, ambas estamos de acuerdo en que Jung Min Ki no te hará nada, pero, ¿no has pensado en qué sucedería si ella y Min Ho hablan? ¡Todo se vendría abajo! Ella conoce tu secreto.

Tenía razón. No era buena idea estar encerrada en la sala del conserje con ella. Todo podía desmoronarse en cuestión de segundos.

—Adiós, Park.—me despedí, preparándome para salir.

—Sun...

ESCUELA GANG SEÚL
Corea del Sur, Seúl
14:15 p.m

Mis amigos me han sugerido tener una conversación con mi exnovia. Pensaban que, tal vez, si le contaba la verdad sobre lo que pasó con Bae Min Sun, ella no buscaría vengarse de la peor manera. Pero la sola idea me aterraba. Ella era demasiado intimidante para mí gustó, tanto que exhalé un par de suspiros y di un paso adelante.

—¡Honnie!—la voz de Min Sun resonó, apareciendo de repente frente a mí. Su aparición repentina me impidió ver la silueta de mi exnovia. Pero entonces noté que Min Ki subía a una limusina que supuse los llevaría a su casa.

—Sunnie, hola.—la saludé.

—¿Está todo bien, Honnie?

—Yo debería hacerte la misma pregunta.

Min Sun me miró con una expresión de miedo.

—¿P-por qué?—tartamudeó.

—No has asistido a clases y me preocupé.

—¡Oh...! Era eso...

—¿Qué más podría ser?

—Mejor vayamos a mi casa.—sugirió.

Así, dejamos atrás los pasillos llenos de estudiantes y el bullicio de la escuela, para dirigirnos a la mansión donde Bae Min Sun vivía. El camino estaba lleno de calles adoquinadas y casas con jardines bien cuidados, un paisaje muy diferente al ambiente escolar. Lo mejor de todo este embrollo era que Jacob dejó de odiarme con tanta intensidad. Ahora, nuestra relación se ha transformado en una amistad tolerable. Habíamos encontrado un terreno común, una especie de tregua silenciosa que nos permitía convivir sin mayores conflictos.

Durante el viaje, me enteré de que la hermana menor de Min Sun había sido enviada a un campamento como castigo. Al parecer, ella fue la responsable de divulgar las fotos y videos de Ning Yi Zhuo. Un acto impulsivo que desató un caos innecesario y había arrastrado a muchas personas inocentes al escándalo. Al llegar a la casa de Min Sun, no pude evitar pensar en lo irónico de la situación. Todo comenzó como un simple juego, una apuesta tonta, y ahora estábamos enredados en una maraña de secretos y mentiras.

Qué final tan amargo para una historia que comenzó con tanta inocencia.

CASA BAE
Corea del Sur, Seúl.
20:00 p.m

—Sabes que te amo, idiota.

Ella susurró sobre mis labios. Y yo no pude evitar reírme por su dulzura, antes de besar por última vez los labios de Min Sun. Era hora de volver a casa antes de que cayera la noche y mi madre decidiera asesinarme por llegar tan tarde.

—Recuerda soñar conmigo.—le recordé con un tono dulce, guiñándole un ojo.

—Ya, Lee, avísame cuando llegues.—me pidió.

—Claro, linda. Adiós.

Min Sun me despidió con la mano, observándome hasta que desaparecí de su vista. Comencé mi camino a casa, pero mientras que caminaba hacia la estación de autobuses, mis ojos se posaron en una figura familiar. Sabía que este era el momento perfecto para decirle toda la verdad. Min Ki pareció sorprendida al verme. Vestía su típica ropa holgada, con un collar que sostenía un cristal oscuro y sus uñas recién pintadas de negro. En sus manos llevaba una bolsa blanca de compras, supuse que ha salido a comprar sus bebidas energéticas.

Ella las adoraba.

—Hola, Kiki.—la saludé, intentando ocultar el nerviosismo en mi voz.

—¿Qué necesitas?—respondió con sequedad..Su tono de voz me confirmó que ya conocía la verdad.

—S-solo... Solo quería decirte algo.—balbuceé, buscando las palabras correctas.

—¿Qué cosa?—preguntó, cruzando la calle para acercarse a mí.

—Es sobre...—suspiré profundamente, inflando mis mejillas antes de exhalar un torrente de aire.—Creo que ha llegado el momento de enfrentar la realidad y contarte la verdad sobre lo que ha sucedido en estos meses que has estado ausente.

Min Ki sonrió con sarcasmo. Esa sonrisa irónica y esa actitud sarcástica eran parte de su personalidad. Sin embargo, también sospechaba que era su forma de protegerse de las malas noticias.

—Te engañé, es verdad, pero... tienes que entender que no podía soportar mucho tiempo sin ti. Además... lo nuestro terminó en el segundo en que decidiste seguir con tu vida sin mí.—confesé, sintiendo un nudo en la garganta.

—¿Eso es todo?—preguntó, su voz cargada de desdén.

Kiki parecía querer terminar la conversación lo más rápido posible. Se veía molesta, o al menos eso era lo que su expresión parecía indicar.

—No, hay algo más. Me gustaría dejar de sentirme culpable por haberte engañado, pero la realidad es que no debería sentirme así. La única persona que jugó con mis sentimientos aquí fuiste tú, no yo—confesé, luchando por mantener las lágrimas a raya. Todos los que conocían nuestra historia sabían cuánto significaba ella para mí—. Nunca me amaste, eso es algo que me costó mucho tiempo entender, pero ahora lo comprendo.

Una avalancha de emociones me invadió, empero, también sabía que ella no diría nada. Por eso mismo es que retomé mi camino hacia la estación de autobuses, dispuesto a regresar a casa.

—¿Quieres saber si me enojé?

Su voz preguntó repentinamente. Me detuve en seco. Giré la cabeza ligeramente, observándola. Sus bellos faroles seguían fijos en el suelo, evitando encontrarse con los míos.


—Supongo que sí, me gustaría saber si realmente te molestó verme con otra persona...—reí sin alegría. Me estoy comportando como un idiota y sabía que no debería estar haciendo esto.—No voy a mentir, de verdad espero que te haya dolido enterarte de que estaba con otra persona, Kiki. Quiero pensar que eso podría indicar que en algún momento realmente me quisiste.

Jung Min Ki finalmente levantó la vista para encontrarse con la mía.

Sus ojos, que una vez han brillado con calidez y afecto, ahora parecían fríos y distantes. Eran como dos pedazos de hielo insondable, reflejando la luz de la luna pero sin emitir ningún calor. Esa mirada, tan desprovista de cualquier emoción, me golpeó más fuerte que cualquier palabra que pudiera haber dicho. Era como si una barrera invisible se hubiera levantado entre nosotros, una barrera fría y dura como el hielo. Era la misma mirada que vi en innumerables ocasiones, la mirada de alguien que fue herido profundamente.

Sin embargo, nunca antes la había visto dirigida hacia mí. Esa fría indiferencia en sus ojos era un reflejo de su corazón, un corazón que una vez latió con amor por mí, pero que ahora estaba congelado en una armadura de desilusión y resentimiento.

—Lo que más me dolió fue darme cuenta de que estuve saliendo todos estos malditos años con un completo idiota.—dijo Jung Min Ki con un tono de desprecio en su voz.

Me quedé sin palabras, paralizado por el impacto de sus palabras. El corazón me latía desbocado en el pecho mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar. Nunca en mis sueños más oscuros habría imaginado que esas serían las palabras que saldrían de su boca. Sentí como si me hubieran dado un puñetazo directo en el estómago, dejándome sin aliento. Un torbellino de emociones se apoderó de mí: sorpresa, dolor, incredulidad.

Cada palabra que había dicho se clavaba en lo más profundo de mi ser, haciéndome cuestionar todo lo que creía saber sobre lo que fue nuestra relación. Las lágrimas amenazaron con brotar de mis ojos, pero me obligué a contenerlas. No podía mostrarle lo profundamente herido que estaba. En su lugar, traté de mantener la compostura, mientras seguía oyendo su voz para terminar su oración.

—Sin embargo, no te considero un inmenso idiota por haberme engañado, Lee Min Ho—continuó ella, frunciendo el ceño—. Te considero un inmenso idiota porque me has engañado con una mujer que no prefiere estar con los hombres. ¿O acaso olvidaste eso?

Me quedé perplejo, incapaz de asimilar lo que Jung Min Ki acababa de revelar. Mis pensamientos se agolpaban en mi mente, tratando de encontrar alguna explicación lógica a sus palabras. ¿Una mujer que no prefiere estar con hombres? ¿De quién está hablando? Mi mirada se encontró con la suya, buscando alguna pista en sus ojos, pero solo encontré confusión y frustración reflejadas en ellos. Traté de recordar cada momento de nuestra relación, cada interacción, cada conversación, pero no lograba encontrar ninguna señal de lo que ella está insinuando.

Las preguntas se amontonaban en mi cabeza, pero no encontraba respuestas. Me sentía perdido, como si el suelo se hubiera abierto bajo mis pies y me encontrara en un abismo de confusión y desilusión.

—No sé de qué me estás hablando.—contesté, confundido y desconcertado.

—Sabes muy bien de quién te estoy hablando. ¿No te acuerdas de quién es Bae Min Sun? ¿Es en serio, Lee Min Ho?—rio, sin poder creer en mi forma de estar reaccionando.—Veo que no, solo dejemos que ella te lo cuente.

En ese momento, desvié la mirada hacia un costado y ahí estaba mi exnovia. Bae Min Sun se acercaba corriendo a nosotros con un celular en la mano. Era mi celular, que aparentemente me había olvidado. Min Sun me lo entregó con una expresión de confusión. Parecía que ella no entendía nada de la conversación que había tenido con mi exnovia.

—¿Q-qué está pasando?

—Hasta aquí llegué yo.—contestó Jung Min Ki, dando unos pasos hacia atrás y alejándose de nosotros. Su expresión era seria y decidida, como si hubiera tomado una decisión importante.

Mientras tanto, luchaba por contener mis emociones, pero las ganas de llorar comenzaban a apoderarse de mí. Sentía un nudo en la garganta que amenazaba con desatarse en lágrimas. En este momento, Bae Min Sun dio un paso adelante, sus ojos brillaban con intensidad y sus labios temblaban ligeramente. Parecía que quería decir algo, pero está luchando por encontrar las palabras adecuadas. De repente, un trueno resonó en el cielo, rompiendo el silencio tenso que nos rodeaba. El estruendo repentino parecía reflejar la tormenta emocional que se estaba desatando en mi interior.

—Min Ho...—susurró Min Sun, su voz apenas audible pero llena de significado.

—¿Es verdad?—cuestioné, con los fanales llenos de lágrimas y la voz quebrada por la angustia. Mi desesperación era palpable, quería desesperadamente una respuesta. Pero ella guardaba silencio, lo que solo aumentaba mi frustración y enfado.—¡Contéstame!

Entonces, pude observar el cambio en su expresión. Los rasgos de su rostro se suavizaron y pareció que la máscara que había llevado puesta durante tanto tiempo finalmente se desvanecía. En este mismo instante, pude ver la verdad en sus ojos y en su mirada sincera.

—Sí, es verdad.—respondió ella.

Reí nerviosamente, pero el nudo en mi estómago se apretaba cada vez más. No podía creer lo que estaba sucediendo. Había confiado en que lo que teníamos era real, que era algo genuino. Cada momento que hemos compartido, cada palabra dulce, ahora parecían vacías y falsas. Sentí una sensación de traición y decepción que me atravesaba el corazón. ¿Cómo pude haberme equivocado tanto? Mis ilusiones se desvanecían ante mis ojos, dejándome con una sensación de vacío y desamparo.

—¿Por qué... has hecho...? ¿Por qué me hiciste todo esto, Sunnie?—pregunté con la voz temblorosa, luchando desesperadamente por contenerme. Mis manos temblaban y mi corazón latía desbocado en mi pecho. Intentaba controlar mis emociones, pero era una batalla perdida.

Suspiré exhausto, tratando de inhalar y exhalar profundamente para calmarme. No obstante, ya no pude más, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos como cascadas incontrolables. Sentía que mi mundo se desmoronaba a mi alrededor, que todo lo que había creído era una ilusión. En este minuto, la voz de Bae Min Sun rompió el silencio que nos envolvía. Su tono de voz sonaba suave y maniática, llamando toda mi atención.

—Creo que te gané.

—¿Perdón?—respondí confundido, frunciendo el ceño y tratando de comprender a qué se refería.

—Tú y yo hicimos una apuesta, ¿te has olvidado, Min Ho? Estabas tan seguro de que nunca llorarías por una mujer, pero mira, lo estás haciendo.—continuó, señalando con el dedo índice las lágrimas que resbalaban por mis mejillas. Me sentí sorprendido y herido por sus palabras.

No podía creer que ella hubiera jugado con mis sentimientos de esta manera.

—¿No me amas?—le pregunté, mi voz temblorosa reflejando mi confusión y dolor.

—¡¿Qué?!—exclamó ella, riéndose con amargura mientras algunas gotas de lluvia comenzaban a caer del cielo, como si el clima estuviera en sintonía con la tensión en el aire. Min Sun parecía muy molesta, sus ojos brillaban con una mezcla de enojo y decepción.—Tu ex acaba de dejarte en claro que no me gustan los hombres, Min Ho, así que puedes sacar tus propias conclusiones.

—Jamás pensé que...—comencé a decir, pero fui interrumpido rápidamente.

—Ese es tu problema, Lee, que nunca te pones a pensar.—me reprochó ella con frialdad, cortando mis palabras.

Sentí una mezcla de frustración y desesperación. No sabía cómo manejar la situación, cómo lidiar con mis propias emociones y con la actitud desafiante de ella.

—¡De acuerdo! ¡Has ganado! ¡¿Y qué?!—le grité en la cara, dejando escapar toda la frustración acumulada. No sabía cómo expresar mi dolor y confusión.

No sabía si debía seguir gritándole, si debía llorar, pedirle disculpas de rodillas o rogarle que dejara de hacerme sentir una completa basura. La tensión en el aire era palpable, y no sabía hacia dónde iba a llevarnos esta situación.

—¿Piensas qué hice esto solo por una apuesta? ¡No! No es solamente por eso, Min Ho.—demandó ella con voz temblorosa, sus faroles llenos de dolor y frustración.—¿De verdad no te acuerdas de todo lo que me hiciste cuando éramos niños? Me causaste tanto dolor. Gracias a ti, he estado escondida en una caja durante toda mi vida. Por tu culpa, nunca pude ser yo misma y estar con las mujeres, porque para ti era algo repugnante y despreciable. ¡¿No te acuerdas?!

Ella chilló, su tono de voz se encontraba llena de euforia y resentimiento. En este momento, ambos éramos dos personas derramando lágrimas, pero nuestras emociones eran completamente diferentes. Ella lloraba de rabia y yo de dolor. Sentía como si el aire se escapara de mis pulmones y mi corazón latía con un dolor agudo.

—Era un niño.

—¡Teníamos 11 años, Lee Min Ho! ¡Sabes muy bien que a esa edad los comentarios de las personas duelen mucho!—exclamó ella con voz cargada de frustración.

—¡Perdóname, maldita sea, Bae! ¡No sabía que te convertirías en una persona obsesionada que se aprovecha de su apariencia y que...!—intenté defenderme, solo que fui interrumpido por la risa amarga de Min Sun.

—¡¿Aún así sigues pensando en mi cuerpo?! ¡¿Sabes lo que tuve que aguantar por tu culpa, Min Ho?! Quiero que quede muy claro que disfruté cada momento, y que estoy disfrutando, cada lágrima que cae de tus ojos, Lee. Porque jamás, jamás, te juro que jamás me voy a olvidar de este momento en toda mi puta vida.—expresó con dolor en su voz.

Mientras tanto, mi mente está llena de pensamientos y reflexiones sobre todo lo que estaba sucediendo. Cada palabra que Bang Chan me ha dicho ahora resonaba en mi cabeza, haciéndome sentir como un completo idiota. Me di cuenta de que no había creído en las palabras de mi amigo cuando solo me estaba diciendo la verdad. Me sentí profundamente arrepentido por mis acciones y por el daño que he causado.

—Sí... Has ganado.—pronuncié, limpiando mis mejillas. Decidí que ya no permitiría que Bae Min Sun me viera en este estado y que no le daría el gusto de verme hundido. Por demás de que quería cumplir con mi palabra y alejarme de este vecindario para siempre, si dependiera de mí.—Así que, voy a cumplir mi parte del trato.

Bae Min Sun parecía confundida, sin entender lo que estaba sucediendo en este instante. Sin embargo, no podía negar que ella también había sentido algo por mí durante todos estos meses. Aun cuando lo que sucedió cuando éramos niños había dejado una marca, yo ya no era la misma persona de antes.

—Voy a dejarte ir.

Las lágrimas comenzaron a emerger de mis ojos castaños mientras pronunciaba esas palabras cargadas de resignación. Me sentía abrumado por la culpa y la tristeza, reconociendo que merecía enfrentar las consecuencias de mis acciones. Era evidente que había lastimado a muchas mujeres con mi comportamiento irresponsable y mis palabras hirientes. En este momento, me di cuenta de que necesitaba que alguien me confrontara y me mostrara la realidad de mis acciones. Ella se convirtió en esa persona, en alguien dispuesto a abrirme los ojos y hacerme ver la verdad. Aunque doliera admitirlo, sabía que debía dejar de ser un imbécil de mierda y comenzar a considerar los sentimientos de los demás. Sin embargo, a pesar de todo lo que había sucedido, no quería odiar a Bae Min Sun. Aunque he causado dolor y daño, todavía existía una parte de mí que no quería perderla por completo. Tal vez, en el fondo, deseaba que las cosas pudieran ser diferentes, que pudiéramos encontrar una forma de sanar y aprender juntos.

—Aún así, te puedo asegurar que me arrepiento profundamente de haber gritado esas palabras en aquel horrible pasillo.—demandé, girándome mientras sentía el impulso de alejarme de allí. Min Sun ya había cumplido con su parte del trato, ha logrado todo lo que quería, y ahora era momento de que yo me marchara para siempre.

—¿Cuáles palabras?—preguntó ella, confundida.

Giré ligeramente mi cuello para mirarla por última vez, capturando la imagen de su hermoso cuerpo, el mismo cuerpo que me ha atraído hacia ella. Observé sus ojos, esos ojos que me han engañado desde el primer momento en que me abrí con ella. Había sido un engaño doloroso, pero también aprendí una valiosa lección sobre la importancia de ser cauteloso con mis emociones y de no dejarme llevar por las apariencias.

—Bae, muéstrame las tetas.




FIN

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