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✧༄❱ capítulo diecinueve

PARTE XIX
Estás jodido, Lee Min Ho.

2016.

Mi mamá iba a hacer que explotara.

Hoy mi paciencia estaba al límite. Para empezar, la idea de que toda la familia se reuniera en casa no me entusiasmaba en absoluto. Mis relaciones con los sobrinos de mi padre eran, por decirlo suavemente, tensas. Tenían la irritante costumbre de tocar todas mis cosas, y no importaba cuantas veces les decía que no entraran en mi habitación, siempre lo hacían de todos modos. La última vez que desobedecieron, uno de ellos terminó rodando por las escaleras. Yo les había advertido.

Sin embargo, eso no era todo. Mi madre, con su insistencia habitual, me estaba presionando para que invitara a Bae Min Sun a la cena familiar que se celebraría en unas pocas horas. No es que no quisiera invitarla, es que ella simplemente no respondía a mis mensajes. Eso era lo que realmente me estaba sacando de quicio. No me consideraba un novio celoso, mucho menos de esos que se entrometen en cada aspecto de la vida de su pareja, asfixiándola. Pero, ¿por qué diablos no respondía a mis mensajes? ¡Demonios! Me sentía atrapado en un vórtice de frustración y preocupación, con la presión de la cena familiar y el silencio de Min Sun pesando sobre mí.

«Tranquilo, Min Ho.»

Simplemente necesitaba calmarme. No es que desconfiara de mi pareja. Bae era la persona más leal que conocía en el mundo entero. Yo lo sabía perfectamente y sus amigas no dejaban de recalcarlo: ella era un verdadero sol como novia.


—Min Ho, ¿a dónde crees que vas?—preguntó mi padre, interrumpiendo mi huida por las escaleras.—No pienses que me vas a dejar aquí abajo solo con todos estos niños.

—¿Y mamá?

—Se fue con tus tías al supermercado.

—Entonces iré con ellas, seguramente necesitan ayuda.

—¡No! ¡Tú te vas a qued...!

Pero su protesta fue interrumpida por el sonido de mi teléfono. Una llamada de mi madre.

—¿Sí, mamá?—contesté, lanzando una mirada desafiante a mi padre.—Sí, ya voy. Me tengo que ir, papá, mamá necesita que la ayude con algunas bolsas de las compras.—dije rápidamente, casi sin tomar aire.

Porque era más que obvio que no iba a quedarme a cargo de unos niños que no eran míos. No tenía la paciencia necesaria para eso, y mucho menos con mi propia familia.

ESCUELA GWONHA
Corea del Sur, Seúl
09:00 a.m

¡La puta madre!

La ansiedad me carcomía mientras me acercaba a la escuela. Sentía un nudo en el estómago al pensar que las respuestas colgadas en la pared no serían las que esperaba. No obstante, mi nerviosismo se alivió un poco al sentir la presencia reconfortante de mi novia detrás de mí.

Bae Min Sun me regaló una sonrisa.

—Vamos, Min Ho Ssi, estás haciendo esperar al resto—me animó, su rostro irradiando una emoción contagiosa—. ¡Dale, Honnie!

Su voz sonó como un canto alegre en mi oído. Tomé una profunda bocanada de aire y entré en la escuela, mis pasos resonando en los pasillos silenciosos. Cada paso que daba me acercaba más a la inevitable verdad que temía enfrentar. Pero no pude hacerlo, no pude mirar la hoja con los apellidos. Creo que estuve parado allí casi una hora, dejando que el resto de las personas vieran sus resultados. Finalmente, fue mi novia quien tuvo que mirar la hoja por mí.

Con un último aliento, di un paso adelante.


—¿Y...?—pregunté, mi voz apenas un susurro.

—Buen...—empezó ella.

—¡No, no, no! Mejor no digas nada.—la interrumpí, un torbellino de emociones me invadía.

—Honnie...—me miró, sus ojos llenos de paciencia y comprensión.

—Bueno, dime... ¡No, mejor no!—mis ojos se clavaron en el suelo, incapaces de sostener su mirada.—Bueno, mej...

—¡Ya, Min Ho!—me interrumpió, su tono de voz resonó en mis oídos haciéndome retroceder un paso.

Asentí con la cabeza, cediendo ante su determinación. Min Sun deslizó su dedo sobre el papel blanco, buscando mi nombre. Cuando lo encontró, me miró con una sonrisa enorme.

—¡Pasaste!—exclamó.

—¿Pasé...?—repetí en un susurro, mis luceros se posaron en el papel, confirmando lo que ella ha dicho.—¡Sí, pasé!—exclamé, la emoción inundando mi voz.

En este momento, lleno de alegría y alivio, besé profundamente a la mujer que estaba a mi lado. La emoción me embargaba y no pude contener mi gratitud hacia ella. Después de salir de la escuela, Min Sun me acompañó a hacer las compras necesarias para el próximo año académico. Ambos íbamos a asistir al mismo establecimiento educativo y suponíamos que la mayoría de nuestros amigos estarían allí.

Así pasamos el resto del día juntos.

Con cada día que pasaba, me daba cuenta de que realmente me he enamorado de la mujer que conocí en la playa, de la adolescente que revolucionaba mis emociones. Bae Min Sun era la mujer perfecta para un hombre imperfecto como yo. Suponía que este era el final que siempre deseé, porque siempre había sido así, eso era lo único que quería. Nuestro amor era tan profundo que decidimos pasar nuestras vacaciones en el mismo lugar donde nos conocimos, o más bien, donde yo la volví a ver. Allí estábamos, disfrutando del frío intenso en las playas de la Isla de Jeju. Min Sun aún está un poco molesta conmigo, ya que ella no quería venir en invierno. Decía que la isla era mucho más disfrutable en verano.

—¡No! ¡Hace frío, Lee!—protestó Min Sun.

No pude evitar reírme de ella.

Era demasiado divertido verla enojarse. Sin embargo, esos momentos también nos proporcionaban una intimidad especial, y eran los mejores de todos. De verdad. Las vacaciones de invierno pasaron y tuvimos que enfrentar de nuevo la realidad de los estudios. Aunque era lo último que quería hacer, sabía que para ingresar a la universidad debíamos completar este curso. Probablemente nos harían hacer cosas que no me interesaban en lo más mínimo, todo para obtener una beca.

Cinco meses.

Han pasado cinco maravillosos meses con la mujer que me hacía feliz. En este mismo momento, estaba en una fogata que mis mejores amigos habían organizado para despedir las vacaciones, ya que mañana era el primer día de clases.

—Debería haber aceptado ir a la universidad.—se quejó Yeo Sang.

—Yeo Sang, no te quejes.

—Es que...—bufó, claramente frustrado con la idea de hacer ese curso en lugar de ir directamente a la universidad.—Tsk. Ustedes nunca lo entenderán. No se quejan porque sus novias estarán con ustedes.

—Pero tú no tienes novia.—le recordé.

—¡Exacto!—exclamó, fingiendo llorar.

Todos nos reímos.

—Si no tienes novia es porque eres un idiota con las mujeres.

—¡¿Qué?!—levantó la cara, claramente ofendido por mi comentario.—¡Min Ho era peor que yo y míralo! Tiene dos hermosas novias. ¡Esto es muy injusto!

Suspiré. Estaba cansado de que mis amigos siguieran con el mismo tema de siempre. Yo no tenía dos novias, solo estaba saliendo con una y era hora de que ellos lo entendieran de una vez.

—Ya lo vas a hacer enojar.

—Jung Min Ki no es mi novia, Kang.—insistí.

—Aish. Está bien, pero volviendo al tema...

Y así, volvieron a hablar sobre la vida amorosa de nuestro amigo. De esta manera, pasamos nuestro último día de vacaciones juntos, entre risas y bromas. Justo antes de irme a dormir, mi madre intentó llamar mi atención. Empero, su esposo intervino, insistiendo en que debía irme a dormir para no llegar tarde a mi primer día de clases. A pesar de que entendía su preocupación, me quedé con la curiosidad de saber qué tenía que decirme mi madre.

Parecía algo importante, pero mi padre no la dejó hablar. Demonios.

CASA LEE
Corea del Sur, Seúl
06:30 a.m

—¡Min Ho, arriba!

Abrí los párpados lentamente, dándome cuenta de que había llegado el momento de asistir al primer día de clases. No tenía ganas de ir, pero la idea de volver a ver a mi novia era el único incentivo que necesitaba para levantarme rápido de la cama. La extrañaba, había pasado mucho tiempo desde la última vez que la vi. En diez minutos ya estaba listo, desayunando lo más rápido que podía.

Bang Chan pasaría a buscarme, según él, no era buena idea que fuera a la escuela en la motocicleta que mis padres me han comprado. Era como una madre, pero en versión amigo.

—Ten un buen día, cariño.—me deseó mi madre.

—Gracias, mamá.—le respondí con una sonrisa, cerrando la puerta detrás de mí.

En la entrada de mi casa ya me esperaba Chan. Durante el trayecto para recoger a nuestros amigos, noté que algo no iba bien con él.

—Min Ho.—me llamó.

—¿Hmm?—me giré hacia él, ha estado buscando con la mirada a mi novia.—¿Qué pasa?

Chan me miró con una expresión de preocupación que nunca había visto antes.

—¿Me creer...?

—¡Min Ho Ssi!—interrumpió Min Sun, lanzándose a mis hombros.

—Hermosa, hola.—la saludé, besando sus labios.

Chan rodó los ojos y se alejó de nosotros.

—¿Está bien?—preguntó Min Sun.

—Supongo, no lo sé.—le respondí encogiéndome de hombros.

—Vayamos a las clases.—sugirió.

—Claro.

Asentí. Unimos nuestras manos y comenzamos a caminar hacia el salón de clases. Por suerte, esta vez éramos compañeros.

COMEDOR GANG SEUL
Corea del Sur, Seúl
12:00 a.m

Mis ojos recorrían la multitud, buscando a uno de mis mejores amigos. La conversación con Bang Chan me había dejado inquieto, lleno de dudas. Tal vez está pasando por algo grave en su vida y yo no estoy prestando la atención necesaria. A menudo me comportaba como un idiota y, quizás, también fui muy egoísta con mis amigos. Pero ya no quería seguir así, quería ser un buen amigo para ellos. Después de todo, por alguna razón, los consideraba mis mejores amigos. No obstante, no lograba encontrar a Chan en ninguna parte. Decidí ir a la cafetería a comer algo antes de retomar las clases.

Sin embargo, al entrar a la cafetería, mis ojos se detuvieron en una mesa. Allí se encontraba Bae Min Sun, sonriéndole coquetamente a un chico. Sentí cómo mi mandíbula se tensaba, un nudo se formaba en mi estómago y una sensación de celos me invadía.

Mi novia, la chica que amaba, estaba allí, sonriendo a otro chico.

—¿Interrumpo?—pregunté, dejando caer la bandeja de comida en la mesa con más fuerza de la necesaria. Min Sun me miró confundida y el chico se alejó rápidamente.—Parece que sí.

Ella suspiró, claramente molesta por mi abrupta aparición.

—¿Qué te pasa, Min Ho?

—¿Qué qué me pasa? Te vi coqueteando con ese chico justo frente a mí, no soy estúpido, Sun.

Min Sun cruzó los brazos y las piernas, su expresión cambió completamente. Por dentro, estaba luchando por mantener la calma. Tal vez todo había sido producto de mi imaginación y estaba exagerando.

Me senté a su lado.

—Perdón, amor, es que...

—Eres muy celoso y no me gusta.—me interrumpió.

Fruncí el ceño, sorprendido por su reacción.

—¿Qué?—reí, pasando mi brazo izquierdo sobre el respaldo de su silla.—Creo que estás exagerando un poco, Sunnie, es la primera vez que te digo algo así.

—No me gustan los chicos celosos, Lee.

—¿C-cómo? Espera, creo que me estoy confundiendo.—expresé, empezando a reírme nervioso.

Mi novia se comportaba de una manera que no reconocía. Se levantó de la silla, su bolso en la mano, y me miró con una expresión desconocida.

—Si quieres seguir conmigo, tienes que cambiar eso, Min Ho. No voy a salir con un maniático celoso.—sentenció.

—¿Problemas en el paraíso?—se oyó una voz familiar.

Nos giramos y vimos a un chico que, para mí, no era un desconocido. Me levanté de la silla de un salto y me acerqué a él.

—¡Seong Hwa!

—¡Ajá! Sabía que me extrañabas.—respondió Park Seong Hwa, dejando su bandeja de comida en la mesa redonda y envolviéndome en un abrazo.

La emoción de volver a verlo fue tan grande que me olvidé por completo de la discusión que estoy teniendo con mi novia. Pero entonces me alejé.

—Amor, él es...

—Park Seong Hwa.—interrumpió ella.

—Oh, ¿lo conoces?—le pregunté, sorprendido.

—¿Nos conocíamos...?—cuestionó Seong Hwa, mirando a Min Sun con una expresión de confusión.

Simplemente pude observar cómo mi novia lo miraba atentamente, con los brazos cruzados. Sin embargo, de repente, cambió su expresión y le sonrió, fingiendo que no estaba enojada.

—Los chicos han estado hablando mucho de ti, además de que la novia de Woo Young es una de mis mejores amigas. Supongo que entiendes...—explicó Min Sun.

—¡Ah!—exclamó Seong Hwa, alargando la «A», luego me miró.—Me había olvidado por completo de Kim Min Jeong, pensé que habían terminado hace bastante tiempo. Pero veo que no...

—Las cosas han cambiado mucho aquí.—comentó Min Sun, su sonrisa parecía forzada. Ahora mismo es cuando tenía un millón de preguntas revoloteando en mi mente.

—¿Y los chicos?—preguntó Seong Hwa, haciendo que todos volviéramos a sentarnos.

—No tengo ni la menor idea.—admití.

—¡No puede ser!

—¡Son ellos!

—¿Qué está pasando...?—susurré, notando que la mayoría de las personas estaban mirando hacia la puerta.—¿Vino un idol, acaso?—bromeé, pero Seong Hwa me miró, claramente confundido por mi comentario.

—¿Es broma...?—preguntó Seong Hwa, su rostro reflejaba confusión.

—¿Por qué?—indagué, igualmente confundido.

—¿Si sabías quiénes han vuelto a la ciud...?

La frase de Seong Hwa quedó en el aire, interrumpida por el sonido de la puerta de la cafetería abriéndose de golpe. Mis ojos se dirigieron instintivamente hacia la entrada. Maldición, me había olvidado por completo de la noticia que me han estado dando desde el año pasado. Y no fui el único que se percató de eso, ya que Min Sun miraba en la misma dirección.

Park Seong Hwa se volvió hacia nosotros.

—¿Quiénes volvieron a la ciudad?—Min Sun abrió la boca, sin apartar la mirada de un viejo amigo mío.

—Los mellizos Jung.—dijo.

—¡Volvimos, perras!—exclamó Jung Sung Chan, causando una ola de gritos emocionados en la cafetería.

Pero lo que realmente captó mi atención fue la mujer que se colocó al lado de Sung Chan. Sus ojos recorrían la cafetería, como si estuviera buscando a alguien. Su mirada era de pura frialdad.

«Que no me vea... Que no me vea... Que no me...»

Estás en problemas, Lee Min Ho.

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