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ÚNICO.

Jimin se mantuvo callado en todo momento mientras observaba a su mejor amigo discutir con el chico que había rayado su lujoso carro negro. TaeHyung estaba rojo de la ira que sentía mientras el otro chico parecía divertido del espectáculo que estaba montando frente a la cafetería a la cual habían ido a pasar las horas que restaban para la próxima clase.

No podía ver bien al chico que estaba delante de TaeHyung y por más que quisiera seguir escuchando a su amigo discutir sobre lo caro que sería volver a pintar el carro, quería largarse de una buena vez porque tenían un examen muy importante que presentar.

— ¡Tú no sabes lo jodidamente caro que es esto! — Gruñó el chico de cabellos castaños y mirada seria. — Ni juntando los tres pesitos que ganas podrías reparar el maldito daño que hizo tu horrible moto a mi carro.

— TaeHyung. — Llamó Jimin cuando escuchó la ronca voz de la persona mientras reía.

— Eres un jodido malandro. — Protestó el menor señalando con recelo al pálido.

— Ya Kim TaeHyung, tenemos que irnos. — Exclamó Jimin empujando al menor y quedando cara a cara con el desconocido que había provocado la ira en su mejor amigo.

Solo necesitó verlo una sola vez para saber que estaba completamente jodido. El desconocido frente a él vestía con unos jeans rasgados un poco viejos, una chamarra verde y una chaqueta en las mismas condiciones que sus pantalones. Tenía el cabello negro un poco largo y era extremadamente pálido, portaba cadenas grandes y llamativas al igual que los anillos que adornaban sus manos.

— Quítate mochi, no sabemos si es peligroso. — Gruñó Taehyung intentando llamar la atención de su mejor amigo, pero para su sorpresa Jimin estaba completamente concentrado en el desconocido que sonreía hacia ellos como un cazador viendo a su presa.

— ¿Te gusta lo que ves pastelito? — Cuestionó con arrogancia el único pelinegro. Jimin titubeó mientras intentaba retener a toda costa la tonta sonrisa que quería dibujarse en su rostro.

— Ya quisieras tú que alguien como Jimin se fijara en ti, perdedor. — Gruñó el más alto mientras abría la puerta y empujaba a su mejor amigo dentro del carro. De forma presurosa se subió al asiento piloto y solo cuando YoonGi vio que la ventana bajaba y nuevamente el rostro del chico bonito aparecía frente a él, se permitió guiñarle el ojo y deleitarse con el bonito color carmín que adornó las mejillas contrarias.

— Lástima que no volveré a verte. — Susurró para sí mismo el pálido mientras veía el carro perderse entre las calles de Seúl.

Dos semanas después de aquel encuentro. Jimin se encontraba vagando por las mismas calles de aquel barrio en donde se había encontrado con aquel chico que había llamado su atención sin duda alguna.

Quizás su intento era algo inútil, pero ahí estaba él con su mirada curiosa recorriendo toda porción de espacio frente a él y con la esperanza de volver a ver al chico malo que rayó el carísimo Mercedes de TaeHyung.

Llámenlo suerte, quizás destino. Pero un solo minuto bastó para que ambos se encontraran perdidos en el otro. Jimin nunca se consideró nervioso, pero ahí estaba en medio de la acera sintiendo todo su cuerpo temblar ante la visible cercanía y el poco espacio que lo separaba del pálido.

— Si me permites decirlo, estás muy lejos de tu zona pastelito. — Mencionó con voz ronca. Jimin admiró y se deleitó con el increíble acento de Daegu tan marcado profundamente en el tono de voz del pálido.

— Se me perdió algo. — Mencionó lo primero que le vino a la mente mientras su mirada se encontraba fija en el chico frente a él. YoonGi se encogió de hombros mientras alzaba las manos, sin embargo cuando iba a empezar a hablar, el grito de alguien detrás de ellos le alarmó y simplemente tomó la mano de Jimin y salió corriendo con él si esperar a que este procesara lo que estaba sucediendo a su alrededor.

Varias cuadras más adelante, ambos jadeantes por la larga distancia recorrida, se miraron y sin decir palabra alguna se rieron de lo loco que había sido ello. YoonGi lo comprendió cuando vio el brillo en la mirada del chico y escuchó la dulce risa que escapaba de aquellos labios carnosos.

Estaba jodido, completa y absolutamente flechado por un desconocido.

— ¿No vas a preguntarme porque salimos corriendo? — Jimin negó mientras dibujaba una sonrisa en su rostro. — ¿No te importa?

— No tienes una pistola ni sangre en manos así que no es nada malo. — Aseguró el de cabellos rosados extendiendo su mano. — Me llamo Jimin. — Se presentó. — Park Jimin.

— Jimin. — Repitió el pálido con su ronca voz. Jimin asintió ignorando el pinchazo de emoción que sintió cuando escuchó su nombre ser dicho de aquella manera tan grave y un tanto seductora. — YoonGi. — Se presentó el pálido tomando la mano del contrario e ignorando la increíble sensación que sintió con solo tocar la mano del chico frente él. — Min YoonGi para tu eterno servicio pastelito. — Jimin rió sin soltar el agarre en la mano contraria.

Sin darse cuenta realmente, el tiempo pasó en un abrir de ojos y Jimin empezó a sentirse más vivo de lo habitual. Solo tenía que ver al chico rebelde de pantalones rasgados y camisas sencillas para sentir que todo al lado de YoonGi era bueno y que no tenía explicación lógica.

Todo se sentía bien, se sentía correcto. Y más cuando la cálida mano de YoonGi se aferraba a la suya con fuerza para entregarlo al mundo de la adrenalina. La vida dejó de ser blanco y negro, se pintó de varias tonalidades de colores, predominando el rojo intenso de la pasión y el verdadero amor.

— Voy a llevarte al fin del mundo si quieres, te llevaré al cielo. — Prometió YoonGi mientras guiaba a Jimin hacia su moto. — Lo tocarás y luego te regresaré a mí para que sepas que él único que puede darte todo esto soy yo. — Aseguró con firmeza.

— ¿Quién dijo que quería ir al paraíso si tú no estás en él? — Preguntó abrazándose a la espalda del mayor como si su vida dependiera de ello mientras sentía el movimiento de la moto por las calles duramente transitadas de Seúl. La risa del mayor llegó hasta sus oídos y Jimin se sintió seguro con solo eso.

— Entonces abre tus brazos a lo desconocido Jimin-ah, yo cuidaré de ti y estaré ahí para salvarte. — Aseguró. Jimin sin miedo alguno fue soltando su agarre del cuerpo contrario mientras la brisa fresca impactaba con su rostro moldeando sus cabellos rosados al ritmo de su movimiento. Con una sonrisa en su rostro vivió aquel enérgico momento en donde si sus padres lo vieran, quizás ambos morirían de un infarto por lo arriesgado y atrevido que estaba siendo al ir con los brazos abiertos a tan alta velocidad y sin tener algo que lo mantuviera seguro a la moto.

Pero no importaba, no importaba lo que nadie pensara sobre él o YoonGi. Lo único que sabía a la perfección era que al lado del mayor, él estaba seguro... Estaba completo y era jodidamente feliz.

— Dime que es una mentira lo que mis ojos están viendo. — Gimió horrorizado TaeHyung en lo que observó quién estaba frente a su universidad esperando con casco en mano. La mayoría de sus compañeros y otros estudiantes veían con extremada curiosidad al chico que contrastaba demasiado con todos ellos. Jimin sonrió feliz e ignorando los gritos de su mejor amigo, corrió hacia los brazos abiertos que lo estaban esperando.

— Gracias por venir a buscarme hyung. — Susurró separándose un poco solo para ver de cerca el rostro del contrario. La sonrisa que tanto amaba se dibujó en el rostro del pálido mientras este lo dejaba en el suelo justo frente a él.

— Siempre a tu servicio pastelito. — Mencionó otorgándole el casco y ante los ojos incrédulos de la mayoría de los presentes, Park Jimin el chico más popular de la universidad se fue acompañado de alguien que claramente no era como ellos, pero que tenía su corazón.

Y es cuando ambos se detienen a verse que se dan cuenta que no pueden seguir ocultando el torrente de emociones que los embarga a ambos con tan solo estar cerca. Jimin no sabe si fue él quien rompió la distancia, lo que sabe es que por fin está probando los labios de la persona que se robó su corazón y que tiene cada uno de sus pensamientos.

Lo tiene. Lo desea y lo obtiene.

Ninguno está pensando en el mañana, mucho menos en las personas que pudieran estar en contra de su relación. Solo están concentrados en tenerse y sentirse sin impedimento alguno, sin ninguna barrera entre ellos. El menor de ambos no tiene miedo cuando las prendas de vestir empiezan a desaparecer y su cuerpo golpea contra la cómoda cama. Solo quiere amar, amar y ser amado. Entregarse y recibir a cambio lo mismo que está dando, lo mismo que está sintiendo y lo mismo que está experimentando. La gloria, el paraíso y el infierno. Min YoonGi lo hizo llegar a la cúspide de cada uno y lo devolvió al plano terrenal en donde ambos se encuentran danzando a un mismo ritmo entre respiraciones agitadas y jadeos llenos de deseo y anhelo.

— Te amo. — Susurró Jimin sinceramente. — Pocos meses, quizás ni un año pero el tiempo no se mide cuando sabes que es la persona correcta.

— Tardabas en decirlo. — Susurró con una sonrisa cariñosa dibujada en su rostro. — También te amo pastelito. — Mencionó con infinita alegría mientras apretujaba el cuerpo entre sus brazos y cerraba los ojos para descansar lo que quedaba de madrugada.

Jimin lo sabía. No era necesario que YoonGi le dijera que lo amaba para él saberlo. Cada toque, cada mirada y cada caricia, Min YoonGi le hizo el amor con la mirada, con su voz, con su sentir. Y Jimin... Jimin lo amó de la misma forma.

...

Muchas gracias por los 2k en seguidores. Les agradezco eternamente por el cariño que le han dado a mis historias, incluso a mí.

Espero les gustara este corto OS.

¡Les quiero mucho!

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