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Diez

—Hanna* me visitó ayer.— Murmuró al teléfono, sabiendo que Seungkwan lo escucharía. —Dijo que no eras el único que me extrañaba.

Seungkwan debió hacer una mueca intuyendo el punto de Mingyu, aun así no dijo nada. Claro, Mingyu era capaz de intuir que su lindo amigo le había dado su dirección a la única chica del mundo a la que no quería ver, y si no había sido Seungkwan entonces Minghao quedaba como sospechoso, pero la chica nunca sería capaz de preguntarle directamente a él. Por ultimo quedaba su hermana, y su hermana detestaba a Hanna con toda su existencia. Entonces el culpable sin duda era Seungkwan.

—Pensé que no iría.— Respondió Seungkwan a lo que Mingyu soltó una pequeña carcajada molesta. —¡Solo estábamos hablando y de repente pasó! ¡yo no tenía pensado decirle!

—Ah, sí, a mí también me suele pasar— Dijo caminando por el departamento, sus ojos puestos sobre la manzana que inspeccionaba para comerse. —Específicamente con las direcciones de mis amigos, y mejor, hablando con las personas que mis amigos No. Quieren. Ver.

—¡Ella dijo que ya te había superado!

—Y lo hizo, me superó en ser persistente y un poco acosador.

Mingyu torció los labios lanzando la manzana lejos, tenía hambre, pero su ánimo no estaba como para comer algo saludable, quería salir y simplemente meter a su organismo cualquier tipo de comida chatarra. Dios, él ni siquiera había encontrado un gimnasio cerca para retomar su rutina. ¿Subiría de peso demasiado pronto o bajaría? Le gustaba su cuerpo y se sentía bien con él, pero mantenerlo así le estaba resultando complicado desde que sus comidas solo contaban con productos enlatados y/o de dudosa procedencia.

—Solo dile que ya no quieres verla.

Claro, decírselo y ya, como si Seungkwan no supiera que Mingyu era bastante torpe al hablar, cualquier palabra dicha podía ser usada en su contra, y ese conocimiento era por experiencia propia y reciente.

—Se lo dije una vez, despues mi estúpido amigo le dio mi dirección.

—¡Tu estúpido amigo está intentando mantener a tus otros estúpidos amigos juntos!— El chico gritó sorprendiéndolo por completo. —Desde que comenzaron con todo este drama las cosas parecen una guerra, Minghao ya no quiere salir, Hanna solo quiere lamentarse y hablar del tema, Jun no deja de intentar animar a Minghao ¡Y Dino se ha puesto insoportable con todo esto! ¡Dios, ahora resulta que a él le gustaba Hanna! ¡Y a SoJeong* le gustaba Dino! Ellas dos ahora no se hablan al igual que Jun y Dino...— El chico habló tan rápido que Mingyu tuvo que prestar especial atención a cada palabra. Al parecer Seungkwan había terminado. —¡Y a Hansol le importa un pito!

Mingyu apretó los labios.

—Lo siento Kwannie...

—No es tu culpa— Se escuchaba cansado, tanto que contagió a Mingyu. —Supongo que tarde o temprano iba a pasar, solo que no esperaba que fuera así.

—¿crees que todos estén enojados conmigo?

—No lo sé, Jun ha preguntado por ti, dice que está preocupado...Pero honestamente se ve más preocupado por Minghao.

Mingyu sonrió un poco.

—No me sorprende.

—A nadie, pero era un secreto hasta que todo comenzó.

Ambos suspiraron. Era agotador pensar en ello ¿Dónde habían quedado esos niños que jamás pensaron en la vida adulta? Aquellos que decían no importarles y aun cuando lo aceptaron simplemente dijeron que se enamorarían y despues comenzarían a formar su familia, su núcleo. Ahora todo era un penoso recuerdo de la infancia. Mingyu no encontraría la manera de explicarle a su pequeño yo que todo era complicado, que no era simplemente llegar y decirle a una chica que la amaba para despues casarse y vivir felices. Era complicado.

Escuchó gritos proviniendo del otro lado de la pared, la voz de Jaejoon atravesando objetos para llegar hasta sus oídos. Mingyu suspiró de nuevo, bien, ahora no era solo durante la noche. Intentó ignorarlo concentrándose en Seungkwan quien comenzaba a sacar un nuevo tema de conversación. Mingyu miró de reojo por curiosidad.

Hubo un golpe. Pero no era su asunto. Aun así caminó hasta su puerta y se asomó por la mirilla con la extraña intuición de que tarde o temprano alguno de los dos pasaría. Por suerte no se equivocó, pudo escuchar la puerta abrirse y vio a Jaejoon caminar por el pasillo. Despues encontró a Wonwoo deteniéndolo poco más delante de su puerta. Le dijo un par de palabras a Seungkwan y colgó.

—¡¿entonces quieres que me largue?!— Escuchó la voz de Jaejoon. —¿Qué demonios quieres? Si me voy te enojas, si me quedo solo comienzas a lloriquear ¡¿Qué carajos quieres?! ¡¿Por qué no te vas tú de aquí?!

—Baja la voz, molestarás a los vecinos.— Wonwoo tomó la mano de su hermano y lo jaló de vuelta al departamento, o al menos lo intentó. —No es momento de discutir, tampoco es el lugar.

—Si regreso al maldito departamento mi madre no dejará de darte la maldita razón, entonces sabremos cómo acabará todo de nuevo.

—Si me da la razón es porque la tengo, así que regresa de una vez.

—Claro, regreso para que puedan sacarme entre los dos.

Jaejoon se apartó con un movimiento brusco, tanto que chocó contra la puerta de Mingyu. Él saltó un poco por la sorpresa. Intentó regresar a lo suyo e ignorarlos, fingir que no estaba espiándolos, pero la curiosidad no era algo que pudiera aliviarse como una simple gripe, él quería seguir escuchando la discusión. Apretó los labios preguntándose si era correcto, aunque esa conversación con si mismo duró poco al aceptar que no, no era correcto escuchar discusiones ajenas.

El ambiente afuera se aligeró un poco, ya no había gritos, simples miradas que Mingyu no alcanzaba a ver por completo. Tenía a Wonwoo de frente, sus lindos ojos tristes encajados seguramente en los de su hermano. El labio inferior del chico tembló un segundo, como si hubiera querido susurrar algo, más no escuchó nada. Jaejoon se movió apartándose de su puerta y comenzando a relajarse. Mingyu no pudo dejar de observarlos. Wonwoo extendió el brazo y arrastró al chico hasta él, lo abrazó.

Un extraño sentimiento se extendió por el estómago de Mingyu. Era un abrazo de hermanos... algo simple y quizás lindo, pero había algo que no cuadraba del todo, al menos en su mente. Recordó a su pequeña hermana, ellos solían ser cariñosos de vez en cuando, se abrazaban e incluso se repartían besos juguetones cuando estaban felices, y trató de imaginar a Wonwoo y a Jaejoon de esa misma manera, pero no.

Había algo fuera de lugar en ese abrazo.

Wonwoo estaba sumergido en una sonrisa llena de cariño y tristeza.

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