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🌹53🌹

Keith no atendía a la carretera. Miraba su movil, miraba sus pies y miraba por la ventanilla. Por muy irónico que sonase no prestaba atención al exterior. Es que su cabecita no le dejaba. No dejaba de pensar en Lance. En la chica del teléfono. En todo menos en la carretera.

Shiro miró de reojo a Keith:daba cámaras larguísimas al cigarro, miraba a muchos lados, estaba perdido. Tan perdido como su cabeza. Como la voz del teléfono. Mierda quien era esa joder. Por que estaba con Lance. Por que.
Mierda joder. El coreano chasqueó su lengua.
Shiro se dió cuenta.

-Respira un poco anda. -dijo con una sonrisa muy muy suave. Tal vez la más suave que había pintado en su rostro. Tan suave que se difuminaba y se borraba.
Keith no dejaba de sentirse mal. Joder es que era un puto capullo. Maldito beso. Maldita discoteca. Maldito local. Maldito niñato mimado. Maldita sonrisa blanca, maldita risa y malditos labios que le pedían a gritos cómeme. Ese maldito te quiero.

Tras un viajecito largo de unos minutos eternos, Shiro aparcó delante de un edificio grande. Shiro miró a Keith.

-Vale. Quiero que respires hondo, me mires y me escuches. -Keith frunció su ceño. Observó el edificio una vez más.
Ahora detenidamente. Era una edifico grande...
Uno grande y ancho.
Keith detalló el edificio y, muy a su pesar, encontró algo que no quiso encontrar.
Una cruz roja en lo alto del edificio.
Keith se giró con miedo hacía Shiro.

-Shiro. No.

-Escúchame.

-¿Que está pasando? -trató de abrir la puerta del coche. Shiro era inteligente y había puesto el seguro. Keith le miró y negó. Le cogió los brazos. -¡Shiro por favor no me jodas tío por favor! -Shiro siseó un sshhh lleno de paz. Keith negó. Tragó saliva y soltó el aliento. -Shiro por favor. -a Keith se le había evaporado la sangre hacia ya segundos.

-Escúchame... -Shiro le peinó la melena desenfadada y desordenada. Keith tragó una vez más saliva. Tenía la garganta muy seca de repente. -Me ha llamado Allura, le habían avisado antes. Tranquilo ¿vale? Lo que ahora no queremos son sustos y gente alterada. -Keith frunció el ceño asustado. -Tranquilo ¿vale?

-¿Está bien? -Shiro asintió.

-Juraría que si. -Keith rumió un joder y trató de abrir la puerta. -Para o no sales de aquí. -se giró y le miró a los ojos. -Ya está, ¿vale? Vamos a ir a la planta y vamos a preguntar si podemos verle.

-Vamos a verle. -sentenció.

-Hay que preguntar. Más te vale seguir los pasos y ser paciente. -abrió si puerta y acto seguido la de Keith, desde fuera.
Cerró el coche y se adentraron en el hospital.
Olía mal. Keith quiso vomitar.
No quería estar allí. No quería. Quería ir a su casa, fumarse un cigarro, tener a Lance bajo sus piernas gimiendo, tenerle abrazándole, oír su voz, sentir sus labios, sentir su aliento. Joder que quería sentirle.
Pero no un hospital joder... no.

Subieron por el ascensor. Shiro le acarició la espalda sobre la tela gruesa de la chaqueta. Estaba tan tenso, tenía tanto miedo. Tanta inseguridad.
Es que se estaba ahogando él sólo.
Él sólo.

Llegaron a la planta. Encontraron a una chica morena hablando con una enfermera en un mostrador. Encontraron a una mujer con un gotero. Encontraron una chica con un chico tomando un café. Unos padres hablando en la puerta de una habitación.

Y encontraron a una chica de melena larga blanca. Keith tragó saliva de forma seca. Salía con una sonrisa en la boca de la habitación. Allura se acercó a paso apresurado a Shiro.

-Shiro, siento avisar tan tarde...

-Nada, no te preocupes. -Keith se quedó a su lado, mirando los números de la habitación. -¿Como está? -Allura suspiró. Sonrió y negó.

-Está... bien, supongo. Está derrotado. Ha pasado una noche... - el coreano de melena larga chasqueó su lengua. Se sentía el triple de mal.

-¿Podemos entrar? -murmuró nervioso. Allura alzó sus hombros.

-Si, bueno, no se. -Shiro miró a Allura. Luego a Keith.

-Entraré yo primero. Keith, vete a tomar algo a la cafetería. Hazlo por mi. - el de la melena gruñó y se fue al sitio mencionado.
Allura suspiró. Miró a Shiro una vez Keith se alejó.
-¿Esta realmente bien? -Allura asintió.

-Si, creo que si. -murmuró en voz baja y suave. La chica morena de la recepción volvió a la habitación. A la de Lance. Shiro frunció su ceño. -Es su hermana, Verónica.

-¿Como la conoces? -Allura rió en voz baja.

-Ex cuñada. -el coreano miró la puerta. -Entra. Está despierto.

Y Shiro entró.
Keith estuvo en la cafetería cagandose en su sombra y en su reputación miles de millones de veces.

Bandera roja. Roja roja y roja.
Un socorrista urgente.


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