🌹52🌹
Keith volvió a la cama tras varios cigarros.
Vió a Shiro allí, tumbado, de lado, casi bocabajo, con la espalda desnuda y al aire, dejando ver alguna que otra cicatriz que ya conocía.
Suspiró y miró su lado de la cama. Entonces se acordó. En algún momento Shiro tuvo a Lance entre sus brazos, le hizo gemir y quien sabe si morderse la mano de placer.
Cogió aire y lo tiró lentamente. Tranquilo Keith... tu también estuviste en su puesto. Y nadie te dijo nada... sólo tu conciencia.
Volvió a la cama. Se acurrucó de lado y cerró sus ojos. Abrazó un cojín y apretó sus ojos. Pensó que era Lance, que olía a él...
Esperó al día siguiente.
Y llegó. Llegó el día siguiente.
Keith se despertó más pronto de lo habitual.
Shiro se lo encontró en el balcón, apoyado con el culo hacía atras, mirando el horizonte como había hecho la noche anterior. Shiro sonrió.
-¿Despierto tan temprano? -Shiro se acercó y alborotó la melena azabache. Casi se le cae el cigarro de la mano.
-Déjame... -murmuró. -Ah, ya me estás dando mi móvil. -murmuró de espaldas, moviendo su mano que sostenía un cigarro. Shiro rodó sus ojos.
-Obsesionado estás. Duchate y... - el coreano más joven salió del balcón como un rato. -Es imbécil. -murmuró.
Keith salió con el pelo empapado.
Shiro le dejó el móvil junto al desayuno, el cual ignoró totalmente.
Buscó ese número que alguna vez le llamó para hacerle una broma. Joder, le temblaban las manos. Que se le iba a caer el móvil.
Marcó el número de Lance.
-Y si no lo coge. -murmuró en voz baja.
-Pruebas más tarde. - el azabache tragó saliva de forma seca. -Llama ya anda. - el coreano carraspeó y marcó.
Apretó el número de llamar.
Respiró hondo, tanto que hasta sus pulmones pudieron entender el olor de la casa de Shiro. Le temblaban tanto las manos que se contagió el temblor a sus piernas. Apretó sus labios y miró un punto fijo. Tenía tanto miedo de que le mandara a la mierda.
El teléfono dio señal.
-¿Si? -una voz femenina respondió al teléfono. A Keith se le heló la sangre.
-Eh... ¿Lance?
-No puede ponerse ahora. -la chica sonaba tranquila, suave y casual. -¿De parte de quien?
-K-Keith. -por primera vez en su vida, al tío de piercings y los huevos bien puestos , al tío de la melena y nada de enamorarse o pillarse, le tembló la voz. Tartamudeó. Se volvió frágil. -Keith Kogane. -soltó el aire lentamente. Le temblaban las manos aún más.
-Vale, se lo digo en cuanto pueda.
-Perdona... -Keith le cortó, nervioso. -¿Quien eres?
-Soy Verónica su... -una voz al fondo de la línea hizo que la morena apartase el móvil de su cara. -Oye Keef, te tengo que dejar. Llámame en media hora ¿vale? Adiós. -le colgó. Keith alejó el móvil de su cara, pálido. Shiro miró al de la melena y sintió que algo no iba bien.
-¿Qué pasa, qué pasa? -Keith parpadeó varias veces y tragó saliva. Miró a Shiro.
-Hay otra... -murmuró. El mayor frunció su ceño.
-Otra... ¿otra?
-Si.
-¿Allura? -negó.
-No, Verónica. -Shiro frunció el ceño. Keith habría estampado el móvil de no ser por que le llamaría más tarde y por qué el pulso le fallaba. Se sentó en el sofá. Pasó una mano por su cabello, por las raíces. Joder... el no quería esto. ¿Y a él cuando le avisan de bandera roja? Que se estaba ahogando joder. El hacia de socorrista pero nadie le socorria a él. Se ahogaba. Se ahoga.
Shiro se colocó detrás del sofá. Masajeó sus hombros con sus dedos.
-Te aseguro que no hay otra.
-Y tú que sabes. -murmuró Keith mirando el suelo. Necesitaba un cigarro. Y ya si le ponías un chupito de ginebra... o de lejia...
-Me juego el brazo a que no es así. -le interrumpió ahora su móvil. -Relájate ¿vale? -Shiro atendió la llamada. Era Allura. -Hola Allura. No... no, hoy no abrimos el local. -Keith movía su pierna de forma nerviosa. Respiró hondo y trató de tragarse la rabia que estaba desgarrando su garganta y estómago. Apretó sus labios hasta dejarlos de un tono blanquecino. -Oye ¿tú recuerdas donde vive Lance? -Keith se giró de golpe al oír ese nombre. -No, es para Keith... si, exacto. -Shiro sonrió. Miró al joven, que se giró y desvió su mirada de él. El mayor sonrió. -Vale. Vale. Gracias. Nos vemos. -colgó y suspiró. -Tienes 5 minutos para secarte el pelo.
Y se lo secó en 2.
Acabaron en el coche, delante del piso de Lance. Jamás lo había visto. Jamás había pisado el interior. Jamás supo de su existencia. Ahora querría dormir con él en su cama, abrazarlo y ser el quien le diese besitos y le gimiese de forma ronca alguno de esos "te quiero".
Keith tragó saliva y tocó al telefonillo.
Unos segundos largos. Un minuto.
Cero respuesta.
Tocó otra vez de forma más larga.
Nada, ninguna respuesta.
Miró a Shiro.
-No entiendo. -que el mayor no entendiese nada le ponía aún más tenso. Otro cigarro, por favor.
Se lo encendió y sacó su móvil.
El pulso le temblaba menos después de unas cámaras largas.
Ahora nadie cogió el teléfono.
Keith iba a reventar el móvil contra la acera. Iba a hacerlo.
-Donde está joder. No me jodas que se ha ido a... a... joder a donde se puede ir este gilipollas. - el móvil de Shiro empezó a vibrar. Keith dió una larga calada a su cigarro. Además de dar una calada dió una patada a una papelera. Shiro le mandó callar.
Y entonces la cara le cambió a una más seria.
Después de una conversación que los pensamientos de Keith nublaron en su totalidad, Shiro colgó y miró a Keith.
-Keith. -el azabache levantó la mirada hacia el mayor. -Sube el coche. Ya se donde está. -el más joven simplemente corrió el coche. No quiso saber nada. Sólo quería verlo, eso era todo.
De lo que no se dió cuenta es que Shiro uso un tono suave, como cuando le hablas a un niño de 7 años. Tan suave que iba de puntillas sobre clavos.
Es que podría dolerle tanto como eso, como clavos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro