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🌹5🌹

Keith sacó su dinero igual que Lance. Pagaron su consumicion y la chica que les servía les puso un chupito. Uno fuerte.
Ambos tragaron y soltaron el aliento. Ardía como el mismo infierno, joder. Se sentían vivos.

Salieron del local, subiendo escaleras entre gente sentada debido a la borrachera y gente enrollandose. Gente enrollandose con otra gente. Tíos y tíos, tías y tías, tías y tíos. Todos con todos.
A la mierda.
Lance abrió el coche y observó al coreano.

-Tienes aguante.

-¿Que te crees? Este cuerpo aguanta mucha fiesta muchos días. - Lance se dió el gusto de mirarle de arriba a abajo. Entró al asiento del copiloto y cogió su chaqueta. Buscó en el bolsillo. Tenía, tenía 3. O 4, da igual. Menos mal.

-¿Todo bien? -Keith asintió lleno de alivio. -Abre la guantera. -la abrió y vió una cajita. -No soy lelo.

-Así que el niño de mamá no es virgen.

-Obvio que no. -dijo riendo. Arrancó y comenzó a conducir hacía un lugar más tranquilo. -Ese sitio hace unos cubatas que te mueres.

-No hay que ser ingeniero para saber hacerlos.

-Ya lo se. Pero no se que le echan que saben mejor. ¿Y tu mojito?

-Pues ácido, como todos los mojitos. -dijo divertido. Observó como el chico subía una cuesta que llevaba a vete tu a saber donde. -¿Eres así siempre?

-No.

-¿Y los condones en la guantera?

-De precaución joder. - se echó a reír. -No quiero un bombo sorpresa. -Keith congeló un poco su sonrisa.

-Así que tías.

-Y tampoco quiero manchar el coche ni pillar nada. Hay que explicarlo todo, coño. -Keith entendió que también había probado con tíos. Sonrió suavemente y se encendió un cigarro. Miró al cubano de arriba a abajo, y se lo imagino sin ropa, debajo suya, clamando por más en gritos. Se le puso la piel de gallina,y casi se la puso dura.
Keith soltó una calada por la ventanilla.
- Pasa. -Keith posó el cigarro en sus labios. Y curioso miró el tatuaje.

-¿Te va bien?

-Ah, si. No me duele ya ni nada. Me lo curo y tal y todo bien. -Keith sonrió y se peinó de nuevo su pequeña coleta que recogía la mitad de su pelo hacia arriba. -¿Te dolieron los de la mano?

-No. Me los hice yo. - Lance le miró incrédulo.

-¿En serio?

- Si. -dijo sonriendo. Trajo de vuelta el cigarro a sus labios. -No es para tanto. Es como si un médico se receta un medicamento.

-Igual si. -llegaron al destino. Era una especie de mirador, alto pero no demasiado, con vistas a la poca ciudad encendida a las 2 de la mañana. Keith observó el panorama. Y miró a Lance con una sonrisa maliciosa.

-¿Me has traído aquí como a tus churris? Que pasteloso. - Lance se echó a reír igual que Keith. Negó.

- Que va. Es que aquí nunca hay nadie. Y hay buenas vistas y silencio.

-No me mola el silencio tan seco. - se asinceró.

-Ni a mi. Por eso. -puso la radio. La primera canción que sonó la dejó. Keith se mordió el labio al adivinar el grupo. -Esto es el paraíso. -Keith dió otra calada al cigarro. Comenzó a leer la letra con su mente. Y creyó estarse leyendo a sí mismo. Y leyendo a Lance también.

-Entonces acláralo. Esto es para...

-Terminar bien eso del baño.

-Me caes bien. -Keith le guiñó un ojo. Lance sonrió y observó al coreano. -¿Te mola lo que ves?

-Más de lo que piensas.

-Sabes que te he avisado. -murmuró dando otra calada. Lance asintió. El coreano cogió al chico por el mentón con una mano y unió ambas bocas, aún con el humo en la suya. Jodidamente caliente. Lance notó la humareda entrar en su boca y tal vez su garganta. Se separó y ambas soltaron el humo contra la otra, lento, desafiandose. Lance le acercó a él desde la nuca. Y Keith quiso sentarse en sus muslos, pero joder que no había espacio. Lance se percató de ello y se separó.

-Atrás, atrás. -Keith se quitó el cinturón y se fue hacía los asientos traseros. Lance tardó en coger la caja y tirarla al suelo de los asientos de atrás. Se puso sobre Keith y empezó a comerle la boca con fiereza, con rudeza y con mala educación.
Keith le agarró de la nuca, con las uñas, y la robó un jadeo inocente y sabroso. Lance pegó su entrepierna a la ajena: duros, los dos. Como necesitaban echar un polvo...
Lance terminó bajando su cremallera, y Keith igual, moviendo sus piernas bajo Lance para arrancarse la tela de sus tobillos, que allí había acabado atrapada. Lance se dió cuenta de que el calor del alcohol ya hacía estragos. Y que Keith tenía más tatuajes de los que pensaba. El coreano le atrapó con las piernas y lo arrimó a él. Ambos vientres, caderas y pubis chocaron, aún con rompe interior encima.

-O me follas... o te follo. -susurró en su oído. Lance tragó saliva y no dudó en responder.

-No te vas a quejar. -y con una sonrisa buscó un preservativo. Lo abrió y se lo puso cuidadosamente. Keith observó como era su cuerpo: joder es que estaba buenísimo el niñato. Y tenía algún tatu más. Y si, estaba bien dotado si. Le daría un buen viaje. -¿Lubricante? -murmuró. Keith negó.

-Dedos me vale. -observó como el cubano se iba a acercar sus dedos a su boca. Atrapó su muñeca y acercó sus dedos a su boca. Y Lance sintió el piercing. Si los besos con lengua ya eran fantasía, los dedos y el piercing era el principio de un orgasmo. Imagínate si usaba eso en más cosas.
Dejó que lamiese sus dedos y antes de prepararle, Keith le preguntó: -¿Te vas a bañar? -entendió la metáfora. Lance asintió y acercó los dedos a la entrada. Keith se mordió el labio y se aferró a su cuello. -Pues métete y bucea hasta el fondo. Yo ya he avisado. -y se le escapó el primer jadeo.

Bandera roja.

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