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Lance llegó a casa.
Fue llegar y tirar las llaves lejos. Las llaves y la chaqueta y el móvil.
Que asco de noche. Que asco de todo.
Otra vez la imagen a la cabeza.
Keith con aquel chico, en la barra, comiéndole la boca. La mano del chico recorriendo su muslo, sus ojos mirando los de Keith, su lengua entrando en su boca...
Joder, joder y joder.
Se sentó en el borde de la cama y cogió aire como pudo. No pudo. No le entraba aire. Le estaba dando un ataque de ansiedad.
Joder joder y joder.
Respiró como sus pulmones le dejaron: primero cogia por la nariz y después lo tiraba por la boca. Primero nariz y luego boca. Nariz... boca...
Su respiración volvió a normalizarse. Se limpió la cara.
Creyó oir su móvil sonar.
Dejó de sonar.
El cubano se quedó mirando el suelo. ¿Keith era así realmente? ¿De verdad lo era? Tras tantas noches con él, tantos besos, tantos abrazos, los momentos donde le consolaba y le decía que todo iría bien (más o menos)... ¿ahora eso no era nada?
El móvil volvió a sonar.
Lo miró: era Keith. No lo cogió, es más, le colgó. Cogió aire y lo tiró de nuevo: y otra vez a llorar.
Se sentía mal.
Sólo. Si, se sentía sólo. Muy sólo.
Si es que el sólo quería estar con él: abrazarle, darle besos, dormir a su lado, comer con él, follar con él, que le hiciese gruñir y chillar, que le abrazase fuerte... sólo pedía eso.
Le dió un ataque de tos. Los nervios, la garganta seca y no tener la respiración coordinada no ayudaba. Bebió agua y escupió una parte de ella.
Y se acordó de la última visita al local de tatuajes. De Allura. De lo guapa que estaba...
Tal vez eran señales del destino. Tal vez debía acabar con ella. Tal vez ella era su destino.
Cogió el móvil y con los ojos vidriosos y cristalinos, llamó a la chica.
Aún era relativamente pronto.
-¿Si?... -susurró esa voz dulce.
-Hola Allura. -murmuró Lance con la voz un poquito rota.
-¿Lance? ¿Que pasa?
-No, me preguntaba si podíamos quedar y hablar un momento. -murmuró mientras se limpiaba los ojos.
-Ah, claro. Lo único que debe ser un ratito. Tengo prisa. -murmuró con esa voz angelical.
-No te preocupes.
Quedaron una vez Lance consiguió limpiarse la cara y quitarse la ansiedad de la piel.
Allura apareció sonriendo.
-Hola. -murmuró Lance. Era preciosa, vaya que si lo era...
-Hola Lance. -le dió dos besos.
Empezaron a hablar.
Y Lance se lanzó a la piscina.
-Allura yo... -se rascó la nuca y le miró a los ojos nervioso. -No te puedo olvidar. No puedo sacarte de mi cabeza Allura. Yo... yo quiero... Allura... -respiró hondo y nervioso, pronunció esas palabras. -¿Quieres... volver conmigo? -Allura sonrió apenada. Bajó su mirada al suelo.
-Lance...
-Allura yo puedo... -Allura negó. No le dejó acabar.
-Lance, lo siento, pero sigo con el mismo pensamiento que cuando lo dejamos. -sonrió y le acarició la mejilla. -Lance, estoy saliendo con Lotor. Me gusta Lotor. -Lance bajó su mirada. - Lo siento Lance. Ya... no siento lo mismo que tú. Se que es difícil pero entiéndeme. - Lance suspiró. Allura miró su reloj y abrió los ojos exageradamente. -Mierda llegó tarde. -miró a Lance. -Oye, me van a cerrar la tienda, tengo que recoger una cosa. Hablamos otro día ¿vale? - Lance asintió. Allura besó su mejilla de forma sonora y se alejó. -Lo siento. ¡Hablamos! -Allura se alejó tal como apareció.
Lance respiró hondo y se sentó en el portal de alguno de los garajes de las casas que había.
Lance escondió su cara entre sus brazos. Respiró hondo. Se imaginó que tenía en la mano una botella de vodka y que estaba bebido.
O un cigarro. Bueno, de eso llevan a encima. Se sacó uno y trató de encenderlo. No pudo por que unos caros y un pitido de un coche le hicieron tirar del susto el cigarro. Se levantó avergonzado.
-Perdón. -murmuró.
-¡Eh! -un chico de apariencia familiar se asomó por la ventanilla del coche. -¿Eres Lance no? -Shiro mantenía una suave sonrisa en los labios.
Lance sintió sus mejillas encenderse. Toda su cara. Que vergüenza. Ahí tirado, con un cigarro, mirando la nada. Que vergüenza...
-Si. -murmuró. Cogió su cigarro del suelo y trató de alejarse. -Siento estar en medio.
-Eh eh, espera. -Lance se giró de nuevo. Sus ojos seguían algo hinchados debido a llorar. Pero muy poco. Ese hinchazón ligero le hacía tener los ojos más brillantes. -¿Quieres subir a tomar algo? Si estabas ahí es que no estás ocupado. -murmuró sonriendo. Lance esbozó una suave sonrisa. Alzó sus hombros.
-Bueno...
-Sube. -abrió la puerta del copiloto. Lance subió tras encender su cigarro. El garage se abrió ante ellos. Shiro bajó con el coche hasta abajo y aparcó.
Subieron y Shiro buscó en el armario algo de beber.
Y entre vasos empezaron a hablar.
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