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Lance aparcó el coche mientras Keith daba una larga calada al último cigarro que podría fumarse de forma legal (ya sabeis, espacios libres de humos).
Después de controlar el tema chaqueta y el tema condones, salieron del coche. Hacía un frío horrible. Cuando soltaban el aliento salía una nube blanca por sus bocas.
Bajaron las escaleras de la entrada del local y abrieron la puerta.
Comienza la fiesta.
La música inundó las cabezas de ambos. Era atronador.
Lance pudo disimular dos toses tras la capa espesa de música alternativa.
Keith sonrió y miró la barra. Miró de reojo a Lance y ambos corrieron a esta.
-Un mojito por favor. -murmuró el cubano.
-Un cubata. -pidió Keith. -Yo invito. -miró al moreno. -Luego me pagas tú esto de otra forma. -susurró apretando su trasero de forma disimulada.
En otro momento Lance tal vez habría apartado su mano avergonzado, pero ahora, hipnotizado por la música y los ojos chispeante de tono violeta, se dió el gusto de agarrar con sus dedos el hueso de su cadera. Ojala comerle la boca, pensó.
Los vasos llegaron.
Les duraron 3 minutos.
En 3 minutos acabaron en la pista, escuchando la música oegajosa, bailando tan pegados como sus cuerpos podían.
El culo de Keith no tardó mucho en empezar a deslizarse por el muslo de Lance. El moreno tenía sus manos en sus caderas. Era el paraíso. Keith colocó sus manos en las ajenas, y las fue bajando poco a poco por su cintura: acabaron en su trasero.
Con una sonrisa en la boca se dió la vuelta. Ahora empezó a bailar pegado a su pecho. Sus dedos se escondieron en su cabello, y sus uñas masajearon salvajemente su cuero cabelludo. Lance tan sólo ocultó sus manos en sus bolsillos traseros. ¿Sinceramente? Lance notaba perfectamente la polla de Keith restregarse contra su muslo. Y ¿más sinceramente? Le estaba volviendo poco el movimiento de caderas. Tanto a Lance el de Keith como Keith el de Lance.
Se miraron. Lance viajó por la galaxia de los ojos de Keith. Y Keith buceó por el mar abismal de Lance. Simplemente se regalaron una sonrisa cómplice y comenzaron a jugar a "a ver quien aguanta más sin devorar al otro". Aunque devorarse se devoraban con la mirada.
Tardaron poco en irse a un baño y meterse mano.
Lance contra la puerta de uno de los cubículos, mordiendose el labio, con una mano de Keith tapándole la boca, tal vez metiendo un dedo en su boca, con sus ojos cerrados y el ceño fruncido. Todo así mientras Keith le masturbaba tan rápido como su mano le dejaba. Mientras él se tocaba, claro.
De ser por el se lo follaría allí mismo. Pero debía ser fuerte y quedarse con ganas. Sería llevarlo a su casa y echar el mejor polvo que jamás echarían.
Acabaron en uno de los miles de sofás del recinto. Otro vaso en cada mano.
Miento. Keith se había acabado el suyo.
Miró el vaso medio vacío de Lance y sonrió.
-¿Te hace otro?
-Traeme mejor un cubata.
-Te copias de mi. -murmuró sonriendo.
-Obvio que no. Pero lo quiero. Pídemelo. Te lo pago de nuevo. -sonrió ampliamente. Keith se mordió el labio y se alejó de allí.
Lance sonrió. Tosió de nuevo y se bebió el culo que le quedaba. Miró a su alrededor. La puta música Era muy caliente joder. Y el ambiente también. Era todo el paraíso.
Dirigió su vista a Keith. Estaba hablando con un chico. El chico tenía el cabello castaño, con un mechón más largo que otro, y era mono, bastante.
La mano del chico mono se deslizó por el muslo de Keith. El coreano mantenía una sonrisa en los labios. Una de sus sonrisas traicioneras que hacen que te tires al abismo.
El chico acercó su boca a Keith y le robó el aliento. Le besó. Le besó de tal forma que Lance juraría haber visto lengua de por medio.
Keith tardaría poco en agarrar su nuca y acercarle a él. Y tardarían un pelín en separarse y mirarse. El chico mono se alejó de él tras decirle algo a lo que Keith negaba con una pequeña sonrisa.
Volvió con el vaso en la mano.
Vio a Lance y frunció el ceño.
-Que te pasa, parece que has visto un fantas... -Lance se levantó y cogió su vaso. Se bebió la mitad y la otra se lo tiró a Keith a la cara. Era obvio que Keith se molestó. Claro, no pudo decirle nada por que Lance se estaba yendo.
Le siguió entre "Eh", "Eh tú", "Lance tío de que vas" y "No me ignores".
En la puerta del local, frente al coche, Keith cogió la mano de Lance y le hizo girarse. La cara de Lance era furia, angustia y ansiedad.
-¡Que te pasa tío, de que vas! -alzó la vos Lance. Ahora el cubanos había cogido el cuello de la sudadera de Keith.
-¿¡A mi!? ¡Me has tirado un puro cubata, Lance! -le separó de un empujón.
-¡Te lo merecias! -un silencio entre ambos.
-¿¡Perdona!?
-¡Eres un imbécil tio, es que... joder! -Lance en el fondo quería llorar. -¡Te plantas en la barra y le comes la boca a ese, como si nada! -espetó. Keith frunció el ceño.
-¡Pero que te importa a ti, si no eres mi pareja! -Lance gruñó. Ambos se miraban furiosos. El cubano chasqueó su lengua tras murmurar un joder en voz baja. Se dio la vuelta, abrió el coche y miró. Keith.
No necesitaron palabras para saber que Lance no le iría esa noche a su casa.
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