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-¿Qué? -murmuró Lance, sintiendo su sangre cesando el flujo.

-Que qué significa eso. -murmuró mirándole. No podía tocarle. Seguía atado al cabezal.

-No... nada importante...

-Oye no me jodas que me quedo con la curiosidad. -murmuró con sus labios en su cuello. Comenzó a dejar besos que le hacían reír en voz baja al cubano. -Va. -un beso. -Dilo cabrón. -otro beso.

-Ay para. -dijo riendo. Suspiró y miró al coreano. Que mono estaba sudado y sonrojado por el rojo... y atado al cabezal. Su cara mostraba curiosidad. Sus ojos brillaban de necesidad. -Significa... -iba a decirlo. Su sonrisa suave se esfumó y se volvió una agradable. Y de una agradable pasó a una pícara: le tocó actuar. -Significa que vaya culo. -Keith rodó sus ojos.

-Estas obsesionado... -murmuró. Lance sonrió. Sonrió, pero dentro se moría de ganas de decirle lo mucho que le quería, lo mucho que le gustaba y lo mucho que, entre tatuajes y cigarros, había conseguido ayudarle, aún follando la mitad del tiempo...

-No lo tengas tan duro.

-No me hagas hablar de cosas duras. -Lance soltó una risa que se derritió en los oídos de Keith.
Tras unos 20 minutos durmiendo por el cansancio, Keith se despertó por las caricias de Lance en su cabello.

-Que haces... -murmuró con la voz seca de gritar. De gritar mientras follaban.

-Nada. -murmuró con una sonrisa. Acariciaba su cabello lentamente.
Keith acercó una mano a... ah no. La mano nunca llegó. Seguían atadas. Y ahora tenía los brazos dormidos. -¿ Te suelto ya?

-Ya siendo hora. -murmuró sonriendo.

-Me dan ganas de follarte otra vez. Pero esta vez a cuatro, o alguna cosa morbosa.

-Si si, venga. La sangre ya no me circula. -Lance sonrió y se levantó de su lado.

-Claro, te ha bajado toda a un mismo lugar. -el azabache rodó sus ojos.
Lance soltó sus manos y observó sus muñecas marcadas por trazos finos y paralelos. Keith soltó un siseo de dolor. -Hostias... perdona. Si llego a saber que...

-No no, he sido yo. No pasa nada. -murmuró sonriendo. Lance cogió sus muñecas y les plantó varios besos a las marcas. Keith no pudo evitar reírse. - Pero que haces, ñoño.

-Las tienes reventadas... -murmuró. Plantó un último beso y miró a Keith: el azabache, por primera vez (tal vez) se sonrojó de vergüenza y no de calor. Carraspeó y desvió su mirada de Lance.
Es que a Keith se le había hecho un vacío de nervios en el estómago al sentir los besos en las muñecas. Tan limpios, tan dulces...

-Bueno... -volvió a la realidad. -Voy a ducharme. En media hora salimos de aquí. -ah si, que se iban por ahí a beber y pillar un ciego. Ah, que ahora Lance no quiere.

-Y si... ¿y si nos quedamos aquí y nos bebemos la botella que he traído por nuestra cuenta? -Keith se echó a reír mientras buscaba ropa en los cajones de si armario, desnudo.

-No me jodas, vamos al local ese que me enseñaste hace tiempo. - Lance rascó su pierna. No le acababa de convencer pero bueno, saldría con él, no habían contras.

-Bueno, vale. -Keith sonrió. Cogió unos boxers y se acercó a la puerta. Antes de salir miró al moreno.

-¿Vienes o...? -Lance asintió y con una sonrisa fue hacía él.
Keith le dió unos boxers suyos para él.
-Igual te vienen pequeños o... yo que se. -el coreano abrió el grifo y saco toallas para ambos. Miró al cubano y, sin descaro, miró su sexo. -... grandes.

-¿Me estás llamando picha corta?

-Bueno... -Keith sonrió y se dió la vuelta. Ambos iban desnudos, fuera de prejuicios, con su piel al aire, como vieneron y se irían del mundo. Por que si te vas, no te llevas contigo una camiseta de tirantes que transparente el piercing de tu pezón, o los pantalones que te remarcan el culo.
Keith entró en la ducha, y Lance detrás de él.
El primero que entró recibió un azote en el culo que le hizo incorporarse de golpe e insultar al moreno. El de piel bronceada besó numerosas veces su espalda.

-¿Y si te follo contra los azulejos?

-¿Y si te comes la alcachofa? -Keith se giró amenazante. -Anda, cállate y enjabonate el pelo. -el moreno obedeció.
Se tiraron hablando un ratito en la ducha, desde como se duchaban de normal a sí meaban cuando se duchaban. Tranquilxs, la respuesta era no en ambos.

Terminaron duchaditos, peinaditos y bien arreglados.
Tras varios vasos buenos de vodka, bajaron al coche de Lance.

-¿Vas bien para conducir no?

-Ahora si. -murmuró. -Luego ya no lo se.

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