🌹38🌹
El primero en romper el abrazo fue Lance.
Se separó y miró a Keith a los ojos. Esos ojos tan profundos e intensos. Parecía un puto abismo.
Claro, ya se lo avisó en su momento.
Lance no llevaba bien la soledad. Claro que no. Nadie la lleva bien.
¿La soledad? Es la compañía más fría e inevitable que jamás nadie podrá aguantar. Estas acompañadx por el vacio, por la angustia, por el miedo o por el silencio.
Estas solx.
Eso a él le daba miedo.
Lance temía a la soledad.
No quería estar sólo.
Se separó centímetros de Keith. Keith miraba sus ojos de vuelta. Creyó leer en su iris cada una de las sílabas de la palabra socorro, pero era otro idioma. Lo leyó y no lo tradujo.
Lo leyó y no lo entendió.
-Te duele.
-Si. -susurró.
-¿Cuando fue? -hablaban en voz baja. El las manos de Keith continuaban en las caderas del moreno. Sus dedos pasaban por las tiras que sujetan los cinturones.
-No quiero hablar de esto Keith. -murmuró. El coreano asintió.
-Vale. -susurró para el moreno. Lance suspiró y colocó su frente en su pecho. Las manos de Keith recorrieron su coxis y se enterraron en la poca profundidad de los bolsillos traseros del pantalón del cubano. -Pero borra esa carita. Pareces un perrito triste. -Lance sonrió ligeramente. Keith sonrió de vuelta.
-Perrito... -repitió algo divertido.
-¿Qué te hace gracia? -murmuró moviendo su pulgar en su trasero. Hablaban en voz baja.
De nuevo piel con piel.
-No, nada... -y apartó su frente de su pecho. Miró sus ojos y suspiró. -Esto... ha sido una chiquillada. -Keith negó.
-No, es algo que te duele. Es normal. -Lance suspiró. Necesitaba un beso suyo. Necesitaba enterrar su aliento en su boca y sentir que si moría allí mismo, todo estaría bien. Que no pasaría nada. Que se acordaría de él. Que le traería cada día flores, y no se olvidaría nunca de él. Ay, que bonito sería.
Lance suspiró con dureza.
El coreano, acariciando sus glúteos con sus pulgares dentro de sus bolsillos, esbozó una suave sonrisa. Asintió en forma de pregunta, él asintió de vuelta, confirmando que todo iría bien, y que estaba bien. Keith acercó su boca a la ajena y le regaló eso que tanto ansiaba al cubano, que respondió colocando sus manos en su nuca. Pegó su boca a la ajena y rezó por que algun día esa boca tuviese su nombre cantado acompañado de un Te quiero.
Keith se separó para volver a pegar sus labios en los ajenos. Lance tenía los ojos cerrados. No quería saber nada del exterior.
Aunque se muriese de ganas de abrazar a Allura y decirle que le echaba de menos.
Pasó un largo rato. Ambos, pegados al ordenador, observaban vete tú a saber que cosas, Lance con un cigarro en la mano y Keith con la mano en el ratón.
Soltó el humo por la boca y le acercó el cigarro a Keith. Dió una calada y le tiró el humo a la cara. Entre palabras malsonantes de parte del cubano, Keith mostró su dentadura blanca y su smiley.
Cerró la página que estaba modificando y apagó el ordenador.
-Ya está.
-¿Cuanto sale?
-Salen unos 600 euros. La gente ya no se tatua grandes cosas. Y los piercings son bastante asequibles así que... -suspiró. Keith volvió a pronunciarse. -¿Oye, a ti al ir de fiesta te gusta ir hechito o hacerte allí? - Lance frunció su ceño.
- No te pillo tío. ¿Hablas de... de porros o...? -Keith se echó a reír.
-No joder. De echar polvos. -murmuró en voz más baja. Empezó a ordenar su mesita y a buscar entre cajones. - Si te mola ir de fiesta ya hecho o no, ya sabes.
-Ah... vale vale. -murmuró sonriendo. -Hombre... me gusta salir ya hechito. A quien no. -murmuró mirando al coreano. El mencionado sonrió y dirigió sus ojos al rostro del de tez morena. -¿Tú?
-Suele darme igual. La cosa es hacerme. Pero que me mola la idea de salir hecho. -Lance de mordió el labio. Ahora Keith tenía sus codos en sus muslos, mirando su cara desde abajo.
A Lance se le cruzó la imagen de cuando se la chupó. Mierda joder. Esa carita de ángel del infierno era un problema. ¿Como podían darle ganas de, por un lado, comerle la carita a besos y abrazarlo hasta más no poder y, por otro lado, follarle contra la almohada mientras sentía como su cuerpo temblaba a la vez que su voz?
Era un problema difícil.
Pero más difícil era dejar de mirar sus ojos de niñato sin romper un plato que, en el fondo, lleva la vajilla entera.
-¿Y te gustaría ponerla en juego hoy? -Keith sonrió mostrando sus dientes. Ladeó su rostro y, apoyando las palmas de sus manos en sus muslos, colocó su cara cerca de la ajena.
-Me gustaría mucho. -murmuró con una sonrisa pecadora en sus labios.
Lance pasó sus manos por su cintura.
Se moría por morderle la boca. Pero Keith no le dejó. Colocó su mano en sus labios. -Te quiero calentito a las nueve menos diez en la puerta de mi casa. Hoy mojas tú. -Lance se derritió por dentro al oírle pronunciar dichas palabras.
Lance salió del local tras tratar de robarle a escondidas un par de besos al coreano. Salió sin acordarse de que, allí mismo, estaba la chica de pelo de nieve.
Y Keith llegó a su casa tras ver salir a Allura con una sonrisa en los labios y cerrar el local.
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