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-¡Vale vale cuidado ahi! -dijo el cubano en pequeños gemiditos de dolor tras un rato de conversación fluida con el tatuador.

-Llevas ya un cuarto de hora. Vamos a parar un rato. No es bueno todo del tirón. -el chico sonrió al verle quejarse. Pasó un algodón por el tatuaje y arrancó un gruñido al chico. Se mordió el labio. Jodidamente novato, pensó. -Con que nada de anestesia.

-Anda que no jode cuando te limpian. -murmuró el chico. Keith se echó a reír. Lance pudo divisar en su lengua un piercing. -¿Cuantos tienes en la boca?

-¿Piercings? -se echó atrás en la silla de oficina, con una sonrisa maliciosa y traviesa. Lance rodó sus ojos.

-No, dientes. -dijo irónico.

-Si si, dientes. -dijo riendo. Suspiró y buscó en su bolsillo algo: la caja de cigarros. -Pues dos. El smiley y el de la lengua. Ahí ya está.

-Como que ahí. -preguntó divertido. Observó atento como se encendía un cigarro y como sonaba el inicio de la alarma.

-Ni caso. -se refirió a la alarma. La apagó y se sentó de nuevo en la silla. Abrió sus piernas nada más su cilo aterrizó en la plataforma. -Tengo en las orejas.

-Esos los he visto. -sonrió y se acomodó en la camilla.

-A ver, tengo agujeros hechos: el del nostril y el del ombligo.

-¿El ombligo? Eso no es muy... ¿de pavas?

-No le veo la etiqueta a un agujero. -murmuró alzando sus hombros. -No me jodas, ni que fuese malo tener el piercing que se supone que es de tía. - Lance suspiró.

-En verdad llevas razón. -suspiró. -Yo sólo tengo los pendientes normales. El primero y el segundo. Quería el nostril pero...

-Eres un cagado y no te atreves. -sonrió y sacó de la nevera que tenía allí una lata de cola. Esas bebidas eran para ellos, para sí se mareaban o el tatuaje era largo, de horas. Que ya les había pasado.
Las cervezas y algo de alcohol lo tenía él a buen recaudo.

-Que si me atrevo. Es sólo que no se, no me veo con él.

-Te entiendo. -le tendió la lata. -¿No fumas, no?

-Fumaba. Trato de dejarlo aunque alguno cae.

- ¿Enserio? -asintió. El chasquido de la lata resonó en la sala. -Joder, te aplaudo.

-Deberías. Venga. -dijo sonriendo. Keith rodó sus ojos y dio una calada a su cigarro. Tiró el humo a un lado y se recostó en la silla. -Y tú, ¿tienes novia? -se echó a reír. -¿De que te ríes?

-De ese chiste. -murmuró. Miró la hora y luego el antebrazo del chico. -Anda que me enrollas y no seguimos.

-Uy si. Cuidado. -estiró su antebrazo y Lance sonrió. -Está quedando de puta madre.

-Lo se. No soy un chapucillas sabes. Lo mío me lo curro.

-Se nota. -Lance observó su cuello. Estaba tatuado, y muy bien tatuado. Sus brazos, fuertes y descubiertos por su camiseta de mangas enrolladas hasta el hombro, también estaban bien tatuados. Tenía rosas, rosas y un león.
Sintió la aguja en su piel y cerró los ojos con fuerza. -¿Te molan los leones? - Keith asintió, con el cigarro entre sus labios. Vió como le era incómodo, y con su otra mano, sin tratar de estorbarle mucho, le apartó este de los labios. Keith clavó sus ojos en los ajenos. Ese gesto le pareció tanto amable como jodidamente atractivo. -¿Y eso?

-Bueno, siento que me definen. Son feroces, intimidad y son los putos Reyes de la sabana. Y tienen melena. Como yo.

-¿No es de la selva?

-Créeme, es de la sabana. Estudie algo de ciencias. Lo poco que me duró el pirarme a artes. -dijo riendo. Lance miró al chico riendo y luego el cigarro. -Dale si quieres eh. No deberías pero si te hace, dale. - Lance suspiró. Miró el cigarro y lo acercó a sus labios. Le dió una calada y lanzó el aire hacia el techo. -Como pite la alarma la apagas tú. - Lance se echó a reír. -¿Y a ti, por que te gustan tanto?

-No se. Me pasa lo que a ti, pero sin toda esa historia con metáforas. Simplemente me gustan.

- Que poético. -murmuró irónico. Le devolvió el cigarro, y Keith aceptó la poca saliva de Lance que había dejado en la boquilla. Dio una calada y tiró el humo por un hueco de su boca. No había mucho espacio con el cigarro en los labios. Keith cogió otro papel y limpió la tinta sobrante. Lance jadeó del dolor y se echó a reír. También de dolor. -Así a lo tonto te corres. -Lance se sonrojó suavemente y se echó a reír.

-Que bestia. Es que está parte duele mucho.

- Que ya lo se. -sonrió de forma más tierna y volvió a tatuar. Comenzó a tararear la canción que sonaba de fondo.

-¿Cuanto llevas aquí?

-Currando de tatuador 1 año, 1 año y medio.

-Joder si que vas bien encaminado.

-Si, bueno. Se intenta. -dijo de nuevo riendo. Sin plantearselo mucho empezó a jugar con el piercing de su lengua con sus dientes. Lance le miró de reojo y luego miró el techo.

- Que grima.

- Si es un palo con dos bolas. -Keith se dió cuenta de que había usado un arma de doble filo. Un doble filo muy tentador.

-Yo también tengo eso. -ambos se echaron a reír.

-Habría que verte a ti. Esto -se señaló el piercing. -obra milagros.

-Contentas debes dejar a las señoritas. -y volvió a reír a carcajada limpia.

-Señoritas dice... -el coreano le lanzó una mirada afilada unida a una sonrisa despiadada. No le daba vergüenza nada. Ambos andaban de coqueteo continuo.

Pasaron 15 minutos más de conversación y Keith le terminó el tatu.

-Te quitas esos después de 5 horitas y te pasas agua y jabón con algodón. Si ves que se pone feo pues te vienes aquí y te damos alguna cosa o te piras a urgencias a que te amputen el brazo. - Lance se echó a reír. -Ríete pero no serías el primero. -Keith se sentó en la silla empezó a rellenar algo. -Toma. Si pasa algo en contra de tu salud esta es la tarjeta. Vamos, publicidad.

-Spam en mi puta cara. - Lance rió y cogió los papeles que me había dado el chico. -En fin, gracias Keith.

-A ti. Hasta luego. -y con una sonrisa le dejó ir. A él y su culito apretado. Shiro le miró desde la sala 2.

- Eres un poco baboso.

-Y tu un poco metomentodo. -dijo mirándole desde el mostrador. - Vete a revisar a tus citas. -murmuró divertido.

Lance miró los papeles y se echó a reír el sólo.

-Se me ha adelantado. -le había dado la tarjeta del local y un trozo de papel que ponía:

Soy Keith Kogane, el león.
Llámame y vamos por ahí a beber algo.
Me debes un cigarro.
XXXXXXXXXXX <3

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