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🌹19🌹

Keith llegó y lanzó las llaves en el cenicero que usaba para dejar sus llaves.

Se dejó caer sobre su cama.

- Joder... -susurró. Ahora cayó en la cuanta de que Lance estaría en unas horas en esa misma cama. -Mierda. -rodó y se quedó bocabajo. Pasó sus dedos por la sabana y se alejó de ella.
Buscó en el cajón de su mesita. -Donde están, donde están... -vió el borde de una caja de cartón de color verde menta. Los condones.

Todo bien. ¿Lubricante? También, también había.
Ahora sólo tenían que llegar las 10.

Y hasta las 10 pasó un rato largo.
Y Lance no aparecía.
Keith se llegó a preocupar un poco, y decidió llamarle.
No cogía el móvil.

-Este es imbécil. Seguro que en el último momento se ha comido la cabeza, el gilipollas... -susurró en voz baja.

Pasó un cuarto de hora.
Keith estaba fregando los platos de su cena.
Y sonó el timbre.
Al abrir se vió una imagen que jamás se imaginó.

-¿Pero tú de donde sales?

-Keith. -dijo sonriendo el cubano. Sus ojos estaban entrecerrados. Y sus pies no tenían un camino fijo.
Se temblaba más que un flan. Sonriendo se acercó al coreano. Se apoyó en su hombro. -Tu casa está mal construida. Se mueve todo.

-¿Estas borracho?

-No, no no no. -alargó el primer no. Mentía, es obvio. Keith alzó una ceja. -Bueno, me he fumado algo... -dijo riendo. Tosió de forma desagradable y se estiró de Keith. -Anda vamos, vamos al sofá.

-No, vas tú sólo. -cerró la puerta.
Estaba flipando. -O sea que bebes antes de verme. Que bien, la fiesta tú sólo.

-No, si estaba en mi casa. -dijo riendo. Acercó su boca a su rostro. Olía entre a tabaco, alcohol y algo que Keith denominó como un ciego que te cagas. -Debí haberte llamado.

-Pues si. -Keith rodó sus ojos. -×$ igual ¿has comido algo? Por que si no has comido nada luego el estómago va a ser una fiesta.

-No, no he comido nada.

-Me ha sobrado cena. Espera ahí. -Keith se levantó. Lance le miró el culo, con los ojos rojos y las mejillas sonrosadas. Iba ciego ciego.
Keith volvió con algo de su cena.
Lance empezó a comer.
Y al acabar la cena y la ligera conservación sobre el pedo que llevaba, le cogió la mano a Keith.

-Te he echado de menos. -dijo con sus ojos llorosos. Sonrió para después ahogar un suave pero audible sollozo. -Te he echado de menos... me dolía el culo y me acordaba de ti. -murmuró mirando sus ojos. Keith se mordió el labio.

-Lance, llorar empeorará todo. Me pondrás más cachondo. -susurró eso último en voz. El cubano se limpió los ojos y miró al coreano.

-Estuve pensando en ti. En tu polla y en cuando lo hicimos en mi coche. -murmuró como si nada. Keith miró el techo, tratando de aguantar. -Keith... yo no quiero... -frunció su ceño y trató de explicarse. -... no quiero esta mierda.

-Ni tú ni nadie. -miró al cubano. Estaba reventadisimo. Tanto de sueño como del pedo y la fumada que llevaba encima. -Anda, ven conmigo. - se levantó. Lance se levantó con él.
Le guió a su cuarto y suspiró.

- Vamos... -susurró el cubano, mientras se pegaba a él. Keith frunció el ceño.
Ojala alguien le hubiese dado una medallita por ser el más maduro de esa habitación y el campeón de calentones. Por que si Lance iba calentito, Keith le ganaba. Verle con las lagrimitas mientras le recordaba como le dolía el culo había sido tentador. Mucho.
Lance acercó su boca a la ajena y comenzó a besarle. Pasó sus manos por su cuello, acariciando su cabello con una mano.
Notó en su pubis aquel monstruo bajo la ropa interior y pantalones.
Keith meditó mientras enrolloba su lengua en la ajena.
Mejor no, pensó.
Le separó de él y le miró a los ojos.

-Lance. -el cubano le miró con los labios entrebiertos y las pupilas dilatadas. Su mirada estaba perdida en los ojos violetas de Keith. -Ahora no. Te juro que si mañana quieres hacemos lo que quieras. Pero ahora no.

-Pero si los dos estamos igual... -murmuró. Colocó su cabeza en su hombro. -No perdonas que me sangrase el culo ¿verdad? -Keith chasqueó su lengua.

-Lance, no es eso.

-Entonces follemos. -no se movió de su hombro.

-Que no. Así no. -le levantó la cara entre sus manos. -Mira, hacemos un trato. -Lance asintió, como pidiéndole que siguiese hablando. -Te hago una paja y te duermes. Mañana si quieres hacemos lo que quieras. - el cubano asintió.

-Vale.

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