🌹13🌹
Keith estaba sobado.
Le sonaba el móvil y él no se estaba dando cuenta.
Se había quedado frito.
-¿Se ha cabreado? -murmuró Lance. Miró como el móvil marcaba la finalización de la llamada. Rodó sus ojos y tiró el móvil lejos de su cuerpo.
Tosió tapándose la boca. Cada vez que tosía le dolía la faringe. Tengo que ir a por pastillas, pensó. O no, pensó de nuevo.
Se tumbó boca arriba. Estiró sus brazos y creyó notar la calidez de su cuerpo.
Pero no, no había nada.
Pasó sus dedos por su piel, pensando que esa mano era la de Keith.
Pasos la yema de sus dedos por su cuello. Imaginó que sus dedos eran los del azabache, tentándole y batiéndole a un duelo de roces.
Sintió su mano acariciar su muslo.
Y su paquete. Sintió su puta palma de la mano por su polla, por todo su paquete.
Lance se mordió el labio y dejó su aliento en el aire.
Su mano ahora cambió de dirección y corrió a su trasero. Lance se puso de lado.
Imaginó que Keith estaba sobre él, que le susurraba algo al oído y le sonreía. Le mostraba su piercing del frenillo.
Su pelo azabache chocaba en su cara.
Lance soltó un suave jadeo al sentir como le acaricaba el puto culo.
No sabía que habría querido desear, si que el coreano le hubiese inmovilizado o que el mismo le hubiese dado órdenes a cumplir. O una nalgada, eso que el cubano había probado antes y me había encantado ver la reacción ajena.
Su mano se volvieron dedos.
Sus dedos se acercaron a donde el coreano había querido acercarse ese mismo día.
Sintió como los dedos se volvían uno.
Y como este se acercaba silenciosamente a su entrada.
Lance frunció su ceño.
¿Como hacía Keith para que pareciera tan fácil? Era una putisima mierda.
Lance trató de introducir uno.
Y al hacerlo notó esa incomodidad, ese asco invadir su cuerpo.
Repulsión.
Lance apartó sus dedos de allí y ase incorporó de nuevo, borrando de su mente a Keith, sus manos, su voz y su sonrisa pícara.
¿Eso de tirarse a tíos de forma diaria y tal... era cosa de dos? Es decir, Lance jamás se había dado un papel en las relaciones. Y no lo veia necesario.
Igual que alguien cualquiera le habría llamado bisexual o incluso indeciso (por desgracia oia eso más de lo habitual) el simplemente se llamaba Lance.
No era una etiqueta.
No era ni esto ni lo otro.
Sólo Lance.
Lance McClain, que un día se tira a una tía y al otro se folla y azota a un tío.
Y vaya tío.
Ahora sentía asco. Se imaginaba a él siendo Keith, estando abajo, siendo azotado y follado.
Joder, quería saber que se sentia, que era pedir más y gemir hasta llegar al orgasmo.
Pero a su vez sentía miedo. Sentía repulsión.
No sabía que pasaba pero era muy incómodo.
Se sentó en la cama y pasó sus manos por su cabello.
Volvió a mirarse al espejo.
Se levantó y observó su cuello, lleno de chupetones y marcas.
Tenía hasta dientes. Vaya fiera.
Pasó su dedo por las marcas y su piel se puso de gallina.
Y se empalmó.
Era demasiado fácil.
Lance terminó en el baño, con otra ducha fría y una paja acuática.
Keith terminó por despertarse sobre las 8 de la tarde. Se recogió el cabello en un moño y se levantó. Miró su móvil.
3 llamadas perdidas.
3 llamadas de Lance.
-Joder. -murmuró el coreano.
Llamó de vuelta al cubano.
-Dime.
-Como que dime. ¿Tres llamadas perdidas?
-Perdona. Estaba nervioso.
-¿ No habrás hecho una locura, no?
-No no. -Lance rió suavemente por la otra línea. -Sólo quería pedir disculpas.
-¿Por? -Keith se quedó en silencio, rascando sus ojos. Lance abrió la boca pero no dijo nada. Entonces Keith despertó de su ensimismación. -¡Ah vale ya! No pasa nada. No te agobies.
-Pero es que...
-Que no te preocupes. -murmuró Keith. El coreano bostezó. -Oye si quieres pasarte por mi casa eres libre. Hasta mañana o pasado no curro. No te preocupes por pasarte y tal.
-Necesito unas horas más. O el resto del día.
-Como veas. Tengo botellas para pasar las penas. -dijo con una sonrisa el coreano. -Estás en tu casa.
-Gracias. Nos vemos... -murmuró Lance. -y Keith colgó tras oír el pitido de finalización de llamada.
Se tumbó en el sofá y observó como Cosmos contoneaba sus piernas por el borde del respaldo. -¿Buscas a alguien, gatito? -murmuró rascandole el mentón.
Y recordó esas palabras.
Esa noche.
Esa situación.
Keith sintió su sangre evaporarse y un malestar inundar su cuerpo. Se levantó y con calma fue a lavarse la cara.
Respiró hondo y trató de borrar las imágenes de su cabeza.
Volvió a la cocina y en la isla de esta se sirvió un vaso de agua.
Sólo agua.
El alcohol lo dejaría para después.
Se sentó en una silla de la isla y miró el suelo.
Nunca más.
Eso no se repetiría nunca nunca más.
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