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-Joder donde están las putas llaves. -tanta educación en una sola oración. Así era Keith. Las llaves volcaron de su bolsillo y el centelleo resonó por la calle desierta. Clavó la punta en la cerradura. Keith al pensarlo negó y ser echó a reír. -Parezco un niño de 15 años. -abrió el local y subió la persiana metálica.
Entró al sitio y encendió las luces y el neón de la entrada.
Tardó escasos minutos en dejar su chaqueta, y aún con su gorro en su cabeza, se sentó en la silla que tenía tres el mostrador. Cogió el mando y encendió los altavoces. -Música maestro. -y sonó la primera canción de la lista de reproducción. El nombre del local. Bad Reputation. Que tenía un obsesión con esa voz rota y salvaje, y con ese ritmo y esos chillidos de batería y guitarra.
En coreano la tarareaba mientras movía su pie bajo el mostrador.
Keith sacó de su cajón una caja de tabaco y se encendió un cigarro. Él y su maldita adicción. La alarma antincendios se echó a sonar.
-Joder. -gruñó en chico, dejando el cigarro en el cenicero que tenía el lado de su portátil. Apagó la alarma como había aprendido. Sintió una mano en su culo.
-¿Fumando ya nada más llegar? -era Shiro. Le dió un collejón y le quitó el gorro rojo granate que llevaba.
- Que no me toques el culo. Y el gorro tampoco. -se lo robó y suspiró sonriendo. -Pues si. Fumando ya. ¿Por?
- Que eso te está matando.
-Que no. Cállate. -el coreano volvió al mostrador. Empezó a buscar cosas en su portátil hasta que escuchó la campanita resonar. -Hola, buenas. -murmuró el coreano. Era una chica, de pelo blanco y puntas rosa pastel. Llevaba un estilo desenfadado. No el del gusto de Keith, desde luego. Donde se le pusiera un tío con manos grandes y ropa rota que se quitasen las tetas y los culos. Bueno los culos no. Un culito que agarrar si gusta.
-Hola. Tenía una cita con...
- Si. - Shiro salió con una sonrisa. -Pasa, por aquí. Continuaremos eso que tienes. -murmuró el mayor. Keith le miró alzando una ceja. Cuando la chica estuvo dentro, que llamó con un siseo.
-Oye, que esto no es un ginecólogo. Una cita una cita... ¿de qué? -dijo en tono burlón.
-Pues cita de las que tu no tienes. No entres a la sala 2.
-Muy bien. Ala. -Keith le enseñó el dedo corazón y dejó que su presa huyera.
La canción terminó y empezó a sonar una más adecuada y menos dura. Menos dura entre comillas, que seguía siendo rock e indie.
La campanita de la puerta volvió a sonar. Y le dio tiempo a dar otra caladita más a su cigarro. Miró a la puerta y encontró un chico un poco perdido.
-Hola.
-Hola, eh... ¿hacer un tatuaje?
-Si, aquí es. ¿Se nota no? -dijo sonriendo. Vamos, que todo el local eran diseños de tribal impresos en fotos, flores, muchas flores tatuadas, piercings, tinta, discos de vinilo y maquinillas. Un local alterne sin alcohol y música en directo. El chico sonrió y rascó su nuca. -Bueno, ¿qué querrías exactamente?
-Pues un tatuaje de este tamaño. -hizo el tamaño con sus dedos en su antebrazo.
-Genial. Tamaño mediano. ¿En una o varias sesiones?
-En una.
-¿Seguro? Mira que luego os echáis para atrás.
-Que no. Yo no. -Keith sonrió y le miró de arriba a abajo. Nada mal, dijo en su cabeza.
-Bien. Un segundo. -se levantó y fue a la puerta. Giró el cartelito de abierto para poner la cara de cerrado al exterior. -Por aquí. -le señaló la puerta y dejó que el chico entrará. Observó su culo entrar a la sala. Nada pero que nada mal, volvió a decirse.
Se quitó el gorro, se hizo una pequeña coleta y cogió su caja de cigarros.
Entró a la sala tras cerrar y apuntar en la misma puerta un ocupado en rotulador semipermanente.
-¿Tienes alguna idea en mente? -dijo buscando en un cajón unos guantes.
- Si. Sería esto. -le tendió un boceto a tinta de un león.
- Que buen gusto tienes. -murmuró el coreano sonriendo. -Bueno, esto durará alrededor de media hora o menos. Si te duele mucho me lo dices y frenamos. ¿Es tu primera vez?
-Pues... no. -ambos se echaron a reír.
-Me he dado cuenta de lo que he dicho. Perdona. O no. -dijo sonriendo. El cubano se quitó la chaqueta y le indicó el lugar. Pasó un algodón con alcohol por la piel del chico a tatuar. Era el antebrazo. -Bueno, me llamó Keith.
-Yo Lance. -dijo sonriendo. El chico hizo varios papeleos rápidos con el diseño del chico y lo volvió una serigrafía semipermanente. Se adhirió la piel del cubano. Enseguida el coreano ya estaba cargando la maquinilla de tinta y poniendo la música a un volumen razonable.
-Voy eh. - Lance asintió. Y sintió el pinchazo de la aguja. -Te diría de ponerte anestesia en spray pero no tengo el bote aquí. Lo siento.
-Ah no, no pasa nada. Que no es mi primera vez. -dijo sonriendo. Keith sonrió y le enseñó sus dientes blancos. -Oye, ¿y por que Bad Reputation?
-¿Es que no se nota? -dijo sonriente. Mostró de una vez por todas el smiley de su frenillo. Lance lo observó y sonrió de forma abobada.
-¿Te lo hiciste tú el piercing? -preguntó curioso.
-Si, pero no es el único. Este es de hace poco. -sonrió ante esa pregunta. Miró al chico de reojo y volvió su mirada a su tatuaje. -¿El tatu es a juego con tu novia o que? -Lance se echó a reír de forma pegajosa.
- Que va. Para nada.
-¿Ah no? Tienes cara de tener o querer novia.
-No descarto el querer. Pero no, no tengo.
-No tienes. -repitió sonriendo.
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