Dignados a al menos avanzar un poco más con el trabajo, dejaron a sus híbridos jugar con una pelota con cascabel que habían encontrado debajo del sillón, mientras terminaban de resumir sus textos.

— ¿Por qué crees que pasa eso? — preguntó Changbin.

Minho lo miró con el ceño fruncido en confusión, dejando el libro en su regazo, Changbin tenía la mirada totalmente perdida en el adorable y peludo gato negro que corría por todo el departamento, persiguiendo una estúpida pelota ruidosa junto con una ardilla extraña.

Por un segundo pensó que la situación era absurda.

— ¿Qué cosa? — preguntó Minho.

— ¿Por qué las personas tienden a enamorarse de sus híbridos? — preguntó, su mirada lo se alejaba de Felix.

Minho sonrió un poco cuando comprendió lo que a Changbin tanto le había costado aceptar, pasó su mirada un momento de los animalitos al humano.

— Dime, Changbin, ¿Nunca tuviste una mascota? Normal, nada de híbridos.

Changbin negó.

— A mamá no le gustan los animales, nunca tuve uno.

Minho suspiró, sintió pena por él.

— ¿Has ido a la casa de alguien con mascotas? ¿Has estado con un gato o con un perro antes?

Changbin asintió, claro que había ido a hogares con mascotas, e incluso amaba mucho a cualquier animal que tuvieran sus amigos.

— ¿Cómo tratan sus dueños a sus mascotas?

— Los quieren mucho— dijo—. Juegan y les dan besos por más que sean unos sucios— Changbin sonrió un poco—. Hasta duermen con ellos a veces.

— Bien— dijo Minho—. Las personas aman a sus mascotas, y hacen todo eso que dices, es allí donde empieza el cariño.

>> Con un híbrido es lo mismo, amas tanto al animal como a la forma humana, y quieres darle todo el cariño del mundo, ¿Verdad?

Changbin sólo asintió, escuchando a Minho atentamente, con sus ojos en el mayor.

— Y es cuando están en forma humana cuando las cosas se complican un poco— continuó—. Lo amas, porque es tu mascota, pero también es una persona, y la amas más allá de eso, es como te vas enamorado sin que te des cuenta.

Changbin asintió, notó a Minho sonreír, supo que hablaba también de su experiencia.

— Y después, ¿Alguna vez pensaste desde el lado de la mascota? — Changbin no supo qué responder—. Son fieles a sus dueños, no quieren a nadie más, te aman tanto y tan incondicionalmente.

La sonrisa de Minho flaqueó un poco.

— Para un híbrido es devastador que su dueño no le demuestre cariño— dijo—. Son muy sensibles, Changbin, son débiles, como un animalito, necesitan atención y mucho cariño. No sé tú, pero yo no soy nadie para negarle a Sung todo lo que se merece.

Changbin mordió un poco su labio, sintiéndose mal por ser tan idiota y frío con su gatito.

— Creo que estoy haciendo todo mal, Min— murmuró.

— Siempre hay tiempo para hacer algo bien, Changbin— respondió el moreno—. Es algo que tienen los híbridos, no conocen el rencor y perdonan más fácil de lo que crees. Quizás no te lo diga, o no te des cuenta, pero Felix ya te habrá perdonado mil veces por cualquiera de tus errores.

Changbin no dijo nada por unos segundos.

— ¿Cómo es que eres tan sabio, Minho? — preguntó, con una ligera sonrisa en su rostro.

Él se encogió de hombros.

— Supongo que ya he pensado mucho en estas cosas, ya me he hecho esas preguntas antes— dijo—. Sólo te estoy compartiendo mis respuestas.

— Gracias— murmuró el castaño.

Minho asintió.

— No hay de qué, Changbin— dijo—. Cuando quieras más consejos amorosos me dices— bromeó—. Y cuida bien de Felix, es muy lindo

— Merece algo mejor de lo que lo he tratado— dijo Changbin, bajo—. Yo... Ni siquiera quería una mascota, Min, Lo adopté porque... Creo que porque me daba lástima.

— Eso es algo que nunca debes decir— dijo Minho—. A nadie le gusta el dar lástima, ni siquiera a los híbridos, no importa que tan mal estén, no lo trates de lástima, Changbin.

Changbin asintió, por un momento sintió a Minho como un padre que lo estaba regañando por hacer algo mal, pero de forma tan tranquila que lo hacía sentir incluso peor.

— Y si quieres a alguien mejor para Felix, cambia a ese alguien mejor, pero tienes que ser tú, Bin— finalizó el moreno.

Changbin asintió, totalmente convencido.

Minho había hablado con tanta paz y tanta tranquilidad que lo había hecho reflexionar en serio.

Supo que ya no podría concentrarse en esos estúpidos libros.

Ahora quería darle a Felix todo el cariño que se merecía.