‹ moody.
Yizhuo y Minjeong siempre han sido conocidas como el dúo problema de cualquier lado al que vayan. Desde la escuela secundaria han sido el dúo cual la gente normalmente no molesta, no porque ellas dos sean problemáticas a modo de generar problemas físicos, sino, por lo malcriadas que son.
Los problemas, chismes, malentendidos y al final pequeñas riñas son causadas por ellas dos, y es algo que dejó de ser un problema hace tiempo. Sin embargo, Jimin siempre estuvo enterada de eso.
Ella lleva un año viviendo en ese pequeño vecindario donde todos se conocen y realmente, ya se enteró de todas las travesuras que generaron Kim y Ning, los pequeños torbellinos. (No pequeños de edad, sino, de estatura, y eso que Karina era promedio).
El dúo Problema, el dúo Brat, el dúo que genera chismes hoy en día por el simple de hecho de generarle diversión a ellas dos o a cualquiera que estuviera en turno de juntarse con ellas.
Generalmente los chismes envolvían al pequeño vecindario que se convertía en un infierno al recorrer y conocer todos los chismes del lugar que se atraviesan y se enteran.
Chismes que, al final, Las Brats esparcían resultaban eran verdaderos.
Ellas siempre han sido un dúo problema, ellas siempre han sido malcriadas, ellas siempre han sido malcarientas, groseras, que molestan en demasía a Jimin. Demasiado, pero más que su esposa se quiera meter también en los problemas de todos, y consecuentemente, que deje entrar a las malas gatitas.
¿Y adivinen qué? Es algo que le genera molestia, lo hace. Jimin ve innecesarias todas esas reuniones de vecinos que terminaban en alcohol y dejando entrar a una cuadra en la casa de uno para que queden los más conocidos. Entre ellos, los padres del malcriado dúo problema, que obvio, tales padres, tales demonios.
Porque, claro, ¿Cuáles problemas iban a ver ellos en sus dos ángelitos, con excelentes calificaciones, universidades privadas y excelente comportamiento frente a ellos?
Supone que ninguno, pero al final del día ella iba a ver todos, en las mañanas, al pararse en su balcón y ver a su supuesta esposa dormir, pero voltea su mirada a la lujosa casa de Ning, donde un beetle morado con decoraciones y convertible se para enfrente y una pálida mano sale para saludar.
Achica el ojo al saludo.
—Hola, perra, ¿viene mi caballero en su pulguita morada? —la risa ruidosa de la rubia resonó en su oído. Jimin achicó su ojo de nuevo, tomando su café.
Le molesta lo innecesariamente groseras que son. Voltea a ver, sin agachar la mirada, siempre viendo desde arriba, a Minjeong. Ella no habló y sólo rió, viendo a Yizhuo llevar su pierna a la puerta y presumir el bronceado de ellas, elevando su falda.
Y si, le molestaba. Aparte de groseras y malcarientas, son exhibicionistas. Es en ese momento donde Jimin aparta la mirada de la ventana y vuelve a entrar a su cuarto para abrochar bien su camisa y fajarla.
La tela recorre su piel que hace unos segundos seguía mojada, ahora supone que unas pequeñas gotas de agua se han quedado impregnado en su ropa y la ermitaña gruñona suspira, porque evidentemente, le molesta. A Karina puede que le molesta todo, pero más que nada, le molesta esa fantasia oscura que aparece al cerrar sus ojos y ver a las dos gatitas malas en su cama, esperando por ella, acercándose al hartarse de esperar a su pantalón y acariciar su bulto prominente.
Pero al abrir sus ojos, lo único que queda es el bulto prominente en ella y su camisa con pequeñas gotas de agua sobresaliente. La pelinegra ríe, negando.
Sale del cuarto después de mojarse la cara con agua fría y llega a la cocina, suspirando. Ella misma coloca en el refrigerador la notificación del divorcio y una pluma en la barrita, dispuesta a salir de la casa.
Es una mujer triste. Y una mujer a la que le molesta todo, hasta sus propias fantasías oscuras para tratar de no ver lo deprimente de su vida, matrimonio arruinado y se hunde en la miseria propia que es criticar a todos para alimentar una parte de ella.
Porque hasta dice, que le molesta ponerse dura al imaginarse a las gatitas malas en su cama y peleando por su polla.
Y sí que se pone.
Camina a su carro con su portafolio en su entrepierna para evitar miradas, pero ese acto sólo hizo que la mirada de las chicas se posaran en ella. Ellas apenas habían avanzado hasta que se pararon enfrente de su casa, de su podado a la perfección césped, y bajan la ventana, riendo.
—Hola, señorita Yoo, ¿Apenas va a sus clases?—asentir iba a ser maleducado y Jimin odiaba a la gente maleducada. Así que volteó a verlas, achicando su ojo por el sol y ante el acto, se puso sus lentes. Sonrió falsa, apretando más su maletín al ver a la pelirosa morder su labio.
—Sí, sí, ustedes no vayan tarde, chicas, eh, que les vaya bien hoy—agitó su mano libre para despedirse, pero sólo vio cómo las dos chicas se vieron para reírse, dispuestas a despedirse de la misma forma, pero Jimin chistó.
—Soy una perdedora.
Es una triste perdedora. Jimin trató de ocupar su mente en otras cosas todo el día, como el cansado proceso de divorcio, cómo sigue haciendo creer a la gente que son un buen matrimonio, a palabras de su supuesta esposa, no perfecto, tienen problemas, pero los saben resolver para los demás.
Patrañas, y como siempre, le molesta eso.
La triste perdedora navegó por su mente entre las memorias y fantasías que al final se iban a ver rotas por su propia idea de fastidio, porque Jimin no se permitiría disfrutar de nada para hacer sentir su vida por lo menos divertida en arruinarse la mísera emoción.
Era gris, su vida no era lujuriosa morada o romántica roja, ni suficientemente santa para ser blanca ni malévola para ser negra. Su vida era gris, y lamentablemente así iba a ser siempre. Limitarse el sentir para sentir su polla querer explotar de sus pantalones, la misma fantasía de las gatitas malas en su cama y finalmente, ella llegando...
¿Era sólo que estaba frustrada? ¿Sus fantasías oscuras sólo son porque es una mujer triste frustrada sexualmente por nunca ser complacida? La pelinegra se estiró en su lugar, después de decirle a sus alumnos que trabajarían en equipo porque al hacerlo no la molestan para nada, ahora se apoyó en su escritorio, bajando su mirada a su celular.
Se negaba a estar dura en medo de una clase, por eso Jimin prefería ver su celular a su mente volar al imaginarse dentro de una, su polla entrar y salir de ella, la calidez dentro de, escuchar su carne moler las paredes y lo más gratificante, escuchar los gemidos de Minjeong salir por sus acciones, sus gemidos que deberían ser los más excitantes...
La pelinegra llevó su vista a la computadora y movió el mouse para volver a prenderla y parpadear, con una mirada perdida.
Ese día se fue media hora antes de que terminen sus clases para irse a casa a hundirse en su miseria... o había otro plan. Jimin llegó a su casa, se bajó de su carro sin importarle el bulto en sus pantalones y gruñó, apenas entrando a su sala. Corrió escaleras arriba para lavarse la cara con agua fría porque pensó, su vida es demasiado aburrida como para siquiera darse placer ella misma en la ducha, o en cualquier lado de su casa, ¿qué se creía?
Suspiró viéndose en el espejo al lavarse los dientes y cepillar su cabello, ahora molestándose a ella misma por no haber bajado su mano, mínimo, al pensar en follar a dos bellezas. Ahora estaba ella en su cocina, leyendo las instrucciones de una comida de microondas hasta que un timbre sonó.
—Camille no está, viajó para ir con sus padres, chicas, su mejor amiga no está...
—¿A nosotras qué nos importa Camille?—ahí estaba ese maldito tono superior que tenía Minjeong, que entró a la casa seguida de Yizhuo, que le sonrió, alzando su hombro. —Nos enteramos que te vas a quedar solita hoy, ¿Por qué no hacerte compañía?
Entrecerró sus ojos. Le molestaba que la tuteara.
—No creo que-
—Nos enteramos de su divorcio, y sabemos lo afectada que vas a estar, Karina... te trajimos pollo al saber que te encanta y compañía para que no estés solita—ahora habló Yizhuo, haciendo reír a la pelinegra. Ésta dejó la caja de pollo en la barrita, negando, acariciando su ceño.
—¿Cómo se enteraron del divorcio?—Minjeong vio de reojo a Yizhuo, ésta hizo un puchero, acercándose a la más alta. Sonrió.
—Ya sabe cómo nos enteramos de nuestras cosas, ¿No? cómo si no nos conociera, Rina—esa rara mezcla de tutear, apodos, pero el respeto de hablarle de usted. La pelinegra tragó saliva, torciendo sus ojos, señalando la sala para que pasen a sentarse. Ambas aplaudieron, sentándose, mostrando sus piernas...
¿Las dos tenían que tener falda? Normalmente las fantasías de Jimin terminaba en ella intimando sólo con una, algunas veces las dos estaban en su cama, pero que ahora, tenga dos tentaciones frente a ella, la mayor tragó saliva, suspiró, y pidió piedad a Dios, si es que existía.
Su mirada volvió a las menores, parada, llevando sus manos a sus bolsillos. Rió.
—Ustedes siempre se enteran de todo, chicas.
—Tenemos nuestros modos, Yooji—la sonrisa traviesa de Yizhuo sobresalió, y la sonrisa sin dientes de Minjeong llamó la atención, que no sabía a dónde voltear. La mayor volvió a tragar saliva mientras asentía, sentándose en el pequeño sillón de la sala.
—Realmente no tengo hambre, chicas, y yo estoy acostumbrada a estar sola, si quieren comer el pollo e irse, o ir-
Eran malas, muy malas, porque Jimin no se dio cuenta cuando la rubia se levantó detrás suyo y llevó sus manos a sus hombros, haciendo un masaje que generó algo más que confort. De hecho, confort fue lo menos que generó, porque la pelinegra sintió el bulto en sus pantalones palpitar. Rió.
Yizhuo en su lugar del sillón subió un poco más su falda, simulando que iba a gesticular, pero arrugó su nariz al escuchar a Minjeong hablar.
—Yo creo que ya se deberían ir-las manos la mantuvieron en su lugar, pero Jimin las apartó, levantándose, suspirando—Se deben ir, por favor va-
—¿Por qué nos tiene miedo? No mordemos, Rina, sólo queremos apoyarte en este momento de soledad, sabemos cómo te debes sentir—Minjeong volvió a sentarla, pero parándose frente a ella. Ahí le sonrió, y Yizhuo se paró a su lado.
Parece que esa falda ya no existía, y Jimin tragó saliva. La pelirosa relamió su labio, mordiéndolo en el proceso, agachándose un poco. También ese escote era demasiado.
—Si te somos directas, Karina, puede que sí mordamos—¿Estaba soñando?—Minje y yo tenemos una... ¿fantasía?
Un dedo paseó por su pecho, haciendo figuras invisibles y una mano pálida acarició su corbata, agarrándola, jalándola un poco.
—No sabes cuánto esperamos que te separarás de Camille, aunque no nos hubiera importado hacerlo antes.
—¿Hacer, qué?—Minjeong sonrió media, jalando un poco más la corbata, y eso alteró a Jimin. Tragó saliva, su cuerpo respondió de forma inmediata al jalón al sentir ser jalada con su polla palpitando, haciendo que las dos bajen su mirada a los pantalones. Suspiraron, y volvieron a verla.
—Yooji, Yooji, Ningning y yo queremos que veas cómo lo hacemos.
Volvió a jalar su corbata, riendo, y puede que ahí la vida de Karina pasó de gris a morado erótico.
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