Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6.

¡Hola! Yo por aquí publicando un capítulo atrasado lol por si se preguntan, sí, me encuentro mejor y un poco más descansada, por ello terminé de escribir este capítulo así que, espero que lo disfruten. 

Pd: ¡Mucha gracias por las más de 10k de lectura y el 1k de voto! La oportunidad que le están dando a esta historia es mucha, en serio lo aprecio demasiado. 

¡Besos para todos! 

Disfruten su lectura

~*~

Ella es la más mala, y le quiero dar de todo.

Llevarla de compras, ya sabes, Yves Saint Laurent.

Pero no, ella no quiere.

Grace ft G-Eazy ~ You Don't Own Me

—¿Puedes parar? —Pregunto, dejando de lado lo que parecía ser una buena hamburguesa. Meghan me observa con una de sus cejas arqueada. Sé lo que piensa, pero simplemente no puedo dejar que mi pensamiento se dirija a ese lugar—. Grant no me gusta, te lo dije. No es mi tipo.

—Lo sé, lo sé —ríe—, tu tipo empieza con Scott y termina en Harford.

Pongo los ojos en blanco, pero el parpadeo de lo que parece ser una cámara me hace soltar un gruñido. ¡Odiaba eso! Tiro de las mangas de mi chaqueta, cubriendo los tatuajes que se asomaban en la piel de mis brazos.

—Detesto todo esto —digo, observando mi hamburguesa—. No puedo comer tranquila desde que ese idiota se marchó de mi casa.

—¿Desde cuándo te molesta la atención? —Ella pregunta—. Oh, espera, ¿desde cuándo te avergüenzas de tu tatuaje? Sé que te molesta el mío, hasta yo lo odio, pero el tuyo tiene un significado.

—Desde que tengo cámaras para cada ángulo de mi rostro —Empujo el plato lejos de mi. Lo que parecía una buena idea, terminó siendo una de las peores. Habían pasado cuatro días desde que Grant se abandonó mi casa, dejando tras su rastro un reguero de periodistas—. No haré el trabajo de Grant, fue suficiente.

—¿Estás loca? —dice, observándome con sus ojos abiertos a tope—. Si el trabajo con la mocosa esa era importante, esto lo sobrepasa por mucho, ¡Es el maldito Grant Harrison!

—Sí, y realmente no me importa —remuevo mi gaseosa con la pajilla que hay en ella, haciendo que el hielo en el interior choquen—. Desde esa noche mi vida ya no tiene momentos personales, Meg —suelto un suspiro—. Tú viste en persona como se puso mi padre cuando me catalogaron como la nueva puta de Harford.

>>No quiero que todo por lo que he luchado este tiempo se vaya abajo por un par de corredores.

Meghan suelta un suspiro, sabiendo que no daría mi brazo a torcer por solo una súplica de ella. Mi trabajo con Grant Harrison había terminado desde el primer instante en que lo encontré en la oficina de Rachel.

—Solo puedo decir que estás perdiendo el trabajo de tu vida, Dylan —Ella come con tranquilidad, como si no le importara ser la atención del periodista—. Sí, la atención suele ser un grano en el culo, pero ¿qué importa? ¡ellos solo creen lo quieren creer!

—Los que ellos creen es lo que comparten al resto de las personas —digo, observándola con atención—. Puedes ser la mejor persona del mundo, pero si te ven con cualquier famoso pensarán que solo vas detrás de su dinero. Lo conozcas o no.

—¡Eso es...

—Lamento interrumpir, señoritas —La alta figura vistiendo una chaqueta y anteojos oscuros que cubren sus ojos toma asiento junto a Meghan, la gorra cubriendo su cabeza solo me indica que está escondiéndose—. ¿Cómo las trata la vida?

Intento decir algo, pero toda idea formada en mi cabeza parece desaparecer de golpe cuando el desconocido baja un poco sus anteojos, observándome a mi dirección con ese par de ojos cafés que no había borrado por completo de mi cabeza.

—¿Qué haces aquí? —Es lo único que soy capaz de decir. Scott sonríe, como si no le importara en lo más mínimo interrumpir la charla entre Meghan y yo—. ¿Vienes a ser un grano en el culo al igual que tu amigo?

—Primero —dice, apoyando los codos en la mesa, inclinándose ligeramente hacia mí dirección—, Harrison no es mi amigo y, segundo —inclina la cabeza hacia Meghan, quien está ligeramente congelada en su lugar, observando como si su vida dependiera de ello a Scott—, no quiero que trabajes para él.

No puedo evitar soltar una risa.

¿Él estaba prohibiéndome hacer un trabajo? exactamente él, ¿quien, tiempo atrás me había corrido de su casa?

—Haré el trabajo —digo, dejando que una sonrisa se deslice en mis labios. Al parecer, llevarle la contraria a las personas parecía ser mi nuevo tarea. Siento la verde mirada de mi mejor amiga sobre mí, y sé de inmediato lo que está pensando, por lo que me adelanto a decir—: La cantidad de trabajos que acepte no es de tu incumbencia, mucho menos mis clientes.

—No trabajarás para ese imbécil —dice, como si fuera la última palabra. Regresa a su lugar, golpeando la mesa con sus dedos, como si no estuviera interrumpiendo una conversación importante—. Puedo encargarme personalmente de que no se concrete nada, tengo muy buenas influencias.

—No me...

—Bien —Me interrumpe, colocándose de pie para luego brindarnos una sonrisa a ambas—, nos vemos después, Dylan.

Abro la boca para decir algo, pero él ya se ha marchado, dejando únicamente la confusión reinando en nuestra mesa. Meghan me observa y yo la observo de regreso.

—¿Qué diablos acaba de pasar? —La rubia suelta, paseando su mirada entre el camino que tomó Scott y en mí.

—No lo sé —digo, en un murmuro lleno de confusión—. Ese sujeto está loco.

Mi teléfono suena, captando la atención de ambas. La pantalla no tarda en cobrar vida y un número desconocida salta ante mis ojos. Sé que no debo responder, sin embargo lo hago. Deslizo mis dedos a través de la pantalla, frunciendo el ceño ante las dudas asaltándome.

—¿Diga?

—¿Te dije que tienes un gran trasero que debe estar lejos de las garras de Harrison? —Trago duro, la ronca voz de Scott resuena al otro lado de la línea—. No lo volveré a repetir. No trabajarás para él.

Antes de que logre decir algo, la llamada termina, dejándome completamente confundida y con la boca abierta.

¿Qué diablos había sido aquello?

~*~

—Las noticias siguen llegando —Un periódico cae sobre mi escritorio, haciendo que por acto siguiente me deshaga del único auricular que había metido en mi oreja hace más de una hora—. Al parecer tienes un periodista detrás de ti, Dylan.

Observo a Greyson, quien me dirige una mirada cargada con duda. Tomo el periódico que lanzó justo sobre mis diseños, encontrándome con la imagen incomoda del día anterior.

Meghan y yo comiendo un par de hamburguesas, luego, la siguiente foto me muestra que el disfraz de Scott no había servido para nada. Lo había reconocido, aún cuando él no parecía esconderse.

Nuevamente en primera plana, nuevamente catalogada como la chica de Harford.

—Al menos esta vez no soy la puta de Harford —digo, dejando de lado el periódico para continuar con mi trabajo. Luego de aquel incomodo rato, había decidido ayudar a Grant. A demás de fastidiar a Scott, lograría ganar más dinero.

—¿Estás tranquila? —Me encojo de hombros, como si aparecer en el periódico fuera algo normal, pero, desde aquella fiesta, era el pan de cada día en mi vida, por lo cual decidí ignorar ello, para continuar haciendo lo que me gusta.

—No tengo nada que ver con él, Greyson —digo, sin siquiera levantar la mirada—. Lo conocí por error en la fiesta que organizó porque ganó algo. Luego está eso de que es un patán... y, sinceramente, no es mi tipo.

—¿Por qué no lo aclaras? —dice. Esta vez levanto la cabeza, topándome con sus ojos cafés. Parecía preocupado, sin embargo, descarto eso porque él siempre parecía preocupado por todo el mundo.

—Porque no quiero perder mi tiempo —digo, señalándolo con mi lápiz—. Son periodistas: encontrarán algún animal que haga un truco sorprendente y se olvidarán de mí.

—Bien —dice, soltando una risa algo divertida—, entonces creo que no te molestará si te digo que Scott Harford está esperando por ti fuera de esta oficina.

Mi lápiz se detiene a medio camino, realizando una línea que podría arruinar todo mi trabajo, sin embargo, mi atención no está puesta en eso, mi cabeza se eleva al tiempo que Greyson guiña un ojo en mi dirección, se está divirtiendo a costa de mi confusión, abro la boca para decir algo, pero este huye antes de que sea capaz de formar oración alguna.

Alison me observa con extrañeza, pero simplemente niego en su dirección.

Me levanto de mi silla, volviendo a colocar mis sandalias en su lugar. Sabía que, después de esto, no podría volver a trabajar tranquila. Scott Harford y Grant Harrison había llegado a mi vida para convertir todo en un desastre, algo que ya estaba pasando.

Sé que no voy tan bien vestida como me gustaría, sin embargo no bajo la cabeza. Me gustaba usar pantalones desgastados, y eso era lo que estaba usando. Tomo una lenta respiración, alejando cualquier estupidez de mi cabeza mientras abandono la amplia oficina. No hay nadie paseando por el recibidor, momentos como estos eran en los cuales Alison o Greyson debían abandonar su silla para buscar algún bocadillo en la pequeña cocina.

Soy silenciosa al dirigirme hacía el edificio que Scott Harford parece formar cuando estoy a su alrededor, ahora, sin tacones y sin todo el maquillaje de encima que usé la noche de la fiesta, me siento yo, me siento capaz de mandar a freír espárragos al idiota de Scott.

—¿Se puede saber qué diablos haces aquí? —Este se gira, no parece sorprendido por mi voz, sin embargo, siento sus ojos pasear sobre mí cuerpo. La sonrisa que se desliza en sus delgados labios me hace arquear una ceja.

—Estoy revisando territorios —dice, su mano se eleva, únicamente para pasear despreocupadamente por su mejilla—, sé que el imbécil de Harrison no está por aquí.

—Oh —me río, dejando que mi tono se mezcle con sarcasmo—, claro que está, está tomando una taza de café en mi escritorio, ahora, sino te molesta, necesito que me dejes trabajar.

—El sujeto que encontré me dijo que estabas sola —dice, cruzándose de brazos. La misma personalidad altanera y superior está en él, haciendo que la irritación invada mi cuerpo. ¿Qué diablos ocurría con él? Ninguna persona era menos que él—. Tampoco creo que quieras recibir a alguien vestida así —Me señala, haciendo que mi boca se abra—. Aunque no voy a quejarme mucho, se te ven unas tetas de muerte —La irritación se elimina por completo para dar paso a la indignación ante la señal que hace con sus manos.

—Eres un imbécil.

—Me lo dicen muy seguido —Suelta, sonriendo con altanería.

—Estás mal de la cabeza —Contraataco, observándolo con enojo—. No puede simplemente irrumpir en mi vida cada que te plazca, ¡no eres nadie para hacerlo!

Scott se acerca a mí en un abrir y cerrar de ojos, su sonrisa solo aumenta cuando me ve tambalear y, en menos de un segundo, estoy siendo lanzada como todo un costal de papas sobre su hombro. El movimiento es rápido y rudo, sin siquiera importarle mi seguridad o la suya.

—¡Eres un maldito hijo de puta! —grito con fuerza. Siento que la poca comida ingerida en el desayuno saldrá de mi estomago en cualquier momento, pero no parece importarle. Sus brazos me sujetan con fuerza, manteniéndome en mi lugar mientras pataleo para que me baje.

—¡La traeré más tarde, Rachel!

—¡¿Qué?! ¡No! —golpeo su espalda, recibiendo únicamente risas por su parte—. ¡Bájame de una buena vez, Scott!

Camina rápido, ignorando cada una de mis preguntas. Sé que estamos atrayendo más miradas de las deseas, pero no me importa, quería que me dejara en el suelo para así darle su merecido.

No lo quería cerca de mí.

No cuando se había comportado como todo un hijo de puta conmigo.

Cuando pienso que no se detendrá, lo hace, esta vez estamos fuera de la oficina, y siento el sol de la mañana golpear contra mi piel. Scott se encarga de bajarme sin llegar a soltarme. Mi cuerpo se desliza por el suyo y soy capaz de sentir cada uno de los músculos bajo su camisa negra. Cuando nuestros ojos se encuentran, siento tensión irradiar su cuerpo, pero antes de que logre formar un pensamiento, soy levemente empujada hacía atrás.

Pienso que me caeré, sin embargo, el duro metal de lo que parece ser un auto me detiene. Scott está demasiado cerca, invade mi espacio personal cuando se inclina a mi dirección, pero no soy capaz de alejar mis ojos de los suyos.

Mis piernas están débiles y sé que es por su culpa, sé que todo el trabajo realizado para que me coloque en el suelo, recaía sobre él.

—Aléjate —digo. Mi voz suena más alto de lo normal, pero él no retrocede, en cambio, como si no le importaran mis palabras, saca unas llaves de su bolsillo trasero y aprieta un botón, el pitido del auto detrás de mi me asusta, sin embargo, no me muevo. Si lo hacía, terminaría mucho más cerca de él, cosa que no quería.

—En realidad —dice, observando mis ojos—. Rachel, mi prima, me permitió tener ayuda en mi departamento para una remodelación, no dio nombres y solo busqué al azar.

—No trabajaré contigo —Ni loca ¡no lo haría! —. Tengo mucho trabajo del cual hacerme cargo.

—Bien —dice, retirando mechones de cabello negro de mi rostro, lo hace con cuidado, siendo precavido al momento de tocarme, sin embargo, alejo mi rostro de su mano, sintiéndome jodidamente extraña—, pero tampoco trabajarás para Grant.

—No tienes ningún derecho a decirme con quien trabajar y con quien no —Coloco una de mis manos sobre su pecho, tratando de alejarlo de mí, sin embargo, no logro moverlo ni un solo centímetro—. No eres mi jefe.

—Tampoco quiero serlo —Su mano se aferra a mi muñeca y, con un tirón, me aleja del auto únicamente para abrir la puerta del copiloto—, pero en serio necesito ayuda con mi departamento.

Sin siquiera recibir una afirmación de mi parte, me empuja hacia el interior del auto, obligándome a subir aun cuando pataleo contra su agarre. Termino sentada sobre cuero y, cuando intento escapar, este cierra la puerta en mi cara, para luego bloquear el auto con seguro de niños.

—¡Eres un imbécil, Scott!

Él parece no escuchar mis palabras mientras rodea el auto. Rachel aparece en la entrada de la oficina, observando toda la escena con la boca abierta mientras le envía una mirada desaprobatoria a Scott.

¿En serio eran primos?

Ella parece gritar algo que no escucho, y él solo la ignora, tal y como hizo conmigo momentos atrás.

El moreno sube al auto sin problema alguno, lanzándome una mirada antes de acomodarse en mi lugar.

—Colócate el cinturón.

—Que te follen, Harford.

—Oh, nena —se burla—, seguro que lo harás.

Enciende el auto, negando con diversión mientras fija sus ojos en el camino.

Scott Harford me había arrancado de mi oficina como todo un neandertal, únicamente para llevarme a Dios sabe dónde.

¿Qué diablos pasaba por su cabeza?

Cada día más agradecía el hecho de no haber intimado anteriormente con otros hombres, saber que, si lo hubiera hecho, me toparía con hombres así, hubiera elegido ser lesbiana.

Pero la maldición de ser heterosexual había caído sobre mí.

—Qué no digan que Scott Harford no se preocupa por la seguridad de una mujer —Su voz tiene un tono desaprobatorio, sin embargo no hace el intento alguno para acercarse a mí lo cual agradezco.

Quería lanzarme fuera del auto y alejarme del pedante de Scott Harford.



Pd: Les dejo esta foto demasiada hermosa de nuestro Scott 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro