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50 |FINAL|


Una semana después y sentía que la inquietud de Scott, Scarlett y Robert sólo aumentaban. Nadie había tenido ni una sola pista de la madre de Scarlett. Ni el hermano de Scott, cosa que empezaba a preocuparme un poco.

Sabía que ellos tres hacía hasta lo imposible por terminar con todo esto, por protegernos tanto a Amanda como a mí, sin embargo, había algo que aún no entendía.

Ella había logrado cumplir su venganza. Me alejó de mi verdadera familia, crecí lejos de ellos, ¿ahora qué quiere?

—¿En qué piensas, nena? —Scott me interrumpe, cerrando mi laptop justo antes de que logre completar uno de mis diseños. No digo nada, y simplemente me acurruco junto a él cuando se encarga de alejar mi laptop de mí—. ¿Estás bien?

—Sí —digo, con franqueza—, pero hay algo que aún no logro entender. Raquel está muerta, yo no quiero la herencia que Robert intenta dejarme... ¿Qué más quiere esa mujer de mí?

—Creo que nunca sabremos qué cruza por la mente de esa psicópata —murmura, besando la coronilla de mi cabeza—, eso sólo estará en su cabeza... ¿Sabes que los guardaespaldas tienen la orden de disparar si ella intenta acercarse?

>>Robert y Scarlett no pensaban en permitir eso, pero yo no estoy dispuesto a que corras peligro nuevamente. Si es necesario yo mismo acabaré con esa bruja.

—No será necesario —murmuro, rodeando mis brazos en su cintura. Amaba estar con Scott de esta manera, tan íntimos, tan solos, tan nosotros, alejados de todos los problemas, olvidándonos de que había alguien tratando de hacerme daño y eso era lo único que necesitaba. Quería regresar a mi vida normal.

—Sabes que te amo —él suelta, con tono ronco—, y que muero por meterme bajo tu ropa interior y hacerte mía una y otra vez —murmura, besando mi cuello con intensidad, siento sus labios tirar de mi piel con suavidad y no puedo evitar estremecerme, cuando intento acercarme más a él, Scott suelta una risa ronca y se aleja de mí—, pero no será ahora. Debo salir con Robert —besa mi frente—, quiere que haga unas cuantas fotos con los productos que venden y no puedo decirle que no a mi suegro.

—Tu suegro está en Estados Unidos.

—Él es el primero —dice, soltando una risa—, estaré de vuelta pronto, no salgas a ningún lado.

—Lárgate, Harford —digo, riendo mientras él se levanta de la cama—, ¿puedes traer chocolate cuando regreses?

—Como ordene, señora Harford.

Lanzo una almohada en su dirección, pero está se estampa contra la puerta cuando él abandona la habitación.

Suelto un suspiro.

Amaba estar con Scott porque lograba hacerme olvidar todos mis problemas, hacía que todo lo malo por lo que había cruzado sólo sea un amargo recuerdo que, poco a poco, empezaba a olvidar. Sin embargo, la duda, aún estaba instalada en mi cabeza.

¿Qué diablos quería ella de mí?

¿Qué rayos quería de mi madre si ella ya estaba muerta?

Cuando aquella pregunta se muestra en mi mente, siento que algo hace conexión en mi cabeza, sin embargo, no logro comprenderlo del todo. Había sido alejada de mi familia. Mi madre. Mi madre. Mi hermana gemela.

Había pasado muchas cosas malas durante mi vida en orfanato. Había soportado muchas cosas y eso parecía suficiente venganza para lo que había ocurrido con Robert y mi madre.

Crecí lejos de la comodidad en la que mis hermanas se criaron. Aprendí a luchar por lo que quería, a esforzarme más de lo que me pedían y por eso estaba donde estaba. Mis padres había sido el pilar fundamental en mi vida, luego apareció Meghan y todo empezaba a mejorar para mí. Ahora Scott y todo parecía empezar a cobrar sentido.

El sonido de mi teléfono corta mis pensamientos y, no dudo en responder cuando veo el nombre de Amanda en la pantalla de mi teléfono.

—¿Aló?, ¿Amanda?

—No, querida —Aquella voz hace que mi corazón empiece a latir con fuerza. Aquella voz que había escuchado una y otra vez preguntándome qué tenía mi madre que ella no tuviera. La madre de Scarlett está usando el teléfono de Amanda—, tanto tiempo sin escuchar tu voz, mocosa.

—¿Qué diablos haces con el teléfono de Amanda?

—¿Amanda? Esa mocosa que tuvo todos los gustos que quería, todas las estupideces que pedía. ¿Esa niña mimada que debía de tener el mismo destino que tú tuviste? —dice, soltando con odio y algo de diversión en su tono de voz—, ¿quieres saludar a tu hermana, Amanda?

El golpeteo en la línea hace que mis nervios sólo incrementen. ¿Por qué diablos Amanda estaba con esa mujer?

—¡Dylan! —El grito lleno de horror por parte de Amanda hace que mi corazón salte lleno de miedo—, ¡ayúdame, por favor!

—¿La escuchaste? —dice la bruja, soltando una risa—, tienes una hora para venir y acompañar a tu hermanita en su triste destino. ¿Quién diría que las vanidades de la chiquilla me ayudarían a atraparla? ¡Una invitación a un spa! ¿Puedes creerlo, Dylan?

>>Te enviaré un mensaje con la dirección, niña.

—Maldita bruja... —Antes de que pueda terminar de hablar, la llamada termina y lo único que puedo hacer es soltar una maldición. Me levanto de la cama, para colocarme un par de jeans. Mientras lo hago, mi teléfono vuelve a sonar, esta vez es un mensaje de texto de un número privado. No dudo en abrirlo.

Te espero donde la Sprigan puede observarte. Ven sola o ella sufrirá las consecuencias.

¿Qué diablos es Springa?

~*~

Diez minutos después de romperme la cabeza pensando en el lugar dónde me había citado esa mujer, tecleo dicho nombre en el navegador de mi computadora y, cuando veo que es un lugar abandonado en Londres, no dudo en abandonar mi habitación.

Sabía que sería difícil de deshacerme de los guardaespaldas, pero está tarea sólo parece hacerse más imposible cuando veo a David de pie en medio de la sala. Luce preocupado y sus ojos no se separan de la ventana que tiene una amplia vista a la entrada principal.

¿Por qué diablos él estaba aquí y no cuidando a Amanda?

Maldigo por lo bajo, y me quedo de pies lejos de él, en un lugar dónde no puede verme. Trato de pensar en la mejor manera de deshacerme de él y cuando recuerdo las pastillas para dormir que he estado usando últimamente, regreso a mi habitación.

Cuando usaba una de esas pastillas, el sueño llegaba a mí casi de inmediato, sin embargo, David era mucho más alto que yo y mucho más corpulento, por lo que, pidiéndole a Dios ayuda en esto, tomo dos pastillas y bajo a la cocina.

David sigue en el mismo lugar y llenándome de calma, trato de no llamar la atención de una de las chicas del servicio. Ella me sonríe cuando me ve tomando el jugo del refrigerador y cuando le digo que no necesito ayuda, dejar la cocina, indicándome que le llevaría algo de comer a Scarlett que está trabajando desde casa.

Con rapidez vacío las pastillas en el jugo y la revuelvo con rapidez, sin más, hago mi camino hacía David. Me aclaro la garganta, llamando su atención. Su ceño se frunce cuando ve mi apariencia. Jeans desgatados, una camisa ancha y zapatos deportivos.

—¿Tú harás ejercicio?

—Estaba haciendo ejercicio —murmuro, encogiéndome de hombros. David observa el vaso en mi mano y, sin siquiera decir algo, lo toma—, ¡oye!

—Estaba sediento, gracias, Abbot.

—Siempre serás un maleducado.

Cuando veo que bebe casi la mitad del jugo, celebro en mi interior. Él había estado robando mis bebidas últimamente, lo que hacía mi trabajo mucho más fácil. Mi ceño está fruncido, haciéndole creer que estaba enojada por lo que acaba de hacer. Una vez que termina de beber el jugo, se deja caer sobre uno de los sillones y, soltando una risa, indica:

—Odio que Amanda me haga preocupar de esta manera. Es una niña rica y mimada... la muy condenada me tiene comiendo de la palma de su mano.

—¿De qué hablas?

—Se enojó porque me escuchó hablando por teléfono. Con mi hermana. Creyó que era otra mujer y se fue diciendo que no me quería cerca. Se fue con dos guardaespaldas del señor Robert...

Su voz se tambalea ante cada palabra que suelta y, cuando él no lo nota, se queda completamente dormido. Sólo esperaba que él estuviera bien, no quiero lastimarlo, pero la vida de Amanda estaba en peligro.

Una vez que David está completamente dormido. No dudo en rebuscar en sus pantalones. Él siempre tenía un arma consigo y, cuando la encuentro, la coloco detrás de mis pantalones, cubriéndola con la camisa. Lo dejo ahí en su lugar y hago mi camino fuera de la casa. Había dos guardaespaldas en la entrada, lo que no me hace dudar en desviarme un poco y salir por un lateral de la gran mansión. Había sido una buena idea colocar algunas puertas en ciertos puntos de la casa, haría mi trabajo mucho más fácil.

Maldigo en voz baja cuando encuentro la puerta completamente bloqueada y, sin pensarlo mucho, opto por escalarla. Era difícil hacerlo cuando tenias un arma apuntando directamente a tu trasero, pero eso no hace que me detenga, con cuidado de no caerme escalo la puerta y termino del otro lado de un salto.

La calle estaba justo frente a mí y, no dudo en levantar la mano cuando un taxi aparece en mi campo de vista. Este no duda en detenerse y, con un inglés perfecto, pregunta por el lugar al cual quiero dirigirme.

Le respondo de igual manera, sin embargo, él nota que no soy inglesa cuando escucha mi acento. ¡Sí, soy americana, ahora arranca! Su mirada escéptica no cambia, mucho menos cuando le indico al lugar al cual quiero dirigirme, tanto que lo pregunta dos veces para estar seguro.

Cuando le aseguro la dirección, él arranca, con algo de preocupación.

Al parecer no era un lugar tan concurrido y llegaba a ser un poco tenebroso.

En el camino él me indica que no podría llevarme hasta el punto que yo le pedía porque ningún auto podía ingresar por ahí. Le dije que no me importaba, que podía llegar por mi cuenta caminando y, veinte minutos son necesarios para que estemos frente a lo que parecía una entrada a unos rieles de tren. Él se detiene, observando el camino.

Yo no soy capaz de decir nada y le entrego el dinero correspondiente a la carrera.

Una vez que bajo del taxi, el arranca, alejándose a toda prisa del lugar. Tomo una respiración cuando veo el camino frente a mí y agradecía internamente que aún el sol estaba en su punto más alto.

Con calma, hago mi camino a través de los rieles, no me desvió y me tardo al menos unos diez minutos más en llegar al punto más cercano a la estatua en la cual me citó Margaret, la madre de Scarlett.

Antes de dar un paso más, escucho unas suplicas.

La voz de Amanda.

Sé que Margaret no estaba sola, que había más personas con ella y, cuando logro encontrar un escondite para poder observarlos, la escena que se presenta frente a mí hace que me hierva la sangre.

Amanda está amarrada a una silla, su rostro está completamente hinchado y cubierto con sangre. Ella grita y llora sin parar, suplicando por su vida, mientras Margaret sólo la observa con desprecio.

—¡Tu y ella no debieron nacer!, ¡Deberían estar muertas, junto a esa zorra de su madre!, ¡ella me lo robó todo!

—¡No te pueden robar algo que perdiste por tu cuenta!, ¡mi padre ya estaba harto de ti!, y ya sé el por qué, ¡eres una maldita psicópata!

Otro golpe más. Otro grito por parte de Amanda y no puedo evitar en tomar el arma de mi espalda en una de mis manos.

—¡Margaret! —Mi corazón late con fuerza y, sin siquiera pensarlo, salgo de mi escondite, terminando con más de cinco personas apuntando en mi contra.

—Mira quien se decidió unirse a nuestra fiesta, Amanda. —Margaret suelta, con diversión—. Será mejor que bajes esa bonita arma tuya antes de que termines llenas de agujeros, querida.

Uno de los hombres se acerca a mí y toma el arma de mi mano con rapidez. Sin siquiera verlo venir, un golpe en mi estomago me deja sin aire y mi cuerpo cae al suelo. Trago duro, tratando de cubrirme de los golpes, lo cual parece ser en vano.

El sujeto no se detiene y cada vez es más difícil respirar, cuando creo que no se va a detener, Margaret dice algo y los golpes se detienen, seguidos de esto, una carcajada rompe el silencio del lugar.

—¿Quién diría que alguna vez las gemelas McMahon estaría de pies a mí? Rogando por su vida. —Margaret entra en mi campo de visión cuando me sujeta por el cabello con fuerza, obligándome a observarla. Sus ojos están completamente abiertos, rojos y cargados de odio—. Al fin mi venganza estará completa cuando ustedes dos estén muertas. Todo esto acabará y yo podré volver con Scarlett... con mi niña...

—Ella te odia —digo, sonriendo—, podrás acabar con nosotras, pero tu hija nunca será capaz de amar el monstruo en el cual te has convertido. Mírate... toda desquiciada y loca por tener algo de atención.

>>Tal vez me alejaste de mi familia... tal vez hayas acabado con todo lo bueno que hubo en la vida de mi madre, pero estoy segura de que no obtendrás nada de esto. Serás despreciada por tu propia hija. Serás el monstruo que ella odiará por el resto de su vida.

Margaret me suelta un golpe en el rostro y el sabor metálico de la sangre inunda mi boca. Me suelta con brusquedad en el suelo y se da la vuelta únicamente para tomar el arma del hombre que minutos antes me golpeaba.

Sin importarme si Margaret disparaba, me arrastro hacia Amanda, quien llora desconsoladamente en el suelo. Veo su imagen un poco borrosa, a causa de las lágrimas acumuladas en mis ojos, pero no dudo en acaricias su rostro con mis manos. Se estremece bajo mi toque y no puedo evitar sentir que le fallé.

—Lo siento, hermanita... —murmuro—, tenía que protegerte.

—Dylan...

—Este numerito de hermanas arrepentidas me da nauseas —Margaret suelta. Apuntándome—, Espero que vean a su madre en el infierno.

Cierro mis ojos, sin dejar de sujetar el rostro de Amanda con mis manos y, luego de lo que parece ser una eternidad, lo que parecen ser cuatro disparos se escuchan en medio del ensordecedor silencio. El dolor explota en mi estómago y escucho un grito por parte de Amanda.

Luego, más disparos se escuchan y un pesado cuerpo cae sobre mí, haciendo que el dolor en mi estomago sea mucho más fuerte.

—¡Dylan!, ¡por favor, abre los ojos! —El cuerpo que está sobre mí es quitado con rapidez y el aliento regresa a mí cuando veo el rostro de Scott lleno de preocupación—. ¡Joder, joder, joder! ¡¿Nunca aprenderás a no hacer las cosas tu sola?!

—Scott —murmuro, tratando de alejarme de él sin embargo él no me lo permite.

—¡Llama una maldita ambulancia, Robert!

Como puedo, alejo a Scott de mí, levantándome la camisa que llevaba y mostrándole que no había sido tan tonta como cree. Su boca se abre con sorpresa y lo escucho maldecir de nuevo cuando me rodea con sus brazos.

El chaleco antibalas que había sido olvidado por uno de los guardaespaldas de Robert me había sido de mucha ayuda. Usarlo no había sido una mala idea. Sí, pude sentir el impacto de la bala y el dolor se sintió igual que un golpe muy fuerte, sin embargo, no había logrado traspasar a mi piel.

Me faltaba un poco el aire y me encontraba adolorida, pero estaba bien.

Cuando Scott nota que estoy bien, me ayuda a colocarme de pie, y es cuando puedo notar que David está junto a Amanda. Ella está bien. Al parecer, Scott fue capaz de encontrar mi computadora abierta con la búsqueda que hice, a pesar de no haberlo planeado tan bien, todo salió tal y como quería.

Centré toda la atención de Margaret en mí, para que se olvidará de Amanda, dándole un poco de tiempo a que Scott diera con mi paradero.

Él siempre llegaba justo a tiempo para salvarme.

El moreno me obliga a sentarme dentro de uno de los autos. Con cuidado se encarga de quitarme el chaleco y, cuando nota los moretones en mi estómago, hace una mueca.

—Debemos ir al hospital.

—Estoy bien —murmuro—, sólo necesito un poco de aire.

Scott asiente y me pide que espere un momento dentro del auto. Sin embargo. Soy capaz de ver a Scarlett observando algo en el suelo. No dudo en abandonar el auto y acercarme lentamente a ella. Una vez que llego a ella, la escena sólo hace que mi corazón lata.

Margaret estaba tendida en el suelo, tiene un disparo en su cabeza, justo entre sus ojos. Otro más atravesaba su hombro, otro su estomago y otro terminó en cerca de su corazón.

—Scarlett...

—Creo que ella tenía razón en algo —murmura, ignorando el hecho de que trataba de alejarla de aquella escena—, cosechamos lo que sembramos. Ella sembró odio y venganza y eso terminó comiendo su corazón.

Se agacha, limpiando una lágrima rebelde de su ojo derecho.

>>No fuiste mala al inicio, mamá, pero te perdiste en el camino y escogiste hacer lo incorrecto. Encuentra tu descanso y espero que Amanda y Dylan sean capaces de perdonarte algún día, porque yo no te perdonaré nunca.

Y, sin más, la castaña se levanta, para luego girar a mi dirección y, al igual que Scott, me obliga a regresar al auto y le pide al moreno que me lleve al hospital.

Él no lo duda y, asegurándonos de que Amanda esté completamente bien, abandonamos aquel lugar. El silencio inunda el auto, haciéndome saber que Scott estaba más que enojado conmigo.

—¿Scott?

—Cierra la boca, Dylan —dice, con brusquedad—. Lo último que quiero hacer es escucharte.

Sabiendo perfectamente que lo único que lo hacer hablarme de esa manera es la preocupación poder verme casi inconsciente en el suelo, suelto una risa y me acomodo de manera que mi cabeza queda sobre su hombro, sé que es difícil conducir de esta manera, pero no pensaba moverme ni un solo centímetro lejos de él.

—Será algo difícil cerrar la boca —murmuro—, aprendí a nunca quedarme callada cuando se trata de ti.

—Estás loca, Dylan —musita—, estoy pensando en meterte a un psiquiátrico —Detiene el auto con brusquedad, haciendo que un quejido brote de mis labios cuando lo hace. Sin embargo, él lo ignora y, como puede tira de mi cuerpo hasta colocar sobre su regazo. Me abraza con cuidado de no lastimarme y hunde su rostro en mi pecho—. No vuelvas a hacerme esto, loca. Sentí que mi mundo terminó cuando te vi en el piso.

>>No juegues conmigo así, Abbot. No puedes llegar a mi vida he irte, así como si nada. No puedes hacerlo.

—No lo haré —musito, apoyando mi cabeza contra la suya. Sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, nuestro momento de felicidad había llegado—, no cuando, el mejor corredor de formula 1 está listo para casarse con una diseñadora que está un poco loca.

—Estás loca, Dylan, no te imaginas cuanto —besa mis labios, sin importarle que estoy con sangre en mi rostro—, pero no cambiaría nada. Amo que tú seas mí loca. Sólo mía.

FIN. 

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