49.
—¿Estás segura de esto? —Scott pregunta, nuevamente, dándole una mirada a las hermanas McMahon. Él sabía mi incomodidad que sentía con los reporteros siguiéndonos, sin embargo, era algo con lo que tenía que aprender a lidiar. Me iba a casar con un corredor de fórmula 1 y, de un día para otro mi nombre había ingresado a la lista de una de las mujeres más ricas del mundo sin haber movido un solo dedo.
—Estoy bien —murmuro, observándolo con una sonrisa en mi rostro. Con el tiempo me acostumbraría a toda la atención que conllevaba estar con Scott y ser parte de la familia McMahon, aun cuando había optado por mantenerme como una Abbot.
Cuando Scarlett nos indica que podemos continuar, lo hacemos sin dudar. Ella y Amanda caminan con seguridad y eso me hace sonreír. Ellas eran unas princesas, había nacido para ello, y yo no pertenecía a ese mundo, aun cuando intentaba acoplarme a ellas. Suelto un suspiro. Sería un tiempo algo difícil para mí.
Scott sujeta mi mano, haciéndome saber que está a mi lado y eso me hacía inmensamente feliz. Luego de que todo había terminado, mamá y papá me había obligado a tomar algunas citas con un psicólogo. Luego de lo que había ocurrido con Esther, ellos estaban preocupados por cómo me sentía.
Algo que me hacía sentir divertida.
Y no quería que tomaran eso a mal, todo lo contrario, había sido difícil los primeros días, las recurrentes pesadillas con Esther dentro de ellas me habían hecho sentir miserable, sin embargo, si volviera a estar en la misma situación, no dudaría en hacer lo mismo.
No era mi tiempo de dejar este mundo y, si yo no tomaba esa decisión, nadie lo haría por mí.
—¿Quieren ir por goma de mascar? —Amanda, quién no sé en qué momento llegó a nuestro lado, nos detiene de golpe. Sus ojos me observa con un brillo en ellos y sé que no puedo negarme—. No puedo subirme a un avión sin goma de mascar.
—¿En serio?
—Sí —dice, tomando mi mano y alejándome de Scott, sin embargo, este no la deja seguir con su tarea y vuelve a tomar mi mano, observando a mi copia con el ceño fruncido—. ¿Qué?
—No dejaré que vayan solas.
Amanda pone los ojos en blanco y observa todo el lugar, no puedo evitar hacer lo mismo y es cuando lo noto. Hay muchas personas llegando al aeropuerto y otras más listas para abordar sus aviones, sin embargo, hay otros cuantos que lucen como personas normales, pero no quitan los ojos de nosotros, en cuando me doy cuenta de una persona en particular.
Su cabello castaño y bien peinado llama mi atención y mi ceño se frunce cuando sus ojos se dirigen hacia mí. David me observa con diversión.
—¿Qué hace David aquí?
—¿David? —Amanda pregunta, siguiendo el mismo camino que yo con los ojos. Una sonrisa se dibuja en sus labios cuando observa al castaño y no puedo evitar reír un poco. ¿Le gustaba? —. Ese chico ayudó a papá a encontrar tu paradero.
>>Dijo que te conoció antes de entrar a la CIA o algo así —dice, regresando su atención a mí—, olvídalo, le pediré a él que me acompañe.
Estoy a punto de detenerla, sin embargo, Scott me sujeta con fuerza, impidiendo que lo haga. Lo observo con el ceño fruncido y lo único que él dice es—: Se puede quedar con la copia, la original es mía.
No puedo evitar reír y, a pesar de que quiero aclararle de que Amanda no es una copia mía, él me besa. Sin importarnos las personas rodeándonos, caminamos detrás de Scarlett, quien al parecer saber perfectamente lo que tiene que hacer.
Era momento de darle frente a la vida de Dylan Abbot - McMahon en Inglaterra y, después del trato casi cerrado que tenía con Robert, no podía dar marcha atrás, el iniciar este proyecto sería asombroso tanto para mí, como para las personas que estaban a punto de terminar la escuela de diseño.
Diseñar y crear cosas siempre era lo que me encantaba hacer.
Eso y tener sexo con Scott.
Mucho sexo.
Luego de unos minutos caminando y tratando de controlar mis pensamientos sobre Scott y yo desnudos en una cama, salimos al exterior del aeropuerto, en el mismo, un jet negro nos espera con el piloto y unas cuantas azafatas fuera del mismo.
Todos saludan con mucho respeto a Scarlett y, cuando llegan a mí, un estremecimiento recorre mi espina dorsal cuando cada una de ellas me saluda como la Señorita Delanie McMahon.
—Espero que no le tenga miedo a las alturas, señorita Dylan —El piloto, quien parece tener la misma edad que papá me sonríe de oreja a oreja—, soy Andy, un viejo amigo de Laurent, ¿puedo decir que luces igual de hermosa que ella la primera vez que la vi?
—¿Conoció a Laurent Golt? —pregunto, observando a Scott, quien se disculpa con ambos e ingresa al jet. El hombre peliblanco frente a mí sonríe más, haciendo que las arrugas que el tiempo le ha dado se marquen mucho más.
—Yo la ayudé a entrar a la mansión McMahon como niñera. Una dulce niña que sólo quería salir adelante. Ya no existen chicas como ella, pero estoy seguro de que tú no eres tan diferente a ella.
>>La señorita Amanda es un claro ejemplo de ello. La sangre Golt hace maravillas en las personas.
—¿Amanda? —Andy sonríe, guiñándome un ojo y hablando en voz más baja.
—La señorita Amanda sueña con ser una gran piloto. Está en la escuela de aviación y se esfuerza muchísimo, y a pesar de ser una de las mujeres más ricas del mundo, es tan humilde como una mujer que no tiene ni un solo centavo con el cual sobrevivir.
—¡Dylan! —Amanda corre con dirección a nosotros y, antes de que pueda decir algo, su dirección se desvía un poco y termina colgándose del cuello de Andy, abrazándolo como si se tratase de un enorme oso de peluche—. ¡Andy, pensé que no vendrías tú!
—¿Cómo podría dejar de pasar a buscar a la mejor alumna que he tenido todo este tiempo?
—¿Puedo acompañarte hoy?
—No dejaré que haga eso, Amanda —David, quien no había notado, está detrás de mí, él me ignora—. Vamos, tendré que amarrarla a la silla para que no moleste a Andy.
Y sin más, los tres ingresan al jet y Andy me deja el paso libre para poder alcanzar a Scott.
No puedo evitar sonreír ante todo lo hablado con el hombre mayor. Me agradaba.
~*~
Luego de más de ocho horas, estoy siendo sujetada por Scott, completamente agotada y con más sueño de lo que podía controlar. Amanda y Scarlett luce tan descansadas que suelto una maldición por no haber dormido un poco durante el vuelo.
Scott y yo éramos los únicos afectados por el cambio de horario.
Eran a penas las cinco de la mañana en Londres y yo estaba tan cansada como si no hubiera dormido toda una semana.
—El chofer de papá los llevará a casa. Amanda debe ir a sus clases de aviación y yo debo arreglar unos papales en la empresa. ¿Estarán bien por su cuenta? —Scarlett pregunta, observándonos con atención—, papá estará en casa dentro de un par de horas, no deben despertarse para recibirlo, sé lo que es el cambio de horario, lo odié durante todo el tiempo en Estados Unidos.
—Estaremos bien —Scott dice, bostezando para luego apretar su agarre alrededor de mi cintura—, pero podemos ir a un hotel, no quiero molestar a nadie.
—No molestas a nadie Scott. Te casarás con mi hermana, ahora eres parte de mi familia.
—Iremos a un hotel —murmuro, algo incomoda—, no quiero que pienses que soy una malagradecida o una terca, pero por ahora, quiero llevar las cosas a mi ritmo. ¿Está bien?
Ciertamente, no estaba lista para saber de cuánto dinero había detrás de mi apellido legítimo.
Scarlett está lista para discutir, sin embargo, Amanda se acerca a ella y la toma por el brazo.
—Dylan tiene razón —sonríe, observándonos a ambas—, es un gran cambio para ella, sólo piénsalo de esta manera, un día lo único que sabes que es que tus padres te abandonaron con extraños y al día siguiente te enteras que hay mucho más dinero detrás de tu apellido del que alguna vez podrás disfrutar.
>>Dylan lo está manejando muy bien, si fuera yo, estaría tirándome de los pelos ante esa noticia.
Y, ciertamente, Amanda tenía razón, yo estaba a punto de correr en círculos y gritar que estaba a segundos de volverme loca.
—Bien —dice Scarlett, a modo de rendición—¸ ¿me llamarás cuando despiertes y estés lista para hablar con papá?
—Sí —aseguro, sonriéndole con cansancio.
Sin más, Scott y yo nos despedimos de ella y, a pesar de escucharlo pelear con Scarlett respecto al chofer, el moreno termina cediendo y ambos ingresamos al auto de Robert, el chofer, del cual desconocía el nombre, se encarga de subir nuestras maletas y, una vez dentro del auto, no duda en arrancar.
Yo me acomodo junto a Scott y dejo que él se haga cargo de escoger el lugar al cual llegaremos. Mis ojos se cierran y no puedo evitar deslizarme en la reconfortante oscuridad que me rodea.
Mis pies se sienten libres, la brisa soplando contra mi cuerpo hace que todo tipo de malos sentimientos desaparezcan de mi cuerpo y lo único que queda es la felicidad. Un par de dedos se deslizan por mi cabello y, cuando abro los ojos, me sorprendo demasiado al no encontrarme con Scott.
Un par de ojos café me observan, un largo cabello castaño y una cara tan estilizada que podría compararla con la mujer más hermosa del mundo. Sus labios son delgados y una sonrisa los adorna.
—Tú lo haces feliz, Dylan —dice, con gozo—, él es feliz y puedo marcharme en paz sabiendo eso.
Mis ojos se abren de golpe cuando logro reconocerla en una de las tantas fotos que Scott tiene en la cabaña. Elisa.
Era ella.
—Sí, soy yo, Dylan. Siempre he estado detrás de ustedes dos, siempre he cuidado de ustedes desde el día que se conocieron, y me alegra haberlo hecho.
>>Ustedes merecen ser felices, y sé que lo serán, siempre y cuando estén listos para luchar por ustedes, por su amor.
—¿Dylan? —Mis ojos se abren de golpe, encontrándome con la divertida mirada de Scott—, ¿estás bien?
—¿Qué? —digo, totalmente confundida. La luz del día golpea mi rostro y no puedo evitar cubrirme el rostro con la sabana.
—Estabas hablando dormida, ¿a quién cuidarás?
—A ti —bromeo, rodeando mi brazo con su cuello. Scott suelta una risa y no duda en meterse en la cama y agarra mi trasero con una de sus manos.
—Me encanta saber que estás desnudas debajo de estas sabanas, pero debes levantarte y darte una ducha. Scarlett está esperándonos en la recepción. Creyó que no la llamarías.
—Me agrada, pero a veces no puedo lidiar con su insistencia.
—Si supiera que tengo una hermana perdida en algún lugar del mundo, estaría igual a ella. Te han buscado durante toda tu vida y ha estado preocupada por ti, cariño.
—Sí —murmuro—, lo sé, pero debe darme algo de espacio.
—Bueno —Golpea mi trasero, levantándose de la cama—, hoy no será él día. Ve a tomar una ducha, Dylan, tu hombre necesita comer algo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro