45.
N/a: Si quieren entrar al grupo de whatsapp no duden en dejar sus números en comentarios o enviarlos por medio de un mensaje personal.
~*~
La sensación se agua cayendo sobre mi cuerpo me hace estremecer. Está helada, haciendo que mi piel se erice ante su paso. Risas y unas cuantas maldiciones resuenan en mis oídos y, cuando al fin puedo recobrar mis sentidos, un grito se libera de mi boca, con fuerza, resonando con un seco eco en las paredes que me rodean.
—Ya era hora —Una voz ronca, dice, riéndose con sarcasmo—, pensé que la niña bonita de papi nunca despertaría.
Con violencia, la venda que cubre mis ojos es arrancada, haciendo que la luz a mí alrededor me aturda. ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? Parpadeo, tratando de que mis ojos se adapten a la luz que me mantiene cegada por unos segundos y, cuando creo que al fin puedo ver con normalidad, busco con mi mirada al dueño de la voz.
Welter, con una cabellera completamente blanca me observa con el ceño fruncido, el odio se refleja en sus ojos y, con un golpe atestado contra mi rostro, siento la sensación de placer que le causa.
—¿Creíste que ya no nos volveríamos a ver, Delanie? —Estoy atada y siento como mi piel arde cuando intento tirar de las cuerdas. Mi cabello es tomado en un puño y, sin cuidado alguno, arrancándome un quejido, él tira de mi cabeza, obligándome a observarlo—, creíste que después de lo que tú y la perra de tu madre adoptiva me hicieron se saldrían con la suya, ¿no?
Antes de que otro golpe sea atestado contra mi rostro, una mano detiene a la basura frente a mí, siento su pesada mirada sobre mí, sin embargo, gracias al puño de Welter en mi cabello, soy incapaz de girar mi cabeza.
—Si no quieres que te rompa la cara deja de golpearla, Welter —dice, con enojo—, puede que esté trabajando bajo las ordenes de esa mujer, pero nunca firmé un papel donde indica que debemos golpearla.
—Lárgate —Welter escupe, completamente encoleriza, con dirección al hombre, este no responde, sin embargo, soy capaz de escuchar sus pasos alejándose.
—¡Espera! —grito, recibiendo otro golpe por parte de Welter, el sabor metálico llenando mi boca me indica que ha roto mi labio y el dolor no tarda en llegar, pero, a pesar de eso, continuo hablando—: ¡No te marches! Si aún hay algo bueno dentro de ti... Sácame de aquí...
—Muy tarde, Delanie —dice Welter y, seguido de eso, el sonido de una puerta siendo cerrada con fuerza retumba en mis oídos—, creo que no hay nada bueno dentro de él que pueda salvarte. Está tan acabado como nosotros, ¿no es así?
—Hijo de puta —suelto y luego escupo en su dirección, llenando con mi sangre parte de su rostro, él se limpia, para luego soltarme de un tirón en el suelo.
Todo mi cuerpo duele y me es difícil respirar, mi rostro arde por los golpes recibidos, sin embargo me las arreglo para no soltar una sola lágrima. Él hijo de puta de Welter me había hecho llorar muchas veces, pero eso había terminado. Ya no era aquella niña que gritaba corriendo cada vez que estaba cerca de él. Ya no tenía miedo de él.
Ahora sólo me daba asco.
—Pensar que la pequeña mocosa salvaje es hija de un magnate. ¿Lo puedes creer? —dice, riéndose, caminando delante de mí. Su pie se estrella contra mi estómago, obligándome a girar y quedar sobre mi espalda—. La pequeña bastarda McMahon.
—Yo no soy una McMahon —digo, con apremio. El dolor en mi vientre es mucho más fuerte que antes y hablar se me dificulta mucho más ante el paso de los minutos—, nunca fui una de ellos y nunca lo seré. Todo esto es en vano. No quiero nada que venga de esa familia.
—Tu padre no cree lo mismo —dice, agachándose, para observarme directamente a los ojos. Si tan sólo pudiera desatar mis pies, podría acabar con él. El paso de los años habían hecho su trabajo en él y sabía que ya no poseía la fuerza de antes—, ¿no sabías que eres la vicepresidenta de Tecnologías McMahon, pequeña Delanie? Tú y Scarlett tienen el poder para dejar en la calle a sus hermanas y a Margaret.
Margaret McMahon.
Ella estaba detrás de todo esto y, cuando voy a decir algo, todo se borra de mi mente. El recuerdo de Scott inconsciente y sangrando dentro de su auto me golpea con fuerza, haciendo que mis ojos se llenen de lágrimas.
—¿Qué le hicieron a Scott? —pregunto, con un hilo de voz. Welter suelta una risa.
—¿El imbécil del auto? —dice, con diversión—, tal vez justo ahora haya muerto. ¿Quién sabe? No te preocupes por él, Delanie, después de todo, sí él no hubiera huido y dado el día libre a sus guardaespaldas tú no estuvieras aquí.
>>Es una lástima que nunca llegues a casarte con ese corredor de cuarta. Si no fuera por él y su estúpida fama, nunca te hubiéramos encontrado. Nos hizo el trabajo mucho más fácil, mi querida Delanie.
Antes de que él continúe y mis sollozos inunden el lugar, la puerta de minutos antes, se abre, delatando un fuerte taconeo contra el suelo. Welter se levanta de su posición y opta por una pose que demuestra respeto. Mis ojos están llenos de lágrimas, sin embargo, a través de ellas, puedo vislumbrar una estilizada figura junto a una mata de cabello castaño, similar a la de Scarlett, sin embargo, los ojos de ella no están ahí. En su lugar. Un par de iris azul me observan con odio.
Margaret McMahon estaba a unos cuantos pasos de mí, observándome con una sonrisa ladeada mientras demostraba que el juego había acabado, posicionándola a ella como ganadora.
—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi, mi querida Delanie, ¿o debería llamarte Dylan?
—Tú...
—Sí —dice, sonriendo, acercándose mucho más a mí. Con cuidado, se agacha, para poder observarme. Sus dedos retiran varios mechones de cabello de mi rostro, con algo de cuidado—, esos animales te han maltratado, cariño.
>>Los castigaré después de matarte.
~*~
No sé cuánto tiempo ha pasado desde que Margaret y Welter abandonaron la habitación donde me encontraba, sin embargo, desde que lo hicieron, no he hecho más que tirar de mis ataduras, tanto hasta sentir la piel viva de mis muñecas doler ante cada tirón que yo daba, pero, a pesar de eso, no quería detenerme.
Mi cuerpo duele y siento mi hombro latir ante el corte que no había sido atendido. No saber nada sobre el estado de Scott, también me tenía mucho más que preocupada. Tenía que salir de aquí y acabar con todo esto de una vez por todas.
Esto tenía que acabar.
Cuando la puerta se vuelve a abrir, me quedo quieta, observando al dueño de la figura irrumpiendo en mi intento de liberación. Una mata de cabello castaño aparece frente a mí junto a un par de ojos color avellana. Su rostro no demostraba ni una sola emoción y siento que algo malo ocurrirá cuando él se agacha frente a mí.
—N-No te me acerques —digo, tratando de huir de él. El castaño me fulmina con la mirada al mismo tiempo que saca una navaja de su bolsillo—, ¿qué diablos harás?
—¿Puedes cerrar la maldita boca? —dice, con seriedad, antes de que sea capaz de decir algo, él tira de mis piernas y, con un solo movimiento, me libera de las cuerdas. Acto seguido se levanta y hace lo mismo con las cuerdas en mis muñecas—. Esos dos se largaron —agrega, levantándose, haciendo una mueca al ver las heridas que yo misma me había ocasionado—, salir de aquí puede ser mucho más peligroso que quedarse, necesito saber si puedes seguir mi ritmo.
—¿Me estás ayudando? —digo, con incredulidad tiñendo mi voz. ¿En serio estaba haciendo todo esto.
Él se encoje de hombros y dice—: Tal vez sí hay algo bueno dentro de mí.
Me ayuda a colocar de pie, para luego deshacerse de la camisa a rayas que él llevaba. Rompe una parte de la tela y, con cuidado, de no lastimarme, la coloca de manera que la herida en mi hombro quede cubierta.
—¿Por qué haces esto?
—Trabajo para la CIA —Él dice, sin cuidado—, hemos estado detrás de la pista de Welter desde muchos años antes de que llegaras al orfanato. Muchas niñas murieron por causa de una violación, Dylan.
—¿Qué?
—Lamento que todo esto esté ocurriéndote, pero era necesario llegar a este punto para detener a esa basura y a la loca para la cual trabaja —Sus ojos se desvían hacía la puerta por la cual entró y agrega—: pero no podemos hablar de eso ahora.
Se agacha, levantando su pantalón para sacar un arma de su pierna, la cual no duda en entregarme luego de quitarle el seguro.
>>Dispara a todo lo que se mueva delante o detrás de nosotros, ¿entiendes?
Asiento, tragando duro.
Él indica el camino con un simple inclinamiento de cabeza y no dudo en seguirlo. Su mano libre sujeta la mía con fuerza y ese simple toque me da confianza. A pesar de no conocerlo, tenía el instinto de que podía confiar en él.
Una vez que logramos abandonar aquella habitación y cruzamos la puerta, noto que nos encontramos dentro de una fábrica abandonada. El castaño me indica que mantenga mi espalda pegada a cada pared que vea y no puedo evitar sentir temor por ver detrás de mí. Parecía un camino sin salida, sin embargo la poca luz que había dentro del lugar me hacía difícil ver algo con claridad.
También sabía que si un solo disparo se escuchase, estaríamos en peligro.
No sé por cuanto tiempo caminamos, de lo único de lo que soy consciente es que todo mi cuerpo gritaba por un descanso y mi cabeza estaba a punto de estallar gracias a los golpes que me habían dado.
Cuando soy testigo de una puerta al final de nuestro camino, me obligo a sacar fuerzas de donde no las tenía. El brazo del castaño rodea mi cintura cuando ve que ya no soy capaz de continuar por mi cuenta.
Siento que estamos a unos cuántos pasos de la libertad, pero el sonido de un disparo rompiendo con el silencio sepulcral que habitaba en la fábrica, un grito silencioso se escapa de mi parte y mis piernas tiemblan ante el próximo paso que doy.
Un nuevo grito brota de mi garganta cuando siento dolor explotando en mi pierna. El castaño junto a mí suelta una maldición y, como puede, me coloca con cuidado en el suelo y sin más, se detiene delante de mí, disparando contra quien sea que dispara hacia nosotros.
Todos mis sentidos seden ante el cansancio y la mano que empuñaba la pistola cede, dejando que esta termine en el suelo junto a mí. Trago duro, sabiendo que, tal vez nunca saldría de aquí.
Luego de un par de disparos más, el castaño regresa a mí lado, observándome con algo de horror en sus ojos.
—Dylan —dice, golpeando con suavidad mis mejillas—, no cierres los ojos por más que quieras. No serás la primera que muera en mi guardia.
—Por favor... —digo, tragando nuevamente. Mi mano sujeta la suya y, como puedo, intento darle una sonrisa—, dile a Scott que lo amo a pesar de todo.
Todo a mi alrededor se oscurece y escucho maldiciones lejanas siendo gritadas en mi dirección, pero soy envuelta por las sombras del cansancio.
Cuando mis ojos se vuelven a abrir, me siento ligera y me sorprendo al encontrarme al interior de mi habitación. Mi cuerpo y mi cabeza ya no duelen, sin embargo un mareo se apodera de mí cuando me levanto de la cama.
Un par de ojos café me observan con diversión, sonriendo ante mí.
—¿Hola? —musito, observándola con atención. Su cabello negro llegaba a sus hombros, formando pequeñas hondas en las puntas. Su piel era tan blanca como la mía.
—Hola —responde, soltando una risa—, ¿Por qué estás aquí?
—Es mi habitación... yo debería preguntarte eso —digo, tratando de sonar divertida—, ¿quién eres, pequeña?
—Sarah Elizabeth —responde, con orgullo—¿tú?
—Dylan...
—Mi madre se llama Dylan —dice, riendo—, y es igual de linda que tú —su ceño se frunce y veo que dirige su mirada al otro lado de la habitación y no puedo evitar seguir su visión—, ¿sabes quién es ella?
Mi boca se abre y siento el miedo y el temor arremolinándose en dentro de mí. En una cama de hospital descansaba alguien igual a mí. Alguien con el mismo cabello y... los mismos golpes....
—Y-yo no lo sé —murmuro, regreso mi vista a la pequeña niña sobre mi escritorio. Observa con preocupación mi figura inerte sobre la cama—, ¿dónde estamos?
—Dentro de ti, Dylan...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro