4.
Desde que te conocí has estado cambiando mis horarios.
Si no lo sabes, eso es memorable.
Y perder todo ese dinero es terrible.
Pero créeme, esa vagin* es especial.
~Some Kind of Drug. G-Eazy ft Marc E Bassy
~*~
Me siento ofendida con sus palabras, y el sentimiento solo aumenta cuando veo que su atención se pasea por mis piernas. Ahora más que nunca, quería irme a casa y ponerme un pantalón de yoga.
Su mirada me incomodaba.
—Así que eres la chica de Grant —dice, haciendo que mis ojos se pongan en blanco—. Puedo decir que la vista es mucho mejor que en una pantalla grande.
—No soy la chica de nadie —Me muevo, lista para huir de ahí y empezar con la búsqueda de mi desaparecida amiga. El moreno, mejor conocido como Scott Harford, inclina una ceja en mi dirección, claramente sorprendido por mi respuesta—. No pienso someterme al estúpido juego que tienes con ese idiota —No sé lo que digo, pero no me detengo ahí—. No soy como el resto de esas barbies que juegan a ser la mejor perra en celo frente a ustedes.
—Tu atuendo dice lo contrario —Toma una lenta calada de su cigarrillo, lanzando el humo en mi dirección. Este, al contrario, no llega a mis fosas nasales, lo cual agradezco. Negando con la cabeza, me levanto de la silla, sintiendo la pesada mirada de Scott en mi espalda—. Si cambias de opinión estaré preparado para meter mi polla en tu bonita boca, cariño.
No giro ante su patético intento de llamar mi atención, y simplemente continúo caminando hacia el interior de la casa. Podía sentir el vibrar de la música cerca, pero aun así no me detengo. Prefería estar encerrada entre varias personas, a tener una conversación con aquel sujeto.
Él pensaba que todos estaban a sus pies, cuando no era así.
Para cuando logro ingresar nuevamente a la enorme casa, la música ha cambiado de ritmo, haciendo sonar algo que yo no escucharía. Al parecer, las nuevas estrellas se interesaban en vender sexo en sus canciones.
Siento como los flashes rodean el lugar, alguno de ellos logrando cegarme por unos cortos segundos. Al resto de personas rodeándome no parecen importarles y continúan en lo suyo. Varios de ellos bailando, otros comiéndose entre sí, y unos cuantos a punto de intimar en una sala que no les pertenecía.
¿Qué pensaría papá si me viera así?
Tal vez, enloquecería tanto que llegaría a matarme.
Sacudo mi cabeza, alejando mis ojos de aquellas escenas para luego enfocarme en las escaleras con forma de caracol que parecían dar a un segundo piso. De ahí podría buscar a Meghan.
Tal vez aun no se encontraba borracha.
Alejándome de la horda de personas, hago mi camino hacia la estructura. Me sorprendo al encontrar cada uno de los rincones completamente limpios, aun cuando más de cien personas se encontraban haciendo tiradero en el primer lugar que encontraban.
Aun con la música a todo volumen, siento el sonido de mis tacones vibrar contra mis talones, haciendo que el dolor aumente en los mismo. Sé que estoy llamando la atención de varias personas, pero no me detengo hasta llegar al lugar que quiero.
Cuando logro ver sobre todas las personas, un suspiro cansado brota de mis labios cuando no logro visualizar a la rubia entre todas las personas. Tal vez habría salido a la piscina, ¿tenía que regresar a ese lugar?
Sé que no debería pensarlo, pero lo hago, sopesando las opciones que tengo y ninguna de ellas daban la respuesta que quería. Si volvía a salir corría con la suerte de encontrarme nuevamente con Scott, pero, sino salía, podía haber el peligro de que Meghan este con cualquier desconocido.
Dejo de lado la reticencia al moreno extremadamente grosero y me alisto para bajar las escaleras, pero, cuando giro un centímetro, me encuentro con un par de ojos cafés observándome con intensidad.
Scott Harford está a dos escalones de mí, sujetando un cigarrillo en una de sus manos y masajeando su barbilla con la otra. Parece listo para decir algo, pero el pestañeo de un flash lo hace fruncir el ceño.
Su atención se dirige hacia el lugar del cual provino la luz, para luego soltar una maldición y regresar sus ojos hacia mí.
—Te aconsejo que subas esas escaleras si no quieres terminar como otra de las putas de Scott Harford, cariño.
Abro la boca para discutir, pero él es más rápido que yo y envuelve su mano en mi muñeca. Sus dedos son largos y delgados, pero eso no disminuye la fuerza con la que me sujeta.
No es para nada cuidadoso, pero se encarga de mi cuello no se rompa en sus escaleras, tirando de mi como si no hubiera un mañana. Hago una mueca, apretaba más fuerte de lo que parecía, pero aun así sin llegar a lastimarme del todo.
—¿Puedes soltarme? —digo, tratando de alejarme de su agarre pero este no me lo facilita. La música para un sonido lejano, pero aun presente—. ¡Suéltame, maldita sea!
Tiro, con mucha más fuerza, logrando trastabillar con mis propios pies. Mi mano se aferra a la pared más cercana, logrando mantener el equilibrio. Scott me observa con atención, frunciendo el ceño en mi dirección.
—¿Qué está mal contigo?
—¿Mal conmigo? —suelto, completamente iracunda—. Él único que está mal aquí eres tú. ¿Quién te crees para traerme aquí de esa manera?
—¿Quieres terminar en las noticias como la "Nueva desconocida de Scott Harford"? —Sus dedos hacen comillas, resaltando lo que podría llegar a ser el título de alguna revista de cotilleo.
—Dios me libre de eso —Me cruzo de brazos, observándolo completamente enojada. Sé que aun con los tacones me saca varios centímetros, pero no logro que eso me intimide. Scott Harford no era más que un famoso con el ego por el cielo. Él necesitaba que alguien lo bajara de aquel estúpido trono al que él mismo se había subido—. Para tratar de salvarme de una nota falsa no lo hiciste muy bien. Al venir aquí solo dejaste claro algo que ciertamente no va a pasar.
—Hay más de treinta periodistas en este lugar —Razona, como si fuera un punto muy importante—. Aun sin mi ayuda te comerán viva —Levanta las manos al cielo, como pidiendo paciencia—. ¿Sabes qué? Buena suerte salvándote de esos imbéciles.
>>Buena suerte con tu vida, Dylan.
Y se marcha, caminando por el oscuro pasillo mientras me deja ahí, de pie en medio de un lugar que no conocía para nada. La sorpresa me invade segundos después, pero es demasiado tarde para preguntarle de donde ha sacado mi nombre, puesto que se ha marchado.
Sé que no debería asustarme, pero lo estaba. Aquel sujeto sabía mi nombre sin que yo lo hubiera llegado a revelar, lo cual, no era algo normal.
Negándome ante los oscuros pensamientos que intentan infiltrarse en mi mente, me alejo de aquel pasillo, haciendo mi camino de regreso hacia las escaleras.
Al parecer, él no se había equivocado.
Las cámaras y los flashes no tardan en caer sobre mí, haciendo que me asuste un poco más. Sería un milagro si bajaba las escaleras sin llegar a romperme un hueso.
—¡¿Señorita, es usted la nueva conquista de Scott Harford?!
—¡¿Cuánto dura él en la cama?!
—¡¿Ya tuvo sexo con Scott?!
Intento cubrirme de los flashes, pero logra ser una tarea inútil, sé que, para el momento, ya tienen más fotos de las que yo misma me hubiera tomado. Creo que alguien grita mi nombre, pero todo eso parece ser un sueño. La música y las voces gritando, tratando de llamar mi atención logran dejarme estática, lista para ser la comida que aquellos tenaces periodistas.
—¡¿Pueden dejar de acosar a esa pobre mujer?! —La ronca voz de Scott se levanta por sobre los gritos y la música, logrando así que la fiesta se hunda en un profundo silencio. La atención de todos está sobre él, y pienso en huir, pero él no lo permite, está sujetando mi hombro aun cuando no debería hacerlo. Aun cuando no le he dado permiso—. ¡Los de seguridad!, ¡dije nada de periodistas aquí!
Todo parece ser una fila de imágenes inconexas reproduciéndose frente a mí. Personas murmurando, Scott sujetando mi hombro, enormes hombres escoltando a los periodistas fuera del lugar, y los ojos desorbitados de mi mejor amiga.
Meghan está observando la escena con atención, y noto que desborda emoción por todos sus poros.
—Y-yo... debería irme —digo, sin quitar los ojos de la rubia. Sé que él es capaz de escucharme, y agradezco a Dios cuando libera mi hombro de su agarre.
—Sí —Afirma—, deberías irte. Arruinaste lo suficiente la fiesta.
Mis nervios no me impulsan a responder a su intento de insulto, por lo cual, bajo con rapidez las escaleras. Meghan me observa, como si hubiera hecho lo mejor de todo el mundo en menos de una hora.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que llegamos a aquella casa?
—¿Scott Harford toco tu hombro? —Ella dice, observándome con los ojos en forma de plato—. Tuve que rogar por un jodido autógrafo y el sujeto te sujetó un hombro.
>>Sin dejar de lado que te defendió de esos periodistas.
—No es algo de lo cual debería sentirme orgullosa —Tomo su muñeca, tirando de ella lista para marcharme de lugar. Ella había conseguido su autógrafo, y mi noche había terminado allí. Quería regresar a la comodidad de mi cama.
Lejos de corredores de autos, anfitriones borrachos, amigas desaparecidas y periodistas locos.
~*~
—Sigo sin creer todo lo que pasó —Meghan suelta. Estamos en mi habitación, yo envuelta en una cómoda pijama de franela y ella deshaciéndose del maquillaje que cubre su rostro—. El jodido Scott Harford está detrás de ti.
—No de mí —Corrijo, observándola con el ceño frunció—. Debo decir que el hecho de tener vagina lo atrae un cien por ciento más. ¿No te has dado cuenta? ¡Parezco una jodida ballena a su lado!
>>Es tan... alto.
—No exageres —Suelta, lanzando en mi dirección un algodón lleno de maquillaje. Hago una mueca, lanzando aquel objeto al suelo. Ella a veces podía ser un poco desagradable—. Solo te lleva veinte centímetros, Dylan. No es el fin del mundo.
>>Además, a Scott le gustan las mujeres con curvas, creo que ya te diste cuenta de eso.
—Tengo mucho más que curvas, Meghan —Suelto un suspiro—. No tengo idea de por qué hablamos de esto. El sujeto es un completo idiota. No es para mí.
—¡Eres aburrida! —Se queja, levantándose de la pequeña silla para luego caminar hacia mí y observarme con sus ojos verdes—. ¿Tuviste la noche más emocionante de tu vida y eso es lo único en lo que puedes pensar? Por primera vez, aunque no lo sea, disfruta de las cosas que te ocurren.
—Nunca quise ir a esa carrera —digo, observándola con ojos entrecerrados—. Mucho menos quería conocer al grandioso Scott Harford.
—Me alegro haber dicho tu nombre.
—De alguna manera siempre creí que tú fuiste la culpable de eso —pongo los ojos en blanco—. Siempre estás detrás de las cosas extrañas que pasan en mi vida.
Se ríe, como si soltar mi nombre frente a extraños fuera algo normal. Yo no iba por el mundo gritando que era virgen, para mí, mi nombre era igual de importante que mi virginidad.
No deberían ser revelados con cualquiera.
—¿Dónde está Hazel? —Pregunta, luego de unos largos minutos de silencio.
—Borracha —mi ceño se frunce al no escuchar ningún ruido en la habitación junto a la mía. Hazel parecía un roedor, no se la escuchaba ni respirar—. Papá dijo que la dejara dormir, mañana mamá estará sobre su trasero.
—¿Crees que él te volverá a buscar? —Su cambio de tema hace que la irritación que había dejado en mí la agitada noche regrese a mi sistema. Sus ojos verdes están sobre los míos y, por primera vez, veo algo de deseos -no carnales- en ellos—. Digo, sabe tu nombre y podrá encontrar tus fotos en internet.
—No lo creo —Soy sincera. El tono con el cual me había despedido no había sido el mejor—. Para él soy la que arruinó la celebración de esta noche.
En cierto punto lo agradecía, tener a Scott Harford de mi vida era bien bienvenido. No necesitaba de su ajetreada vida en la mía. Mucho menos de su falta de tacto al momento de decir las cosas.
En cuanto amaneciera tendría de vuelta mi vida. Podría olvidar lo ocurrido la noche anterior y así dejar atrás el desastroso recuerdo de haber conocido a un corredor de fórmula 1.
Al menos esperaba eso.
Tener la tranquilidad que había ganado en los últimos años era lo único que me mantenía activa. Agregar algo como Scott Harford a aquella ecuación no terminaría en nada bueno.
K;8IT
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro