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37.


~*~  


Estar junto a Gerald y su hermano mayor, era un tanto incómodo. Cameron intentaba hablar acerca de algo, sin embargo, en lo único que podía concentrarme era en las imágenes frente a mí. Un hombre de espalda, con una gabardina y un sombrero que lo cubría perfectamente de la cámara y, en otra, un hombre vistiendo la misma gabardina y un sobrero. Eran la misma persona, sin embargo, en ninguna de las dos no puedo ver perfectamente su rostro.

—No creo que lo haya visto antes —murmuro, ignorando las palabras de Cameron, quien me observa con una ceja arqueada.

—Scott me dijo que en Nueva York tuviste un ligero contratiempo en un ascensor —Mi ceño se frunce ante sus palabras, sin embargo, asiento, recordando lo que había ocurrido—. Aún estoy esperando que me envíen las copias de seguridad del hotel, si tenemos suerte, seremos capaces de ver el rostro del hombre y hacer un reconocimiento facial.

Aún seguía un poco sorprendida al saber que él era parte del FBI, y, a pesar de ser un Harford, no era conocido como tal. Aun cuando ambos tenían ciertos parecidos, eran tan distintos y la sorpresa de saber que Cameron no compartía madre con Scott, me sorprendió muchísimo.

—Aquel día el hombre iba con un saco —murmura, dejando de lado la vida familiar de ambos—, se veía un poco desgastado, pero sí llevaba un sombrero.

>>Fue un poco extraño, pero aquella vez lo ignoré. ¿Será la misma persona de las fotos?

—Tal vez lo sean, pero necesito un rostro, sin eso no podré hacer nada.

Asiento, entendiéndolo completamente. Scott en silencio toma las imágenes sobre la mesa y se las entrega de vuelta a su hermano. Él lucía enojado, sin embargo, no había dicho nada desde que destrozó varias tumbonas de la piscina anoche. Él había dormido, aferrado a mí, mientras yo no podía dejar de pensar en la mujer que me había entregado en un orfanato.

Cameron se despide de mí con un simple apretón de manos y Scott lo acompaña a la entrada principal. El silencio que reina en el interior de la casa era demasiado. Los guardaespaldas cumplían su trabajo al pie de la letra. Estaban ahí, pero era como si no lo estuvieran.

Cuando regresa, suelta un suspiro antes de dejarse caer a mí lado en el sillón. Su cabeza termina sobre mis piernas y no puedo evitar tocar su cabello. Su mirada está sobre la mía y sus labios se mueven para decir—: ¿Estás bien?

—Lo estoy —digo, sonriendo un poco—, sólo quiero que esto termine y saber quién diablos está detrás de mí.

—Le pedí a Rachel que tomara el proyecto del tal Ian Masen —dice, como si nada—, quiero que te quedes aquí hasta que todo esto termine.

—¿Qué? —Scott suelta un suspiro y toma una de mis manos, únicamente para llevarla a sus labios y dejar un beso en mi palma—. Puedes patalear y gritar todo lo que quieras —dice, con tranquilidad—, pero no dejaré que salgas y estés bajo el ojo del hijo de puta que intenta acercarte a ti. No sabemos cuan peligroso puede llegar a ser.

>>Quiero cuidarte, necesito hacerlo, Dylan.

—Está bien —musito, asintiendo cuando trato de entender su punto—, pero puedo trabajar en el proyecto de Masen.

Scott niega, soltando una risa—: Solicitó una cita contigo, de nuevo, pero Rachel no pudo darle una respuesta por todo lo que está pasando y yo no lo quiero aquí.

—Scott...

—No confío en él —murmura—, las únicas personas que pueden pasar por esa puerta serán personas en las que tú y yo confiemos ciegamente, y hasta ahora esas personas son sólo siete, sin contar a los guardaespaldas.

En cierto punto él tenía razón, sin embargo, sentía que estaba llevando todo al extremo, tal vez haciendo lo que él sujeto detrás de las fotos quería.

—Bien —digo, por qué sé que después de lo ocurrido la noche pasada, ponerlo a elegir no era una buena opción. Al menos hasta que él lograra calmarse del todo—, pero seguiré trabajando en los cambios de aquí.

—Lo que quieras, pero nada fuera de esta casa —Scott suelta un suspiro y una de sus manos se pasea por su cabello, luce algo nervioso y, cuando estoy a punto de preguntar qué le ocurre, él dice—: Te quiero mostrar algo.

Se coloca de pie y extiende su mano para que la tome, lo cual no dudo en hacer. Sin embargo, intento separarme de él para subir a la habitación y colocarme algo para salir, pero el moreno se encarga de detenerme y simplemente dice—: No saldremos.

Mi ceño se frunce, pero tomo su mano nuevamente, caminando a su lado.

Él se encarga de abrir la puerta que da a la piscina y me deja pasar delante de él. Hay tres guardaespaldas recogiendo los pedazos de maderas que quedaban de las tumbonas y Scott pasa de ellos olímpicamente, ignorando el recuerdo de la noche anterior.

Ambos caminamos uno junto al otro, cruzando un camino que estaba empezando a ser cubierto por los arbustos que rodeaban la piscina. Scott camina delante de mí, sin soltarme la mano mientras yo intento no golpearme con alguna de las ramas de los arboles medianos que creaban lo que parecía ser un sendero, sin embargo, era una construcción de un hombre, alguien que sabía lo que estaba haciendo.

—¿Dónde vamos?

—Elisa vivía conmigo —dice, como si nada—, la última habitación de la derecha que está con llave era de ella.

>>Sus cosas siguen ahí.

La mención del nombre de su hermana melliza me deja muda. Él no hablaba de ella, al menos, el único recuerdo que tenía de él hablando de Elisa fue para decir que yo era mucho más terca que ella.

La visión de lo que parecía ser una cabaña en medio de un campo, invade mi campo de visión. No era tan pequeña, ni tan grande, parecía tener las proporciones correctas para acoger al menos a dos o tres personas, el banco situado fuera de la misma me hace sonreír, ese sería un lugar perfecto para sentarse a dibujar, o, al menos, para olvidarse de todo lo malo que había en tu vida.

—¿Es tuya?

—Lo es —murmura, deteniéndose frente a la cabaña—, vengo aquí cuando quiero esconderme de Cole o de Brit.

—La noche que te conocí —digo, no pudiendo evitar reír ante el recuerdo de la versión grosera de Scott. La noche que nos conocimos, no sabía de dónde él había salido, sin embargo, el camino a la cabaña me aclaró la duda—. No vi de dónde saliste. Me asustaste.

—Estaba borracho —dice, sonriendo algo apenado. Se acerca a mí, para besar mis labios y, con voz ronca dice—: Aún no probamos tu boca alrededor de mi pene.

Antes de que sea capaz de decir algo, él tira de mi mano, llevándome al interior de la cabaña. No me niego a seguirlo porque, simplemente, no quería negarme a complacerlo.

Tal vez, después de tanto tiempo estando sola, era el momento de experimentar todas mis primeras veces junto a Scott.

Y no me quejaría de eso.

~*~

—Nunca pensé decir esto —Meghan, quien está sentada junto a mí, observando como hombres entraban y salían de la piscina, dejando varios sacos de cemento en la misma—, pero Scott está loco.

—Lo ésta —murmuro, sin poder evitar sonreír—, no creí que en serio tomaría en cuenta mi dibujo para modificar la piscina.

—Sería mucho más loco si no lo hubiera aceptado —La castaña suelta, la lata de cerveza que estaba en su mano es colocada en el suelo y una sonrisa se filtra en sus ojos cuando coloca sus lentes de sol de vuelta a su lugar—, pero no puedo negar que el arquitecto está en el momento perfecto para entrar al mercado de los más solicitados.

No puedo evitar reír, observando a mi mejor amiga.

—¿No estás con Cole? —Meghan gira su rostro hacía mí, arqueando una de sus cejas en mi dirección, con uno de sus dedos baja sus lentes de sol, para observarme con sus ojos azules.

—Cuando estás con un sujeto que crees que eres un poste en el cual puede mear cada vez que siente que otro perro se lo puede quitar no es estar con alguien —dice, señalándome con un dedo—, Cole no quiere a alguien en su vida, quiere algo y yo me cansé de ser algo mucho tiempo atrás.

—¿Puedes ser más clara?

—Lo dejé hace una semana —dice, como si nada—, Cole es el tipo de chico que sólo necesita un agujero para meter su pene, Dylan, yo ya me cansé de eso. Quiero algo más. Necesito ese algo que me haga sonreír al igual que tu cuando estás con Scott.

—No todo es color de rosas con Scott.

—¡Lo sé! —ríe sin ganas y se saca nuevamente los lentes de sol para decir—: He notado que no ha sido color de rosas desde que volvieron de Nueva York.

—Desde que nos conocimos —corrijo, haciendo que mi rubia amiga ponga los ojos en blanco.

—Desde que se conocieron —Concierne, sacudiendo sus manos, algo que siempre hacía cuando necesitaba explicar las cosas—, pero después de intentar dejar las cosas, están aquí, viviendo juntos y remodelando esta casa.

>>El maldito de Scott te pidió matrimonio, Dylan.

—Él no hablaba en serio, Meghan.

—Cuando una hombre habla de matrimonio, así sea a tono de burla, lo está diciendo totalmente en serio, Dylan —dice, para luego acomodarse en su lugar y observarme directamente a los ojos—. Scott Harford ha cambiado por completo, Dylan. No es el mismo desde que está contigo.

—¿A qué te refieres?

—Su vida consistía en fiesta, alcohol y, de vez en cuando, drogas —dice, bajando la voz—, revistas de chismes, paparazis y fans locas siempre conseguían fotos de él haciendo cualquier locura, y comparar al Scott de ese entonces, con el Scott de ahora... También estarías sorprendida.

Suelto un suspiro, sabiendo que tal vez ella tenía razón, sin embargo, se había desviado del tema, tal y como siempre lo hace.

—Una vez también pensé que Scott no me quería a su lado como una persona, sino como a un objeto que quería poseer, pero, después de intentarlo y conocerlo un poco más, sé que no es así. Él quiere cuidarme y lo está haciendo muy bien, a pesar de que no estoy de acuerdo con algunas de las decisiones que él toma con respecto a mí.

>>Tal vez deberías conocer un poco más a Cole, no creo que sea tan malo.

—No creo que sea capaz de aguantar por mucho tiempo —dice, observando a otro punto, como si sintiera vergüenza de lo que diría—: Creo que estoy enamorada de él, pero no quiero estarlo, no cuando no tengo la oportunidad de ser una persona para él. No quiero sentirme como algo que él sólo necesita de vez en cuando y eso es lo que siento justo ahora.

>>Tal vez Cole no es para mí.

Meghan guarda silencio y, cuando estoy a punto de decir algo, Scott, Cameron y Cole cruzan la puerta que da a la piscina, encontrándonos a ambas sentadas en las nuevas tumbonas que Scott había pedido días atrás. El alto moreno me observa, arqueando una de sus cejas y luego se atención se centra en los hombres que entran y salen, su pecho se hincha cuando toma una respiración y dice algo con dirección a su hermano y su mejor amigo.

—Llegó el macho alfa, adiós Scott. —Meghan dice, levantándose de la tumbona y huyendo como toda una cobarde, dejándome sola con un Scott Harford, algo enojado, pero, a pesar de que luce algo enojado, no puedo evitar ignorarlo por un segundo, para ver como mi mejor amiga pasa junto a Cole sin siquiera darle una sola mirada.

—¿Qué haces? —Scott pregunta, la seriedad tiñendo su tono de voz—, ¿por qué estás aquí?

—Meghan estaba deprimida —digo, observando al moreno con el ceño fruncido—, Cole ha estado siendo un imbécil con ella. ¿Sabes que terminaron?

—Los hombres no hablamos sobre cosas románticas, nena —dice, sentándose en la misma tumbona que Meghan estaba ocupando—, pero creí que querías salir por un helado, o pizza.

—No creo que Meghan quiera salir con Cole justo ahora —murmuro, observando al moreno—, ¿podemos dejar eso para cuando se marchen? Será mucho menos incómodo.

—O Meghan puede invitar a alguien para que Cole explote de celos y se dé cuente de lo que siente por ella.

Intento decir algo, pero me quedo callada. Scott tenía razón, tal vez, si él llegara a explotar, podría notar que tan importante es Meghan para él o, tal vez, sólo se callaría y vería como alguien más le da lo que él no le quiere dar.

—Bien —digo, levantándome y besando sus labios—, iré a arreglarme.       

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