33.
Capítulo dedicado a XxLunitASensualxX espero que te guste <3
~*~
Mis ojos están estancados en el vaso de agua que se encuentra en la mesa de centro, las voces y maldiciones a mi alrededor son ajenas a mí, el pánico que mamá parece estar pasando no me afecta del todo. En lo único que soy capaz de pensar es en esa foto. En la mujer que se encontraba ahí, observándome, burlándose silenciosamente del increíble parecido que ambas guardábamos. Burlándose del hecho de que, a pesar de parecerse a mí, no éramos las mismas.
No era yo, pero se veía como yo...
Era la mujer que había dejado abandonada a su hija en un orfanato a su suerte. A una pequeña bebé que no tenía la culpa de nada... Me había abandonado.
—¡Necesito esos malditos vídeos, Cole! —Scott grita a su teléfono y suelto un suspiro que había estado guardando desde hace más de una hora—. No me importa lo que tengas que hacer para deshacerte de los guardias—. No me vengas con mierdas sobre seguridad. No es la primera vez que lo haces. ¡Si es necesario pasar sobre el maldito Donald Trump para llegas a esos malditos vídeos lo haces!
—¿Cariño? —Mamá toma mi rostro entre sus manos, tratando de que enfoque mi atención a ella y lo hago, sin embargo, es como si no estuviera ahí. Mi mente regresa una y otra vez al momento en que vi la foto bajo mis pies—. Debes comer algo —musita, con la preocupación tiñendo su voz—, no has probado bocado.
—No tengo hambre —Me niego nuevamente y no sé cuántas veces lo he hecho. Lo único que quería saber quién había colocado aquella imagen en el auto de Scott—. ¿Scott?
El moreno gira en mi dirección, luce preocupado, pero más allá de eso, siento el enojo abordar su cuerpo como si se tratara de una bomba a punto de explotar.
—¿Tienes los vídeos? —Guarda por un silencio y sé que no se está dirigiendo a mí—. Bien, te esperaré a que llegue Ross.
Termina con la llamada, para luego pasar una de sus manos por su cabello y acercarse a mí con rapidez. Sus ojos se fijan en los míos y nuevamente el nudo en mi garganta aparece.
—Debes comer, Dylan —dice, con la voz algo dura—, si no yo mismo te llevaré a la mesa, te daré de comer y no te gustará.
Estoy a punto de responder, pero la puerta principal se abre y pasan unos segundos hasta que soy capaz de ver a una preocupada Hazel de pie a unos cuantos metros de mí. Luce apresurada y algo cansada. Mi madre es la primera de dirigirse hacia ella cuando Scott le indica que estaré bien. La morena con ojos azules me observa y yo simplemente soy capaz de dirigir mi atención al teléfono que sujeta entre sus manos. Había salido para hacer unas cuantas llamadas al orfanato en el cual había terminado antes de que mis padres dieran conmigo.
—No saben nada —suelta, con rapidez—, es difícil encontrar a la enfermera que recibió a Dylan. Ya han pasado varios años. Podría estar muerta.
—No lo está —digo, en un susurro, recordando el viaje que había hecho a Phoenix hace unos cuantos meses, antes de conocer a Scott—. ¿Recuerdan la convención de diseñadores? —Mamá asiente y mi padre lo único que hace es fruncir el ceño—, no fui a Nueva York —trago duro, preparándome para las miradas cargadas de reproche que recibiría por parte de mis padres—, fui a ver a Carmen.
>>Necesitaba respuestas...
—Sabía que no teníamos que decirte el nombre de esa enfermera —Papá empieza, suena enojado, pero bajo aquella mascara que intentaba mostrarnos, lucía asustado—. Si ella continuaba trabajando en el orfanato pudo perder su puesto, Dylan. ¿Sabes lo desconsiderado que fue eso?
—Lo sé —musito—, y me disculpé con ella, pero necesitaba hacerlo, papá. No puedes reprocharme el hecho de querer saber quiénes me trajeron al mundo.
—Hablé por teléfono con la encargada —Hazel dice, llenando el incómodo silencio que se había formado—. El problema principal no ese —Observa a mis padres y a Scott quien no se ha movido de mi lado. Su mano sostiene la mía y soy capaz de sentir el leve temblor que se apodera de él—, no hay documentos de que Dylan haya estado alguna vez ahí. No hay nada...
—¿Qué?
—¿Los documentos de la adopción? —Scott suelta, observando a Hazel, quien simplemente niega con la cabeza—. ¿No recuerdan a Dylan?
—Lo hacen —dice—, pero no hay prueba alguna de que ella haya estado en ese orfanato —Mi tía, quien nunca parecía sentirse vulnerable traga duro, observándome con una mirada que nunca había visto en ella—. Creen que el doctor Welter tiene algo que ver.
La mención de aquel apellido hace que mi piel se ponga de gallina, mi corazón lata desbocadamente y mis ojos se carguen de lágrimas que no me atrevo a soltar.
No... No podía ser cierto. Las últimas noticias que tenías sobre aquel monstruo era sobre él abordando un avión hacía España. Tenía cargos en su contra que no lo dejarían volver al país.
Eso nos había dicho la policía un día después de aquel juicio fallido. Nos habían asegurado de que estaba bien, de que no corría peligro...
—Creen que la encontró por Scott —Hazel continua con algo de duda tiñendo su voz—. Las imágenes que hay en internet de ustedes dos.
—¡No! —Un grito se libera de mi garganta y siento el ardor que deja en su camino fuera de mí. Me coloco de pie, ignorando el hecho de lo brusca que soy al liberarme del agarre de Scott—. ¡Ese hijo de puta no! No...no puede ser él... No...
—¡Dylan! —Un grito en unísono retruena en mis oídos y sólo soy testigo de todo oscureciéndose a mí alrededor. Siento manos sujetándome, pero la oscuridad logra tragarme por completo, alejándome del dulce toque de Scott en mi rostro. Soy testigo del pánico grabado a fuego en los ojos de Scott Harford antes de que mis ojos se cierren por completo.
~*~
El recuerdo de estar atada a una cama se siente tan real que intento gritar, sin embargo, nada sale de mí. Mis ojos están tan abiertos como pueden, pero no soy capaz de ver más que una luz apuntando a mi dirección, cegándome por completo.
—Será mejor que dejes de luchar, Delanie —Aquella ronca y asquerosa voz retumba dentro de mi cabeza. Un pinchazo hace que el dolor estalle en mi cuerpo y mi vista se fije en el rostro del dueño de mis pesadillas. Welter está frente a mí, sujetando una jeringuilla vacía. La misma de siempre, la que usaba cada vez que tenía que entrar en su maldito consultorio—. ¿Serás buena y no tratarás de atacarme?
Trato de gritar, de mandarlo al infierno, pero no puedo hacerlo, mi garganta está completamente cerrada y mis labios no me ayudan a completar la tarea. Welter se acerca a mí, luego de dejar la jeringuilla de lado. Sus asquerosos dedos tiran del dobladillo de mi blusa y el asco se aglomera en mi estómago cuando sus manos se cierran sobre mis pechos. Su toque es brusco y duele.
Quiero gritarle que se aleje, quiero alejarlo y clavar aquella aguja en él hasta que no pueda acercarse más a mí. Quería acabar con él, pero mi cuerpo no se movía ni un solo centímetro.
—¡Dylan! —Un grito en seco hace que mis ojos se abran de golpe y la preocupación en el rostro de Scott me confunde un poco, sin embargo, la niebla de mi sueño regresa a mi cuerpo, haciendo que un sollozo se escape de mi cuerpo—. Aquí estoy, cariño —dice, rodeándome con sus brazos y llevándome a su regazo. Su cuerpo está tenso, pero el olor que desprende logra que regrese en mí, junto con las lágrimas que se deslizan por mis mejillas y terminan en su camisa—. Estás bien, Dylan, no dejaré que nadie te lastime.
—T-tengo miedo —musito, tragando duro, aferrándome tanto como puedo al cuerpo de Scott—. Si Welter robó todos los papeles del orfanato...
—Tendrá que pasar sobre mí si quiere llegar a ti y antes de eso acabaré con esa basura —Las manos de Scott llegan a mis mejillas y me sujeta con algo de fuerza para que pueda observar sus ojos—. Acabaré con él sí sólo llega a respirar cerca de ti, mi vida.
—Te amo.
Mi voz es un susurro ronco y Scott simplemente besa mis labios a modo de respuesta. El sabor amargo que obtuve gracias a la pesadilla se dispersa ante cada minuto que paso aferrada a Scott. Él no parece quejarse, en su lugar se queda en silencio, abrazándome y acariciando mi cabello como si de una niña se tratase.
—Cuando era niño —dice, luego de unos minutos—, y tenía alguna pesadilla, corría al cuarto de mis padres para dormir con mamá. Todas las veces que terminé ahí, mamá siempre decía lo mismo: Eres un niño grande, Scott. Mi niño grande, debes luchar contra las sombras que te asustan. Mami estará orgullosa cuando llegue el día en que las derrotes.
—¿Regresabas a tu cama?
Scott suelta una pequeña risa y lo veo negar con algo de diversión antes de decir—: Corría a la habitación de mi hermana.
Una sonrisa se dibuja en los labios de Scott cuando me remuevo un poco para poder besarlo, su mano termina en mi mejilla, acariciándome con cariño.
—Si alguna vez tengo un hijo, quiero que sea igual a ti.
—Cuidado con lo que deseas —musita, frunciendo su ceño—, no soy un príncipe azul, Dylan.
—Nunca pedí uno —respondo, con firmeza—, sólo quería a alguien que me ame tanto como yo podría amarlo a él.
—No dejaré que nada te pase, Dylan —suelta, uniendo su frente con la mía. Observa como cierra sus ojos y soy capaz de sentir la promesa grabada en sus palabras—, primero lo mataré.
Quiero decir algo, pero simplemente no soy capaz de soltar ni una sola palabra. Sus labios se unen con los míos y sus manos no dudan ni un solo segundo en agarrar mi trasero, sin embargo, se detiene de golpe, soltando un gruñido por lo bajo.
—Lo único que quiero es estar dentro de ti, Dylan —Su voz es un ronco susurro, cargado de deseo que me hace tragar en seco—, pero no has comido nada y ya son las diez.
—¿Qué? —Scott suelta una risa cuando intento levantarme de su regazo, pero él lo impide con rapidez. No tarda tanto en colocarme de pie, sujetándome para que no tropiece con mis propios pies—. ¿Mis padres?
—Se marcharon —dice—, estaban cansados y no hay mucho que se pueda hacer por ahora. —La mano de Scott tira de la mía, haciendo que nuestras miradas se encuentren nuevamente—. No quiero que te asustes, pero abajo hay unos cuantos guardaespaldas. No se irán hasta que esto termine, Dylan. No quiero que algo parecido a lo de hoy se repita, ¿entendido?
Asiento, sabiendo que no podía pelear, sintiendo el recuerdo de aquella foto y la pesadilla aún fresco. Scott me abraza, antes de tirar de mí y salir de la habitación.
—Llamé a Rachel mientras dormías —Scott murmura—, no irás a trabajar, pero puedes hacerlo desde aquí si gustas, o puedes tomarte unas vacaciones como ella propuso.
Mantengo mi boca cerrada hasta que estamos en el primer piso. Hay cinco hombres dentro de la casa. Tres de ellos ocupan la sala, observando a través de los grandes ventanales que dan visión al jardín del frente. Tomo una lenta respiración y llevo mi atención a la cocina, donde dos guardaespaldas observan con dirección a la piscina.
Scott suelta mi mano cuando no dudo en dirigirme a la cocina y observar hacía la misma dirección en la que lo hacen los hombres de pie junto a mí en la habitación.
—Hay unos cuantos más afuera —Scott dice, apretando con suavidad mis hombros—, Cole dijo que eran necesarios.
—Está bien —musito, en voz baja.
No aceptaba sólo por mí, o por mi seguridad. Si ese mal nacido de Welter me había encontrado y estaba detrás de mí, Scott también estaría bajo su ojo.
No quería que nada malo le ocurriese por mi culpa. No a él.
—Trabajaré desde casa —agrego, dándole una mirada—, ¿Hazel puede venir?
—Ella y tu madre vendrán mañana temprano —dice—, tengo que revisar algo de los autos y se quedarán contigo hasta que regrese.
��ӡ�6r�&
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro