Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

28.


Luego de una larga ducha, me dejo caer sobre la enorme cama. Ian se había molestado en pagar una de las habitaciones más caras, sin embargo, obtuvo un cheque como reembolso puesto que no estaba dispuesta a quedarme en una enorme suite. Estaba loco.

Suelto un suspiro.

Había decidido apagar mi teléfono apenas puse un pie dentro del hotel. Quería hablar con Scott, pero también debía darle su espacio. Yo quería mi espacio. El nudo en mi estómago ante la ausencia de la respuesta de Scott hacia mis palabras seguía ahí. No estaba segura de sí disminuiría su tamaño, sin embargo, estaba segura de que tragar se hacía cada vez más difícil.

La sensación de sentirme a la deriva, sin tener nada a lo que aferrarte me aborda nuevamente. El mismo sentimiento que sentí cuando supe que no habían logrado dar con mis padres reales.

Ellos también me habían abandonado.

Descarto con rapidez aquellos pensamientos. Decidí olvidarme de que tenía otros padres desde el momento en que puse un pie dentro de la casa de los Abbot. Me habían dado la oportunidad de ser quien soy ahora, una Dylan mucho mejor de lo que Delanie era.

El sonido de mi teléfono me saca de mis pensamientos y no dudo ni un minuto en responder, esperanzada de que se trate de Scott.

—¿Haló?

—¿Cómo llegaste, cariño? —La voz de papá responde, haciendo que un poco del malestar abandone mi cuerpo—. ¿Cómo está todo allá?

—Genial —digo, sentándome sobre la cama. La bata cubriéndome era muy suave y no tenía necesidad alguna de colocarme un pijama. Aún no olvidaba por completo lo ocurrido con Hazel, sin embargo, le había prometido a mamá dejar el tema de lado hasta que ella sea capaz de hablar conmigo—. Conocí al señor Masen. Es educado y sumamente joven, creo que el trabajo será bastante fácil.

Con la pequeña charla que tuve con él en el auto me enteré que su padre se retiró del negocio familiar cuando él apenas tenía veinte años, hoy, luego de siete años al frente de la empresa que le había sido entregado su padre, era el millonario más cotizado de Nueva York.

—Comprendo —dice, luego hace una pausa y con un suspiro, agrega—: Scott estuvo aquí hace unos minutos.

—¿Qué?

—No puedo decirte lo que él habló conmigo, pero lo que sí puedo decirte es que está loco —Sus palabras suenan cargadas de diversión, sin embargo, la confusión no abandona mi sistema, sin siquiera predecir mis movimientos, me acomodo en mi lugar, observando mi maleta. Dentro de esta había una chaqueta de Scott. Él mismo se las había arreglado para dejarla ahí—, ese chico me recuerda a mí cuando tu madre me rechazaba, y por el infierno que dolía.

>>Sé que dirás que él es alguien que está rodeado de personas sólo por saber conducir un auto de fórmula 1, Dylan, pero, a pesar de eso, sé reconocer cuando un hombre está enamorado de una persona, y el caso de Scott es crónico.

No puedo evitar reír ante las palabras de papá. Siempre hacía que algo malo en una persona termine siendo bueno.

—Tú y él están locos, papá.

—Él está loco por ti y yo por tu madre —dice, soltando una risa—, sólo te llamaba para preguntar como estabas y decirte que no te cierres como sueles hacerlo siempre, cariño.

>>Todos en este mundo merecemos amar y ser amados.

—No me estoy cerrando.

—Lo estás haciendo, Dylan —dice, sé que lucha contra el impulso de regañarme y no puedo evitar soltar una risa por su esfuerzo—, lo haces cada vez que conoces a alguien, tienes miedo de que te deje de lado.

Sus palabras son suaves, sin embargo, hacen que algo en mi interior conecte. No tenía miedo de que Scott me dejara de lado, tenía miedo de que mi felicidad dependa de su presencia junto a la mía.

No tenía miedo de que me dejara, porque ya lo había hecho muchas veces en el pasado, estaba acostumbrada a eso. Sin embargo, Scott había logrado meterse bajo mi piel, algo que nadie conseguía con tanta rapidez.

—No tengo miedo a que me deje —digo, porque en ocasiones pasadas yo lo había dejado y continuábamos en lo mismo, peleando por algo en común, pero al mismo tiempo distinto, tratando de vencernos el uno al otro, obligándonos a ceder en una pelea que ninguno estaba dispuesto a perder—, Scott es Scott. No tengo con quien compararlo.

—Creo que eso es lo que buscamos en una persona, Dylan —dice—, cuando conocí a tu madre no importó las anteriores, era ella con la que quería despertar cada día y a la cual me encanta molestar con pequeñas estupideces.

>>Sé que mi día mejorará si ella sólo se coloca de pie junto a mí, porque me hace fuerte y por ella me mantengo fuerte. Luego cuando te encontró y vi su mirada brillar, sabía que no había otra cosa en el mundo que la haría feliz y esa felicidad de convirtió en orgullo al tenerte como nuestra hija.

—Eres demasiado cursi.

—Para mis chicas lo que sea.

—Te amo, papá —murmuro, sintiendo un nudo en mi garganta, sin embargo, me esfuerzo por alejar el llanto de mi voz—, Tú y mamá fueron lo mejor que me pasó en ese orfanato.

—Y tú lo mejor que nos pasó, Dylan.

—Debo colgar —musito—, tengo trabajo que hacer.

—No te quedes hasta tarde, cariño.

—Te amo, descansa.

Sin más, papá termina con la llamada, dejándome llorosa y con los sentimientos a flor de piel. Suelto un suspiro y parpadeo con rapidez, obligando a que las lágrimas se alejaran de mis ojos.

Sería una larga noche con mis pensamientos.

~*~

—¿Por qué diablos no metí un par de tacones? —Me dejo caer sobre la cama, completamente agobiada.

Para empezar con mi mañana, había despertado media hora después de que mi despertador sonó, luego de tomar la ducha más rápida de mi vida, me había dado cuenta de que había dejado uno de mis portafolios en casa y para terminar con mi mala suerte, tendría que ir como una chica común y corriente.

Una que no iba a una reunión de trabajo.

Lo único bueno en toda esta situación es que Ian Masen me esperaba hasta después de las once y, que, gracias a Dios, tenía una copia de todos mis portafolios en la computadora.

Suelto un suspiro.

Al parecer mi vida amorosa no era la única que se encontraba balanceando en una cuerda a más de mil pies de altura. Me siento sobre la cama y dejo que mis ojos caigan al teléfono junto a mí.

Lo había revisado a penas abrí un ojo y con lo único que me encontré fue con un montón de mensajes y comentarios en Instagram. Al parecer, nadie superaba la idea de que Scott estuviera saliendo con alguien como yo.

Alguien normal.

La puerta suena, sacándome de mis pensamientos y, cuando me coloco de pie, mi ceño se frunce. Aún no eran las once.

—Abriré en un momento.

Con prisa, rebusco en mi maleta por ropa simple y me la coloco sin preocuparme mucho en cómo me veía. Una vez lista, me acerco a la puerta y cuando giro el mango, la sorpresa invade mi sistema como si se tratase de una bola de demolición.

—¿Scott? —Su nombre sale prácticamente disparado de mis labios, luce cansado, pero eso no hace que se vea mal, en realidad, él podría estar ahí de pie todo el día y yo no me cansaría de verlo, sin embargo, como puedo trato de reconectar la parte sensata de mi cerebro y digo—: ¿Qué haces aquí?

—Vine por mi mujer —dice, su voz es ronca y sin permiso alguno entra a la habitación.

Suelto una respiración cuando él pasa junto a mí, el olor de su perfume está intacto y hace estremecer cada una de las terminaciones nerviosas de mi cuerpo.

—Primero: ¿por qué diablos entras si no te he dado permiso para hacerlo? —Él suelta una risa, como si mis palabras no lo afectaran en lo más mínimo y, antes de que sea capaz de decirme algo, agrego—: Y segundo: yo que sepa me levanté estando soltera esta mañana, no sé en qué momento eso cambió.

—¿Puedes dejar de ser un dolor en el trasero por una vez, mujer? —suelta, una gran sonrisa adorna sus labios y, cuando me doy cuenta, me tiene entre sus brazos, me aprieta con algo de fuerza, pero no llega a lastimarme, en lugar de ello, con cuidado me obliga a colocar mi rostro contra su pecho y, sin que se dé cuenta, me empapo de su olor.

—Eres un imbécil.

—Soy el imbécil que amas —murmura, una de sus manos se pasea por mi cabello, haciendo que suelte un suspiro—, y tú eres el dolor en el trasero que amo.

Un zumbido ataca mis oídos y simplemente me quedo en mi lugar, quieta, sin saber exactamente qué hacer. Scott me sujeta contra su cuerpo, siendo ajeno al cosquilleo que invade mi cuerpo por el simple hecho de pronunciar unas cuantas palabras.

El corazón de Scott late como si se tratase de una competencia y, cuando me atrevo a colocar mi mano sobre él, soy capaz de sentir el pequeño temblor que cruza por su cuerpo, sin embargo, él sujeta mi mano, para luego alejarme un poco de su cuerpo.

Sus ojos cafés se encuentran con los míos y, por primera vez desde que lo conozco, noto algo diferente en ellos. Me mira con algo que no había notado anteriormente.

—¿Qué diablos haces aquí?

—No me gusta usar el teléfono —responde, en forma de un murmuro—, prefiero ver tu rostro cuando hablo contigo.

>>Además, te vine a salvar.

Mi ceño se frunce cuando me deja ir, pero no pierde el tiempo en dirigirse hacia la bolsa que minutos antes había lanzado sobre la cama, cuando la abre, la sorpresa invade mi sistema y una sonrisa orgullosa se apodera de los labios de Scott cuando mi vista cae sobre sus ojos.

—¿Cómo sabías que la necesitaba?

—Tu madre —dice, se rasca la nuca, simulando algo de incomodidad—, fui a casa de tus padres antes de venir a Nueva York.

Tomo el portafolio, ignorando el hecho de que su nivel de nerviosismo estuviera aumentando.

—¿Debo preocuparme porque hayas ido a mi casa mientras yo estaba aquí?

—No lo sé —murmura, observándome con algo de precaución—, depende de cómo tomes lo que te diré.

—¿Mataste a alguien en el camino?

—No que yo sepa —Niega un poco divertido, sin embargo, una expresión seria se apodera de su rostro y soy capaz de imaginar engranajes en su cabeza, girando para encontrar la mejor manera para decirme lo que él piensa—. Te amo —dice, su voz tiembla un poco, pero no le resta poder a sus palabras—, y te quiero sólo para mí, Dylan.

>>También quiero a Delanie, aun cuando tú no quieras compartir partes de ella.

—Scott...

—No tengo problemas con eso —me interrumpe, sonriendo un poco—, sé que tarde o temprano me contarás y estaré listo para escucharte. Cuando quieras y cuando estés lista.

—No me casaré contigo. —digo, sintiendo mi corazón listo para salir por mi boca, siento que con mis palabras he lastimado al moreno, pero cuando lo observo, una sonrisa divertida se dibuja en sus labios y, como si nada, se sienta en la cama, tirando de mi mano para que termine sobre su regazo. Uno de sus manos termina en mi trasero y la otra en mi muslo, acariciándome con lentitud.

—No voy a proponerte matrimonio —dice, con seriedad—, creo que tú y yo aún tenemos problemas que resolver antes de dar ese gran paso.

—¿Entonces?

—Quiero que te mudes conmigo —Sus palabras son liberadas con rapidez y el pequeño temblor que sentí momento antes, se hace presente nuevamente, haciéndome conocer el estado de nerviosismo de parte de Scott—, quiero que estés conmigo, Dylan.

>>Quiero conocerte mejor y que tú me conozcas mejor.

—Yo...

—No necesitas responder ahora mismo —dice, interrumpiéndome—, quiero que lo pienses, pero cuando lo hagas recuerda que estoy intentando con todas mis malditas fuerzas para que esto funcione.

>>Para que dejes de lado las estúpidas ideas en tu cabeza y me ames con todas tus fuerzas, porque yo ya lo hago, Dylan.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro