Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

26.


~*~

Mi cuerpo está tibio, mucho más de lo normal y siento el calor empezar a esparcirse por el mismo. No dudo en abrir los ojos, a pesar de que me siento agotada y que no he pegado el ojo en toda la noche gracias a Scott.

La habitación del moreno se encuentra tal y como la dejamos, con un poco de ropa sobre la cama. Un largo brazo se desliza por mi estómago hasta terminar en uno de mis pechos. Scott me sujeta con fuerza, pero a los pocos segundos se relaja, haciéndome poner los ojos en blanco.

-Scott -digo, moviendo su brazo. Lo único que logro es sacar un gruñido de su parte-, debo ir a trabajar.

-Llamé a Rachel mientras dormías, dijo que no hay problema alguno con que desaparezcas un día -murmura, sujetándome con más fuerza. Su pecho está contra mi espalda y su mano no pierde el tiempo para deslizar bajo la sabana, sujetando mi pecho de vuelta. El calor de su cuerpo traspasa el mío y, sin oponerme mucho, me relajo junto a él.

-Eres un idiota.

-Lo sé -gruñe, algo cansado-, duerme un poco más, Dylan.

Quito su brazo, ganándome un gruñido más por parte del moreno, pero eso no me detiene, me levanto, alcanzando lo primero que encuentro en mi camino.

Una camisa de Scott aparece en mi mano, sin embargo, la desecho con rapidez. Ni en mis mejores sueño cabria en alguna de ellas.

-¿Dónde está mi ropa? -suelto, lanzándole una almohada al moreno, éste abre sus ojos, fulminándome con la mirada café que hace sólo una noche, me observaba con deseo.

-¿Hablas en serio?

-Tengo hambre -digo-, no me quedaré a dormir toda la mañana sólo porque tú lo harás.

Observo al moreno por un segundo, quien pasa de mis palabras y se cubre el rostro con una de las almohadas. Tomo la oportunidad que me da y con rapidez me levanto, divisando parte de mi ropa en un extremo de la habitación.

Cuando doy con mis bragas, tomo la dirección que lleva al baño he ignoro por completo el llamado de Scott. Opto por tomar un baño, tratando de ignorar el hecho de que el moreno se encontraba a sólo una puerta de distancia.

Me tardo media hora en el baño, saliendo, ésta vez, completamente vestida. Scott aún se encuentra en la cama, sin embargo sus ojos están abiertos de par en par. Su ceño se frunce, como si estuviera pensando en algo importante.

-¿Qué? -pregunto, tratando de arrancar un par de palabras de su parte. La tensión que irradia su cuerpo logra llegar al mío, haciéndome sentir algo incomoda.

-Puedo preparar algo -dice-, no quiero que te marches.

-Scott -río un poco, tratando de relajar un poco el ambiente-, debo regresar a mi casa.

Él se remueve, llegando a su mesa de noche, de la cual extrae una llave. Sus ojos de dirigen nuevamente a mí y, con voz calma, dice-: Llévate mi auto. Si me levanto de esta cama no te dejaré marcharme. Tú elige.

No digo nada, en silencio me acerco a él, lista para tomar las llaves, pero el rápidamente tira de mi mano, haciendo que caiga sobre él. Sus ojos están sobre los míos, pero los desvía con rapidez a mis labios.

Me besa, sin pedir permiso y simplemente dejo que lo haga. Scott Harford estaba metiéndose dentro de mi piel, aferrándose con fuerza a mí y no yo no quería hacer nada para detenerlo.

-¿Usaste mi cepillo? -pregunta, con voz ronca.

-Usé tu cepillo. -Aseguro, sin poder ocultar la diversión en mis palabras.

Un gruñido se libera de su pecho y muerde mi labio inferior antes de separarse. Me ayuda a colocarme sobre mis pies y de alguna manera lo agradezco. Las llaves son colocadas en una de mis manos y Scott entrecierra los ojos en mi dirección.

-No choques mi auto, Dylan.

-Entendido, jefe.

Ahora es turno de Scott colocar los ojos en blanco, haciendo que una carcajada escape de mi garganta. Cuando me marcho, no me detiene, algo que agradecía en el fondo. Sí el me pidiera quedarme un rato más, no dudaría en aceptar.

Al parecer tenían razón al decir que uno regresa una y otra vez a los lugares que fue feliz. Estar junto a Scott me hacía feliz.

Una vez fuera de la gran casa, me encuentro cara a cara con el carro de Scott. Era grande. Mucho más grande que yo, lo cual era un pequeño problema para mí.

Nunca había conducido un vehículo tan grande.

-Bien -murmuro-, relájate y conduce como lo haces siempre, Dylan. No pasará nada.

Un suspiro se libera de mi parte y toma toda mi fuerza de voluntad para dar el primer paso hacia el vehículo. Era ahora o nunca.

~*~

Después de unos cuantos regaños por parte de papá y una felicitación por parte de mi madre, llego al trabajo. Rachel está algo confundida al verme llegar, pero simplemente la fulmino con la mirada. No podía creer que a pesar de todo, confíe ciegamente en Scott.

-Pensé que no vendrías -suelta algo divertida, camina detrás de mí, tratando de alcanzarme, pero cuando llego a mi escritorio, su acoso aumenta un poco-. ¿Dónde está Scott?

-En su casa -murmuro, dejando mis cosas sobre la mesa-, no quiero que te pongas de su lado, Rachel -digo, observándola con algo de reproche-, no necesito que él sea quien maneje mi horario de trabajo.

-Bien -dice, ocupando la silla que está frente a mi escritorio. Su cabello se sacude, haciéndome soltar un suspiro. Con toda la calma que puedo reunir, ocupo mi silla, observando el iris café de los ojos de Rachel-, tengo un trabajo para ti.

-Habla.

-Necesito que vayas a Nueva York -suelta, con calma-, tengo un cliente importante esperando por una visita de nuestra parte pero nunca logré concretar nada, acabo de hablar con él hace unos... -sus ojos caen en el reloj que lleva en su muñeca-, veinte minutos.

>>Sino enviamos a alguien perderemos el trabajo. ¿Quieres hacerlo?

-¿Nueva York? -Rachel asiente-. Tengo la casa de Scott entre manos, por si lo olvidaste.

-Él puede esperar -dice, poniendo los ojos en blancos-, entre Scott y el señor Masen, escojo Nueva York. ¿Qué dices? Eres la mejor aquí, Dylan, necesito a la mejor diseñadora que tengo.

-¿Cuántos días serían? -A pesar de tener el diseño de la casa de Scott, tenía curiosidad por el nuevo trabajo que me estaba dando Rachel. Me gustaban los retos.

-Dos -dice, con rapidez-, la cita estará programada para el mismo día en que estés allá. ¿Dirás que sí?

-Está bien -murmuro-, sólo necesito que estés al tanto de todos los correos que te envíe con los cambios en los bocetos que hice para la casa de tu primo.

-Me encargaré de eso, Dylan -Suelta una risa, negando con diversión-, en serio te flechó Scott.

-Vida personal fuera del trabajo -Arqueo una ceja en su dirección, haciendo que la rubia ponga los ojos en blanco. Se levanta de la silla, diciendo que me enviará todo lo que tenía que saber por correo.

Tal vez el decidir venir al trabajo fue una mala idea, pero no iba a dejar que Scott decidiera por mí. Así no me gustara mi decisión, seguiría aquí, sentada en mi escritorio en lugar de estar con Scott.

No dejaría que la vieja Delanie volviera a salir de donde la había encerrado años atrás. Scott no era indispensable en mi vida. No lo necesitaba para continuar y tenía que seguir así.

Tratando de alejar todo aquello de mi mente, tomo mi libreta de dibujos de mi bolso y no me tardo mucho en dar con el boceto que estaba haciendo para Scott.

Tenía listo el de la sala principal, sin embargo, la cocina era algo que se me estaba dificultando. Las pocas líneas que había trazado formaban la barra de desayuno y la alacena. Había movido ambas. En el dibujo, la barra estaba ocupando el lugar de la alacena, aquella pared que estaba en casa de Scott tenía que irse.

Lo quisiera él o no. No iba a permitir que arruinara mi dibujo.

-Tengo un reto por delante -murmuro-, uno muy difícil.

Tres horas después estoy aparcando el auto de Scott frente a mi casa, justo delante de mí está mi auto, tal y cómo lo había dejado. Suelto un suspiro. Tendría que llamar a Scott para que viniera por el suyo.

Tomo mi bolso y, antes de poder bajar uno de mis pies, la melena negra de Hazel aparece en mi campo de visión. Está usando una camisa de su antigua universidad y un par de zapatillas bajas.

Muy pocas veces la veía así.

Estaba llorando.

Me bajo del auto, algo confundida, pero no hago ni un solo comentario cuando ella se dirige hacia mí y me abraza con algo de fuerza.

-¡Estás bien?

-No -Quien había dicho que Hazel Walker era femenina, nunca la había visto llorando, o sorbiendo por la nariz como todo un caminero, estaba segura de que nunca había llorado frente a algún hombre, sacando al abuelo de esa lista claro está-. Él imbécil de Andrew vendrá por mí -dice-, ¡se supone que nos estamos divorciando!

-¿Vendrá?

-Lucas lo asustó -responde, alejándose un poco de mi-, dijo que si se acercaba a ésta casa llamaría a la policía.

-Papá no amenaza con llamar a la policía si algo grave ocurre, ¿qué pasó?

Los ojos café de Hazel se detienen en los míos y, como si de la peor noticia se tratara, llora nuevamente. Se le es imposible hablar, como si las palabras no quisieran abandonarla, pero no dudo en atraerla de nuevo a mí en un abrazo.

-Vamos adentro -murmuro, sujetándola con un brazo. La morena no se niega y camina junto a mí.

La sensación de haber optado mal por dejar a Scott en su casa pesaba más ante cada minuto que transcurría, quería estar con él y alejar el estrés que estaba generando el trabajo y la familia algo loca que me había tocado.

Esto sólo aumenta cuando doy un paso al interior de la casa. Papá está al teléfono, gritando un sinfín de improperios cuando la persona al otro lado de la línea lo deja esperando.

-¿Qué diablos sucede aquí? -pregunto, llamando la atención de papá. Su ceño está fruncido y mamá aparece, bajando las escaleras con rapidez. Está enojada, mucho más que enojada.

No la había visto así desde el día del juicio. No la había visto así desde el día en que nos enteramos que el médico había escapado.

Papá levanta la mano, indicándome que guarde silencio y, lo siguiente que dice es-: Sí, una denuncia por maltrato doméstico.

Hazel tiembla cuando las palabras abandonan los labios de mi padre y, cuando giro a su dirección, sus ojos se cierran y todo su peso cae sobre mí. No dudo en sujetarla con fuerza, evitando que caiga al suelo.

-¡Hazel! -Mamá es la primera en acercarse, luce asustada y toda la sangre ha sido drenada de su rostro.

-M-mamá... -murmuro, con algo de dificultad. Sus ojos están sobre los míos, pero simplemente niega con la cabeza.

Lucas Abbot cuelga el teléfono y se une a nosotras, tomando a Hazel en sus brazos para luego colocarla en el sillón. Sobre este, la morena descansa con algo de tranquilidad, aunque la tensión irradiando su cuerpo no parecía abandonarla.

El silencio que llena la habitación me pone tensa y sabía, por las palabras de mi padre, que la denuncia de maltrato era por Hazel.

-¿Pensaban decirme alguna vez que Andrew golpeaba a Hazel? -pregunto, con tono bajo. Me sentía incomoda. Ellos no me habían ocultado muchas cosas desde que había llegado aquí, sin embargo, el haberlo hecho con esto, dejaba un sabor amargo en mi boca.

¡Hazel había sido la segunda persona en brindarme su cariño cuando llegue con los Abbot!

-Ella no quería que lo supieras -Mamá responde, sonriendo a medias-, sufriste mucho antes de conocernos, cariño, no necesitabas más de eso en tu vida.

-Ni ella ni ustedes tienen derecho a decidir por lo que necesito o no necesito saber -digo, observándola con algo de enojo-, ¿qué crees que hubiera pasado si Andrew venía y sólo yo esté con ella?

Mamá abre la boca y la cierra con rapidez.

Ambos sabíamos la respuesta a eso.

Andrew nunca me agradó y lo había dicho en varias ocasiones, pero ahora, más que nunca, sabía que Hazel hubiera decidido callar en vez de salvarse. Trago duro, sintiendo un nudo en mi garganta y respondo a mi propia pregunta.

>>Los hubiera dejado solos y él la habría lastimado, y sería mi culpa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro