21.
¡Disfruten su lectura!
Capítulo dedicado a MarMa03
Aquí les dejo una imagen de nuestro hermoso Scott, por cierto, ¿ya vieron Some Kind of Drug? ¿no? ¡¿Qué esperan?!
~*~
Tuve momentos que no duraron para siempre.
Ahora estoy en un rincón, tratando de unir todo... cómo amar.
Por un segundo estuviste aquí, ahora estás allí, es difícil no mirar la manera
en la que mueves tu cuerpo, como si nunca hubieras tenido mi amor...
¿Cómo amar?
~How to love - Cover by Demi Lovato.
Intento formar una línea recta, pero, por lo que parece ser la sexta vez, termina siendo una línea completamente curva, haciendo que automáticamente arranque la hoja de mi libreta. Siento la pesada mirada de papá sobre mí, sin embargo, no hago amago alguno de verme arrepentida.
—Terminarás con la libreta —dice, intentando sonar divertido, sin embargo, los últimos días todo parecía hacerme enojar—, no tiene la culpa de que estés enojada con Scott.
—No estoy enojada —suelto, casi de inmediato, observando con atención al hombre que me había permitido ser parte de su familia y me arrepiento un poco al soltar toda mi irritación sobre él—. No se puede estar enojada con algo que ya sabía cómo iba a terminar. No soy una de las chicas que estará detrás de Scott y él no iba a cambiar por una recién conocida.
>>Lo sé, lo sabe él y lo sabe el mundo.
—Nunca habías roto más de dos dibujos en menos de dos horas, Dylan, no eres tú. No es normal en ti.
—Es normal en cualquier persona que tiene dolor de cabeza —murmuro, cerrando la libreta de golpe. Centrarme en un dibujo sin tener ganas de hacerlo era una muy mala idea, sin embargo, la idea de no hacer nada, era mucho peor. Quería mantener algo entre mis manos y concentrarme en ello, no quería dejar toda mi atención en lo ocurrido días atrás, no quería pensar en el hecho de que Scott no fue detrás de mí.
Quería que lo haga, pero, al mismo tiempo, no lo quería cerca.
Cuatro largos días en los que me había hundido en el trabajo habían transcurrido. Me obligaba a pensar únicamente en los proyectos que tenía pendiente, en los dibujos que tenía que realizar y en el trabajo que me ofrecí a terminar por Greyson, algo que, al parecer, fue un error.
—¿Dejarás de lamentar tu rompimiento con Scott y me acompañarás al supermercado? —Mamá entra en la cocina, observando la extraña postura que había tomado sobre la silla en la que habitualmente me sentaba. No me muevo de mi lugar y únicamente observo a la mujer frente a mí—. ¿Y?
—¿Tengo otra opción? —Mamá niega con algo de diversión y no duda en lanzar las llaves de mi auto en mi dirección. Suelto un suspiro, levantándome de mi lugar, dispuesta a dejar de lado el dibujo con el cual estaba luchando.
Mamá sonríe, sujetándome por los hombros y guiando nuestro camino hacia el exterior de la casa. El sol está en su punto más alto, haciendo que el arrepentimiento aborde mi cuerpo. El yeso aún es algo molesto, por lo que me tomo mi tiempo para llegar al auto.
Mamá no duda y se me adelanta, tomando las llaves de mis manos y manteniendo la puerta del copiloto abierta para mí.
—No entiendo por qué me diste las llaves —digo, haciéndola reír—, sabes que aún no puedo conducir.
—Lo sé —dice—, sólo quería que te levantaras. No voy a dejar que pierdas tu trasero por un asunto que no vale la pena.
—¿Puedes dejar de hablar de Scott? —suelto, deteniéndome antes de entrar al auto—. El que lo estés recordando veinticuatro horas al día sólo logra irritarme.
>>Sí, tal vez fue un error tratar de confiar en él, pero lo hecho, hecho está.
Estoy siendo dura con ella, sin embargo, no me arrepiento. Ella tenía que dejar pasar lo ocurrido con Scott. Yo estaba intentando hacerlo y ella se negaba a seguir mi ejemplo.
—Cariño...
—No digas que estoy enamorada de Scott porque no es así —digo, con voz cansina—, mamá, has estado repitiendo lo mismo desde que llegué a casa ese día.
—Tú y Scott son tercos —dice, su ceño se frunce—, él es un idiota por llamar a tu padre para preguntar cómo estás y tú lo eres aún más por haber cambiado de número.
—¿Qué? —Mamá abre su boca y suelta un suspiro.
—¿Puedes subirte al auto? —murmura—, te contaré en el camino.
—¡Pero mamá!
—En el camino —dice, soltando una risa tensa—, te lo prometo.
Ella me observa, rogando con la mirada para que ingrese al auto de una vez por todas, lo cual hago sin rechistar. Ciertamente, saber lo que Scott estaba haciendo a mis espaldas podría ser interesante.
Me encargo de cerrar la puerta, para luego observar a la mujer que me crió la mitad de mi vida rodear el auto. Helen Walker, a pesar de ser únicamente un ama de casa, se las arreglaba bien en cualquier campo que quisiera desempeñarse.
Podría jurar que en otra vida había sido Cupido.
Su manera de tratar de unir personas era algo que sobrepasaba todo lo que conocía, sin embargo, cada una de las relaciones que ella predijo, terminaron, y de la peor manera.
—Bien —digo, luego de que ella enciende el motor—, suéltalo, mamá.
—Scott está preocupado por ti —dice, como si nada—, me contó lo ocurrido en el bar y él piensa que ese chico está detrás de ti.
>>Está cuidándote aun cuando no lo quieres cerca.
—Es un idiota.
Es lo único que suelto, haciendo que mamá pongo los ojos en blanco. Su boca se abre, lista para decir algo, sin embargo, nada logra abandonar sus labios.
—Nunca sabré de dónde sacaste tu terquedad, Delanie.
~*~
—¿Por qué hay tanto chocolate en el carrito? —Mamá pregunta, algo asombrada y simplemente me encojo de hombros.
—Te devolveré el dinero cuando estemos en casa, ¿bien? —La castaña niega divertida, dejando caer lo que parecía ser jugo de naranja dentro del mismo. Su cabeza se levanta y, cuando quiere decir algo, su boca se cierra y sus ojos se enfocan en un punto detrás de mí—. ¿Qué?
—Dylan —Siento que mis ojos se abren un poco más y todo mi cuerpo se tensa ante la ronca voz que ya conocía a la perfección—, ¿puedes dejar de esconderte de mí?
—Creo que me faltan varias cosas que me pidió tu padre —Mamá se apresura a decir, tomando el carrito y lista para alejarse de nosotros.
—¡Mamá!
—¡Te veo en un minuto, hija!
—¡Eres una traidora! —Ella se ríe, pero no hace amago alguno de regresar y alejarme del moreno.
—Dylan —repite, haciéndome soltar un suspiro. Giro sobre mis pies, golpeando el suelo con la punta del yeso. Ojos cafés me observan con atención y lo único que noto en él es la pequeña barba cubriendo su rostro. Luce cansado y las ojeras bajo sus ojos me lo confirman.
—¿Qué quieres, Scott?
—Hablar contigo.
—Creo que ya dijimos todo ese día —Una de sus cejas se arquea ante mis palabras—, ¿no puedes simplemente dejarlo así? No soy de las personas que únicamente busca sexo en una relación y es lo que tú buscas.
—Nunca dije que no —murmura—, pero no quiero hablar sobre eso aquí, ¿podemos ir por un café?
—Scott...
—Por favor —dice, interrumpiéndome—, escuché todo lo que tenías que decir sobre mí ese día —continua, observándome con intensidad—, creo que merezco lo mismo.
—Estoy con mi madre —La sola idea de quedarme nuevamente a solas con él, era algo para lo cual no estaba lista. La tensión que había entre ambas era mucho más de lo que podía manejar y, al parecer, él sabía cuan pequeño era mi autocontrol.
—Lo sé —dice—, yo le pedí que te trajera —Abro la boca, lista para pelear, sin embargo, él me interrumpe, observándome con el ceño fruncido, y dice—: ¿Puedes dejar de ser un dolor en el culo por una vez, Dylan?
—Puedo decir lo mismo de ti, Scott —digo, sin embargo, él toma mi mano, halándome con suavidad más cerca de él. Su cabeza cae un poco y se encarga de observarme directamente a los ojos.
—No quiero discutir aquí, Dylan, alguien me reconocerá y los periodistas no tardarán en llegar, ¿puedes, por favor, cerrar la boca y venir conmigo?
Me libero de su agarre de mala manera, fulminándolo con la mirada para luego caminar delante de él. Un gruñido se escapa de su parte y en voz baja suelta—: Uno de estos días terminaré con ataque al corazón por el enojo que me causa ésta mujer.
—Se está tardando un poco, ¿no crees? —Un nuevo gruñido lo abandona, haciéndome saber que mi comentario no tenía nada de gracioso. Su brazo rodea mi cintura y, como si se lo hubiera pedido, me ayuda a caminar sin problema alguno hasta la salida del supermercado—. Puedo caminar sola.
—Eres demasiado lenta.
—Tú eres muy mandón —murmuro, tratando de soltarme de su agarre, sin embargo, él no me da ni una sola oportunidad para alejarme de su cuerpo.
—Te acostumbrarás —dice—, después de todo terminarás junto a mí, Dylan.
Luego de media hora de un incómodo silencio el auto de Scott, éste se detiene frente a lo que parecía ser un enorme hospital, sin embargo, las rejas que cubrían todo alrededor del mismo, no era tan normal.
—¿Qué es esto? —pregunto, dándole una rápida mirada a Scott. Él toma una lenta respiración, dando una mirada hacía el lugar y luego posando sus ojos sobre mí.
—Cole me dijo que tú nunca conocerías otro lado de Scott Harford si no te lo mostraba —dice, con lentitud y con algo de incomodidad mezclándose en su voz—, y creo que ésta es la mejor manera para empezar.
Mi ceño se frunce, sin embargo, no dice nada más. Apaga el motor del auto y baja del mismo, rodeándolo con rapidez. No tarda en llegar a mi lado para abrir la puerta y ayudarme a bajar.
—¿No dirás nada?
—Pedí una silla de ruedas para ti —dice, ignorando mi pregunta—, no creo que debas caminar con ese yeso.
—Puedo caminar, Scott, no necesito que arregles todo para mí —Una dura línea se forma en sus labios, haciéndome notar que, tal vez, estaba empezando a arruinar todo lo que tenía preparado para hoy—. Antes de entrar necesito saber qué ocurre.
>>Tú y yo no terminamos bien Scott y, ciertamente, no necesito sufrir por una relación en la que terminaré destruida, porque tengo miedo de lo que estoy empezando a sentir por ti.
Scott abre la boca y espero atenta su respuesta, sin embargo, ni una sola palabra abandona sus labios. Su mano se levanta y, ejerciendo algo de peso en la misa, la coloca en la unión de mi cuello y mi hombro, con suavidad, me empuja contra el auto, cerniéndose sobre mí sin siquiera dudarlo un poco.
—Soy una mierda en todo esto, Dylan —murmura, obligándome a enfrentar su mirada—, pero en serio quiero intentarlo contigo.
>>Quiero que seas mía, quiero que me ames, quiero ser el hombre que esté en tu cama cuando vayas a dormir y el que te despierte por cualquier estupidez a medio de la noche.
—Pides demasiado —murmuro, observándolo con atención—. Scott, ambos sabemos que no me amas y creo que sabemos cómo terminará esto.
—Tienes razón —Toma una lenta respiración—. No te amo —Al escuchar esas palabras salir de sus labios, algo se remueve en mi interior dolorosamente. Ambos estábamos al tanto de ello. Ninguno amaba al otro, al menos, no tanto como para ceder ante la presión de la tensión acumulada entre ambos—, pero lo que siento por ti no lo sentí por nadie más, Dylan. Detesto sentir una navaja clavada en mi pecho cada vez que huyes de mí.
>>No quiero que huyas de mí.
Coloco una mano sobre su pecho, obligándolo a dejar mi espacio personal. Su mano se aleja de mi piel y me observa con una media sonrisa, sin embargo, ni una sola pizca de diversión llega a sus ojos. En lugar de decir algo más, simplemente termina diciendo—: ¿Vamos?
Asiento, sin siquiera tomarme el tiempo de pensar. Scott se acerca nuevamente a mí y se agacha únicamente para tomarme entre sus brazos y llevarme hasta la puerta principal en la cual se encontraba un guardia esperando con una silla de ruedas.
Cuando llegamos a él, Scott me deja sobre la silla y, sin decirle una sola palabra al guardia, toma el mando de la silla.
—¿Aviso al médico que está aquí, señor Harford?
—No —dice, simplemente—, sólo daremos un paseo.
Y sin más, hace su camino hacia el interior del amplio terreno. No puedo evitar fijar mi vista en cada una de las decoraciones que se encuentran colocadas a lo largo del camino que llevaba a lo que parecía ser la primera planta del hotel.
El ambiente era tranquilo y daba una sensación de calma que nunca había sentido en mi vida.
Era como si los problemas no llegaban al interior de las altas rejas, como si toda la tensión que se apoderaba de la ciudad quedaba fuera de todo el terreno.
—¿Es un hospital?
—Algo así —murmura. No soy capaz de ver su expresión, por lo que me centro en todo lo que se dibuja frente a mí. Las estatuas a base de arbustos captan mi atención y las simples ilustraciones que se forman a partir de ramas, parecen talladas por las manos del mismísimo Dios—. Es un lugar donde todas las personas con problemas pueden venir a vivir en paz —dice, luego de un silencio—, desde niños abandonados hasta personas con problemas mentales.
—¿Vienes seguido? —La pregunta sale antes de que logre pensar con claridad y, antes de que me disculpe, él me interrumpe.
—Tanto como puedo —Su paso es lento y sé que lo hace por la misma sensación que se desliza dentro de mi cuerpo. Justo ahora, la tensión que había entre ambos, parece desaparecer, dejando únicamente una sensación de calma entre nosotros—. Mi madre tiene esquizofrenia, Dylan.
>>Ella es el porqué de éste lugar.
Mi boca se abre, pero ni soy capaz de formar una sola oración con sentido en mi cabeza, por lo cual guardo silencio. Sé que tal vez él estaba hablando más de la cuenta, pero una pequeña parte de mí, se sentía plenamente feliz de saber que, al menos, estaba confiando algo de su vida personal en mí.
—Lo siento mucho —musito, sin saber qué más decir.
—No lo sientas —responde, a su vez, con tranquilidad—. Tenemos lo que merecemos en ésta vida.
—Al menos tienes a tus padres —digo, sintiendo nuevamente el nudo en mi garganta. Siempre iba a ser igual, siempre sentiría aquella incomoda presión en mi pecho cada que hablaba de las personas que me abandonaron—, a mí me abandonaron en una iglesia y terminé en distintas casas de adopción hasta que los Abbot me adoptaron.
—Siempre pensé que las personas que abandonaban a sus hijos era porque no tenía recursos, pero terminé despreciándolas.
>>A diario recibimos al menos dos niños abandonados. No entenderé por qué pueden ser capaces de dejar algo que forma parte de ellos. Algo tan... importante...
—No sienten amor —murmuro—, ni siquiera por ellos mismos.
El silencio nos envuelve nuevamente, sin embargo, no siento tanta tristeza como para encerrarme en mi misma y lamentar por no tener el amor de mis padres verdaderos.
Había dejado eso atrás, acepté en cuanto cruce la puerta de la familia Abbot, que sería una de ellos. Que desde ese día mi amor tendría que ser para ellos.
Para las personas que me dieron una oportunidad.
Scott logra sacarme de mis pensamientos, alejándome de aquellos recuerdos. Indicando cómo habían logrado obtener el lugar. Él se había encargado de pagar cada centavo que había detrás de todo. Él era el dueño de todo.
Él era la persona que estaba dándoles una segunda oportunidad a estas personas.
A esos niños...
Cuando llegamos a lo que parece ser una amplia pradera, mis ojos caen sobre cada una de las personas que caminan o únicamente están sentados. Sin embargo, el árbol colocando en un lugar estratégico capta mi visión. Una mujer con cabellos castaños está bajo el mismo, con un vestido completamente blanco y un libro entre sus manos.
Luce serena, como si ningún pensamiento estuviera cruzando en su mente.
—¿Quién es ella? —murmuro, dejando que una sonrisa se deslice en mis labios. Era hermosa. A pesar de encontrarnos a unos cuantos metros de ella, logro divisar sus labios rosados. Sus mejillas están sonrojadas gracias al calor de la tarde. Levanto la mirada, observando a Scott, éste, a su vez, tienes los ojos fijos en la mujer que descansa bajo el árbol.
—¿Recuerda que dije que ese día compraba algo para mi madre? —dice, a lo cual asiento cuando deja caer su atención sobre mí—. Bueno, creo que después de todo sí sé escoger buenos libros.
>>Es mi madre, Dylan. Esther Harford.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro