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18.

N/a: No olviden que deben seguirme para acceder a los capítulos privados. También les invito a pasar por mi nueva novela Clandestine Love espero que les guste. <3

Dedicado a Niyomismalose_ te amo, chama <3

Disfruten su lectura

~*~

Éste e sun saludo a mi ex. He oído que está enamorado de otra chica.

Sí, eso me dolió, lo admito. Olvida eso, ya lo superé.

Espero que ella esté teniendo mejor sexo , espero que ella no esté fingiendo como yo lo hice, cariño.

Tomó cuatro largos años para dejarlo. Olvida eso, ya lo superé. 

~Shout Out to my Ex -Little Mix


Luego de media hora de espera y de escuchar los insultos de Scott contra el hospital, me encontraba sentada sobre una camilla, con un medico observando mi tobillo, éste, no parece preocupado, ganándose una mirada cargada de enojo por parte del moreno.

—Necesitarás descansar, Dylan —Walter dice en mi dirección. Había aprendido su nombre apenas él lo mencionó y, a pesar de odiar los hospitales, él era agradable. Parecía tener veintinueve, cosa que lo hacía más interesante—. Nada de tacones ni persecuciones en medio de la calle. No es grave, pero debe cuidar tu tobillo, sino lo haces, puede empeorar.

—¿Necesitará algún yeso?

El médico se levanta, quedando a la altura de Scott, el primero lo observa, frunciendo el ceño.

—¿Usted es?

—Es mi m...

—Él sujeto que me ayudó —Lo interrumpo, observando al doctor—, pero muchas gracias —Le doy una mirada, fingiendo agradecimiento—, puede irse, señor.

A pesar de estar muriéndome de dolor, el enojo continuaba ahí, obligándome a sacar a Scott de la habitación. Éste desvía su mirada a mí, la misma que me llega cargada de incredulidad.

La puerta suena con fuerza y, sin siquiera esperar respuesta por parte del médico, mi padre irrumpe, posando su mirada sobre mí, para luego pasar a Scott y, por último, al médico.

—¿Qué hace éste sujeto aquí, Dylan Abbot? —Abro la boca, lista para decir algo, sin embargo, la voz de Scott me detiene.

—La traje aquí, señor —dice, cruzándose de brazos—, debo recalcar que no debería dejarla usar tacones, es demasiado torpe.

Un suspiro se libera de mi parte y le doy una mirada a papá, impidiendo que se lance sobre el imbécil de Scott.

—Debes irte, Scott —murmuro, algo incomoda—, gracias por ayudarme pero me quedaré con mi papá.

Él sonríe, sin embargo, no hay diversión alguna en sus ojos y, cómo si no le importa en lo más mínimo, dice—: Bien, me iré, pero no esperes que esté detrás de tu trasero, Dylan.

>>Me cansé.

Y sin más, abandona la habitación, dejando tensión invadiendo la misma. Sé que los ojos del médico y de papá están sobre mí, pero lo único que puedo ver es la puerta por la cual se ha marchado él.

Tal vez era lo mejor. Scott no era la persona que debía estar conmigo, su falta de confianza en mí, podría terminar por arruinar la casi inexistente relación entre ambos.

—¿Necesitaré un yeso? —pregunto, teniendo la atención de ambos hombres sobre mí.

—Sí —Walter responde, luego, indica que saldrá y no duda en abandonar la habitación para dejarme sola con papá. Su mirada no se quita de mi, poniéndome incomoda.

¿Quién en su sano juicio terminaría una casi-nula-relación frente a su padre?

Pues sí, tal vez era a la única persona que le ocurrían cosas así.

—Bien —dice, luego de unos minutos—, pensé en llegar a golpear a alguien, pero ya veo que no hubo necesidad de eso —No puedo evitar soltar una risa ante sus palabras, mis ojos se detienen sobre él y éste no duda en acercarse para darme un abrazo—. ¿Estás bien o debo partirle la cara?

—Estoy bien —respondo, dejando que él revuelva mi cabello y luego me encojo de hombros—, no es el primer sujeto que me deja, papá, viviré.

—Esa es mi chica —Su palma se levanta frente a mí y no dudo en chocar los cinco con él. Lucas Abbot podría ser el hombre más gruñón del mundo cuando se lo proponía, pero, a pesar de no ser mi padre biológico, me trataba como a su hija. Como si tuviera su sangre corriendo por mis venas.

—¿Conociste a mi madre? —murmuro, pero luego me retracto cuando la confusión invade su expresión—, me refiero a mi madre biológica.

Y como siempre, lo único que recibo de su parte es silencio.

A pesar de todas las historias de los encargados del centro de adopción, no creía haber llegado en una canasta. Si fuera así, no hubiera información sobre mis padres. Tenía los nombres de mi madre biológica, sin embargo, siempre había algo que me detenía cuando quería averiguar más sobre ella.

En cierto punto, tenía recelo de conocerla, pero como toda chica de quince años, no era así. Estando en el centro recuerdo llorar todas las noches, cada una de esas noche pidiéndole a Dios para que mi madre llegara y me sacara de aquel lugar, sin embargo, ella nunca llegó.

En su lugar recibí a Lucas y Helen Abbot.

Recibí a los mejores padres del mundo.

—Esa historia será para otro día —dice, sonriendo con falsedad—, justo ahora lo que necesitas es un yeso en tu pierna.

—No podré conducir —murmuro, recordando años atrás cuando me rompí la pierna—, y no creo que Hazel quiera hacerla de chófer.

—Tendrá que hacerlo —Se ríe—, las Walker pueden hacer cualquier cosa.

La puerta se abre, mostrándome al doctor Walter seguido de una enfermera, entre ambos llevan las vendas y el yeso suficiente para envolver mi pierna.

—Bien —dice, sonriendo ampliamente—, tendrás un yeso listo para estrenar en unos minutos, ¿lista?

—No —Niego. Los recuerdo que tengo relacionados a las piernas enyesadas no eran nada buenos, al menos no cuando empezaba a picar y cuando el calor aumentaba en verano. Gracias a mi torpeza y las estúpidas palabras de Scott Harford tendría que pasar por eso, de nuevo—, en realidad no lo estoy.

—Suena genial —Él ríe, de nuevo, haciéndome sentir un poco más tranquila—, no suenas como una excepción.

~*~

—Será mejor que levantes tu trasero de ese sillón, Dylan Abbot —Hazel, quien sostiene el regalo que lancé a la basura, se detiene frente a mí—, el que estés enojada con Scott no quiere decir que eches su regalo a la basura.

—Yo no estoy enojada con él, tía —murmuro, tratando de obtener un mejor visión de mi capítulo de Bob Esponja, ciertamente, para ser mi segundo día en casa, me la estaba pasando bien—, no tengo por qué pelear con él, no somos nada, ni nunca lo seremos.

>>¿Te lo explico con manzanas?

—Repito —dice, luego de soltar un suspiro—, el que estén enojados el uno con el otro no significa que debas despreciar lo que te regaló.

—No quiero nada de él —murmuro—, si quieres se lo das a Meghan, sé que ella se lo puede hacer llegar.

—Te llevaré a su casa y se lo entregarás personalmente —Mis ojos caen sobre la morena y sus ojos azules me observan con diversión—, ¿qué? Es momento de que se vean, pasaron dos días.

Hago una mueca, acomodándome en el sillón para poder observar mejor a la morena. Ella no sabía en cierto punto que Scott y yo ya no estábamos juntos, si juntos podía definir lo que teníamos.

—No tengo nada con Scott, tía —repito, con más lentitud—, el día que me llevó al hospital le dije que se marchara. Se acabó. Finito. No habrá más Scott y Dylan.

—Los jóvenes de hoy en día creen que todo se soluciona rompiendo —dice, pero se traga sus palabras cuando la observo con una ceja arqueada—. ¡No le devolverás nada! —Deja la caja sobre la mesa de centro—, no sé qué diablos hacer contigo, Dylan, eres cada vez más impertinente.

Y se marcha, dejándome completamente confundida.

¿Qué diablos pasaba con mi familia?

Suelto un suspiro, ignorando la caja frente a mí y vuelvo a enfocar mis ojos en la pantalla del televisor. Nuevamente mi programa había terminado y, cuando inicia uno distinto, no dudo en cambiar de canal.

Cuando llego al canal de la ciudad, me detengo casi de golpe.

La visión del moreno en la pantalla, con una enorme sonrisa en sus labios y con una chica junto a él, me enferma. Él la está sujetando de la cintura y no duda en acercarse con ella hacía el camarógrafo.

Cuando los labios del reportero se mueven, subo el volumen.

—Scott Harford, ¿una nueva chica? —El moreno asiente, observando a la rubia junto a él—. ¿La presentarás?

—¿Cómo te llamas, cariño? —Scott se dirige a la rubia y ésta simplemente sonríe encantada hacía él, para luego desviar su mirada a la cámara.

—Soy Ashley —dice, su voz es algo chillona, pero no podía negar que era bastante hermosa. Como para posar para la portada de una revista, algo que estaba demasiado lejos de mis manos.

El reportero no se concentra tanto en ella y nuevamente se dirige a Scott.

—Hasta hace dos días te vimos en la calle con otra chica, ésta chica que continua siendo algo misteriosa, ¿qué ocurrió con ella?

—Nada —Él simplemente responde, borrando su sonrisa—, a veces te enfocas demasiado en una persona que no hará ningún bien a tu vida y creo que aprendí la lección.

Puedo decir que, a pesar de ser indirectamente llamada puta, el que él haya dicho eso, es mucho más doloroso que lo que había dicho días atrás.

—Todos pensamos que las campanas de bodas se escuchaban en un tiempo no tan lejano, ¿qué ocurrió con la relación entre el campeón de fórmula uno y ésta chica misteriosa, Scott?

Él suelta un risa, una dolorosa risa que cala dentro de mí.

—No hay mujer que logre alcanzar el ritmo de Scott Harford, amigo, no creo que ella sea la mujer indicada para el campeón de fórmula uno.

Sin querer escuchar otra de sus palabras, apago el televisor y me siento en el sillón, tomando mi libreta en la cual tenía listo el diseño de la decoración en casa de Scott.

Luego, alcanzo el teléfono que Hazel me había prestado en caso de emergencia y no dudo en marcar el teléfono de Rachel.

—¿Dylan? ¿qué ocurre? —responde, casi al instante.

—Terminé con el dibujo —digo, observando las líneas a lápiz que yo misma había trazado—, ¿puedes enviar a Greyson? Él se hará cargo del trabajo, estoy fuera.

Rachel suelta un suspiro a través de la línea y sé que tal vez también ha visto la televisión. Ella siempre lo hacía.

—Mezclar relaciones con el trabajo nunca es bueno, Dylan —dice, con algo de pena—, pero te entiendo. Greyson se hará cargo del trabajo y te dejaré libre para el próximo cliente, ¿te parece bien?

—Excelente.

—Recupérate, Dylan.

—Gracias, Rachel.

Y con ello termino con la llamada. El suave carraspeo de una voz más llama mi atención, y me encuentro con los ojos de mamá, ésta me observa con una extraña mueca en sus labios.

—Acabo de verlo —dice—, es un idiota.

—Creo que toda la ciudad sabe eso —digo, sonriendo. Mamá se acerca al sillón y termina sentada junto a mí—, pero, ¿sabes? Creo que fue mejor así. Él pertenece a un mundo muy diferente al mío.

>>No creo que ni en ésta vida, ni en las siguientes podamos estar juntos.

—Lo creo —Sus dedos se deshacen de los mechones de cabello que intentan cubrir mis ojos y agrega—: No creo que ese corredor de pacotilla de fórmula uno merezca a mi bebé.

>>Eres una mujer por la cual vale la pena luchar y si él no lo hace, tiene un gran problema en su cabeza.

—No creo que sólo él sea el problema —Dejo que ella tire de mi cuerpo hacía el sillón y, cuando mi cabeza termina sobre su regazo, ella no duda en acariciar mi cabello—, siempre he desconfiado de los hombres, creo que, después de todo el esfuerzo que hice, no soy lo suficientemente segura como para estar con un hombre.

>>Aún soy inmadura.

—Todas las personas somos inmaduras, cariño —Sus ojos azules se encuentran con los míos, los mismo que me han dado consejos años tras años y, a pesar de ser una mujer independiente, no me cansaría de tomar todo lo que ella me diese—, todos sentimos miedo en algún punto de nuestras vidas, tanto en el amor como en otras cosas.

>>No creo que seas inmadura, cariño, estás siendo precavida, no quieres entregarle tu corazón a cualquier persona y eso te hace sufrir. Te conozco, Delanie.

Estoy a punto de reñirle por mencionar mi nombre, pero ella me lanza una dura mirada.

—Sólo tienes que perder el miedo a amar. ¿Qué si te rompen el corazón? No se desgastará, estará ahí siempre. Aún con equivocaciones, puedes aprender mucho más de la vida, mi niña.

>>¿Scott te romperá el corazón? Puede ser así, pero, si lo piensas desde otro modo, ¿serás de romperle el corazón a él, o a otro chico que intente formar una relación contigo?

—Scott es Scott, mamá —murmuro—, no habrá relación alguna que le rompa el corazón, dudo mucho que tenga alguno.

—Todos tenemos un corazón, cariño —Toca mi nariz con uno de sus dedos—, y, alguna veces, todos hemos sufrido de un corazón roto. No serás la excepción.

Estoy a punto de responder, pero Hazel llama la atención de ambas cuando baja las escaleras corriendo y soltando grititos como si de una adolescente se tratase.

—¡Será mejor que levantes tu trasero de ese sillón! —dice, luego, se detiene por un segundo—, Scott es un hijo de puta, será mejor que no se aparezca por aquí, pero no bajé a decirte eso —Respira—. Conocí a un chico la otra noche y adivina qué.

—¿Se quiere casar contigo?

—Supongo, ¿Quién no querría estar conmigo? —Pongo los ojos en blanco, haciendo reír a mamá—, pero ese no es el asunto. La cosa es que tiene un hermano menor, tiene veinticinco y quiere arreglarle una cita a ciegas, claro, yo estaré ahí, así que, ¿me acompañas?

Abro la boca para negarme rotundamente, sin embargo, cuando observo a mamá, cambio de opinión por completo.

—Será mejor que me ayudes a buscar un vestido que combine con mi yeso —digo—, no quiero verme estúpida con él.       


Pd: Ashley en multimedia. 


Sé que me aman y por eso les dejaré una imagen de nuestro Scott. 

¡Nos vemos después!

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