Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

16.

Capítulo dedicado a xMaterialGirlx porque los hermosos manips que nos ha dado. <3

Estoy tan enamorada de ti.

Apenas puedo respirar.

Y todo lo que quier hacer es caer en la profundidad.

Pero no está lo suficientemente cerca hasta que crucemos la línea.

Así que menciona un juego para jugar, y yo tiraré el dado.

~Ariana Grande - Into You.

Scott está de pie en la entrada de su casa, espera paciente a que cruce la puerta que mantiene abierta para mí y, cuando le doy una mirada, noto que espera una respuesta de mi parte.

-¿No entrarás? -pregunta, suena esperanzado-, puedo llevarte a casa.

-No -Me apresuro a responder-, solo que... ¿serás el idiota de siempre dentro de tu casa? -Él me mira con algo de curiosidad y una sonrisa divertida crece en sus labios-. No es divertido -murmuro, rodeándome con mis propios brazos. El no usar una chaqueta antes de salir de casa me hace sentir como una idiota. Me enfermaría y sería la única culpable de ello-. Cuando estás dentro de esta casa es como si el Scott descerebrado tomara vida.

El moreno rueda los ojos y, como si no tuviera paciencia, me toma por la mano y me lleva al interior de la enorme casa. Ésta vez no me lanza sobre su hombro, lo cual agradezco y, una vez dentro de la cálida morada, él se encarga de cerrar la puerta detrás de nosotros.

-Ponte cómoda -dice, sus manos terminan sobre mis hombros y nos guía hacia la sala principal. Todo sigue en orden, tal y como estaba la última vez que puse un pie en su casa-. Iré por algo de ropa para que te quites ese vestido. Necesito algo de paz ésta noche.

Estoy a punto de decir algo, pero él se marcha escaleras arriba sin siquiera poner un ojo sobre mí. Ciertamente, deshacerme de mi vestido no estaba en la lista de planes que tenía esta noche.

Dejo mi bolso de lado y, acatando las palabras de Scott, me pongo cómoda en el sillón. La sensación de incomodidad no tarda en abordar mi cuerpo cuando una imagen de Scott y mía contra la pared se escurre en mi cerebro. El recuerdo era nítido. La sensación de tener mis manos en su cabello y las grandes manos de él en mi trasero solo hacen que mi temperatura corporal aumente.

-Solo encontré una camisa y unos bóxers -La alta figura de Scott se dibuja frente a mí unos segundos de que el eco de su voz desaparece-. ¿Estás bien?

-Scott, yo... -Abro la boca, lista para decir algo coherente, pero nada abandona mis labios. En lugar de eso, con rapidez, me levanto del sillón y sin esperar una respuesta de parte del moreno me lanzo sobre él y cierro mis labios sobre los suyos.

Sé que lo he tomado por sorpresa, sin embargo, no es el único que se encuentra así. Yo también lo estoy, tanto como para saber que luego de separarme de él me arrepentiría de todos los arrebatos que he tenido durante la noche, sin embargo, justo ahora, sintiendo los labios de Scott contra los míos, parecía quitarle la importancia a eso.

El moreno libera un gruñido y deja caer la ropa al suelo, luego, como si no pesara nada, me sujeta por los muslos y me obliga a rodear su cintura con los mismos.

-Estás volviéndome loco, Dylan -gruñe nuevamente, para luego colocarme en el sillón y cernirse sobre mí. Sus labios se detiene sobre la sensible piel de mi cuello y, con voz ronca, murmura-: Sólo dilo y me detendré.

Las alarmas suenan en mi cabeza, recordándome el hecho por el cual continuaba siendo virgen. Los hombres siempre buscaban la manera en terminar dentro de tus bragas, pero, cuando se trataba de continuar ahí la mañana siguiente, ellos no servían para eso.

Scott se separa de mí cuando no obtiene respuesta de mi parte y noto el ceño fruncido en su frente. Mi respiración se entrecorta y, sin siquiera proponérmelo, sé que tengo al hombre más hermoso que alguna vez podría ver. Y, justo en ese momento, me estaba observando a mí.

Yo era la única persona que estaba en sus ojos...

-Sé que si ocurre terminarás marchándote -murmuro, mi voz está ronca y mis mejillas están calientes. Siento vergüenza por la posición en la cual nos encontramos y pos los puntos exactos en los que me conecto con el cuerpo de Scott, pero, ciertamente, no quería moverme-. Eres de los que sólo busca una chica por noche.

-Lo era -asegura. Sus ojos están sobre los míos y la determinación en ellos me asusta-, pero justo ahora sólo estoy detrás de una chica para todas mis noches.

Una risa se libera de mi parte, haciendo que Scott sonría por lo mismo.

-Eso es algo que diría alguien que solo busca sexo, Scott.

-Y no lo dudes -dice, se agacha un poco y termina clavando sus dientes con suavidad en la piel de mi hombro, un estremecimiento me sacude y siento una ligera contracción en mi vientre-, también busco sexo, pero también quiero tenerte en mi cama, Dylan, para hablar o ver películas.

>>Puedo quedarme con lo que quieras darme.

Mis manos terminan en su camisa y, sin preocuparme por la tela, formo un puño con la misma, obligando a Scott a observarme.

-No sé qué diablos me pasa contigo -digo y una sonrisa crece en sus labios-, sé que tal vez me arrepienta de todo esto, pero quiero darte una oportunidad.

>>Quiero que seas capaz de hacerme cambiar de opinión respecto a los hombres, Scott.

Espero alguna respuesta de su parte, sin embargo Scott se limita a besarme, besarme tal y como lo ha hecho siempre. Sin darme tiempo a pensar, sin preguntarse si está bien o mal y, lo más importante, sin hacerme dudar entre lo que estaba bien o mal.

Con cuidado y sin separarse de mí desliza su mano por mi estomago y, cuando sé lo que quiere hacer, me tenso. Sé que no intenta lastimarme, pero, sin poder impedirlo, detengo su mano.

-Está bien -dice, para luego mover sus caderas un poco y nuevamente mi respiración se entrecorta-. Te haré sentir bien.

Sin esperar una respuesta de mi parte se levanta, para luego extender su mano hacía mí, la cual tomo sin duda. Mi cabeza da vueltas, pero me detengo frente a él, negándome a huir como una cobarde. Quería estar ahí.

Quería quedarme con Scott el resto de la noche.

-Estás asustada -Él murmura, sacándome de mis pensamientos. Sus voz es ronca, pero noto un filo de preocupación en ella-, ¿quieres dormir?

Niego. No podía hablar, cualquier palabra que saliera de mi boca sólo sería algo contrario a lo que sentía, o a lo que quería.

-Quítate el vestido, Dylan.

-Quítamelo tu -Mi respuesta es casi inmediata y la sonrisa en los labios del moreno crece. Sin dudarlo se acerca más a mí y su mano derecha viaja hacia mi espalda, justo donde el cierre del vestido se encontraba.

-Esa es la Dylan que conozco -Su voz amortigua el sonido de la cremallera y un nuevo estremecimiento me sacude cuando tira de la tela fuera de mis hombros. La falta de sujetador me golpea con fuerza y, cuando la prenda cae al suelo, cruzo mis brazos sobre mi pecho, negándole la visión que tanto quería Scott. Él no duda en retroceder un paso y barrer mi cuerpo con su mirada-. Eres jodidamente hermosa, nena.

Su lengua pasea por su labio inferior, como si estuviera viendo algo que realmente le parecía delicioso, luego, como si nada, se deja caer sobre el sillón y no duda en extender la mano hacía mí. No la tomo, pero termino acercándome a él, cubriendo mis pechos de sus ojos.

Sin decir una sola palabra, sus manos terminan en mi cintura y me gira, de modo que estoy dándole la espalda. Espero que mano se estrelle contra alguna parte de mi trasero, pero esto nunca ocurre, en su lugar, termino sentada entre las piernas del moreno y él no duda en separar mis piernas. Dejándome completamente expuesta.

-Será mejor que te sujetes, Dylan -murmura. Su mano derecha hace el mismo camino que momento antes, sin embargo, ésta vez termina con su recorrido sin tener alguna interrupción de mi parte.

-¿Qué?

-Guarda silencio y cierra los ojos -Quiero mandarlo al diablo, pero todo pensamiento pierde sentido cuando su mano termina dentro de mi ropa interior, sus dedos rozan los cortos rizos que siempre permanecían en su lugar y, con sumo cuidado, tira de ellos-. Me gusta mucho...

Estoy a punto de soltar su nombre en una maldición, pero todos mis pensamientos se cortan abruptamente cuando los dedos de Scott rozan mi centro. Scott se encarga de abrir mis piernas un poco más, logrando obtener una visión realmente erótica de lo que estaba a punto de hacerme.

-No sabes cuánto disfrutaré esto, Dylan.

Un gemido me abandona cuando un dedo se desliza en mi interior, es incomodo, pero Scott hace de las suyas para que la sensación desaparezca casi de inmediato. El calambre invadiendo mi vientre solo aumenta las ganas de liberar la tensión alojada en mi cuerpo y, cuando Scott presiona su pulgar contra mi clítoris, mi cuerpo se retuerce con fuerza, logrando que un gemido cargado de tensión me abandone.

Con su mano libre tira de mi barbilla, obligándome a mirarlo y, cuando lo hago, lo único que veo en sus ojos es deseo, excitación y algo más que no logro reconocer.

-Desde ahora eres mía, Dylan -suelta con voz ronca y extremadamente peligrosa-. No te dejaré ir.

Quiero responderle, pero tiro mi cabeza hacia atrás cuando su dedo se introduce mucho más en mi interior. Un pequeño dolor se instala en centro, pero me concentro únicamente en la sensación placentera que Scott logra dejar en mi cuerpo.

Una de mis manos termina detrás del cuello de Scott y él moreno no duda en hacer de las suyas cuando mis senos se encuentran a su disposición.

-Scott... -Un nuevo gemido brota de mis labios y mi cuerpo se arquea cuando los dientes del moreno se cierran con extremado cuidado sobre uno de mis pezones. Lo escucho gemir en voz baja y, cuando pienso que su lenta tortura ha terminado, introduce otro de sus dedos en mi interior.

Ahora, con la sensación de estiramiento sintiéndose en todo mi cuerpo, el dolor empieza a abordarme como si de agujas se tratase.

-Relájate, Dylan -Los ojos de Scott están sobre los míos, observando cada una de mis reacciones y noto un dejo de preocupación en ellos-. Eres demasiado estrecha, nena, no quiero hacerte daño.

Asiento, tragando con fuerza y tomando una lenta respiración para luego obligar a mi cuerpo a relajarse. Cuando lo hago, el malestar disminuye un poco, sin embargo, continua ahí, burlándose de mí y del placer que Scott intentaba darme.

-Maldición, Dylan.

El gruñido por parte del moreno me descoloca un poco y, cuando se remueve detrás de mí, el pánico aborda mi cuerpo. Scott se deshace de sus pantalones y su ropa interior de un solo tirón y mi boca cae abierta cuando observo la erección que se alza ante mis ojos.

-Y-yo...

El moreno se deja caer al sofá antes de que logre formar una oración coherente y tira de mí un poco más cerca. No dice una sola palabra y de un solo tirón rasga mis bragas. Dejándome desnuda antes sus ojos.

Cuando tira de mí sobre su regazo, nuestros ojos se encuentras y lo único que soy capaz de hacer es tragar saliva. Luce salvaje, como si no pudiera contener su apetito y tuviera al más delicioso banquete frente a sus ojos.

-¿Puedes alcanzar un condón en la mesita de aquí? -Su mano se levanta, señalando la mesa que estaba justo detrás de nosotros, apoyada contra el sillón. Con cuidado, me remuevo sobre él y, cuando logro alcanzar lo que parece ser un florero, él asiente.

Mi ceño se frunce y dudo al meter mi mano al frasco, pero, una vez que lo hago, la infinita cantidad de paquetes de aluminio me sorprenden de sobre manera.

Él tenía sexo, lo sabía y, a pesar de ello yo acepté venir a su casa. Acepté todo lo que él me estaba proponiendo. Sacudo mi cabeza, tratando de alejar aquellos pensamientos de mi mente.

Scott nunca me había mentido acerca de sus relaciones. ¿Todos podían darse el empujoncito y empezar a cambiar de a poco, no? Yo lo había hecho, ¿por qué él no?

Una vez que tengo el condón en mis manos, me acomodo nuevamente sobre el regazo del moreno. Éste me observa, expectante y mi boca se abre cuando recuerdo un ligero inconveniente.

-¿Qué ocurre?

-Y-yo... -Me siento estúpida por ser una de las siete personas que era alérgica al látex-, soy alérgica al látex.

-Por alguna extraña razón sé que le caigo bien a tu amiga -murmura-. Ya sé que eres alérgica al látex -dice, parece avergonzado-. El florero es nuevo, Dylan.

La resolución de lo que dice Scott me golpea con fuerza.

Él jodidamente había comprado un jarrón para colocar condones de poliuretano. Él jodidamente me había comprado un jarrón con condones.

Con determinación retira el paquete de aluminio de mis manos y lo rompe en un dos por tres. Se remueve un poco, de modo que su erección se levanta apuntando hacia mi rostro y siendo mi rostro arder.

Scott estaba bien dotado, no era un miembro enorme, sin embargo, sabía que tendríamos problemas para hacer que eso quepa dentro de mí.

-¿Estás lista? -pregunta y sé que tardo unos segundos en responder porque la inseguridad empieza a apoderarse de su mirada-. Lo haré solo si tú quieres, Dylan.

Sin darme tiempo a dudar coloco mi mano en su hombro y me inclino un poco hacía adelante. Scott me sujeta por el trasero y, con lentitud, pasea su erección por todo mi centro.

Se detiene justo en mi entrada y, cuando doy un pequeño asentimiento, él se introduce en mí. La penetración es dolorosa y un quejido cargado de dolor me abandona cuando Scott se introduce de golpe en mi interior.

Lo único que logro sentir es un pinchazo en mi entrepierna y agradezco en voz baja el que Scott se haya quedado inmóvil. Sus manos suben, dejando de lado mi trasero para sujetarme por las mejillas y observarme.

-¿Estás bien?

Asiento, incapaz de poder formar una oración por el dolor abordando mi cuerpo. Scott está tenso bajo mi cuerpo y, cuando se mueve con lentitud en mi interior, lograr arrancar otro quejido de mi parte.

-Dylan -dice, con voz severa, obligándome a abrir los ojos-. Quiero que me mires.

-M-más...

Scott se inclina un poco, llevándome con él mientras me obliga a recostarme aún más sobre él. Sus manos terminan bajo mi trasero y, cuando se retira con lentitud, sé que él está listo para hacer bien su trabajo.

El moreno me embiste con suavidad, logrando que el dolor y la incomodidad desaparezcan casi por completo.

Cinco minutos después de la dulce carrera que Scott ha impartido, me dejo caer sobre su cuerpo, siendo presa del placer que estaba a punto de romper mi cuerpo en pedazos. El moreno suelta un sinfín de maldiciones y, cuando creo que va a terminar por romperme, un grito me abandona y seguido del mismo varias convulsiones se apoderan de mi cuerpo.

Puntos negros oscilan en mi campo de visión y soy llevada por el placer a un lugar que desconozco completamente.

Mi cuerpo es todo sensaciones y las maldiciones que suelta Scott son las únicas que logran traerme de regreso.

-Mierda, mierda, mierda, Dylan -Una convulsión sacude el cuerpo del moreno y con ello sé que ha llegado a su límite.

Ambos estamos agotados, pero, como puedo, me mueve de él para luego dejarme caer sobre el sillón. Mis piernas se encuentran con calambres y mi cuerpo está cubierto con una capa de sudor.

-Hay que repetirlo -Scott dice, dejando caer su cabeza y tomando una profunda respiración-, no tengo problemas alguno si lo hacemos hasta el final de los tiempos, Dylan.

No puedo evitar soltar una risa.

Ciertamente yo tampoco me quejaría si tuviera sexo con Scott Harford hasta el fin de los tiempos. Sonaba divertido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro