15.
Capítulo dedicado a... Anna_morrison Aún cuando no me saludas, wey ;-; </3
Sólo paso para dejarles ésta belleza que salió de las manos de xMaterialGirlx creo que me he enamorado. ¡Muchas gracias! <3
Recuerden que los capítulos +18 estarán disponibles para las personas que me siguen. <3
Si lo tuviera a mi manera, te derribaría.
Si lo tuviera a mi manera, te llevaría fuera.
Y si mi cuerpo lo pudiera decir, volvería otra vez.
Tengo miedo de lo que pueda decir, porque estoy al borde.
~Body Say - Demi Lovato
Música y luces de neón llenan el ambiente, el ruido es tan alto que no soy capaz de escuchar mis pensamientos, sin embargo, soy capaz de sentir el cuerpo de Scott detrás de mí. Durante el camino al local, mis pensamientos estaban anclados en un restaurante tranquilo, sin embargo, ésta discoteca estaba lejos de lo que había imaginado.
—¿Quieres bailar? —La voz de Scott es un eco ronco en mi oído. Tenerlo tan cerca, era algo que me incomodaba, sin embargo, preferiría tenerlo a él que a cualquier otro desconocido.
Niego.
No quería bailar, no cuando me sentía medio desnuda por culpa del vestido que cubría mi cuerpo. Una de las grandes manos de Scott se detiene en mi cadera. Siento el calor de su piel traspasar la delgada tela del vestido. Él parece notar la reacción de mi cuerpo, pero no hace nada apartarse, en lugar de eso, con cuidado nos guía a través de las personas bailando en medio de la pista de baile.
No sé a dónde me lleva, pero camino, sin rechistar y oponerme a él. Le daría una oportunidad, tal vez, después de todo, se la había ganado.
Cuando llegamos a los pies de unas escaleras, él se separa, deteniéndose frente a mí.
—Sube —dice, hablando por sobre la música—, iré a pedir algo de comer, estaré contigo en un momento.
No sé qué hacer, por lo que simplemente asiento, acatando su orden. Scott se queda al pie de las escaleras hasta que me ve subir, una tarea algo difícil gracias al vestido. Una vez que llego al final, una puerta se abre frente a mí.
Hay un camarero dentro de la amplia habitación, además una mesa decorada de rojo entra en mi campo de visión.
¿Qué diablos era esto?
—Bienvenida, señorita Abbot, puede tomar asiento.
Agradezco en voz baja, dirigiéndome a una de las sillas que decoraba la mesa. Solo había dos, por lo que deducía que la segunda pertenecía a Scott.
Estoy nerviosa. Mis manos estaban algo húmedas cuando coloco mi pequeño bolso sobre la mesa, no dudo en secar las misma en mi vestido. ¿Por qué diablos estaba tan nerviosa? Solo sería una cena.
Una cena con el tipo que intenta meterse en mis bragas.
Observo a mí alrededor. La habitación parecía una cristalería. Era capaz de ver a través de los vidrios, pero la música del exterior no era más que un leve sonido.
Se parecía a mi habitación, de cierto modo.
—Acabo de dejar mi orden, Gaetano —La voz de Scott retumba con fuerza y no dudo en girar hacía él. Una botella de vino descansa en su mano y, con la otra, despide al camarero—. Deberás esperar abajo.
El chico se marcha, sin siquiera rechistar a las palabras del moreno y, cuando nos encontramos completamente solos, él se encarga de cerrar la puerta detrás del chico.
—No preguntaste que quería —suelto, observando la botella que deja sobre la mesa. Vintage Stuff Francés. Mi ceño se frunce. El precio de ese vino estaba por sobre los cien dólares.
—No es tan difícil —dice—, pedí hamburguesas.
No puedo evitar reír y, cuando sus ojos se posan en uno de mis brazos, sé que no tardará en soltar alguna pregunta. Sin embargo, a pesar de los pensamientos cruzando mi mente, no habla.
—¿Por qué te gusta pelear conmigo?
—No peleo contigo —Corrijo, observándolo con algo de sorpresa—. En realidad, es lo que menos intento hacer, pero tú y tu estúpido comportamiento...
Suelto un suspiro, no sabiendo qué decir sin que suene como un insulto.
>>Scott, no estoy acostumbrada a lidiar con personas que quieren hacer conmigo lo que quieran. No puedo aceptarlo, y tú llegaste haciendo eso.
—Estaba borracho la noche de la fiesta —dice, a modo de disculpa—. Es como funciono, Dylan, siempre tengo lo que quiero, pero...
—Yo no soy como todas —termino por él, arqueando una ceja—. He estado soltera desde que tengo memoria y no pienso cambiar eso porque simplemente llegaste tú. No terminaré en la cama contigo solo porque me invitaste a comer una hamburguesa.
Él ríe y, sin poder evitarlo me uno a él. Simplemente no podía creer que Scott Harford me haya traído a un lugar extraño a comer una simple hamburguesa.
—Creo que pasar detrás de ti tanto tiempo me hizo perder el estilo —Abro la boca, algo ofendida, sin embargo el continua—: Sin ofender, pero hay veces que me gustaría quemar toda tu ropa, Dylan, eres joven, no necesitas esconderte debajo de ropas anchas.
>>Eres hermosa.
Por primera vez en tres años, alguien me había dejado sin palabras. Sí, tal vez mis padres, Hazel y Meghan me lo decían a menudo, sin embargo, aquel malestar seguía en mí. ¿Era tan bonita como para tener a Scott Harford detrás de mí?
—Eso no lo dirías antes —Me muerdo el interior de la mejilla, esperando la respuesta de su parte, pero ésta no llega. Scott se levanta, justo cuando la puerta se abre. Nuevamente la música llega a mis oídos, pero desaparece con rapidez cuando el moreno cierra la puerta.
—No te traje para que me vieras con esos ojos —dice. Coloca uno de los platos frente a mí y el otro frente a su silla—, sea quien sea el hijo de puta que te lastimo, será mejor que permanezca en anonimato porque seré capaz de hacerlo tragar el humo del tubo de escape de mi auto.
Sonrío, sin siquiera proponérmelo.
—Eres lindo cuando te esfuerzas —suelto, solo porque quiero—, ¿no puedes ser así siempre?
—No sería divertido —sonríe y puedo sentir un leve dolor en mi pecho. Scott era guapo. Una extraña belleza que podía acabar conmigo si sólo lo dejaba entrar. Algo que no tenía muy en claro—, me gusta verte enojada —agrega, riendo—, tu nariz se frunce y tus pecas resaltan más.
—Serás mi acosador número uno —río, no pudiendo contenerme ante sus palabras—, y no sé si es algo bueno o algo malo.
~*~
—¿Se supone que debo creerte? —río. Mis ojos están anclados al amplio cielo que se dibuja frente a nosotros. Ambos estamos recostados en las gradas en las cuales había venido la primera vez que conocí el nombre de Scott—. Es algo imposible vencer a alguien por tres segundos, Scott.
—Es fórmula 1, Dylan —Su cabeza se levanta y sus ojos se encuentran con los míos—, por un segundo puedes ganar o perder.
—Suena peligroso —Alejo su rostro del mío, tan pronto como él se inclina para besarme. En su lugar, sus dientes se clavan en la palma de mi mano, haciéndome soltar un quejido—. Será mejor que me lleves a casa.
—¿Te castigarán si llegas tarde? —pregunta. Su tono está cargado de diversión, lo que me hace reír—, porque puedo echarme toda la culpa, ya sabes. Le decimos a tu madre que estábamos preparando el camino para sus nietos.
—No pienso tener hijos —digo, levantándome de la grada—, al menos no después de unos años.
El moreno suelta un bufido, levantándose de la grada para luego saltar a la mía. La chaqueta que él me había dado aún seguía sujetada a mi cadera, impidiendo que mi vestido se abra más de lo normal.
—¿Puedo besarte? —dice. Está a centímetros de mí, su aliento choca contra mi mejilla y, sin saber por qué, asiento.
Scott pasea su lengua por su labio inferior y, cuando creo que va a retirarse, me besa. No es como los besos de antes, éste es algo más lento y sus manos ya no se aferran a mi cabello, en su lugar, las mantiene en mi cintura, sin realizar el más mínimo movimiento.
Luego de unos segundos se separa de mí, apoyando su frente contra la mía. Habían pasado dos horas desde que dejamos la discoteca y, sorprendentemente, no habíamos peleado.
—Ven conmigo —susurra. Su mano se cierra sobre mi mejilla y acaricia mi piel con suavidad—, prometo no intentar nada.
Mis ojos se clavan a los suyos y, por primera vez desde que lo conocí, lo único que veo en ellos es sinceridad, aún cuando en lo más profundo de mí ser, quería que lo siguiera intentando. Que continuara probando mis límites, sin embargo, él parecía haber cambiado de opinión.
Algo que me molestaba un poco.
Un chillido se libera de mi garganta y, de un momento a otro, me encuentro observando el trasero de Scott.
—¡¿No te cansarás de hacer eso?! —Casi grito, sin embargo, todo queda ahí cuando escucho la risa por parte del moreno. Su mano se estrella contra mi trasero, haciéndome sobresaltar.
—Es divertido —dice. Mis manos se aferran a su camisa, con miedo a que él tropiece y ambos nos hagamos daño.
—Ten cuidado —digo, tratando de no mirar el suelo—. Si te tropiezas mi rostro quedarán como sello de automóvil.
Scott se ríe, caminando con cuidado a través de las gradas. Una vez que logramos alejarnos de éstas, me deja en el suelo, completamente desequilibrada y nuevamente lo tengo sobre mí, besándome.
Mi espalda está contra la pared más cercana y Scott no tarda en colocar mis piernas alrededor de su cintura. Su lengua invade mi cavidad bucal y todos mis pensamientos pierden su hilo cuando siento la piel de sus dedos recorrer el escote del vestido.
Él sabe que no llevo nada, ambos estamos conscientes de ello, sin embargo, ninguno es capaz de detenerse.
—Detente... —Mi voz es un tembloroso eco que logra detener el saqueo por parte del moreno. Mis manos están en su pecho, tratando de encontrar algo de lejanía del mismo. La noche había sido perfecta. No habíamos peleado y, para nosotros, era un gran esfuerzo—. Scott... yo...
—Eres virgen —Me corta, sorprendiéndome de sobre manera—. Lo sé —En silencio y con tranquilidad me coloca sobre mis pies, no sin antes dejar un beso en mis labios—. Lo noté, Dylan.
—¿Qué?, ¿cómo?
El ríe para luego separarse de mí. Inclina la cabeza, indicándome que deberíamos seguir y no dudo en caminar delante de él. Siento mis mejillas calientes y sé que es resultado de la vergüenza.
—¡Oh vamos! —Él se ríe, nuevamente, haciendo que el nivel de mi vergüenza aumentara—. Dylan, es algo fácil de ver, por amor a Dios, tienes hasta vergüenza de que te bese en público, pero cuando estamos solos eso no ocurre.
—Sí, bueno, no es algo que quiero que todos sepan —Siento mis pies matar y es lo único en lo que me concentro. No tenía necesidad de ver la sonrisa triunfante en el rostro de Scott.
Me veo detenida por la gran mano del moreno, él mismo tira de mi cuerpo, obligándome a observarlo.
—¿Dejarás que la noche se arruine por eso? —pregunta, parece temeroso, sin embargo, niego con la cabeza.
—¿El que sea virgen no es una especie de trofeo para ti?
El sonríe, negando algo divertido antes de decir—: Fuiste la primera mujer que durmió en mi cama y no exactamente para tener sexo, Dylan.
>>Si eso no te dice algo, no sé qué puede hacerlo.
—El que seas un idiota tan a menudo me hace pensar otras cosas —río, liberándome de su agarre para seguir con mi camino.
El que Scott tenga pase libre para entrar a la pista me hacía sentir algo rara. ¿Qué tanto poder tenía en la ciudad?
Ambos avanzamos en silencio, él detrás de mí, siguiendo cada uno de mis pasos.
El hecho de tener a Scott detrás de mí desde esa desastrosa noche, empezaba a quitar lo desastroso. Sí, puede que aún lidiara con su actitud, sin embargo, si él fuera distinto, ¿sería lo mismo?
Es decir, Scott me gustaba, de eso no podía tener duda alguna, pero eso quería decir una cosa.
Me gustaba su absurda manera de ser y todos sus defectos.
Una larga lista de defectos.
—¿Irás conmigo o quieres que te lleve a casa? —pregunta cuando estamos a unos cuantos metros de su auto. Me giro hacía el, observando su semblante. Parecía tranquilo, pero el brillo en sus ojos me decían otra cosa.
Parecía asustado de mi respuesta.
—Iré —respondo, por mi parte—, pero mañana me llevarás a almorzar en mi hora de descanso.
Su sonrisa podría ser la cura de todas las enfermedades que existieran, sin embargo, por el momento, solo lograba hacer temblar mis piernas.
—Trato hecho, Dylan.
%I���ƶ
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro