10.
Aire frío me recibe y siento mi cuerpo estremecerse por completo. Mi cabeza late como si estuviera a minutos de explotar, por lo que no muevo un solo músculo. Quería abrir mis ojos, sin embargo el cansancio lo hace casi imposible.
¿Qué diablos había ocurrido?
Lo último que recordaba era al chico que se sentó junto a mí y me ofreció una botella de agua. Luego de eso, todo era nublado y casi inexistente, como si algún borrador se hubiera adueñado de mi mente, eliminando los recuerdos a corto plazo que había almacenado en mi cabeza.
Meghan me había llevado a aquel lugar luego de que Scott nos dejó fuera de la casa de mis padres. Se había marchado totalmente enojado, pero no me había importado. En realidad, me sentía feliz de él dejándome mi espacio.
Ciertamente, lo último que quería era un sujeto como él detrás de mí.
Alejando cualquier recuerdo del moreno, lucho contra la pesadez de mis ojos y los abro. Lo primero que noto son las paredes blancas que me rodean. Todas ellas se encontraban completamente vacías, sin un solo cuadro llenando la pálida habitación.
—¿Dónde diablos estoy?
Mi garganta arde, sin embargo no dudo en levantarme con lentitud de la enorme cama. La misma se encontraba perfectamente arreglada, sin contar la parte en la que estaba recostada. La realidad me golpea con fuerza cuando noto que no se trata de mi habitación.
¿Qué diablos hacía aquí?
Mi cuerpo se mueve contra el cansancio, ignorando la tensión en mis músculos me levanto de la cama, encontrándome con que únicamente visto con una camisa que, ciertamente, no era de mi talla.
—¡¿Meghan?! —Mi voz se libera sin siquiera pensarlo, quería encontrar a mi mejor amiga y regresar a mi casa, o ir a un lugar donde me sienta completamente segura—. ¡Meghan!
—Joder, cierra la boca, mujer —La ronca voz que resuena con más fuerza que la mía me obliga a detener mi paso. Estaba de pie justo en el umbral de la puerta, cuando la delgada y alta figura de Scott entra en mi campo de visión—. ¿No hay un día en el que no grites?
—¿Qué diablos haces aquí?
—Yo debería preguntar eso —bromea, arqueando sus cejas en mi dirección. Intento no sentirme avergonzada, pero fallo por mucho cuando mis ojos caen sobre su torso desnudo—. Ésta es mi casa, Dylan, por si no lo notaste.
Abro la boca para decir algo, pero la cierro, no sabiendo exactamente qué decir. Scott Harford estaba frente a mí vistiendo únicamente pantalones, mientras yo me encontraba con una camisa que, claramente, pertenecía a él.
—¿Dónde está Meghan?
—Dormida —dice, señala sobre su hombro antes de darle una mirada a mis piernas—. Cole no quiso meterlas en la misma cama así que la rubia terminó en una de las habitaciones de invitados.
—¿Quién es Cole? —Él abre la boca, sin embargo niego con rapidez—. No importa, ¿dónde está la habitación?
—Creo que debes dejarla descansar —dice, de un momento a otra está serio, como si la sola mención del nombre de la rubia arruinara todo—. Después de lo que pasó anoche, no creo que quiera estar en otra fiesta.
—¿Qué pasó anoche? —trato de luchar desinteresada, sin embargo no lo logro. Scott me mira como si estuviera loca y, sin decir una sola palabra gira sobre sus pies y se dirige nuevamente lejos de mí, claramente huyendo del interrogatorio de mi parte.
Sin pensarlo dos veces, regreso a la habitación, lista para encontrar mi ropa de la noche anterior, pero no logro encontrar nada. Lo único que había en el suelo era una limpieza demasiada extrema.
¿Quién diablos dejaba un piso tan reluciente?
Suelto una maldición, reuniendo toda la valentía que puedo y, sin pensarlo mucho tiempo, abandono la habitación, siguiendo el mismo camino que el moreno había tomado.
No dudo en escanear las paredes en mi camino. Todos ellas eran lo mismo que la habitación: pintura blanca y una notoria falta de adornos. ¿Por qué diablos no había una sola fotografía en alguna de las paredes? ¿era normal tenerlas, no? Mis padres tenían fotos desde que llegué a casa. En realidad, ellos se esforzaron tanto en formar recuerdos conmigo que me sentía como parte de ellos.
Aún sin ser una Abbot Walker de sangre, me sentía como una, y era gracias a todo el esfuerzo que ellos habían hecho durante los años que me conocieron.
Me siento expuesta y hasta un poco desnuda cuando llego a la cocina y los ojos de Scott caen nuevamente sobre mí.
—¿Mi ropa?
—Lavadora —dice—, creo que vomitaste todo lo que comiste durante la semana en tu ropa y parte de la mía. Algo asqueroso, por cierto.
>>¿Las chicas no tienen alguna regla de no vomitar sobre el futuro hombre que estará en sus camas?
—Imbécil —gruño, haciendo que él suelte una risa—, no es divertido. Creo que serías la última persona con la que me acostaría. Si tuviera que elegir entre Grant o tú, sería lesbiana.
—No sirve decirlo después de que te besé —guiña un ojo en mi dirección, haciendo que mis mejillas se enciendan. Scott se gira nuevamente, prestando atención a lo que parecía ser tocino, lo cual agradezco. El hecho de recordar un beso que estaba olvidando, me pone incomoda.
¿Qué le hace pensar a él que por un simple beso tendríamos sexo?
—¿Siempre tienes algo estúpido para decir, no?
—¿Siempre te pones nerviosa cuando alguien habla de un beso? —Él ríe, pero no se voltea, lo cual agradezco. El hecho de estar medio desnuda a unos cuentos metros de él, me incomodaba más de lo que tenía permitido. ¿Cómo diablos había terminado en su casa si le había pedido que se marchara?
—¿Me dirás que pasó anoche? —camino con lentitud hacía la butaca que hay frente a la barra de desayuno. Al menos eso servía para mantenerlo lejos—. ¿Por qué estoy en tu casa?
—¿Quieres la parte dónde terminaron en el bar de un proxeneta o dónde estuviste a punto de caer en las garras de uno de sus hombres? Tú dime.
Abro la boca para decir algo, sin embargo la cierro de golpe. ¿Qué?
Scott se gira y noto el enojo que emana su cuerpo, parece mucho más que enojado, sin embargo no dice nada más. Su silencio lo dice todo, sin embargo una duda baila en mi cabeza.
—¿Cómo diablos nos encontraste?
—Cualquier persona que terminé en una carrera de fórmula 1 buscará más locuras que hacer y Meghan parece ser de las que no se detiene ante nada —Suelta un suspiro—. Cuando llegué ella había bebido el agua que tu no tomaste, colocan una mezcla en esas botellas. Por eso continua dormida.
>>Cole hizo que vomitara la mezcla, pero el alcohol no ayudó mucho.
—¿Quién es Cole? —La pregunta sale mucho antes de que me preocupe por la rubia, lo cual me hace sentir un poco culpable.
—Mi mejor amigo —Él regresa su atención a la estufa, terminando con lo que parecía ser una tensa conversación. Asiento, sin que él me vea y lucho para regresar a mis recuerdos de la noche anterior.
Un rostro desconocido con una gran sonrisa viene a mi mente, sin embargo no logro darle un nombre fijo. Yo había tomado de más, mucho más de lo que acostumbro, lo cual se resumía a nada y el recuerdo de Meghan marchándose de nuestra mesa me golpea con fuerza.
Ella quería bailar, pero me había negado de lleno por el simple hecho de no poder dar un paso por mi cuenta. Luego de eso, un chico se acercó a mí, ofreciéndome una botella de agua, la cual rechacé con rapidez.
—¿Por qué una botella de agua? —Pregunto, dándole una mirada a Scott. Este me observa por un segundo, para luego regresar la atención al sartén. Había colocados huevos en el mismo y el lugar olía delicioso.
—Las drogan para tener sexo y luego chantajearlas con eso —dice—. No es que conozca todo lo que hacen, pero Cole trabajó un tiempo con ellos. Larga historia.
—¿Él se acostaba con esas chicas?
—No —ríe, negando con la cabeza—. Tiene una hermana menor, creo que no quiere que le ocurra lo mismo a ella. Trabajaba de guardia en el bar.
Cierro la boca, no sabiendo que más decir y me propongo a observarlo. Scott era alto. Mucho más que yo, sabía que, aún con tacones, lograba sacarme varios centímetros. La ligera capa de vello cubriendo su pecho indicaban que era un poco mayor a mí, sin embargo su rostro me indicaba otra cosa.
Era mala observando a las personas y siempre erraba cuando intentaba adivinar su edad, sin embargo nunca cuestionaba la misma, pero, al observar al moreno, no dudo en hacer la pregunta que tanto me incomodaba.
—¿Cuántos años tienes?
—Los suficientes para beber alcohol pero no para tener familia.
—¿Qué?
—Come algo —dice, ignorando mi pregunta—. Creo que estás hambrienta luego de vomitar tú estomago sobre mí. Un plato es colocado frente a mí y la mirada que envía en mi dirección indica que no dirá nada más.
En silencio y con las mejillas enrojecidas como, dándole a entender que él tenía la razón.
Scott Harford empezaba a irritarme mucho más que al inicio.
~*~
—¿Acaso te golpearon o ocurrió algo con tus ojos? —Greyson, quien me observa con una sonrisa divertida se sienta frente a mí en mi escritorio. La notoria diversión que muestra, eleva el nivel de mi irritación. El dolor en mi cabeza no había desaparecido y tener que dejar a Meghan en casa de mis padres no mejoraba nada.
Me esperaba una larga charla luego del trabajo y soportar las bromas del moreno era algo que no estaba dispuesta a hacer.
—Estoy cansada, Greyson, te agradecería que me dejes hacer mi trabajo.
—Huy —ríe, en voz baja, haciendo que ruede los ojos—. ¿No dormiste bien?
En realidad había dormido perfectamente.
Todo se había arruinado desde que abrí los ojos y me encontré en casa de Scott Harford, quien se tomó la molestia de llevarme a casa, haciéndose pasar por el héroe de todos los tiempos.
Era un imbécil.
—Dormí perfectamente, Greyson —suelto, mi voz se tiñe de sarcasmo—. ¿Ahora puedes dejarme sola?
—Bien —dice, levantándose de la silla—, solo vine a decirte que Grant Harrison dejó un mensaje para ti.
—No aceptaré el trabajo —digo, con rapidez—, puedes decirle a Rachel que asigne a alguien más. Tengo trabajo que hacer con la casa de Scott Harford.
Me estaba metiendo en la boca del lobo, sin embargo mi curiosidad era mucho más que el miedo a terminar enredada con él. Scott Harford no parecía un simple corredor de autos, bajo aquella facha de "soy un chico malo y hago lo que quiero" había mucho más, algo que quería descubrir por mi cuenta.
—Bien —El moreno dice antes de dejar la oficina por completo. En silencio y sabiendo que Alison no vendría a la oficina en todo el día, me pongo manos a la obra con la decoración en casa de Scott.
Ciertamente, luego de ver las paredes totalmente en blanco las ideas había venido a mí. Quería hacer el dibujo para conocerlo un poco más, sin embargo lo que me había empujado a aceptarlo era mi amor hacia el dibujo.
No solo quería hacerlo por llenar aquellas paredes en blanco, sino para darle vida a aquella enorme casa. Era una casa hermosa por fuera, sin embargo, al entrar, se notaba que lo único que transmitía era tristeza.
Como si estuviera vacía y no acogiera a nadie en su interior.
Mi teléfono suena, haciendo que deje el lápiz de lado. Remuevo mis gafas con lentitud y veo el nombre dibujado en la pantalla.
Era Scott.
Claramente no le bastó avergonzarme frente a mis padres, los cuales se habían enojado conmigo por todo lo ocurrido. Llegar con ropa de un hombre a casa no parecía ser bien aceptado por nadie.
Contesto, sin siquiera dudar en hacerlo.
—¿Qué quieres, Scott?
—Tu ropa está lista —dice, luego guarda silencio por unos cortos segundos—, ¿quieres que la lleve a tu casa?
—¡No! —Me adelanto, cruzando los dedos para que no lo haga. Verlo llegar con mi ropa a mi casa era algo que no podía aceptar—. Estoy en la oficina, pero estoy algo ocupada justo ahora, ¿puedes traerla en dos horas?
Él ríe, haciendo que la irritación solo aumente.
—No —suelta, con lentitud—, será bueno tener algo en mi casa hasta que decidas volver, Dylan.
—No volveré ahí —digo, porque no lo haría por placer. Lo único que me llevaría de regreso a su casa era trabajo, nada más que trabajo.
—Volverás —Asegura—, recuerda que debes remodelar el interior de mi casa. ¿Dirás que no?
—Acepté el trabajo con Grant —miento, tratando de no reírme—, tal vez Rachel te asigne a otra persona. No te desanimes, Scott, tal vez tendrás suerte para la próxima.
—Siempre tengo suerte, dulzura —musita, al otro lado de la línea suena un fuerte pitido, haciendo que frunza mi ceño—. Pasaré ésta noche por ti, Dylan. Usa un vestido.
La llamada termina justo antes de que logre negarme.
Scott Harford me había dejado con la palabra en la boca. Nuevamente él intentaba hacer su voluntad sobre mí, pero esta vez no la tendría fácil. En esta ocasión tenía a papá de mi lado y era algo que tenía más poder que el mismísimo presidente.
—¿Matarás a tu teléfono? —Rachel está en el umbral de la puerta, observándome con diversión—, por lo que noto se trata de Scott.
—Tu primo —Agrego una vez que ella se sienta frente a mí—. Es estresante.
—Lo sé —ríe, golpeando mi escritorio con sus uñas perfectamente pintadas—. Es un buen chico aunque quiera hacer todo a su manera. Si te das el tiempo de conocerlo lo sabrás.
—No lo estoy juzgando —digo, negando con suavidad—, pero es un imbécil, pero sé que no siempre es así.
—Es un imbécil cuando intenta protegerse de las personas, Dylan —Ella frunce su ceño—, no era así, era un chico dulce amante de la velocidad, pero cambió por lo que ocurrió...
—¿Qué?
Rachel suspira, observándome con atención.
—Los hermanos Harford no siempre fueron tres, Dylan —musita, quitando lo que parecía una suciedad de la mesa—, Scott tenía una melliza. Adela era su vida, pero todo se derrumbó a su alrededor cuando ella murió.
Frunzo el ceño.
¿Por qué me contaba esto? Ella es mi amiga, sin embargo no habíamos pasado más allá de las bromas del trabajo y que me diga algo como esto, solo logra confundirme un poco.
—Lo siento por él, y por la pérdida que pasaste —digo, porque no sé que más decir—, pero no entiendo que tiene que ver eso conmigo.
—Es la primera vez que actúa con una chica de la manera en que lo hace contigo —Su ceño se frunce—, no sé qué diablos hiciste con él, Dylan, pero, por favor, no lo lastimes.
Abro la boca para responder a eso, pero su teléfono suena dando por terminada nuestra conversación. La morena se marcha, indicando que era importante y yo no la detengo.
Mis ojos caen sobre el papel que estaba sobre el escritorio. No habían más que garabatos en la misma, garabatos listo para darle forma a la decoración que se me había ocurrido para la casa de Scott, sin embargo todo lo que estaba en mi mente se elimina, dejando que las palabras de Rachel se apoderen de ese lugar.
¿Qué diablos quería decirme ella?
N/a:
Hola, yo aquí. Espero que les guste el capítulo y quería agregar que estoy recibiendo memes/imágenes referente a la historia en instagram. Estaré comentando y siguiendo a las personas que etiqueten mi cuenta y... creo que solo es eso.
Pd: ¡Feliz cumpleaños a Demi Lovato, nuestra hermosa Dylan!
Instagram: aggressive_wattpad (lo sé, no quiero crear otra cuenta lol)
Ustedes en la imagen esperando mis actualizaciones. lol
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