8.
Una maldición es nuevamente emitida de mi parte cuando el pequeño aparato cae al suelo. Llegar a casa luego de la universidad, y luego de aquel enfrentamiento que tuve con Dash, solo me había puesto totalmente nerviosa.
No quería salir con él, y el hecho de estar aun con un pequeño short y una blusa de tirantes, lo sacaba a relucir.
Mis ojos se enfocan nuevamente en el reloj. Tenía 40 minutos para cambiarme de ropa. Sabía que, si no estaba en la cafetería a las 8, Dash vendría nuevamente hasta aquí. Aquella mirada que me había lanzado luego del final de la clase lo dejaba por sentado.
Dash no aceptaba un no por respuesta.
—Al diablo con esto.
Me levanto del sillón y corro escaleras arriba, optaría por unos simples jeans, una blusa blanca y mi siempre fiel chaqueta.
Iría, me sentaría frente a Dash, y le diría que no me interesa ser su amiga, que su sola presencia me enojaba, y que no lo quería a más de 100 metros cerca de mí.
Basta de sus estúpidos juegos.
Elimino con rapidez las pequeñas prendas que cubren mi cuerpo y me adentro en el enorme armario que aun no conseguía llenar. Uno de mis jeans termina entre mis manos, y lo coloco con rapidez en mi cuerpo, el único trapo que soy capaz de encontrar, es una camisa que Alison me había regalado meses atrás, sabiendo que es algo que yo no compraría, opto por usarlo.
Una vez que soy capaz de encontrar un par de botas, abandono el armario. Me dejo caer sobre la cama mientras coloco mis zapatos en su lugar.
Estar a tiempo en la cafetería no sería problema alguno.
Una vez lista, tomo las llaves de mi auto y mi chaqueta. Las escaleras desaparecen detrás de mí una vez que las bajo con rapidez. Apago las luces de la sala, sabiendo que Alison podría pasar por aquí y dar una pequeña inspección -tal y como lo había estado haciendo desde que regreso de su viaje-, cierro la puerta principal detrás de mí y una maldición se escapa de mis labios cuando un par de ojos grises me observan con diversión.
—¿Asustada? —Fulmino a Dash, empujándolo fuera de mi espacio personal. Una vez que logro regresar mis palpitaciones a su ritmo normal, lo observo.
Aquel aire de chico malo continuaba en él, su cabello negro había sido peinado a la perfección, como si quisiera demostrar que no solo era el egocéntrico chico tatuado que conozco. El sutil olor a jabón junto a una pizca de perfume, me hace arquear la ceja.
—¿Qué haces aquí?
—Confirmando tu asistencia —No puedo evitar poner los ojos en blanco ante su estúpida sonrisa—. Pensé que no irías.
—Pensaste mal —Lo empujo en cuanto paso a su lado, Dash suelta una risa mientras me encargo de llegar a mi auto—. Tengo cosas que hacer, no iré a la cafetería.
Puedo sentir su mirada sobre mí, pero aun así no me detengo.
Soy testigo de la moto estacionada delante de mi auto, aquella motocicleta roja que había visto en el bar, la primera vez que vi a Dash desde lejos.
Quito el seguro de la puerta del conductor y me subo al auto, cerrando la puerta nuevamente en cuanto Dash se encamina hacia mi auto. Su gran mano golpea el capo del auto al rodearlo. Aun estando dentro del auto me siento pequeña en cuanto el moreno se apoya contra la ventanilla, sus ojos grises me observan con diversión mientras sus dedos golpean el cristal con suavidad.
—Será mejor que vayas a la cafetería, Holly —El sonríe, aumentando la fuerza de sus golpes en el cristal—. No querrás tenerme como tú sombra, nena.
Con aquella amenaza, se aleja con paso seguro hacia su motocicleta. Mis ojos se quedan sobre su cuerpo mientras el sube a su motocicleta y se coloca el casco. Un fuerte rugido rompe el silencio de la noche regresándome a la realidad.
Si iba a ir, quería terminar con esto de una vez por todas, pero verlo frente a mí, sin haber esperado su presencia, me hizo mentir. Dash era realmente extraño, quería saber las razones pero, por otro lado, quería mantenerme lo más alejada posible de él.
En cuanto pierdo de vista la motocicleta, enciendo mi auto. El camino para llegar a la cafetería era corto, y aun me quedaban 20 minutos para llegar a mi cita obligada.
Mi mente viaja al tiempo antes de llegar a nueva york, la discusión que tuve contra el ex – marido de mamá, el olor a alcohol que mantenía en su cuerpo luego de la muerte de la misma, el veneno en cada una de las palabras que eran dirigidas hacia mí.
El enojo que salía a la luz cuando me negaba a comprar más cerveza.
Aquel comportamiento no estaba mientras mamá estuvo viva. Si, él solía ser un idiota, pero era él idiota que quería a mamá. Nick había sabido hacer lo que Alexander Parks nunca pudo.
El tiempo antes de la llegada de Nick, todas y cada una de esas noches podía ser testigo de mamá llorando, derramando lágrimas por aquel impostor, por aquel hombre que nos había abandonado por unos cuantos billetes.
Parpadeo con rapidez, alejando cada uno de esos recuerdos en cuanto la cafetería entra en mi campo de visión. Mis ojos escanean el lugar en cuanto me detengo, y no puedo evitar dar una rápida mirada hacia aquel bar.
Dash estaba ahí, apoyado en su motocicleta.
¿Cuánto tiempo se tardo?
Su sonrisa hace aparición en cuanto se fija en mi auto. Apago el motor sabiendo que ya no podía huir. El se dirige a otro chico, este mantiene la mirada en su motocicleta, como si fuera más importante que lo que Dash dice.
Bajo del auto, cerrando las puertas con seguro antes de girarme sobre mis pies. No soy capaz de observar a Dash, simplemente hago mi camino hacia el interior de la cafetería.
Varios ojos están sobre mí en cuanto la campanilla suena sobre mi cabeza, soy capaz de volver a sonreír en cuanto James me saluda desde la barra, sus ojos cafés me observan con diversión, pero la diversión es arrancada de golpe cuando observa un punto detrás de mí, exactamente sobre mi cabeza.
—Necesito entrar, Holly —Un estremecimiento sacude mi cuerpo cuando la voz de Dash golpea contra mi oído—, hace demasiado frío.
Ignoro cada una de las miradas sobre mí, y hago mi camino hacia la barra en la que se encuentra James. No quería a nadie observándome como un bicho raro.
—Holly —Este saluda, aun confundido—. ¿Café cargado?
—Y una rodaja de pastel, por favor —Me obligo a sonreír. Por la mirada de James, sabía que tenía un sinfín de preguntas que hacer pero, sinceramente, yo no quería responder ninguna de ellas—. Gracias, James.
El castaño asiente y, sin espera alguna, hago mi camino hacia una de las mesas mas escondidas.
Soy consciente de los murmuros ante la visión de Dash, pero no me detengo hasta llegar a la mesa, minutos después, veo a Dash ocupando el lugar delante de mí.
—¿Enserio te gusta este lugar? —Su voz suena algo molesta, pero ignoro el tono que usa.
—Es cómodo y la atención es buena. —Dash me observa por unos minutos, logrando incomodarme más de lo normal. El aclaramiento de una garganta que no pertenecía a ninguno de los dos, desconecta nuestras miradas.
—Aquí está tu café, Holly —Mis ojos se detienen sobre James, y le agradezco con una sonrisa. El castaño no parece estar cómodo con la presencia de Dash—. Hay mas mesas disponibles. —Indica, con dirección al castaño. Dash frunce el ceño, claramente confundido.
—Está conmigo —Interrumpo, siendo consciente de la tensión entre los dos—, es un viejo amigo, James.
—Cambiemos el viejo amigo, por futuro novio —Dash sonríe con suficiencia a James, recibiendo una patada de mi parte por debajo de la mesa—. Yo también quiero un café, James.
—Enseguida...
Otro golpe es acertado de en brazo de Dash cuando James se marcha luego de unos segundos, el moreno se ríe, claramente divertido por la situación.
—Le gustas. —Asegura, halando mi taza de café hacia él. Observo con detenimiento cada uno de sus movimientos. Dos cucharadas de azúcar son colocadas en el interior de la taza, y luego de batirla, vuelve a colocarla frente a mí.
—Somos amigos —Aclaro, observándolo con el ceño fruncido—. ¿Por qué le echaste azúcar?
—Te gusta el café cargado pero no amargo —Dash responde, tratando de hacerse el interesante. Mi boca se abre, completamente sorprendida, ¿Cómo lo sabía? — Tengo mis contactos.
—¿Lo dejamos en acosador?
—Yo no acoso a nadie, Holly —Su voz parece perdida por un segundo, pero luego niega con la cabeza, alejando cualquier mal recuerdo—. Te he visto hacerlo en la cafetería de la universidad.
—Sí, un acosador —No puedo evitar reír, ante la mueca instalada en los labios de Dash. El recuerdo de la vez que me choque contra él en la universidad, llega a mi cabeza—. ¿Por qué intentaste golpearme cuando tropezaste conmigo?
La pregunta me abandona tan rápido que no logro cambiar mis palabras, la incomodidad aparece en el cuerpo de Dash, dándome a entender que no quería responder aquella pregunta.
—No iba a golpearte, Holly —Su ceño se frunce mientras observa fijamente la mesa—. No golpeo mujeres.
—Yo... no quise decir eso. —Trato de disculparme con la mirada, pero el sacude la mano, quitándole importancia al asunto.
—No iba a golpearte —Repite, esta vez observándome—. Te había visto desde que bajaste de tu auto, sentí que te había visto en otro lugar y solo camine detrás de mí hasta que te detuviste.
—Y me empujaste —Recuerdo, tratando de no reír—. Aun me duelen las rodillas.
—Si —Se rie un poco—. No sabía que eras tan delicada.
—¿Ya te viste en un espejo? —Respondo, algo indignada—. Aplastarías a cualquiera. —Dash cierra un ojo en mi dirección, haciendo bufar por lo bajo.
—Cuando te recordé, el decano ya había aparecido, y solo tenía que ser yo —Se encoje de hombros—. Tengo una imagen que mantener.
—¿Me recordaste? —Asiente, señalando la mesa en la que estábamos sentados.
—Tú estabas aquí en la cafetería, y yo estaba en Irolic, sobre mi moto.
Cuando el recuerdo regresa a mí, termino por asentir, sin saber que mas hacer.
Un silencio algo incomodo se forma entre nosotros mientras me concentro en beber de mi café, minutos después, mi pastel y el café de Dash son colocados sobre la mesa, esta vez por una camarera.
Sé que no debo hacer preguntas que no me incumben, pero mi boca trabaja más rápido que mi sentido común, y me encuentro a medio de la pregunta cuando intento detenerme.
—¿Por qué todos te tienen miedo? —Dash se detiene en cuanto escucha mi voz, sus ojos se enfocan en mí para luego observar a nuestro alrededor.
Sabía que varias personas estaban observándonos, pero había decidido pasarlas por alto, sabiendo que tenía que deshacerme de Dash primero.
—Golpee a un chico casi hasta la muerte.
El tenedor que tenía en la mano cae sobre el plato, y no puedo evitar posar mis ojos sobre el chico frente a mí.
—¿Qué?
Dash me observa con intensidad, y siento ganas de huir, quiero correr y esconderme en el interior de mi casa.
Quiero estar lo más lejos posible de Dash.
—Es una larga historia.
N/a:
¡Estoy feliz! Ayer se estreno Digimon Tri #JustoEnLaInfancia ¿alguien mas lo veía cuando era niño?
Bueno, dejando de lado eso... ¡Aggressive paso los 1000 votos! No se como agradecerles esto, pensé que la historia no tendría acogida por no tener demonios u hombres lobos, pero creo que me equivoque. Sepan que leo todos y cada uno de sus comentarios, y me agrada que a todas les guste la pareja dispareja que Holly y Dash forman.
Besos desde Ecuador<3
Pd: ¿Ya les dije que Ecuador es lo mas? (Aunque tiene un presidente pendejo) Tenemos puntaje perfecto en la eliminatoria del mundial<3
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