49.
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¡No olviden pasarse por mi historia Drifting, sé que les gustará! <3
Disfruten su lectura.
~*~
El aura en el auto es incomodo, sé que Dash está tan tenso como lo estoy yo. No había visto a su madre desde aquel desastroso almuerzo el cual Amana había dado fin. Luego de eso, no había regresado a la enorme casa.
—¿Estás bien?
—Bien —asiento, aceptando gustosa el apretón que le da a mi mano. Dash me libera, para luego bajar del auto. Habían pasado al menos cinco minutos desde que habíamos llegado, sin embargo, ninguno de los dos había logrado entrar a la casa. El moreno rodea el auto llegando a mi lado y abre la puerta—. ¿No puedes llevarme a mi casa?
—Está llena de reporteros, Holly —dice, su ceño se frunce al decirlo, luce algo preocupado—. Aquí podré vigilarte mejor.
No puedo evitar poner los ojos en blanco y agradecer en voz baja cuando me ayuda a bajar del auto.
—No soy algo a lo que debes cuidar, Dash —Sus labios se presionan contra mi frente y siento como la calma aborda mi cuerpo—. Tu madre me odia.
—Creo que sabes que no me importa la opinión de ella, nena —Él bromea, tirando de mi cuerpo con cuidado lejos del auto y se encarga de cerrar la puerta. Su largo brazo rodea mi cuerpo y, como si de un tesoro se tratase, me lleva hasta la puerta principal.
La puerta cede cuando el moreno gira el pomo y el silencio dentro de la misma me asusta un poco. ¿La madre de Dash estaría dentro?
—¿Amara?
—Supongo que está en su habitación —dice, en voz baja—. Tú debes descansar y ella igual, te llevaré a mi habitación.
Observo al moreno, pensando en que decir para que no me anclara a su cama, sin embargo, cada uno de mis pensamientos se ven truncados cuando la suave voz de la madre de Dash rompe el silencio dentro de la casa.
—Pensé que vendrían más temprano —Mis ojos caen sobre ella. Va bien arreglada, tal y como la última vez que la vi, sin embargo, las bolsas debajo de sus ojos resaltan en su pálida piel—. Bienvenida, Holly.
—Y-yo —aclaro mi garganta, no sabiendo que decir—. Gracias...
—¿Puedes decirle a Helena que prepare algo de comer para Holly? —Dash dice, tratando de eliminar la tensión en la sala—. La llevaré a mi habitación.
El tatuado toma mi mano, para luego tirar de mi hacía las escaleras. La madre del mismo se hace a un lado, dando una mirada a mí estomago, eso me incomoda, sin embargo, me obligo a sonreír cuando le doy una rápida mirada.
—Es fuerte igual a su padre, no tiene porque preocuparse —Sé que tal vez el cansancio me esté jugando un mala pasada, pero sería capaz de jurar que una sonrisa se dibujó en el rostro de la mujer.
Dash no me da tiempo a ver si en realidad había ocurrido, sin embargo, era capaz de decir que, después de lo ocurrido, ella no me odiaba del todo.
Sigo a Dash tranquilamente, conociendo el camino perfectamente bien. Aún después de tanto tiempo, era capaz de llegar a su habitación sin lograr confundirme. Cuando el moreno abre la puerta, siento como mi boca cae abierta ante la visión que ella me ofrece.
—¿Qué diablos?... —Mis ojos caen sobre él, a lo que él responde con un simple inclinamiento de cabeza, invitándome a entrar. Sé que parezco un gato asustado, sin embargo la visión de una cuna me tiene muy descolocada. Sí, estaba embarazada, sin embargo, aún era demasiado pronto para tener una cuna—. Es hermosa —murmuro, completamente encantada—, pero... ¿no es demasiado pronto?
Observo a Dash, quien entra a la habitación y cierra la puerta detrás de él. Sus ojos están sobre mí y una sonrisa se desliza en sus labios.
—Creo que no —dice—, nada contigo es demasiado pronto, Holly —Luego niega con la cabeza, señalando la cama, invitándome a tomar asiento—. Debo mostrarte algo más, pero debes prometer que no vas a desmayarte, no hay médicos cerca.
—Dash —sé que sueno molesta, sin embargo no lo estoy. Las bromas que él había optado por hacer siempre terminaban refiriéndose a los días en los que había perdido el conocimiento, algo que ciertamente no me causaba demasiada gracia—, no es divertido, ya te lo dije.
Me siento junto a él, apoyando mi cabeza en su hombro. Dash era la persona que, después de mi mamá, lograba calmarme. Sin embargo, ahora, el saber que era resultado de un incesto, me dejaba en medio de un limbo.
—Cuando me encontré con Darikson Parks, me entregó algunas cartas —dice, llamando mi atención—, varias de esas cartas son de tu padre y otras de tu madre.
>>Según lo que el viejo me contó, la culpa no es de Alexander, ni de tu madre. Las circunstancias los terminó huyendo, Holly.
—¿Qué?
—No quiero que leas esas cartas —suelta, sin embargo no termina ahí—, al menos no por el momento. El médico dijo que estaban fuera de peligro, pero no quiero ponerte a prueba, no las leas, por favor.
—Leeré las de mamá —digo, porque quiero hacerlo, quiero saber todo lo que había pasado luego de la noticia de su embarazo, quería saber que pasó desde el momento en que Alexander Parks nos dejó—, pero no ahora.
>>Iré a la cárcel, hablé con Alison y ella arreglará una cita con Alexander, creo que ya no es necesario leer sus cartas.
—Holly...
—Ya lo decidí —repito, sujetando su mano—, si queremos empezar una familia juntos tengo que dejar atrás todo lo que me lastimó. Debo aclarar cada una de las preguntas que están en mi cabeza, si no, no podré hacerlo, Dash. Si no lo hago no puedo casarme contigo.
Sí, lo había dicho, y el silencio detrás de mis palabras me hace saber que él no se esperaba nada como aquello. El amor que sentía por Dash era más de lo que podía explicar, sin embargo, no podía permitirme hacer una vida junto a él y junto a nuestro hijo si no aclaraba las dudas rondando en mi cabeza.
Tenía que saber qué había detrás de mi nacimiento y del hecho de que mamá creció lejos de la familia Parks.
—Iré contigo —Dash dice, haciéndome sonreír.
—No es tu pelea, Dash, puedo hacerlo sola.
~*~
Elton está junto a mí, observando cada una de las cosas que nos rodean. El venir con él, no pareció ser una mala idea. Dash me había permitido salir de esas cuatro paredes sin oponerse a nada.
—¿Segura que quieres hacer esto? —Elton dice, ha pasado un buen rato desde que nos habían dejado pasar a aquella extraña habitación. Había dos policías en la entrada, claramente protegiéndonos.
—Muy segura —digo—, es momento de aclarar lo que ocurrió veinte años atrás, necesito saberlo.
Observo al rubio y este simplemente hace una mueca. Luego, sus ojos caen en la entrada y no dudo en observar lo mismo que él. La alta figura de Alexander Parks se dibuja frente a mis ojos, y la sorpresa que inunda su expresión me hace arquear una ceja.
—¿Holly?
Asiento, señalando la silla que hay delante de nosotros. Alexander Parks es acompañado por un guardia y este se encarga de esposarlo a la mesa. Viéndolo ahora, el Alexander Parks con el que choqué en la universidad, no era el mismo que estaba sentado frente a mí.
Parecía arrepentido, sin embargo, la pena no era un sentimiento que corriera por mi cuerpo, no cuando me habían mentido por toda mi vida.
—Seré muy clara señor Parks —digo, captando su atención—, no he venido ha establecer lazos entre padre e hija, solo vine por respuestas y es lo único que me importa ahora.
—Todo está en las cartas —dice, dándole una mirada a Elton—. Cómo conocí a tu madre, cómo no enteramos de lo que Darikson hizo, todo está ahí, Holly.
>>Sé que Dash las tiene en su poder.
—Las tengo yo —digo, interrumpiéndolo—, pero quiero saber la verdad por ti —Me inclino un poco, observándolo más de cerca—. Quiero saber que tan retorcido fue lo que tú y mi madre hicieron aún sabiendo que ambos eran hermanos.
El moreno da un respingo ante mis palabras, parece como sí realmente lo hubiera insultado, como sí hubiera lastimado algo muy dentro de él.
—Durante todo este tiempo he estado haciéndome la idea de que eres mi padre, pero simplemente es algo que no aparece por arte de magia, lo único que siento hacía ti es desprecio, ira... —Niego lentamente para luego tomar una lenta respiración—, pero eres mi padre después de todo, ¿no?
El silencio nos aborda, creando una atmosfera demasiado incomoda. Siento la mano de Elton sujetando la mía, apretándola con suavidad, intentando darme la fuerza necesaria para continuar con esto.
—Holly, a pesar de todo siempre pensé en ti, siempre estuve al tanto de ti —dice, luego de unos segundos—, de ustedes. Son mis hijos, por el amor a Dios.
>>No había una sola noche en la cual no pensara en ti.
—¡Tuviste muchas oportunidades para acercarte! —siseo, llamando la atención de los guardias. Sueno desesperada y el nudo en mi garganta crece—. Te necesitaba. Necesitaba a mi padre, pero nunca estuviste ahí para decirme que todo estaría bien. Nunca estuviste para mí.
Mis palabras son duras, y me obligo a guardar silencio cuando gruesas lágrimas se deslizan por el rostro de Alexander Parks.
—Tu madre nunca aceptó el hecho de que fue una muchacha que paseó en varias casas de acogida —dice—, intenté sacar eso de su cabeza, pero nunca lo logré.
>>Ella pensó que no era lo suficientemente buena para mi, Holly, cuando en realidad era al revés. Soy una basura, fui una basura en dejar de lado a mi familia. Estoy tan arrepentido...
—¿Cómo supieron que eran hermanos? —Elton es el que habla, llamando la atención del hombre que nos había engendrado—. Sé que ya ya había nacido, también recuerdo que hubo un tiempo en el cual te marchaste de casa, nos dejaste a mamá y a mí solos.
>>¿Qué hiciste durante todo ese tiempo?
—Inglaterra —dice, observando al rubio—. Darikson tiene la estúpida necesidad de investigar a todas las personas que se relacionan con su familia, y así fue como encontró a la verdadera madre de Amelia. Él la reconoció de inmediato —Niega con la cabeza, soltando un bufido—, se trataba de la misma mujer que cuidó de Alison y de mí cuando éramos niños.
>>El maldito viejo engañó a mi madre bajo nuestro mismo techo.
—Holly —Me observa, esta vez con ojos abiertos—, sé que no me creerás, pero siempre intenté velar por tu bien y por el de tu madre, pero Darikson lavó su cerebro en mi contra. Le dijo que intenté jugar con ella. Le dijo que yo estaba al tanto de que éramos hermanos.
>>Hizo creer a Amelia que yo era un maldito enfermo al acostarme con mi hermana.
Alexander Parks sacude sus manos, con ello llamando la atención de los policías.
—Mi madre nunca quiso hablar sobre ti, pero la escuchaba llorar durante las noches. Ella lloraba por ti, todas y cada una de las noches durante mi infancia, y siempre era capaz de escucharla.
—Amelia era una mujer muy sensible —dice, una sonrisa triste se dibuja en sus labios—, siempre intentó rescatar lo bueno de mi. De todas las personas. Eres igual a ella.
Niego, sintiendo lágrimas deslizarse por mis mejillas, y digo—: No soy igual a ella, mamá te hubiera perdonado si te hubieras puesto los pantalones y aclarabas todo, pero yo no. Yo viví lo que tú decidiste que viviera.
>>Vi a mi madre morir, me humillé ante ti para que alargaras su vida unos cuantos años más, pero me cerraste el teléfono en cuanto pudiste. Puede que no tengas la culpa sobre el engaño de Darikson Parks, pero eso no te quita la culpa de habernos dejado cuando más te necesitábamos. Fuiste un cobarde, Alexander Parks, y no mereces ser mi padre.
—Holly, por favor...
—Te voy a pedir —digo, ignorando su suplica—, que nunca más en tu vida vuelvas a buscarme. No quiero tener nada que ver contigo, Alexander Parks.
Él abre la boca, sin embargo me levanto con rapidez, haciendo mi camino hacia la puerta de salida. Había hecho lo que me propuse. Ahora sabía que Alexander Parks no era más que un cobarde.
Un hombre que dejó que su padre decidiera por él, dejando de lado a una de las personas que debería haberle importado más que una estúpida decisión.
Alexander Parks había sido eliminado de mi lista, ahora lo único que me quedaba por hacer era hablar con Darikson Parks. Él tendría que ayudar a Adrien, el mayor de los Parks tenía que liberar a un Barton de lo que tal vez él había cometido.
—¿Te sientes bien? —Elton pregunta, alcanzando mi paso.
—Demasiado bien —respondo—, necesito hablar con Alison, debe arreglarme otra entrevista, pero esta vez con su padre.
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