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36.

El capítulo más difícil que he escrito TnT en serio, espero que les guste mucho. 

¡Lamento tanto la tardanza! Tengo gripe y la vista irritada, pero aquí les traigo el capítulo, no sé cuando será la próxima actualización, así que pido paciencia. 

Pd: ¿Se pasan por mi historia Clandestine Love? ¡Seguro que les gustará! 

¡Disfruten su lectura! 

~*~

El estar caminando en medio de un supermercado junto a Amana y Dash, parecía salido de una historia. El moreno empuja el auto sin prestar atención a las personas que lo observan con atención mientras su hermana menor observa los estantes, claramente no sabiendo que escoger.

—Creo que no fue buena idea traer a su guardaespaldas —murmuro, solo para que Dash sea capaz de encontrarme—. Le prometí algo normal y alguien caminando detrás de ti no es normal.

—Hace su trabajo, Holly —Uno de los brazos del moreno termina sobre mi hombro mientras que con el otro empuja el carrito—. No puedo decirle que se marche, mamá le paga.

—Es una adolescente, Dash, necesita sentirse como una. Confía en ella. —Tensión es lo único que recibo por parte del moreno. Es lo que siempre recibía cuando decía algo que no le gustaba—. Tengo la razón, Dash —piso terreno peligroso pero realmente no me importa—. Amana solo necesita que confíen en ella.

—Tonterías.

Está enojado, lo deduzco por la manera que se aleja de mí, alcanzando a su hermana con rapidez.

Suelto un suspiro.

Eso me ganaba por intentar arreglar algo que, al parecer, no me concernía. Dash era muy comunicativo conmigo, pero cuando se trataba de su familia, se cerraba. Tal vez, el principal culpable era mi apellido.

¿Él confiaba en mí, o simplemente estaba conmigo para probar un punto?

A veces, aun cuando no debía, creía que los sentimientos de Dash hacía mí no existían.

Suelto un suspiro, alejando esa estúpida idea de mi cabeza mientras me detengo en medio del pasillo. Ir con Dash y Amana solo terminaría en una disputa por saber quién iba a pagar las compras, lo cual no estaba dispuesta a pasar. Regreso en mis pasos, caminando a la sección de fideos. No era tan difícil preparar macarrones con queso para una adolescente y un hombre con problemas de ira, ¿no?

Tenía que crear una tregua entre la pequeña morena y yo, quería ser su amiga así, tal vez, se abra un poco.

Esquivo a varias personas, haciendo una lista en mi cabeza de lo que necesitaría para la comida improvisada que prepararía, cuando estoy a punto de girar en la siguiente esquina, una voz, completamente conocida, llama mi nombre.

—¿Holly? —Trago duro, tomando una respiración antes de girar sobre mis pies. Ojos café me reciben como si no me hubiesen visto en años y, la marcada mandíbula, me hace sentir incomoda—. Pensé que me había vuelto loco.

—James —Me obligo a saludar.

—Nunca pensé encontrarte en este lugar. ¿Cómo...

—Bien —Lo corto, mucho antes de que logre terminar con su pregunta. Antes, lo consideraba un buen amigo, pero, justo ahora, dudaba mucho acerca de ello. Su hermano era Shawn, él mismo que había mandado hombres a golpearme. Nadie podía decir que James se encontraba libre de culpa—. Yo... debo ir a comprar unas cosas, nos vemos.

—Espera —Cierro los ojos por un segundo, tomando otra respiración para luego observar al castaño—. ¿En esto nos convertimos? Éramos amigos, Holly, ¿huirás cada vez que me veas y Dash esté junto a ti?

Mi boca se cierra mientras el enojo fluye en mi sistema.

No podía considerarlo amigo cuando él sabía toda la mierda sobre su hermano y Dash. No cuando me pedía mantenerme alejada de Dash mientras me escondía lo ocurrido.

Simplemente no podía confiar en James. No como lo hacía antes.

>>¿Le tienes tanto miedo como para no hablarme de nuevo?

—No tienes derecho de decir algo como eso cuando tu hermano envió a dos hombres para golpearme —Mi voz es baja, pero logro que su boca se cierre, lo que me confirma el conocimiento sobre el tema—. No cuando no intentaste nada para detenerlo.

—Holly...

—Solo déjame en paz —No quiero llamar la atención de nadie, lo que él parece no comprender cuando se acerca y sujeta mi muñeca en su mano—. James, por favor.

—Te dejaste lavar la cabeza de ese imbécil —dice, sus palabras no duelen, no cuando conocía la mejor parte de Dash. No cuando él moreno se había abierto conmigo—. Lo hace con todos. Deja de ser tan estúpida, Holly.

>>¿Realmente crees que está contigo porque te ama?

—No debo darte ninguna explicación de con quién tengo sexo y con quien no —me libero de su agarre, observándolo con ira—. Tu ni nadie tiene derecho a decir algo sobre mi relación con Dash.

Se ríe, retrocediendo con las manos en el aire.

—Bien —escupe, su expresión se endurece—. Cuando te deje como hace con todas no esperes a que esté ahí para ti. Se acabó, Holly. Dash no será el mismo cuando alguien más logre sacarlo de sus casillas y tú serás la primera en huir.

Se gira, ignorando los ojos que caen sobre él gracias a la pequeña escena. James no parecía ser el mismo, en realidad, en cuanto más analizo su postura, más descubro que se parece a Shawn, al menos a la parte que había conocido de su hermano mayor.

—¿Estás bien? —Asiento, forzando una sonrisa hacía la mujer que se acerca a mí—. Los Reynolds no son lo mejor de este lado de la ciudad, una chica como tú no debe mezclarse con ellos.

Sus palabras llaman mi atención, por lo que la detengo solo para decir—: ¿Conoce a James Reynolds?

Ella siente, pero parece reacia a contestar, pero, luego de dar una mirada a nuestro alrededor, se inclina en mi dirección. —Solo puedo decir que esos chicos tuvieron un mal ejemplo. Su padre golpeó a su madre hasta matarla, fue noticia hace años, algo lamentable.

—¿Holly? —La atención de Dash capta mi atención y la mujer aprieta mi mano antes de alejarse de mí—. ¿Qué mierda haces? Pensé que estarías pateando el culo de Reynolds.

El pánico llega a mi sistema, pero trato de relajarme cuando veo a Dash soltar un suspiro.

—No voy a pelear con James, Dash —sueno tranquila, pero era lo menos que estaba en un momento como ese. Las palabras de la mujer están grabadas a fuego en mi cabeza mientras observo el furioso gris en los ojos de Dash—. Solo me saludó, nada más.

—Sé que patearás la mierda fuera de quien intente hacerte daño —asegura, observando sobre su hombro—, pero lastimosamente Amana no. La dejé con Connor.

—Debo buscar macarrones, no creo que con cereal y chocolates puede preparar algo decente.

—Connor los encontró, ¿puedes mover el trasero?

Quiero pelear, sin embargo, no lo hago. Lo menos que necesitaba Dash era lidiar con dos mujeres capaces de enloquecerlo en menos de un segundo. Amana debía regresar a casa sana y salva.

Camino junto al castaño cuando este tira de mi mano, llevándonos a través de las personas que intentaban hacer sus comprar diarias. Las miradas no tardan en llegar, pero, esta vez, el centro de atención soy yo.

Miradas llenas de sorpresa (tal vez por lo ocurrido hace unos minutos), llueven sobre mí. Trato de ignorarlas, pero Dash parece no hacerlo. Su pesada mirada cae sobre mí y me obligo a desviar la mirada.

Todo lo que James había dicho era mentira.

Dash no me iba a dejar y yo no iba a huir, se lo prometí y él a mí.

Todo lo que el mundo dijera no importaba cuando ambos estábamos dejando nuestros corazones en el suelo.

No cuando intentaba formar una vida en Nueva York, una vida junto a Dash.

~*~

La sensación de estar perdiendo todo el control llega a mi cuando me encuentro sola en medio de la cocina de Dash. Mi respiración está agitada mientras mis manos se aferran con fuerza al mármol cubriendo la barra de desayuno. Habíamos regresado a su casa hace más de media hora y Dash se había marchado a la habitación de Amana, lo cual agradecía. Sentía pánico, quería que toda la energía aglomerada en mi cuerpo se esfumara, pero no pasaría.

No cuando lo único que quería hacer era regresar a casa y esconderme en mi habitación. Al menos hasta que toda la mierda referente a la agresividad de Dash desapareciera.

Mis dedos duelen, pero no soy capaz de liberar el mármol. Quería gritar, pero al mismo tiempo guardar silencio. La sensación recorriendo mi cuerpo es bienvenida, la conocía de antes. La había sentido antes.

—¿Holly? —Me sobresalto, y es cuando noto lagrimas mojando mis mejillas. Estaba ocurriendo de nuevo, estaba volviendo a revivir aquellos momentos de pánico, aquellas noches en las cuales lloraba sin parar gracias a la impotencia—. ¿Qué ocurre, nena?

—Y-yo —tartamudeo, observando la preocupación apoderarse de los rasgos de Dash—. Solo quiero estar sola, estoy bien.

El moreno abre la boca, pero es interrumpido por el grito de Amana en el segundo piso. La batalla que se desata en sus ojos es el único que me da lo que quiero.

>>Ve.

—Volveré en un minuto, Holly.

Asiento. Sé que lo haría, pero no estaría para ver eso. Quería irme, esconderme en casa hasta que aquella sensación se elimine de mi cuerpo. Dash aprieta la mandíbula y pelea por un segundo más hasta que Amana vuelve a gritar su nombre, esta vez, con algo más de prisa.

No te muevas.

Se marcha con rapidez, y reacciono unos segundos después. Mi chaqueta sigue en su lugar y lo único que tomo de regreso es el pequeño bolso que nunca dejaba de lado.

Observo las escaleras que daban al segundo piso antes de abandonar la casa y libero un suspiro. Él se enojaría, pero quería estar sola. Quería eliminar la duda que rondaba en mi cabeza.

~*~

—Nunca pensé que vendrías al consultorio que abrí aquí, Holly —La mata de cabello castaño perteneciente a la mujer frente a mí, parece ser lo más interesante en la habitación. Su sonrisa es grande y sé que no evita mostrar su contento—. Sé que siempre les digo a mis pacientes que no los quiero ver de vuelta cuando arreglamos los asuntos pendientes, pero tú no eres el resto. Lo sabes.

Con asuntos se refería a las enfermedades que trataba a diario, personas desequilibradas mentalmente, o tal vez adolescentes con depresión.

—Estoy bien —mi voz tiembla un poco, y me enojo conmigo misma—. Sé lo que hizo por aquella niña, gracias por enviarlos conmigo.

—Siempre haré lo mejor por ayudar, Holly, pero olvida eso, ¿qué puedes contarme sobre Nueva York?

—No estoy en una cita, señora Steindfeld.

—Sabes que puedes llamarme Claudia, y lo sé, dolo es una pregunta.

Podía irme en cualquier momento, pero no quería hacerlo, no cuando estaba luchando contra las ganas de soltar todo. No cuando ella parecía ser la única que me daría las respuestas que necesitaba.

>>Y bien, ¿qué hay de nuevo?

—Tengo novio —tomo una respiración—. No es oficial —mi voz es baja, por lo que agrego, aclarándome la garganta—: No lo hemos hecho oficial, así que lo dejaremos como "Estoy saliendo con alguien".

—¿Hiciste un viaje de dos hora solo para contarme sobre el chico con él que "sales"? —Niego, soltando una pequeña sonrisa por su broma.

—Creo que es algo más complicado que eso —Estoy nerviosa y ella lo nota. No tiene el cuaderno donde solía hacer sus anotaciones, lo que me calma un poco. No me estaba tratando como paciente, lo cual agradecía—. Es mucho más que complicado.

—La complicación es algo que creamos a partir de algo por lo cual no queremos luchar, Holly, si es complicado, me das a entender que te estás dando por vencida cuando, en realidad, aun no lo intentas con todas tus fuerza.

—No puedo ver una relación normal luego de lo que ocurrió —trago duro—. Lo único que conocí durante un tiempo fue maltrato, creo que la relación toxica de mamá se encargó de alejar toda fuerza de lucha de mi sistema.

—Bien —se acomoda en su asiento—. ¿Amas a este chico tanto como para verlo sonreír a diario?

—Si —mi respuesta es automática y la sonrisa en su rostro me confunde un poco—, pero toda la mierda a nuestro alrededor lo hace... complicado.

—Lo complicado desaparece cuando te enfocas por completo en la persona que amas —Su sonrisa crece un poco más—. Holly, tus ataques de pánico no son a causa de toda la mierda a tu alrededor, tienes miedo, luego de muchos años estás entregándole tu corazón a una persona que no es tu madre, sientes pánico de lo que pueda suceder, tienes miedo de perderlo, pero no te paraste a pensar en que sentiría él si tú te marcharas. ¿Lo has tenido en mente?

—Dash es algo... intenso. —Es la única palabra con la que puedo describir el moreno—. Nunca sé lo que piensa, lo intento, pero hay momentos en los que se cierra.

—Todas las personas tenemos derecho a guarda al menos un secreto —se acomoda en su lugar—. El hecho de que no te cuente algo no significa que sea algo malo, tal vez solo tuvo un mal día y él no intenta llevar a su relación.

>>Es la primera relación oficial a la cual te lanzas sin siquiera sopesar las consecuencias, y ese es un gran paso para ti, linda, Dash Barton podrá ser lo que la sociedad quiera, pero lo importante es cómo se comporta contigo.

—¿Cómo sabe su apellido?

—Soy la única psiquiatra que es buscada por los juzgados de menores, Holly —se ríe, haciéndome sentir aun más confundida—. Fui la psiquiatra a la que llamaron para evaluar a tu novio, y Dash no es un nombre que olvides con rapidez.

—¿Lo trató? —No puedo controlar las palabras que salen de mis labios, pero la sorpresa es mucho más grande de lo que pretendo mostrar—. Es decir... él nunca me habló sobre eso.

>>En realidad nunca habla de lo que ocurrió, solo sé lo principal.

—No es tan malo como él lo hace ver —niega con la cabeza, parece algo contrariada al soltar información—. No puedo decirte mucho, como sabes, debes conseguirlo por tu propia cuenta, Holly.

—Lo sé —no iba a hacerla romper sus reglas. Tenía un trabajo importante y con ello venían responsabilidades—. No vine aquí para eso.

—Viniste porque entraste en un ataque de pánico, pero no es algo importante, Holly. Ha pasado mucho tiempo, lo cual dice que estás mejorando.

>>Una violación es algo que no se supera con facilidad, pero, si así lo deseas, mejoraras y verás aquella etapa de tu vida como un obstáculo en el camino. Eres fuerte, siempre lo has demostrado y el que me hayas buscado significa que sigues subiendo, sigues escalando para llegar a ser la misma Holly que eras antes de que todo ocurriera.

—Tengo miedo de que todo esto sea un juego —trago duro—, la idea de que Dash no sienta nada por mi solo hace que ese miedo aumente. Confió en él, pero... soy yo.

—El miedo siempre será parte de nuestras vidas. No puedes avanzar hacia un estado mejor sin ayuda de él. Es lo que nos ayuda subir, nos mantiene fuerte y listo para enfrentar cualquier cosa que se nos ponga adelante.

>>Sé que Dash solía tener miedo, no sé cómo se encuentre ahora, pero estoy segura de que su escudo es la agresividad, es lo que aprendió estando rodeado de asesinos. Es su mecanismo de defensa para sobrevivir.

—Él piensa que su ADN es el culpable...

—Que tenga un cromosoma y de más no significa que sea un asesino o violador. Eso es algo de cincuenta años atrás, Holly. Él no lastimaría a nadie inconscientemente, juzga y elige como cualquier otra persona. Él es normal.

—Golpeó a Shawn...

—Lo golpeó porque es cómo reaccionaría cualquier persona ante una injusticia —Asegura—. Shawn golpeó a una chica inocente, que en ese momento era novia de Dash. Él la defendió. Es la única respuesta que necesitas, Holly.

>>Dash no mataría a nadie, ni aunque se lo pidieras. Él no funciona a así. Las personas no funcionamos así.

Mantengo la boca cerrada. Procesando la información que ella me entrega. Sabía lo del ADN, sabía que Dash nunca me lastimaría, pero la duda se mantenía en mi cabeza.

¿Seré capaz de huir si Dash pierde el control?

¿Seré capaz de aceptarlo con toda y la carga que lleva en sus hombros?

Lo amo. Estaba segura de eso, también estaba segura de que lo ayudaría con su carga, porque, eso es lo que haces cuando amas a una persona.

Lo apoyas en sus buenos y malos momentos porque, si no era así, no valdría la pena.

Y Dash lo valía.

Lo valía más que todo.  

Claudia Steindfeld en multimedia. 

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