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24.

Instagram: JoleGBellamy

***

—¿Se supone que antes eran buenos amigos y ahora sólo se odian por que sí? — Pregunto, no logro entender del todo la explicación de Dash, y este parece a punto de perder los estribos, pero lo esconde con una carcajada.

Su pecho se sacude gracias a su risa, lo que envía vibraciones a mi cuerpo, obligándome a acomodarme nuevamente sobre su cuerpo. El Dash despreocupado, era el que se estaba ganando todos los puntos.

—Los Cossaks tenemos nuestras reglas, Holly. —Una de sus manos retira los mechones de cabello que empiezan a cubrir mi rostro.

—Cuidan de ustedes y de los suyos —Recito la primera regla, rodando los ojos—. Y ninguno puede meterse con la mujer de otro. Es lo único que has repetido sin parar, Dash.

—Bueno, lograste entender algo —El tono de burla se filtra en su voz, haciendo reír. Uno de sus dedos se presiona contra mi frente—. Varios miembros de los Scimitars, pasaron por alto esas reglas. Uno de los jefes de Scimitars, violó y mató a la mujer del jefe de los Cossaks, hace muchos años.

—¿Antes de que entrarás a Cossaks? —Pregunto, esperando obtener un asentimiento, y la tranquilidad continua en mi sistema cuando Dash lo hace. Su ceño se frunce un poco, y sé que está pensando en lo siguiente que dirá.

—En realidad —murmura—, fue mucho antes de que mis padres nacieran. Ambos bandos tienen miembros en varias partes del mundo, te sorprendería saber hasta dónde llegan.

No me sorprendo, a la hora de escoger psicología como carrera, sabía de antemano que la historias de bandas motociclistas en los estados unidos era la más famosa.

Golpes en la puerta llaman nuestra atención, haciendo que Dash suelte un bufido por lo bajo.

—Debe ser mi tía —Digo, intentando levantarme de su cuerpo, pero el brazo alrededor de mi cintura me lo impide. Dash nos gira a ambos, quedando sobre mí. Sus labios se apoderan de los míos, negándose a dejarme escapar.

Una de sus manos no pierde el tiempo en descender por mi estomago bajo las sabanas, terminando en el punto entre mis piernas. Un gemido no tarda en escaparse de mis labios, pero tan rápido como mis manos se aferran a la parte trasera de su cuello, él se aleja de mí, dejándome con la respiración agitada.

De un salto se levanta de la cama, completamente desnudo, y lanza una almohada a mi rostro.

—Tomaré una ducha, ponte algo encima, mujer, no quieres que tu tía te vea así ¿no? —No puedo evitar soltar una carcajada, observando la ancha espalda cubierta por tatuajes alejándose de mí para ingresar al baño.

La puerta vuelve a sonar, arrancándome un suspiro.

Cuando logro ponerme de pie, lo primero que uso para cubrir mi cuerpo, es el vestido floreado que había escogido antes de que Dash llegará a mi habitación.

Consciente de mi falta de ropa interior, recojo lo más rápido que puedo, y camino con rapidez hacía la puerta, la cual no deja de ser golpeada con algo de prisa.

Los ojos acusadores pero divertidos de mi tía no se hacen esperar, y antes de habérselo contado, ella sabe que Dash se encontraba dentro de la habitación.

—¿Están ocupados?

—No —Dejo entrar a la morena, quien no duda en escanear la habitación, y me doy palmadas mentales al haber recogido la ropa de Dash sobre la cama, y la mía sobre mi maleta—. Dash llego algo cansado y dijo que tomaría una ducha.

Señalo la puerta del baño, y el sonido algo ahogado del agua cayendo parecen engañar a mi tía.

—¿Todo bien? —Asiento, con una sonrisa sincera ocupando mis labios—. Bien, dile al grandulón que cenaremos paella. —El baile extraño que mi tía se monta en menos de un minuto hace que mi cerebro se ponga en marcha.

El sombrero sobre su cabeza, el vestido al cuerpo que cubría su bikini, y aquella sonrisa...

—¡Tienes que decirme a quien conociste! —Digo, casi abalanzándome sobre Alison. La rubia rueda los ojos sin perder la sonrisa, y sacude su cabella tal y como lo hacía cuando vendía una casa.

—Es español, se llama Héctor y tiene 45 —Su voz se torna seria, pero cuando se abanica el rostro, sé lo que verdaderamente ha atrapado a la rubia Parks—. ¡Debes conocerlo! Es tan caballero... tan inteligente... ¡Es perfecto!

—¡Holly, nena, necesito algo de ropa! —La voz de Dash interrumpiendo el momento de felicidad de mi tía, me hace avergonzar. ¿En serio tenía que mencionar el hecho de que se encontraba completamente desnudo?

—Bien —Alison se aguanta la risa, golpeando mi hombro con suavidad—. Creo que ambas encontramos un perfecto fin de semana en el Spa.

Alison Parks abandona la habitación antes de que sea capaz de decir algo en su contra.

Una vez estoy sola, tomo la bolsa de Dash y me encamino al baño. Doy suaves golpes contra esta, y no se tarda en abrir, mostrándome a un Dash Barton cubierto por una toalla de la cintura hacía abajo.

—¿En serio tenías que hacerlo? —Suelto, con una ceja arqueada. Dash toma la bolsa, y presionando un beso contra mi mejilla, se aleja con dirección a la cama.

—¿Hacer qué? —Pregunta, parece algo confundido—. ¿Querías que salga así con Alison Parks aquí? No lo creo, cariño.

—Buen punto.

Niego con la cabeza, sabiendo perfectamente que Dash aun tenía algo de aberración contra el apellido Parks, yo lo llevaba, por el simple deseo de mi madre, pero no podía llegarme a sentir como ellos.

Aun cuando Alison había sido una gran excepción de esa desastrosa familia.

—Ella es buena —digo, luego de un minuto —. Siempre apoyo a mi madre, y ahora lo hace conmigo.

Dash posa sus ojos sobre mí, para luego ocupar el lugar vacio en la cama. Aun sigue cubierto por una toalla, pero eso no le impide tomarme por las caderas y tirar se mi cuerpo hacia él.

Estoy entre las piernas de Dash Barton, observando el profundo gris en sus ojos como si fuera lo más hermoso que había visto en la vida, y en realidad, no estaba tan lejos de ser verdad.

—Según sé, gracias a Alison estas en Nueva York —Asiento, recordando la noche en que había ido por mí a Los Ángeles luego de la pelea que tuve con Richard—. De alguna manera, gracias a ella, estamos aquí, dándonos una oportunidad.

Dash dice algo más que no logro entender, porque me acerco a él, presionando mis labios contra los suyos y, de alguna manera, terminamos nuevamente enredado entre las sabanas de la cama.

***

—¿Entonces tu tía ya encontró esposo? —Dash pregunta, bajando las escaleras junto a mí. El alto chico tatuado y vestidos de negro que camina junto a mí, es capaz de acallar las voces en el recibidor, varias miradas están sobre nosotros, escaneando a Dash a fondo.

Y era algo que me incomodaba.

—No son novios —Miro mal a una mujer antes de girarme hacia Dash—. Lo único que pudo decirme por el teléfono es que él nos invitó a cenar, y que se tardaría más de lo normal en arreglarse.

—¿Alison? —Una ronca voz llama mi atención, haciendo que el chico tatuado junto a mi frunza el ceño. Me giro casi por arte de magia, y me topo con uno de los hombres más apuestos que pudiera haber visto en mi vida—. Oh, lo siento mucho —El acento suena demasiado extraño a mis oídos, y de inmediato sé que se trata de la cita de mi tía—. Creo que me he confundido.

El largo brazo de Dash me sujeta por la cintura, llamando la atención del hombre que no podía envidiarle nada. Esta vez, parecía que Alison Parks había ganado el trato de su vida.

—Creo que no se ha equivocado del todo —Intento quitar la tensión por parte de Dash, soltando una risa—. Soy Holly, la sobrina de Alison, ella bajará en un momento.

—Dash Barton —El moreno junto a mi estrecha la mano del castaño, y una pequeña risa se escapa de mis labios cuando lo escucho decir: —Soy el novio de Holly.

¿En serio trataba de marcar territorio de esa manera?

—¡Holly, Dash! —La voz de Alison Parks se escucha con algo de fuerza cuando los tres nos quedamos en un incomodo silencio. Soy la primera en girar, y la primera en quedarme con la boca abierta cuando soy capaz de ver a la Alison Parks que se enfrenta a furiosas ventas de condominios, aquella Alison Parks, que sólo se podía ver en su empresa de bienes raíces—. Oh —Una sonrisa es dirigida a Héctor, quien no se tarda en saludarla con un beso en la mejilla—, lamento tanto la tardanza, Héctor.

—Todo sea por observar a la hermosa mujer con la que choque esta mañana —. Dash aprieta mi cintura con algo de diversión, y debo morderme la lengua para no echarme a reír frente a ellos. ¿Por qué era tan gracioso ver a mi tía frente a una conquista? —. Al parecer debo indicar al chef que hoy cenaremos cuatro, no tenía idea de que Holly vendría acompañada.

—No te preocupes por eso —Intento decir algo, pero Alison se adelanta—. Hablé con Jennifer y pudo reservar una mesa para cuatro.

Sabía de antemano que no sería capaz de aguantar la velada completa junto a Alison y Héctor, quien parecía empezar a ganar terreno con mi tía.

Cuando Alison indica que debemos ir al restaurante dentro del Spa, Dash y yo caminamos detrás de ellos, observando en silencio la extraña relación que se estaba llevando a cabo frente a nuestros ojos.

—Ese tipo es extraño —Dash murmura en voz baja cuando ellos nos adelantan por unos cuantos metros—. ¿De dónde es?

—Alison dijo que era español... o eso creo.

—¿No hay un lugar donde podamos encontrar una hamburguesa? Muero de hambre. Nunca había estado en un lugar así.

—Ni yo —Secundo, con sinceridad. Alison y Héctor se detienen en la entrada del íntimo restaurante. La rubia dice algo con dirección al castaño, y de inmediato la veo como hace su camino hacia nosotros—. ¿Qué ocurre?

—¿Saben que los aprecio a ambos, no? —Pregunta, dando una mirada rápida hacia Héctor—. ¿Pueden inventar algo y dejarnos solos? ¡Sólo por esta vez, Holly, juro que te recompensaré!

—Tranquila —Me río, tratando de que se relaje—. Podemos quedarnos en la habitación y pedir dos hamburguesas, nada más romántico que comida chatarra, ¿no?

—Hablaré con él. —Dash me suelta, y antes de que pueda detenerlo, ya se encuentra caminando hacía Héctor.

—¿No va a golpearlo, cierto? —Alison pregunta, algo preocupada. Sus ojos cafés resaltando el maquillaje alrededor de ellos—. ¿Él siempre está enojado o ese es su rostro?

—Siempre está enojado —Digo, más para mí misma que para ella—. No hará nada. —Mis palabras tratan de asegurar no sólo a Alison, sino a mí, ya que no sabía cómo iba a reaccionar el tatuado.

Una vez que Dash y Héctor estrechan manos, sé que todo ha salido bien.

Los ojos de Dash están sobre los míos cuando gira sobre sus pies, Alison esta aferrada a mi brazo, claramente esperando buenas noticias.

—La mesa es toda suya, Alison —Dash dice, y Alison guiña un ojo en su dirección, luego, como toda una dama, se dirige nuevamente hacia Héctor.

—¿Qué le dijiste? —Pregunto, observando a la pareja ingresar al restaurante.

—Que te sentías mal y necesitabas regresar a la habitación. —No puedo evitar poner los ojos en blanco. Al parecer, estar con una chica, significaba tener una buena escusa para saltarse una cena, o cualquier reunión importante.

—¿Ahora soy tu excusa para comer hamburguesa? —Pregunto, dejando que Dash rodee mis hombros con uno de sus brazos. El moreno parece feliz, como si el saltarse aquella cena, sea lo más divertido que haya hecho el día de hoy.

—Eso —Me mira por bajo sus pestañas, apretando uno de mis pechos sin vergüenza alguna—. También la mujer que me mantendrá todo un fin de semana dentro de una habitación.

Y así iba a ser.

No dejaría a Dash por el resto del fin de semana, porque, a la hora de volver, todo regresaría a la normalidad, rompiendo la extraña burbuja que habíamos logrado crear entre nosotros.

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