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Capitulo 58

Sasuke respiraba hondo, sin apartar la mirada del montón de cartas. El agarro despacio y las metió en su mesita antes de sentarse de nuevo en la cama.

-¿Solo hay una caja? ¿Nada más? – preguntó en voz baja.

Negué con la cabeza.

-Nada más – repetí, con toda la suavidad que pude. Sasuke suspiro.

-No es importante – dijo, pero no le creí ni por un segundo.

-Claro que es importante. Es tu madre, Sasuke –

Él se encogió de hombros.

-Ya paso mucho tiempo. No me acuerdo de ella –

-¿Sabias que te escribía? –

-No sabía que seguía con vida – admitió – Cuando ella se fue, yo apenas era un niño. Tenia cinco o seis. No se mucho de ella –

Trague saliva.

-¿Por qué se fue? –

-Por mi padre. Mi madre era muy fuerte. Era omega, pero... era de carácter fuerte –

Asentí. Recordaba algo sobre la madre de Sasuke...

-¿La echo? –

-La vendió. A otro alfa. No la marco, así que...-

Respire hondo, impresionado.

-¿Nadie pudo hacer nada? –

-Yo era muy pequeño – dijo – e Itachi estaba estudiando en el extranjero –

-Pero tu madre te escribía – dije pensativo – Si la vendió...-

El azabache me miro, con el ceño fruncido.

-¿Cómo? –

-Bueno – desvié la mirada – dudo que una esclava tenga libertad de escribir cartas –

Los ojos negros de Sasuke me miraron.

-¿Crees que ella esta libre? –

-Creo que es posible que ni siquiera la vendieran. Deberías leer las cartas –

Pero el alfa negó con la cabeza.

-No necesite y no necesito a mi madre – dijo – te tengo a ti y a Menma –

-Eso no significa que no puedas... leer las cartas, Sasuke. Si te las envió, fue por que tenia algo que decir –

-Ahora ya es tarde –

Me oí a mi mismo tragar saliva.

-Nunca...nunca tuvo la oportunidad, Sasuke – dije con suavidad – si tu padre no te las hacia llegar, puede que fuesen importantes, además Itachi las escondía por algo...

Él respiro hondo varias veces, pero acabo negando con la cabeza de nuevo.

-No. ahora no –

Parpadee.

-¿Estás seguro? –

-Seguro –

-Leerlas ahora no cambiara nada, Sasuke. Te hará saber... de tu madre –

-Ya lo sé – Sasuke suspiro – Solo... no tengo tiempo para pensar en esto ahora –

-Sasuke – dije con suavidad y sus ojos negros se alzaron hacia mi – Tu madre te escribía porque le importabas. Y cuando... cuando te sientas preparado, lo veras. Y mientras tanto, nos tienes a nosotros. Y siempre nos vas a tener –

Sasuke permaneció tanto tiempo en silencio que ya estaba agarrando aire para seguir, pero me interrumpió antes de que dijera algo más.

-Te amo, Naruto – dijo en voz baja – Más que a nadie –

Sonreí. Alce una mano para acariciar sus cabellos negros y lo vi cerrar los ojos un instante, con los labios llenos ya formando una media sonrisa. Me estire para besarlo; no había ninguna otra cosa que pudiese hacer. Los labios suaves y cálidos de Sasuke eran como un imán, el mejor lugar del universo, el único rincón donde mi felicidad era completa.

Sasuke suspiro cuando nos separamos. Me beso en la comisura de los labios y en la frente. Note su respiración cálida en mi pelo y me quede quieto, respirando despacio.

-Puedo dejar todo por ti, Naruto – lo oí suspirar y abrí los ojos. Me separé de él para mirarlo, confundido; había tanta seriedad y sinceridad en sus ojos que tuve que tragar saliva.

-¿Qué quieres decir? –

-¿Quiero decir que puedo dejar todo si tú me lo pides. Lo que sea. Hasta la mafia –

-Nunca – casi me atragante con el apuro de hablar – Nunca te pediría que dejases algo, Sasuke. Es de ti quien me enamore. Con todo lo que viene. Mafia, ilegalidad, venganzas y todo eso –

Sasuke asintió. Tenia una sonrisa plasmada en su rostro, y sus manos se movieron para tomar las mías.

-Por eso te amo – se inclino para besarme en la sien y reí dejándome.

-Yo te amo más – murmure. 


Una semana después, regresamos a Japón. En el día del viaje, me levante de mal humor.

Principalmente, porque había dormido poco. Poco y mal. Y la culpa era de mi precioso bebé somnoliento que se acurrucaba contra mi cuello, con el puñito cerrado en la tela de mi camisa. Me había levantado para dos cenas, un pañal sucio y dos rabietas simplemente porque me echaba de menos y estaba francamente agotado, pero me negué a que los guardaespaldas se lo llevaran en brazos. Sasuke beso su cabecita con cuidado y se inclinó, pero dejo que fuese yo quien se estirara para besarlo en los labios.

-Estas cansado – murmuro. Me encogí de hombros.

-Y tu también – respondí, acariciándole la mejilla con la mano libre. Él se acurruco contra mi mano un segundo, suspirando.

-Tenemos que hacer esto – repitió por enésima vez. Asentí sin discutir.

-Todos verán a Menma – murmure, alentador – verán al nuevo líder con su padre –

Sasuke gruño en voz baja.

-Todos lo van a ver – dijo – van a ver que eres mío y que tengo un hermoso hijo contigo -

Asentí. Intentando no reír.

-Yo también mostrare con quien me case – me estire para besarlo en la mandíbula. El brazo de Sasuke se me enrosco en mi cintura.

Karin había renunciado a dormir aquella noche y había llenado cuatro enormes de maletas con lo que había considerado "esencial" para Menma. En otras circunstancias, me habría reído de él, pero a esas alturas ya no me parecía descabellado.

Sasuke ni miro el enorme equipaje; estaba demasiado ocupado agarrando a Menma para mecerlo entre sus brazos. Murmuraba palabras en italiano contra su piel de porcelana y él abría los ojos, sorprendido por las cosquillas que el hacía. Podría mirarlo el resto de mi vida, pensé con un nudo en la garganta mientras me sentaba en el asiento del avión. Sasuke me dijo con un asentimiento casi imperceptible que durmiese, que él tenia a Menma y el agotamiento me venció enseguida.

Desperté cuando el avión aterrizo. El teléfono de Karin empezó a sonar, sentí mi corazón acelerarse al momento; Menma se removió en mis brazos, como si pudiese sentir mi miedo.

Sasuke se mordió los labios. Enlazo un brazo en mi cintura, más para tranquilizarme que para sostenerme y miro sobre mi hombro para mirar a Menma, que fruncía el ceño, agitando las manos en el aire.

-Sabe que tienes miedo. Quiere protegerte –

Sonreí, pero acaricié su mejilla con un dedo, enternecido.

-¿Quiere protegerme? –

Sasuke asintió. Había una extraña satisfacción en sus ojos.

-Mira. Quiere levantar la cabeza y mirar que te pone tan nervioso –

-Es el recién nacido más...alfa que he visto nunca – dije en voz baja, pero era difícil dejar de sonreír después de eso. Sasuke soltó un gruñido suave.

-Es mi hijo – dijo con suficiencia.

-Si, se parece mucho a ti – repetí – pero de momento, nosotros lo protegemos a él –

Karin volvió, acalorada.

-Ya están reunidos –

Sasuke asintió, tranquilo y empezó a repartir ordenes a todos los ocupantes del avión, que empezaron a esparcirse obedientemente en todas las direcciones. Pero no compartía su calma; al entrar en la enorme mansión sentí un escalofrió familiar. No tenia el mejor recuerdo de este lugar, pero no proteste mientras dos guardaespaldas traían las maletas. Sasuke cargo con todo lo demás, testarudo, sin dejarme cargar con nada.

-¿Tienes hambre? –

Negué con la cabeza.

-Primero voy a acostar a Menma ¿Dónde está? – pregunte, con el ceño fruncido, pero oírlo llorar al otro lado de la puerta me devolvió la tranquilidad. El guardaespaldas que nos acompañó hizo una mueca.

-Pedimos que alguien lo bajara y lo pusieran en la habitación ¿Quiere que se lo entreguemos? – empezó a decir y asentí.

-Yo me ocupo de él, tráiganlo –

El guardaespaldas asintió; parecía aliviado. Salió al instante y me volví hacia el escritorio. Había una nota doblada; las instrucciones de Karin o el número de algún servicio...

-¿Qué es esto? – pregunte, mientras Sasuke salía a por Menma.

Se acerco y la desdoblo. Era una nota sencilla, escrita a mano.

-"todavía seguimos a Itachi, no te aceptamos como líder ni a tu hijo. Vuelve a Italia si no quieres que tu familia arda" –

Fruncí el ceño. Ya esperaba amenazas; lo había asumido como algo casi normal, pero no tan directas.

Y tan estúpidas. Nos costo trabajo que nos aceptaran en Italia, pero ahora en Japón... además Menma estaba aquí mismo. Acababan de bajarlo del coche; Sasuke había regañado a Kurenai cuando había intentado ayudar.

-Sasuke – lo llame en voz alta. No oía llorar a Menma, no espero a oír la respuesta.

Salí al pasillo. Sasuke sujetaba su propia pistola con una mano mientras alargaba la otra hacia uno de los guardaespaldas, sentado en el suelo con la espalda apoyada contra la pared. Un filo hilo de sangre se deslizaba desde la comisura de sus labios hasta su barbilla y sus ojos estaban fijos e inertes.

Solté el aire con brusquedad.

-Sasuke – repetí, tembloroso. El alfa tomo el pulso en el cuello al hombre; se giro hacia el otro lado, donde- note como las náuseas me retorcían el estómago- el otro guardaespaldas estaba tumbado boca abajo.

Ninguno de los dos dijo nada. El pánico me atravesó como un dardo punzante, insoportable, que nos robo el aliento y nos hizo temblar. Una mirada nos basto para entender; Sasuke le saco una pistola del cinturón al guardaespaldas y me la tendió.

Los dos no echamos a correr. No sentía las piernas. 

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